viernes, 9 de diciembre de 2011

"Psychosis"

Capítulo 9 – Dones

 Dejé la mochila a un lado para poder prestar mayor atención y no distraerme al jugar con los cordeles laterales que se movían con el viento o cuando él alzaba la tierra por ocio.
 Nicholas estaba sentado a lo indio con sus piernas cruzadas y arrancaba el pasto con signo ausente, inhalaba con tranquilidad, un sonido pausado y acorde a la situación, bastante relajado.
 Yo estaba algo nerviosa, quería saber más y más, ahora que sabía que podía contar con una buena historia –similares a las de suspenso-, prácticamente me sentía más que atenta, quizás un poco, entusiasmada. Como una niña pequeña que espera con ansias un gran cuento, un clásico.
-Vale, mira… ¿Qué cosas son las que sabes sobre los dones? –preguntó con un hilo de voz mientras se giraba a mirar a su espalda, donde estaban los bosques.
-Bien, yo sabía que algunos incluían la mente y otros tenían que ver más con el entorno –me expliqué.
 Asintió con una sonrisa de suficiencia.
-Está bien, ¿algo más?
-Harlot puede sacar la energía de… las cosas, Kate las mueve con la mente; Christie puede ubicarte a través de las cosas y Dan ilumina la oscuridad, más bien, ahuyenta las sombras –entrecerré los ojos-. Ah y Alexa las maneja… Tom puede borrarte la memoria ¿no?
-Exactamente.
 Sonreí complacida, entendía más de lo que creía.
-¿Puedo decirte Em? –preguntó de repente.
 Tanto como me pilló con la guardia baja, comencé a reír y me esforcé por contestarle:
-Si, claro, ya me estoy acostumbrando. Además, no está mal ¿no?
-Es que Dan lo pronuncia todo el tiempo y bueno, tú sabes, luego ya lo dices sin pensar –sonrió.
-No te preocupes.
-Vale, hum –vaciló.
 Alcé las cejas mientras le esperaba, pero no quería presionarle, sabía lo que se sentía olvidar las cosas cuando alguien está insistiendo, o no saber como decirlas cuando tienes a un público expectante. Le dí un respiro y miré hacia un lado para contemplar el bosque que cada vez se notaba más oscuro y atractivo.
-Los dones no solo vienen porque las sombras te han elegido –comenzó, tomándome por sorpresa y me giré a mirarle-. La mayoría de las sombras nos eligen por un motivo predestinado, pertenecíamos ciegamente a nuestro destino –lanzó un suspiro-. No a todos le molesta, claro, algunos están completamente felices por las capacidades que tienen de manejarlos y aplicarlos en sus vidas, pero no debes dejarte llevar.
>>Los dones no son como un juego, Em, la mayoría, si lo tomas como un juego, puede ser arriesgado y peligroso para el entorno. Sino, mira… ¿qué harías si vieras desaparecer una persona frente a tus ojos, si tú fueras como cualquier humano?
 Parpadeé sorprendida, iba a preguntarle de quién se trataba, con la boca abierta lista para hacerlo, pero él no me dejó.
-No podrías creerlo y sería un desequilibrio con lo normal a lo irreal, podrías incluso quedar en shock o sufrir un trastorno psicológico, no es muy bueno practicarlo a la vista de los humanos normales –guay, ahora tenían una clasificación-, Alex puede hacerlo, él… puede teletransportarse a lugares definidos e indefinidos. Si no practicas muy bien tu don, puedes hacer algo altamente peligroso. Al comienzo, se le había dicho que no lo hiciera, porque, ya sabes ¿cómo podrías saber luego a donde habría ido? Nadie lo sabría y se sacarían, prácticamente, los sesos con tal de pensar en donde estará. Era como un viaje a la nada, para nunca volver. Por ello necesitabas ejercitarlos hasta el punto de que te saliera a la perfección e ir al lugar donde tú quisieras.
-Al parecer sabes bastante, debo concedértelo, tienes una gran mente… eres maduro –le apremié.
-Lo sé –rió.
-¿Pero quién se lo prohibió?
-Buen término –sonrió-. Hum, hay personas mayores, quien sabe cuantos años tendrán y se manejan a la perfección… nosotros no… envejecemos, a menos que así lo quieras, cuando dejas tus dones a un lado.
-¿No envejeceré? –abrí los ojos como platos.
-Así es –rió-. Esas personas, son más como nuestros tutores y lo que los llevan a nuestro “mundo”, es para controlarnos, nosotros estamos acá para mantener el equilibro con las cosas.
-¿Una especie de balanza?
-Algo así, no del todo, la verdad, somos humanos… pero un tanto especiales.
 Frunció el ceño mientras se concentraba aún más.
-Es como si el mundo necesitara un poco de magia, pero no es magia, esto siempre ha existido… como la reencarnación, durante millones de años han estado presente las leyendas, los seres sobrenaturales y las historias de dioses –sacudió la cabeza-. ¿Cómo podrías saber si algo es real si jamás lo has visto?
-¿Es decir que todo eso es real?
-Claro, Em… ¿no te convences con poder ser una lectora de mentes y vivir rodeada de gente con talentos únicos?
-Es difícil de decir, yo… no sabría que decirte –me encogí de hombros.
-Nosotros estamos acá para hacer de este mundo… un lugar en el que los humanos no sospechen, así como los que ponen orden –alzó las cejas mientras reía-. Podríamos toparnos con criaturas mitológicas y aún así podríamos poder poner leyes hacia ellos.
-Pero sin embargo, tenemos superiores.
-Si, puedes llamarles los “consejeros” –bufó-. No, eso es muy anticuado, prefiero llamarle tutores.
-¿Qué tenemos que hacer?
-Continuar el ciclo de la vida, hacer que el mundo fluya normalmente y que los humanos no se enteren de nada.
-Pero nosotros somos humanos.
 Rió a carcajadas.
-Humanos, pero con poder.
 Puse los ojos en blanco.
-Muy vanidoso, Nicholas.
 Se echó a reír con aún más fuerza, una sonrisa armoniosa, como la de un instrumento con tonos graves, elegantes y precisos.
-No es que sea vanidoso, pero tenemos algo más de privilegio por el resto de las personas… no sobre todo. Jamás deberías incentivar a un vampiro a morderte o… a un licántropo a atacarte.
 Al escucharlo, me embargó una sensación de nervios, como si ahora estuviera más que fantaseada. Así que cuando pregunté, mi voz sonó una octava más alta por la sorpresa.
-¿Existen?
-Si –asintió.
-¿Hace cuanto que sabes esto?, ¿o todo esto?
-No hace mucho, no tengo más tiempo que tú en esto… solo unos cuantos meses, lo suficiente como para que me lo explicaran todo –se encogió de hombros.
 Arqueé una ceja.
-¿Has visto a algún vampiro alguna vez?
-No.
-¿Licántropo?
 Se echó a reír nuevamente.
-No.
-¿Algún ser mitólogo además de ellos?
-Tampoco.
-¿Algo en especial?
-Si –me miró directamente a los ojos-. A nosotros mismos.
 Sonreí.
-¿Qué debo hacer ahora?
-Actúa con normalidad –me indicó-. Tal vez no hagamos muchas cosas interesantes por el momento, pero debes empezar a practicar tu don, no es que leer la mente sea inferior al de los demás, de hecho… bastante interesante, algo… fuera de lo común. Apuesto a que nos adelantarás en algún momento frente a un atacante.
 Sonreí con orgullo, pero me entró a la cabeza una pregunta preocupante, por lo que me estremecí, el notó la diferencia y su rostro se tornó de preocupación.
-¿Nicholas? –susurré.
-¿Si? –preguntó con calma.
-¿A qué grupo perteneces…? –Me estremecí de nuevo-. ¿Eres de los buenos o los malos?
 Después de un segundo, al captar donde quería llegar, se echó a reír.
-No te preocupes, Em… soy de los buenos –sonrió.
-¿En verdad? –Entrecerré los ojos-. ¿Cómo podré saberlo? Axel es del lado oscuro, tú eres su amigo, pero… ¿Cómo sabré si no me mientes?
-Porque no te mentiría, eras mi amiga hace un tiempo ¿sabes? –sonrió-. Además, si quieres pregúntale a Kate, o a Dan… tal vez a Christie, ellos te lo confirmarán.
 Asentí con una media sonrisa, convencida… aunque no del todo, tenía una vaga sospecha aún por confirmar.
-Oh, así que continuas averiguando –dijo alguien a mis espaldas-. ¿Puedo estar con ustedes dos?
 Nicholas le sonrió con una sonrisa más que amable.
-Claro, entre más somos, más podemos contarle a Em –me guiñó un ojo-. Tendrás más versiones.
 Kate se sentó a mi lado, dejando a Nicholas enfrente de ambas. Kate se había sujetado el pelo con un moño rústico y le venía de maravilla, estaba con una blusa blanca abierta y bajo ella tenía una musculosa negra.
-Te estaba buscando –se dirigió a mí con ojos entrecerrados-. Me habían dicho que habías venido por este pasillo –apuntó a la esquina del patio, donde estaba el corredor que daba a la cafetería-. Vine por si querías saber algo más, no me equivoqué… supongo.
 Nicholas se rió entre dientes.
-¿De que te ríes?
 Él la miró con curiosidad.
-Podríamos ir a comer algo –hizo un mohín-. Muero de hambre.
 Ella relució sus dientes y sacó unos recipientes de su mochila.
-Oh, por cierto, me he preocupado de eso –me miró de reojo mientras sacaba más y más cosas de esta-. Sabía que tú no te preocuparías de comer nada si venías sola a este lugar… y supe que no habías pasado por la cafetería –miró a Nicholas a través de sus largas pestañas.
 Él la miró con sorpresa, ella le estiró un envase y él lo recorrió con la mirada.
-No está envenenado, si es lo que te preocupa –sonrió.
 Vaciló cuando ella se lo entregó y lo abrió, lo demás fueron miles de emociones escritas en su rostro pasaron por: sorpresa, curiosidad, conformismo, satisfacción y nerviosismo.
-De nada –volvió a decir ella.
 Frunció el entrecejo.
-¿Cómo sabías que me gustaban?
 Miré el contenido: frijoles cubiertos de una salsa que emitía un agradable olor.
-Imaginé que te agradarían, era lo más pasable que había en la cafetería –se encogió de hombros-. No pude convencer a Christie de que me diera un par de frutas… no estaba de humor –arqueó una ceja en mi dirección-. Ella me odia, lo sé –tomó otro envase-. Esto, no sabía que te gustaba… te traje un par de bocados, son frutas… Phillipe me las dio, eran las últimas que quedaban.
 Sonreí agradecida.
-Gracias –repliqué mientras lo abría.
-¿Cuánto te costo? –preguntó Nicholas mientras metía una mano en el bolsillo para sacar algo.
-¡Eh! No quiero que me lo pagues –se quejó ella.
 Nicholas estaba más que reservado y educado, sacó unos billetes ahora de su chaqueta que en vez de ser la típica de cuero, esta era las de que podrían verse en los adolescentes adinerados del instituto en Londres.
 Lancé un suspiro.
 Los murmullos ahora eran más bajos esta vez, entre más alejada de la gente estaba, menos sonido obtenían, claro… a menos que estuviera atenta a algunos. Los que escuchaba, pero que ignoraba por pura educación, eran los de Nicholas y Kate.
 A mí, no me gustaría para nada que alguien hurgara en mi mente, de hecho, se los prohibiría, pero sabría que sería imposible, que lo harían de todos modos, y no me dirían nada. Esto era más que para darles algo de privacidad, en un pensamiento puede haber algo tan vergonzoso como privado.
<<No está acostumbrada a que la gente esté pendiente de ella, lastima, tendrá que acostumbrarse>> Nicholas estaba mirando a hurtadillas a Kate, quien estaba buscando algo en su bolso, que era de un color violeta y era bastante lindo.
 Escuché con mayor atención.
<<He oído que alguien está siguiéndola constantemente... ¿qué podría hacer? Podría darle un susto de muerte, si, eso probablemente hará que la deje en paz>>
 Sus pensamientos optaron un sonido hosco y tonos furiosos.
<<Podría intentarlo, si… quizás algún día opte por venir solo a este lugar y levantaría la tierra. ¡Ja! Imagino que rostro pondría, no tendría precio>>
 Se carcajeó en voz alta, Kate le miró de reojo.
-¿Podrías compartir tu chiste? –dijo ella-. Tengo curiosidad.
-No creo que te guste –respondió él.
 Me reí entre dientes, él lo notó.
-Me estás escuchando –me acusó.
 Asentí sin que Kate me viera, él entrecerró los ojos.
<< ¡No le digas nada! Por favor, ¿puedes?>>
 Hice un movimiento afirmativo, él sonrió.
<< ¿Qué me recomiendas?>>
 Puse los ojos en blanco.
<<No soy de los que recurren a la violencia, ni siquiera me detendría a pensarlo. Pero es que… no lo sé, me molesta por sobre todo que ella tenga un psicópata acosador>>
 Fruncí los labios y sacudí la cabeza.
<<Entonces… ¿quieres que le deje en paz? Pero… ¿si le hace algo?>>
 Asentí.
-Yo te diré quien es –le susurré-. Pero no reacciones hasta que te diga un plan ¿vale? Estaré leyéndole los pensamientos… de seguro sabré de quien se trata.
<<Gracias>>
 Me sonrió, le devolví la misma sonrisa.
-Bien, mira lo he encontrado –Kate apartó la mochila con un brusco tirón y tenía unas fotos, ladeé la cabeza para verlas-. Creo que debería darte unos segundos para que las mires.
 Palidecí, eran fotos mías, bueno, no exactamente, yo nos las había visto en toda mi vida. Salía en una con un vestido azul con tonos purpúreos, lo había visto antes… ¡Claro! Ese era el traje que me había comprado mi padre para mi cumpleaños número diecisiete, yo no lo había usado desde que entré acá. Estaba ahora en el armario de mi pieza.
 Me estremecí.
 Recorrí nuevamente la foto con la vista, no debería ser de hace mucho, porque, si era de mi cumpleaños, el 22 de abril y ahora estábamos a 17 de agosto… eran de solo de hace cuatro meses.
 ¿Qué? ¿Cómo no podía recordar nada? Seguí mirando, estaban… Christie con un brazo alrededor de mi hombro y su otro brazo libre aferrado a la cintura de Phillipe, que llevaba el pelo suelto y más corto. Dan estaba al final de toda la fila, Kate estaba a mi otro lado y Nicholas en su lado izquierdo, Axel estaba casi a la orilla de no ser por Tom, que estaba mirando en mi dirección. Todos sonreían, yo estaba hablando con Kate y Christie, Dan estaba mirando a Phillipe, quien entablaba una conversación algo seria, por el semblante de sus caras. Tom miraba dando la espalda a la persona que tomaba la foto, pude reconocerlo por su pelo rubio y su postura refinada.
 Alguien nos la había sacado sin avisarnos, pero salíamos casi como un par de amigos felices y sin problemas, como la típica conversación de una junta. Que triste, me habría gustado recordarlo.
-¿Es de mi cumpleaños? –pregunté con voz ahogada.
 Kate abrió los ojos como plato.
-¿Lo recuerdas?
 Sacudí la cabeza.
-No, ese vestido me lo compró mi padre para esa fecha… pero, no recuerdo haber estado en ese momento.
 Puso los ojos en blanco, me quedé boquiabierta.
-¿Por qué Tom me borró la memoria?
 Si no fuera por el pánico y el nudo en la garganta que tenía en esos momentos, de seguro habría gritado por la rabia.
-No lo sé –ella hizo una mueca.
 Suspiré.
-Me ha borrado todos los recuerdos de ustedes ¿es que acaso terminó en algo malo?
-No, considéralo como un capricho suyo, jamás nos dijo cual era su objetivo.
 Bufé.
-Joderme la vida.
 Nicholas soltó una risita y la sofocó con un tosido falso, le fulminé con la mirada.

~&~

-¿Pueden hacer eso de nuevo? –pregunté casi con los ojos fuera de sus cuencas.
 Alzó nuevamente la mano, la tierra vibró y se alzó con un estruendo y se removía con las piedras que caían, Kate por su parte miró concentrada la tierra levantada, esta se agitó y se alzó una humareda de polvo cuando cayó.
 Ella rió con gracia.
-Entonces hay veces en las que nuestras habilidades pueden unirse –comenzó ella-… y otras en las que hacen efectos contrarios.
-Alexa y Dan son polos opuestos –mencionó Nicholas-. Ellos no harían más que pelear en una situación como esta.
 Asentí.
-Sería mejor que los descubrieras con el tiempo, Em. No son cosas tan fáciles de asimilar.
 Suspiré.
-Pero puedo aprender.
-Lo sabemos –dijeron al unísono-. Pero es más fácil que lo veas por ti misma –siguió ella.
 Y hasta ahí duró nuestra charla. Ahora tenía que ir a mi siguiente y última clase, biología, con el Sr. Smith. En esta clase nos tocaría hablar sobre la genética y la estructura del ADN. Él era uno de los profesores que más podía soportar de todos, era un tanto simpática, solo un poco. Siempre nos miraba con un odio fulminante cuando más de uno hacía una broma o, si estaba de mal humor, nos hacía escribir más de cinco páginas en menos de media hora.
 Supuse que perdería la mano dentro de unas cuantas semanas.
 Caminé con cuidado hacia la sala, mientras la lluvia caía a trompicones en las ventanas, si pudiera salir de ahí y observar por mí misma la lluvia sobre mi cabeza, sería lo más relajante de todo, porque yo podría estar más que tranquila y relajada, sería como si olvidara todo y pudiera comenzar de nuevo. Olvidar los problemas por un rato y sumirme en mi mundo surrealista, donde podía ser feliz nuevamente con las cosas sencillas que me daba la vida. Donde disfrutaba tanto de un pastel como el correr en el pasto durante la tarde, nadar en un lago al anochecer.
 No me importaría tampoco agarrar un resfrío o enfermarme por el hecho de estar afuera en el frío, era como si lo necesitara. Ansiaba una dosis de libertad.
 Cerré la puerta detrás de mí una vez adentro, algunos ya se encontraban ahí y miraron cuando esta emitió un leve chirrido casi inaudible.
 Pude notar el rostro sonriente de Christie que hablaba con Axel esta vez. Estaba sentada en el escritorio de este mientras él, en su silla, hablaba alzando la cabeza y también con su grupo, donde Nicholas estaba con una cazadora y una polera negra, dejando a un lado su antiguo estilo y realzando ahora, el antiguo él que había visto en la foto.
 Curioso, exhalé un poco de aire mientras daba unos pasos dirigiéndome a mi puesto. Había una nota arrugada y doblada por la mitad. Miré alrededor y luego bajé la vista al no ver anda sospechoso.

 ¿Donde estabas? ¿Me lo puedes explicar? Te estuve buscando ¡todo el día! Bien, supongo que Kate también quería hablarte, no tengo nada que hacer ¿no? Te iba a proponer una idea ¡fenomenal! Para esta semana, tengo pensado ir de excursión hacia el bosque, fue una idea de Dan y Phillipe, me han dicho que tendríamos que invitar a más personas y adivina… Dan te quiso elegir a ti de las primeras. Baboso.
 Espero que hablemos cuando leas esto ¡lo más pronto posible! Esta vez no te me escapes, te arrastraré hasta mi pieza si fuera necesario.

 No necesité verificar el nombre para saber de quien se trataba, el tono malhumorado de Christie sobrepasaba el papel y podía hasta escucharlo. ¿Es que acaso acá nunca estaban quietos? Yo quería ahora descansar y estar tranquila, estas semanas habían sido bastante agotadoras.
 Pero… ellos irían al bosque. Yo había querido ir hace demasiados días hacia allá y la curiosidad era enorme, mucho más grande que mi pequeña cobardía al verlo tan oscuro y tenebroso.
 ¿Acaso acá también había un lector de mentes? ¡Que se presente!
 Me senté con un leve suspiro y miré al frente del salón, donde estaban poniendo un proyector Phillipe y Kate. El Sr. Smith aún no llevaba y yo tenía tiempo para vagar en mis pensamientos unos minutos más.
 Miré a la ventana sumida en mi mente con un presentimiento, de que no me permitirían estar un rato a solas conmigo misma, que alguien me interrumpiría en cualquier momento. No me importa, yo quiero pensar y lo haré mientras alguien no se acerque.
 Bien, ahora tenía planes ¿Qué día? No lo sé aún, pronto iría a preguntarle a Christie e iríamos al bosque… una idea bastante interesante.
 Lo demás era reorganizar mis ideas y los últimos hechos de esta última semana, haré un listado:
 Uno, ahora estaba experimentando nuevos y más recuerdos que nacían cuando alguien me nombraba algo desconocido o mencionaban algún hecho que hubiera olvidado por la sombras o Tom.
 Gruñí, un sonido bajo que salió desde el fondo de mi garganta y llamó la atención de unos cuantos ojos a mi lado.
 Dos, ahora vivía en un mundo mágico y sobrenatural ¡Guay! ¡Podré conocer a un vampiro!, ¡y subirme a un unicornio!
 Traté de sofocar la risita que solté con un tosido, sonó perfecto, como si de verdad me atorara, como si me hubiese atragantado con mi propio tosido y los demás ni notaron el sonido apagado de mi risa.
 Cuatro, ¡tengo un superpoder! ¿Quién puede leer la mente en el mundo? Unas cuantas personas, quizás, o tal vez solo yo… y no sería fácil de averiguar si habrían más; cuatro, tengo amigos y enemigos que tienen las mismas habilidades, más importantes quizás o más peligrosas. Nadie quiere provocar a una chica que puede electrocutarte solo por averiguar que tan fuerte puede ser.
 Y hasta ahí iba mi listado.
 La puerta volvió a chirriar y esta vez yo también miré a ver quién era esta vez. El Sr. Smith estaba cargado de unos cuantos cd y unos cuantos libros. Cerró la puerta con el pie mientras se dirigía al proyector que Kate y Phillipe habían terminado de colocar. Sacó uno de su pila y lo introdujo en un DVD que estaba escondido por encima del proyector. Luego lo demás fue una onda de luces resplandecientes y una imagen no definida que emitía el proyector. Luego, Kate configuró algo de lo que no tenía idea y se pudo observar el logo del aparato.
-Bien, como ya os lo había dicho… Hoy hablaremos y veremos –se volteó hacia la pizarra de tiza detrás de él y borró las palabras escritas de antes que llegara-, la definición de genética y algunos conceptos del ADN. ¿Alguien sabe algo al respecto y quiera colaborar hoy?
 Silencio.
-¿No?
 Recorrió con la vista a cada uno de los ahí presentes, más de un chico se movió con nerviosismo ante la tensión del profesor.
-Entonces, podemos hacer un trabajo equilibrado –sonrió con arrogancia-. Pasaré una de estas hojas –alzó un montón blanco de papeles impresos, donde a la distancia a la que me encontraba, era fácil de distinguir el montón de información, estaba dividido en párrafos y abajo podía notar un esquema-. Phillipe… si no te molestaría.
-No hay problema –rió él.
 Una persona amable y generosa, algo nuevo de Phillipe.
-Se denomina genética –comenzó el Sr. Smith, quien cargó su voz con un tono bajo y ronco-, al estudio científico de cómo se transmiten los caracteres físicos, bioquímicos y de comportamiento de padres a hijos. Esta definición fue dicha por el biólogo británico William Bateson…
 Suspiré mientras me acomodaba en la silla, una postura más relajada para prestar toda la atención que me era posible. La mayoría hizo lo mismo o dejó reposar su cabeza en los escritorios.
 Phillipe pasó por mi puesto y me entregó una hoja de las que tenía afirmada por su brazo.
-¿Aburrido, no? –Preguntó riendo entre dientes-. Hablará por un buen rato y luego nos hará leer esto.
 Puso los ojos en blanco y se largó al próximo puesto, lo único que alcancé a hacer, fue a asentir.
 Durante la clase, él había tenido razón, el Sr. Smith nos había hecho leer la hoja y luego nos entregó unas cuantas más. Nos dijo que teníamos que hacer un trabajo sobre el ADN, por lo cual debíamos hacerlo en parejas. Kate llegó sonriente a mi puesto.
-Mira, creo que debemos hacerlo de esta manera –dijo ella mientras escribía unas cuantas observaciones-. ¿O es muy complicado?
 Observé con atención sus escritos, bien, ella quería que hiciéramos una maqueta como todo el mundo y que la separáramos en colores diferentes. No era difícil.
-Está bien –sonreí-. ¿Cuánto empezamos?
 Ella lo pensó durante un par de segundos, cuando iba a contar hasta diez, respondió.
-Ahora no tenemos tiempo, te recomiendo que sea el miércoles… porque mañana seguro que no has terminado el de matemáticas… ¿o me equivoco?
 Abrí los ojos como platos, ¡verdad! El trabajo de la Sra. Moore aún estaba sin terminar, ella nos había dado plazo de una semana más solo porque los demás protestaron por el tiempo y la cantidad de hojas que nos había dado. Yo no había echo nada excepto por las clases que nos otorgaba, pero ella consideraba esto casi tanto como un abuso.
 Claro que no había tenido tiempo, entre todos aquí no dejaban de hacer algo diferente o mi cabeza no me dejaba pensar. Estupendo. Gruñí.
-Bien, entonces el miércoles y es una fecha oficial, no puedes cambiarla –me miró fijamente a los ojos por una fracción de segundo-. ¿Estás aproblemada por todos acá?
-No se a que te refieres –fruncí el ceño confundida.
-Oh, supuse que sería por la salida del sábado… la del bosque –susurró-. Dan y Phillipe querían ese día porque era el único a diferencia del miércoles y viernes, en que el rector salía de este lugar. Creo que ha decidido hacer unos trámites. Alexa no irá, por supuesto, no queremos a una soplona por allá.
-¿Tú también iras?
-Si, iremos casi todos.
-¿Casi todos?
-Felix, Carol y Harlot no irán –hizo una mueca-. Mejor para nosotros ¿no?
-¿Quién es Carol?
-Oh, ella es la mejor amiga de Harlot –hizo un sonido de suspenso-. Creo que en realidad no nos tiene la suficiente simpatía como para ir con nosotros, pero… en realidad nos ahorramos un montón de problemas.
 Alcé las cejas, Harlot si tenía amigos, ahora, quizás podría ser igual a ella. Me estremecí.
-¿Ella tiene algún don?
-Rayo mental. No es igual al de Harlot, nadie tiene el mismo acá, pero… ella no es capaz de electrocutarte, solo golpearte con la energía. Un gran golpe –suspiró-. Ella es igual de poderosa que su amiga.
 El timbre sonó luego de un rato, ambas tomamos nuestros cuadernos y guías y nos retiramos por la puerta junto a los demás.
-El clima no está tan mal para mañana –anunció.
-¿Cómo lo sabes?
-Oh, he visto el tiempo por la mañana… dicen que habrá un día despejado, no hará tanto frío como hoy… Podríamos ir a la piscina por la tarde, ¿qué te parece?
-¿El tiempo?, ¿Dónde lo viste?
-En la televisión de los profesores, miré a través de la ventana durante unos segundos, los suficientes –relució una sonrisa.
-¿Entonces mañana irás a la piscina?
-Si ¿quieres ir?
-Claro –sonreí-. Es el único deporte que puedo hacer a gusto.
-Me parece, entonces mañana… como a las cuatro ¿vale? No te preocupes por el sol, no hará tampoco demasiado calor y está bajo techo.
-¿Al lado del gimnasio?
-Si.

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