viernes, 25 de noviembre de 2011

"Psychosis"

Capítulo 7 – ¿Castigo?

 Podía deslizar la suave y delgada sábana a un lado de la cama, sentía como me hervía la sangre del solo hecho de recordar las visiones, los dolores pulsantes se habían propagado durante toda la noche. No había podido dormir tranquila por los ruidos que escuchaba en el pasillo, eran extraños y misteriosos.
 Miré el despertador: seis y media de la mañana del sábado.
 Arg. Me giré en la cama, di un salto cuando resonó un grito en mi cabeza.
>> ¡Oh, vamos! ¿No la esperaremos todo el día, cierto? –dijo una voz ruda y poco amistosa.
 Me levanté de un golpe de la cama mientras miraba en todas direcciones. ¿Es que había escuchado eso tan claro en mi mente?, ¿estaba alucinando?, ¿era una clase de paranoia?
>>No comenzaremos hasta que ella se presente –escuché de otra.
 Corrí al baño a mojarme la cara y despertar de aquel momento. Debía ser un sueño, estaba segura.
>>Emily debe llegar al castigo si o si, o me veré obligada a mandar a alguien a buscarla –se volvió murmuro, reconocí el tono de la Sra. Anderson-. Imagino que esa chica estará buscando más problemas de los que tiene, ¿estará loca realmente?
 Di unos movimientos lentos e inseguros, ¿qué haría ahora? Podría ir abajo y cumplir mi castigo, ¿estaba leyendo mentes?, ¿o solo podía escuchar las voces?
 Los murmullos y gritos comenzaron a aumentar de volumen, como si mi cabeza fuera un equipo de música y alguien lo dejó al máximo. Presioné con ambas manos mis oídos y traté de ignorarlos.
>> ¿Qué le habrá pasado a Emily?
 Oh, esa voz la conocía. Traté de localizarla.
>> ¿Y si voy a buscarla o estará durmiendo aún? No quiero molestarla, pero la Sra. Anderson parece bastante molesta.
 ¿Dan?
>>Iré a preguntarle –se animó y alzó la voz-. Sra. Anderson… ¿puedo ir a buscar a Emily?
 No estaba acostumbrada a esto, en realidad, era bastante incómodo y molesto. Tampoco era experta, ¿qué se supone que debo hacer para callarlos?
>>Dan parece muy interesado por ella, ¿qué le verá? Se que tiene los ojos verdes y todo, pero su rostro es como de porcelana, su palidez resulta ser hasta molesta.
 ¿Alexa?, ¿qué estaba haciendo ahí?
 Intenté escuchar con atención a todos y cada uno, viendo sus perspectivas. Me salí de unos cuantos cuando escuché conversaciones ajenas a mis intereses o temas realmente estúpidos. No lo lograba, definitivamente estaba perdida, en el sentido literal de la palabra, mi cabeza estaba a punto de estallar.
 Se me vino una imagen a la cabeza, la observé con atención. Eran escaleras, las que dan con las habitaciones, alguien las estaba subiendo casi corriendo. Se fue hacia los pasillos, mirando los números de las habitaciones. Que raro, solo estaba pendiente hacia donde iba, ninguna mención de algo.
 Mis ojos se desenfocaron cuando pude notar que aquella persona se detuvo en una puerta con el número 86. Estaba parado afuera.
>> ¿Estará despierta?
 ¿Es que él estaba acá?, entonces la Sra. Anderson le había permitido venir hacia acá… pero yo aún no estaba vestida.
 Corrí al baño y saqué un suéter negro con unos jeans azules, me había puesto una polera gris, para variar algo. Sentí como golpeaba mi puerta.
-¿Emily? –dijo él.
 Abrí la puerta con algo de prisa.
-Hola –respondí con una media sonrisa.
>>Guau, esto…
-¿Te has retrasado en el castigo, sabes?
-Oh, si.
-¿Estás bien?, ¿te has quedado dormida?
 Cerré la puerta a mis espaldas y di unos pasos hacia la dirección del pasillo izquierdo.
<<Está hermosa. >>
 Cerré los ojos, supuse que no le gustaría que leyera sus pensamientos, pero me era inevitable, al parecer, entre más cerca estaban de mí, eran más nítidos. Golpeteé con mis dedos los jeans algo confundida. ¿Es que ahora se me daba por ser una lectora de mentes?
 ¿Qué pasaría si le contara de que podía leer su mente?, ¿se alejaría de mí?
 Reprimí el deseo en mi mente.
<<Está muy callada, parece preocupada… ¿le ocurrirá algo?>>
 Sus pensamientos eran algo inocentes, sonreí hacia mis adentros.
 Estuve pensando en invitarte a una actividad que haremos con Christie y Phillipe ¿te animas? –dijo.
-Claro –asentí mientras bajábamos las escaleras rápidamente.
 Me miró confundido.
-Estoy hablando conmigo misma –dije rápidamente.
 Dejó pasarlo luego de unos segundos.
 Sentía los zumbidos cada vez más bajos, como si todas las puertas se cerraran con los estudiantes hablando en su interior. Me costaba un triunfo concentrarme.
-¡Mierda! –grité de repente cuando alguien golpeó una puerta a nuestro lado.
 Dan estaba a mi lado izquierdo y me sujetó del brazo corriéndome instantáneamente, quedándose más cerca de la puerta, rígido, sin miedo.
-¿Qué fue eso?
 Me empujó por detrás de su espalda.
-Será mejor que ambos se dediquen a caminar hacia el patio –gruñó Christie al otro extremo del pasillo.
 Dan la miró de reojo, yo inhalé una bocanada de aire.
-¿Qué ocurre? –preguntó cuando nos vio rígidos frente a la puerta.
-Se escuchó un ruido a través de la puerta –murmuré en voz baja.
 Ella la miró durante unos segundos y suspiró con una sonrisa.
-Es Felix –me jaló de la mano mientras avanzábamos nuevamente.
-Espera… ¿cómo lo sabes?
 Ella se volteó a mirarme mientras arqueaba una ceja.
-Christie es como una lectora de almas –apuntó Dan con un dedo, semi-inclinado hacia mí, ella sonrió-. No es como una lectora de mentes, ella puede ver como, tú sabes –sacudió la cabeza frustrado-. Sus intenciones, algo así como deseos.
>>También puede verte a través de cualquier cosa, una pared, quizás –continuó.
 Miré a Christie con asombro.
-Lectora de almas –sonreí fascinada.
-Ajá –rió.
-¿Cómo es eso? –me acerqué de puntillas hacia ella.
 Me dirigió una amplia sonrisa por mi curiosidad.
-¿Tiene complicaciones?, ¿o alguna intervención?
-¿Complicaciones?, creo que ninguna. Pero si intervenciones.
 Esperé.
-Tú alma es externa, está aparte de tu cuerpo, puedo mirar a tu interior y reconocerla al instante.
 Exhalé impresionada.
-¿Reconocerla?, ¿es decir que ves almas?
-Increíblemente brillantes por así decirlo.
 Dan rió.
-Terminarás por confundirla –nos hizo avanzar hacia el pasillo siguiente, ya se veían los demás alumnos en el patio junto a la Sra. Anderson.
 Se me revolvió el estómago por los nervios.
-Mira, cada alma es única, y cada una tiene un brillo diferente… mayor intensidad –explicó Christie ahora más concentrada-. Es como si pudieras ver una ampolleta al interior de cada persona, claro está… que no todos son así, puedes ver a una persona con intensiones malas, entonces su alma será oscura y densa. En cambio, entre más humana sea la persona, más clara y brillante será su alma.
-¿Cómo es la mía? –le pregunté con un hilo de voz.
-Radiante –rió.
-¿Y la de Dan? –le apunté algo absorbida por su don.
-Es algo transparente –le miró con indiferencia-. Ya que, la Sra. Anderson está furiosa.
 Ugh.
-¿Crees que nos reten?
-Claro, siempre lo hace –se encogió de hombros.
-Bueno, no estoy acostumbrada.
-Lo estarás, no es la gran cosa –bufó.
Caminamos el resto del tramo hacia el medio del patio en silencio, la Sra. Anderson estaba ceñuda con los brazos bruzados en el regazo, tenía el pelo amarrado en una coleta desigualada y se le escapaban varios mechones de pelo. Llevaba un vestido negro hasta las rodillas, era algo lindo pero ella estaba demasiado seria como para relucirlo. Estaba más vestida como para un evento que para el castigo de unos simples adolescentes.
 Di unos pasos cortos cuando dirigió su fulminante mirada hacia mi, no quería llegar, entre más lejos posible de ella, mejor.
-Espero que tengáis una buena excusa, no los dejaré pasar así como así –dijo ella con un tono firme y autoritario.
-De hecho, la tenemos –dijo Dan tranquilamente-. Emily estaba algo enferma… creo que se le pasó en el trayecto.
 Sentía su fuerte mirada en mí, exhalé con fuerza.
<<Finge un dolor de estómago, no digas nada, solo hace como si te doliera demasiado>>
-Ugh –gemí poniendo un brazo en mi estómago, resultó un fracaso cuando Christie se echó a reír, me mordí el labio para ocultar una sonrisa.
 Miré a la Sra. Anderson con el rabillo del ojo, me miró y lució un destello de ira, miró a Dan.
<<Apuesto de que luego de un rato se verá perfectamente, este par de problemáticos no hacen más que hacerme líos con el rector>>
 Dan me rodeó con un brazo detrás de la cintura, como si me estuviera afirmando para no caerme.
-Bueno, supongo que le aumentaré el doble, ella podría haber bajado perfectamente, o tu, Baker, tendrías que haberla llevado a la enfermería –sacudió la cabeza con desapruebo-. Antes de notificármelo, por supuesto.
 Dan rió entre dientes.
-¿Entonces cree que debería haberla llevado a la enfermería? Luce bastante bien –sonrió.
 Christie comenzó a golpear sus piernas con las manos mientras reía a carcajadas. Ella la fulminó con la mirada.
-Será mejor que se formen para que decida cual será su castigo.
-A sus órdenes, mi generala –dijo Christie poniendo una mano en la frente y caminando como militar.
 Me topé con los ojos de Phillipe, que no paraba de reír.
<<Gran espectáculo de imbéciles>> Los pensamientos de Alexa eran bastante ruidosos, fruncí el ceño.
 La Sra. Anderson comenzó a hablar con voz estricta, mirándonos a los ojos con una seria advertencia, como si todos pensábamos que lo más conveniente fuera escaparnos.
<<Ojala que no me manden a los camarines, la ultima vez que estuve ahí los trajes de baño estaban horribles. Arg, como si fuera agradable>> Abandoné la idea de sus pensamientos, poco agradables. El chico desconocido estaba parado junto a Tom.
-Baker –miró en dirección a Dan-. Escoge tu pareja.
 Dan me dirigió una mirada fugaz.
-Emily Wright, Sra. Anderson –dijo con respeto, como si estuviera orgulloso de su elección.
 Una de las peores por cierto, no me agradaba la idea de castigo, ni ordenar, imaginé una serie de accidentes que pudiesen ocurrir en distintos lugares. Palidecí.
-¡No! –Chilló Christie-. Ella es mía ¿vale? Será mejor que escojas a otra de tus babosas seguidoras, querido, ella está reservada para mi.
-Quizás sería más aceptable que no la trates como algo material, Christie –rió Dan.
-¿Material? Somos mejores amigas, para tu información –le arqueó una ceja-. Además, ella será mi pareja de castigo.
 Le sacó la lengua como una niña de cinco años.
 ¿Pareja de castigo?, ¿en que consistía eso?
-¿Baker, Christie? –llamó nuevamente ella.
 Dan se echó a reír.
-Será mejor que decidas con quien estarás, querida hermanita.
 Christie le fulminó con la mirada.
-Phillipe Harris –exhaló ruidosamente.
Phillipe alzó la mirada, sus ojos centelleantes se posaron en Christie.
-¿Brooks?
 Axel suspiró con desánimo mientras miraba desinteresado. La Sra. Anderson le miró impaciente.
 Apuntó a Harlot.
-Ni se te ocurra mencionar mi nombre –le amenazó ella.
 Axel se rió a carcajadas.
-Con ella, Sra. Anderson –relució sus dientes-. Como si fuera la cosa más entretenida estar en parejas, ¿qué haremos esta vez?, ¿lustrar pisos?
 Ella le ignoró.
-¿Jenkins?
<< ¡Maldición! Si ese imbécil no la hubiese escogido… luego me las pagará>> pensó él.
 Me mordí el labio, mi estómago sufría por el pánico y nervios.-
-Alexa Brown –musitó entre dientes.
 Ella le miró con algo de desinterés.
 La Sra. Anderson miró una carpeta que tenía en sus manos y con su dedo comenzó a avanzar algo que no podía ver.
-Baker y Wright… hacia el gimnasio y camarines –dijo ella.
 ¿Qué? Como si necesitara que mil pelotas me llegaran en la cabeza, para rematar, los pensamientos del chico desconocido eran reales ahora para mí.
-Baker y Harris, comedor y cocina –dijo ella con el ceño fruncido.
-¡La mierda viviente! No lavaré platos –gruñó Christie.
-¡Baker! Será mejor que cierres la boca si no quieres que luego te agregue de limpia mesas.
 Christie fulminó a Dan.
-Gracias, chico maravilla.
-Brooks y Hughes, patio y piscina.
 Pude ver como le subía la sangre a la cara de Harlot, ella estaba realmente avergonzada, pero fácilmente se volvió pálida como su piel natural cuando comenzó a patear el suelo mientras caminaba, las piedras y pasto no salían volando más allá de unos metros.
<<Ella me odia, de seguro luego hará que saque los malditos bichos del agua. >> rió Axel.
-Te odio –susurró Harlot que estaba a unos metros de mí, lo suficiente como para escucharla, bueno, la verdad no, podía gracias a mi mente-. ¿Por qué no habrías asentido o algo similar?
-Hazlo tu misma, déjame a mí en paz –dijo él sin que arruinara su humor.
 Dan me jaló de la mano suavemente mientras me llevaba a algunos pasillos.
-Creo que tendré que presentarte el gimnasio, no es más agradable que esto –apuntó el techo y las puertas-. No puedes esperar algo más de una escuela reformatoria, no tienen un gran gusto… de hecho, creo que ni siquiera contratarán a alguien para la mantención.
 Asentí en silencio.
-¿Cómo vas con tu cabeza? –Sonrió-, ¿muchas murmuraciones?
-Creo que ya estoy comenzando a acostumbrarme –fruncí mis labios.
 Era verdad, quizás habría sido el miedo de escuchar voces en mi cabeza la primera vez lo que me había hecho casi gritar de pánico, o saltar de la cama, que quizás habría sido peor. Pero los murmullos no eran algo racional, completamente fuera de mundo, ¿así que ahora era una psíquica?, ¿qué tenía que esperar ahora de acá?, ¿qué pudiera respirar bajo el agua?
 Podría intentarlo algún día, para ver a cuanta estupidez soy capas de alcanzar.
-¿En qué piensas? –dijo él mientras abría con cuidado la cerradura.
 Intenté controlar mi expresión horrorizada cuando noté que el gimnasio era más grande de lo que esperaba, eso significaba que ahí adentro estaba un lugar muy amplio, donde estaría lleno de balones y seguramente yo en el único punto capaz de desafiar a la gravedad y la lógica.
 Sus ojos realzaban sus facciones y se volvieron un poco cálidas, estaba esperando aún mi respuesta.
 Dan había abierto la puerta de par en par mientras encendía la luz y estaba lo que me temía. La cancha de baloncesto era extensa y las dos cestas estaban al fondo y a unos metros de nosotros la más próxima. Dos graderías estaban en los costados del amplio gimnasio y eran altas, eran de fierro y estaban algo oxidadas por detrás, sus asientos de madera no daban mucha confianza, pero la suficiente como para que todos los alumnos subieran corriendo y saltando, sin temer que se viniera abajo.
 Me encontré con la mirada cautelosa de Dan, el ladeó la cabeza con los ojos empequeñecidos por la sospecha, estaba curioso.
 Pero no estaba emitiendo ningún pensamiento que pudiera oírle.
-No lo sé –respondí sin más.
 Dan sacudió la cabeza mientras desaparecía por una puerta, me quedé ahí quieta, mientras miraba el lugar, tenía un aspecto tan solitario, tan silencioso… el lugar ideal para que todas las sombras arremetieran contra mí.
 Pero ahora sabía que ellos podían controlarlas, que no tenía que tener miedo. En la oscuridad no somos más que unas simples sombras.
 ¿Dónde había ido Dan? Avancé unos pasos, vacilando en la posibilidad de irme tras él o de esperarle ahí sentada. Si hubiera sido algo importante, me lo habría dicho ¿qué aspecto tenía mi cara?
 Volvió a los segundos.
-Fui a buscar esto –me lanzó una cajita de cartón del tamaño de un cubo de rubik.
 La miré con curiosidad y levanté la mirada como para pedirle permiso. Asintió relajado.
 Abrí la caja con rapidez, cuidado de que no se rompiera y había una llave de bronce.
-¿Esto es…? –alcé la vista hacia él, el soltó una carcajada.
-Tenemos que ordenar ¿no? –se mordió el labio para ocultar una sonrisa.
 No entendía a donde quería llegar.
-Soy uno de las personas en las cuales los profesores no dudarían en soltar que tienen una llave como esta –la apuntó con un dedo y se cruzó de brazos-. Creo que ellos estaban seguros de que algún despistado la necesitaría y bueno… me han dicho su escondite.
-¿Para qué es? –pregunté mientras captaba de repente toda mi atención.
-La llave del cuarto de aseo –respondió.
 No podía leer la expresión de su rostro, así que comencé a descifrar sus ojos. Cálidos, feroces y entusiastas.
-¿Así? –Solté una sonrisa burlona-, ¿iremos por escobas y trapos?
 Rió a carcajadas.
<< ¿De qué estarán hablando? >>
 Giré levemente la cabeza para encontrarme con los ojos de Tom. Él pareció notar que le miré.
-¿Puedo hablar contigo, Emily? –dijo él desde la puerta.
 No miré a Dan, pero podía notar como se tensaba.
-Deberías ir, Em… quizás se moleste si no vas hacia él.
 No me gustaba como sonaba la seriedad a través de su voz.
-¿Te molestaría si estuvieras en su lugar? –le pregunté ocultando una sonrisa.
 Negó con la cabeza para mi sorpresa.
-No, te arrastraría hasta mí –sonrió.
 Miró mis expresiones y comenzó a reír.
-¿Desde cuando me dices <<Em>>?
-¿Te molesta? –preguntó al instante, con voz dulce y cantora.
-No, para nada –exhalé mientras pensaba y apunté a mis espaldas-. Iré a ver que quiere.
 Tomó la cajita de entre mis manos y alzó la llave.
-Y yo iré a sacar lo que necesitaremos.
 Noté como forzaba una sonrisa, traté de aligerar la situación.
-Si no me regresa en cinco minutos, llama al 911 –abrí los ojos demostrando un falso terror.
 Funcionó. Explotó a carcajadas.
-Vale, vale –se alejó hacia la puerta de la que había salido anteriormente y la cerró mientras se iba por los costados del gimnasio, noté que además de la puerta de entrada, habían dos más en los lados, detrás de las graderías.
 Por mi parte, me fui hacia la entrada.
-Hola Emily –dijo Tom apenas me vio.
 Estaba con una polera negra y jeans, unas zapatillas sucias por el barro del patio y un jersey ceñido a su cuerpo. Sonrió bajo sus ojos claros y su pelo rubio caía alborotado bajo ellos, cubriéndolos con una débil sombra. Por alguna razón, se veía frío y peligroso.
-¿Qué hay? –volvió a abrir la boca, ahora más alegre.
 Y el peligro desapareció.
-Estoy castigada ¿no lo recuerdas? Creo que si, ya que la razón está frente a mí –le señalé con un dedo acusador, él me observó dudando de mis palabras-. De todos modos me castigarían, Harlot parece muy segura de si misma, no creo que quiera dejarme en paz durante un buen tiempo.
 Él asintió, comprendiendo.
-¿Y te tocó con Dan? –miró hacia la puerta desconfiando.
-Él me eligió a mí –le corregí.
Murmuró algo que no había podido escuchar con claridad, pero si en mi mente. <<Claro, de seguro que si, apuesto a que se aprovecha por su apellido. Baker, de seguro le es una ventaja por el orden de lista>> Arqueé una ceja.
 El me miró curioso.
-¿Qué? –preguntó al instante.
 Noté que había visto como le miré.
-Hum, nada, es solo que… tienes que verte el rostro, pareces enojado –solté tratando de ocultar algunas razones por la cual le podía mirar de ese modo.
 Como <<Oh, nada quizás se deba a que escuche tus pensamientos en mi mente, no te preocupes, ahora es común en mi>>, << ¿Qué estás diciendo? Creo que no entendí aquello que acabas de pensar>> Me reí de mi propio sarcasmo.
-Supongo que no me debería de extrañar tu raro comportamiento –lució una sonrisa torcida.
 Demoré en contestar.
-¿Raro comportamiento? –repetí algo molesta.
 La verdad es que me fastidiaba cuando alguien me trataba de rara o algo poco habitual, me consideraba una persona bastante normal, exceptuando el hecho de que ahora podía leer mentes y que sombras extrañas y oscuras me han estado siguiendo durante toda mi vida. Además de eso, soy alguien bastante común.
-Si, lo veo –dijo con sarcasmo, le fulminé con la mirada-. Eh, no te fastidies, en realidad estaba bromeando.
 Me crucé de brazos para oír sus disculpas, no aparecieron en ningún momento.
-¿Estarás enojada conmigo durante todo este rato? –arqueó una ceja mientras adoptaba una pose atractiva y desafiante-. ¿Es que acaso hoy estás de mal humor?
 Negué con la cabeza, aún con los brazos entrelazados. Rió con fuerza.
-Al parecer –inquirió.
-No, te equivocas, estoy con un perfecto buen humor –mi voz sonó ruda y seca.
 Se apoyó en la pared de uno de los pasillos, al parecer le entretenía hablar conmigo.
 Estupendo, ahora le entretenía por el hecho de que me fastidiaba cuando alguien me molestaba.
-¡Que bah! ¿No piensas hablarme? –rió a carcajadas.
 Le miré seria. Él movió la cabeza con gesto de desaprobación y me levantó del suelo. Mis pies se elevaron unos cuantos centímetros del suelo mientras él avanzaba por el pasillo, me comenzó a sacudir cuando yo intentaba zafarme de su abrazo de oso. Tenía bastante fuerza.
-Necesitas una dosis de diversión –le escuché decir en voz alta mientras reía.
-¡Bájame! –le ordené entre risas.
-Oh, tendrás que convencerme, dame una buena razón.
 Me incitó de una manera extraordinaria. Yo me consideraba una persona bastante madura para solucionar mis asuntos y sabía cuando me convenía mejor cerrar la boca o comportarme como es debido, alejarme de los problemas, quizás. Pero estos venían a mí como una fuerte presión, como cuando frotas una regla con tu pelo durante unos breves segundos y las acercas a un montón de pequeños trozos de papel.
 Pero con Tom me sentía como una niña, y el era una persona bastante divertida. Exceptuando los recuerdos dolorosos de una noche de bosque, en la que ni el lago a nuestros pies eran posibles de ver. Donde sus ojos azules, fríos y desolados, miraban seriamente en nuestra dirección.
 Me estremecí ante el recuerdo.
-¿Estás bien? –preguntó repentinamente preocupado.
-Si –respondí, la voz se me quebró.
 Me bajó al instante y me observó con cuidado.
-No sonó muy convincente ¿sabes?
-Lo sé –suspiré-. Es solo que tengo malos recuerdos, nada de que preocuparse.
-Bueno, podemos dejar el pasado a un lado y vivir el presente ¿no crees? –me animó mientras me sacudía de los brazos, de manera alentadoramente tentadora.
 Como si fuera tan fácil.
-No lo creas –enarqué una ceja-. Tú no has tenido que vivir todo el tiempo escapando de sombras.
 De repente su mirada se volvió fría. Agh. Había metido la pata, o más bien ambas. Esta vez si la había embarrado.
-¿Qué dijiste? –preguntó alarmado.
 ¡Ah! ¿Dónde estaba Dan en estos momentos? Miré preocupada hacia el pasillo.
-Esto… no lo sé –vacilé con voz temblorosa.
-¿Es una broma? –prosiguió ahora con tono aterrador.
-No –me armé de valor-. Me han traído acá por eso.
-¿Enserio?
-Si, mis padres creen que estoy loca.
-Cualquiera lo creería ¿no? –ladeó la cabeza, considerando la posibilidad.
 ¡¿Qué?! Así que ahora todos me veían como una loca.
-Estupendo, Tom. Es realmente muy halagador que sea una loca de patio –bramé con fuerza.
-No estaba diciendo eso, Emily.
-No me importa –dije mientras me volteaba a la puerta.
 Se aferró a mi mano, deteniéndome en seco.
-Cuéntame más sobre esas sombras que tu vez –dijo como si no supiera absolutamente nada.
 Muy estúpido. ¿Es que acaso me matarías nuevamente si te contara de lo que fuiste y eres capaz de hacer?
 Bueno, no me mató, pero literalmente hablando, podríamos decir que sí. Él había acabado con la mayoría de mis recuerdos, con mi vida.
 Dan apareció de repente. Mi salvación personal.
-Creo que deberíamos cumplir nuestro castigo –dijo resaltando la palabra más que las otras.
 Comprendí sus intenciones. Miré a Tom en modo de disculpa.
-Supongo que hablaremos luego –le dije.
 Me sorprendió que en su rostro abundara la expresión de ira y horror.
-¿Tom? –susurré con miedo, no por que él me lo provocara, sino temiendo de que fuera capaz de hacer algo, del cual ambos salieran dañados.
 Seguía mirando a Dan con una expresión sumida en odio, este le miraba con algo similar a la tranquilidad y la conformidad, como si para el estuviera bien sentir el odio de Tom.
 Una sombra comenzó a aparecer de a través de las paredes, silenciosa y amplia, oscura y traslúcida mientras se movía con sigilosa lentitud hacia Dan. Palidecí.
-¿Tom? ¡Tom! –le llamé aterrorizada.
 La sombra vino en compañía de otra y más seguidas, eran más espesas esta vez y más amplias, me volteé a mirar y supuse que el miedo se habría estampado en mi cara como el diseño de una polera. Una gran pared oscura había echo desaparecer el patio.
 Pero Tom y Dan seguían en silencio, odiándose con la mirada.
-¡Cielos! –Exclamé mientras trataba de zafarme de los brazos de Tom, algo imposible-. ¡Suéltame!
 Tom me miró con el ceño fruncido y un gruñido se escapó de Dan.
-¿Qué estás haciendo? –le grité enfadada, podría cubrir el pánico con enojo, sería fácil, a pesar de que no estaban tan molesta, excepto de que no se decidía a soltarme en ningún momento-. ¿Estás loco?
-Silencio –murmuró como una orden.
-¡No! –miré a Dan para que me ayudara.
 Este tenía una expresión de dolor en el rostro y luego miró hacia arriba, las sombras se movían conforme la rabia de Tom avanzaba, entre más se enojaba, todo se tornaba oscuro.
 Dan comenzó a mover la cabeza, en cualquier otra ocasión habría pensado que estaba pensado o muy concentrado mirando el techo, pero una a una, las sombras comenzaban a escabullirse y desaparecer, estallar y resonar como si estuvieran sacudiéndolas.
 Me estaba ayudando, entendí.
<<Una vez que las sombras desaparezcan, Em… tu solo corre hacia el gimnasio ¿vale?>> Sonó como si me estuviera mandando, me iba a negar, pero confiaba en él. Sabía que lo haría de todos modos.
 ¿Por qué? –ni siquiera hice ruido alguno, solo gesticulé con mis labios para que me los leyera y entendiera.
<<Tom está furioso, es algo… peligroso. No quiero que te veas implicada en uno de sus caprichos y menos si están involucradas las sombras. Se que les tienes miedo>>
 Solté una sonrisa, no porque estaba feliz, sino que estaba conciente de que él estaba preocupado por mi.
 Una capa de sombras ya habían desaparecido desde entonces a las espaldas de Dan, ya no estábamos encerrados en la capa de oscuridad, y me solté de los brazos de Tom, el me frunció nuevamente el ceño y le fulminé con la mirada.
-¿Qué haces? –me preguntó mientras me miraba.
 Le negué con la cabeza, no sabía que decirle. Por una parte, a pesar de ser una persona completamente amable y simpática conmigo y una dura y fría con Dan. No quería hacerle daño y tampoco podía negar que me agradara demasiado y que me atrajera.
 Una mano me atrajo hacia atrás y Dan me empujó con cuidado a través de su espalda.
-Corre –susurró con voz dulce, me hipnotizó con sus ojos profundos y quedé en shock.
 Las sombras volvían.
-Pero supongo que tú y Tom no pelearán esta vez –suspiré.
 Hizo una mueca de disgusto.
-No lo sé, trataré de calmarlo.
-¿Crees que puedas?
-Si, de todos modos lo hará.
 Christie apareció desde el pasillo, de la entrada del gimnasio. En su cara relampagueó la sorpresa.
-¡Em! –gritó mientras corría hacia mí-. ¡Demonios! ¿Es que no pueden dejar de meterse en problemas?
 Las sombras se esfumaron al instante. Miré a Christie agradecida.
-Christie –murmuró Tom enfadado.
-¡Cállate! –le retó-. ¿Es que no te das cuenta de que Emily está acá?
 Posó su mirada en mí mientras formaba las maños en puños.
-No le haría daño.
-¿No me digas? –le fulminó-. ¿Entonces por qué decidiste borrarle la memoria?
 Me temblaron las piernas, Christie no llegaba a esos extremos.
-Christie –susurró Dan, preocupado mientras me miraba.
 Tom me dirigió una mirada sigilosa.
-¿Ella lo sabe? –murmuró con voz temblorosa.
 En ese momento estallé:
-¡Claro que lo sé!
 Tom palideció.
-¡¿Se lo contaste?! –le gritó a Dan en la cara a momento en que se acercaba más para encararlo.
 Dan le miró serio.
-¡No se lo ha contado! –chilló Christie enfadada.
 Se veía como si fuera una pequeña niña gritándole a un adulto.
-¿Entonces? –dudó él.
-Al parecer lo recordó a tiempo, querido –dijo ella con un acento sureño proveniente de Tennessee.
-Esto… no –Tom negó con la cabeza mientras trataba de orientarse.
 Le miré con una expresión de dolor.
-¿Por qué lo hiciste? –le pregunté.
 Él me miró afligido.
-Porque no soportaba verte con… él –miró hacia Dan.
 Me tembló el labio inferior.
-Pero no tenía porqué hacer eso, Tom ¿querías matarme? –cerré los ojos mientras él hacía un gesto adolorido con el rostro.
-No iba a llegar a ese extremo.
-¿Y por qué no? –le recriminé.
-Bueno, las controlo y…
-¡Cállate! –Gritó Christie-. ¡Nada te justifica!
 Tom exhaló, como si alguien le hubiese apuñalado en el corazón. No supe que facciones habría tenido, pero Dan me miró y luego tuvo una vista ausente.

 FLASHBACK 

-Supongo que no tendrás prisa en irte –susurró Tom mientras me dejaba en mi casa, en Vancouver-. ¿Por qué no hablamos un rato más?
-Si quieres entra –le sugerí sonriente.
-¿Están tus padres? –preguntó curioso.
-Mi madre está en la cocina, ¿por qué?
-Quería saludarles –sonrió.
 Él era alegre y único, uno de mis amigos más cercanos en ese momento. Mi mejor amigo, para ser exactos, era con quien podía conversar horas y horas sin aburrirme y quizás aún más. Pero no teníamos secreto alguno.
-¿Mamá? –llamé al entrar a mi casa.
-¿Si? –pronunció ella desde el pasillo de la cocina.
-He llegado, vengo con Tom… supongo que no te molestará que se quede a cenar ¿no?
 Moví las manos, nerviosa.
-Claro que no, hija –apareció mi madre con una sonrisa muy amplia, las arrugas de su rostro eran amables y cariñosas-. Sabes que él es bienvenido en nuestra casa. Pasa, Tom.
 Tom avanzó desde la puerta y miró el lugar, a pesar de haber estado antes con anterioridad.
-¿Está preparando pasteles? –sonrió fascinado.
-Si –dijo mi madre con orgullo-. Me alegra que te gusten.
-Huele delicioso, creo que para ninguno de los dos sería posible resistirnos –me miró con dulzura.
-Por supuesto que no, a Emily le fascinan.
 Enrojecí con timidez. Tom era bienvenido en mi casa y siempre que podía, halagaba a mi madre con cumplidos sobre su maravillosa habilidad en el momento de cocinar.
 FIN FLASHBACK 


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miércoles, 9 de noviembre de 2011

"Psychosis"

Capítulo 6 – Déjà-vu

 No pude evitar gemir ante el agudo dolor de cabeza que sentí al despertar, aunque el tacto cálido en mi brazo y abdomen era agradable y lo conocía a la perfección, o algo así.
 El rostro de Dan estaba todavía preocupado y tenía los ojos cerrados y la cabeza apoyada sobre mi estomago, como si estuviera dormido o meditando algo.
 No podía dejar de sentir recelo sobre lo que pensara, sentía como la curiosidad me carcomía por dentro.
 Desconocía la habitación, era de un intenso color violeta –muy agradable para mí, como si hubiesen sabido que era mi color favorito-, me habría quedado perfectamente con esta habitación en vez de mi descolorido cuarto.
 Dan suspiró con fuerza.
 Estaba recostado sobre mí, sentado en una silla y con la cabeza en mi abdomen. Me sentía en la gloria por esta oportunidad… ahora había descubierto que me sentía más que atraída por él.
 Sin importar lo que hubiese hecho, sin importar si me hubiese mentido o no.
 La cabeza no era lo único que me dolía, el dolor se acrecentaba hacia abajo, abarcaba hasta mi cintura. Me quejé en voz alta.
 Dan abrió los ojos lentamente y se irguió con rapidez sumamente avergonzado.
 Suspiré algo apenada, hasta ahí había durado la maravilla.
-¿Estás bien? –musitó con voz dulce y musical.
-Si, estoy bien –cerré los ojos aguantando la respiración para no demostrar que me dolía la mayoría del cuerpo, traté de incorporarme.
 Pero el me detuvo colocando su mano en mi estómago e inclinándome hacia atrás.
-Ni lo pienses –frunció el ceño-. No estás en condiciones de irte.
-Estoy en perfectas condiciones –porfié haciéndome la valiente.
 No pareció muy convencido.
-En verdad.
 Apartó la mano de mí. Miré hacia las paredes, había marcadas letras y cuadros colgados. Noté las letras <<E & D>> ¿podría ser mi nombre?, ¿era algún grupo?, ¿algún otro significado?, ¿en realidad pensaba que fuera mi nombre? Tonta. Tonta. Tonta.
 Él siguió la dirección de mi mirada con la vista y tosió para llamar mi atención.
-Christie ha insistido en entrar, le dije que necesitabas descansar, volverá con algo de comer.
 Observé más detalladamente la pieza, unas cortinas color crema.
-Lindo color –sonreí-. No sabía que te gustara el morado también.
-Es uno de mis colores favoritos –rió.
-Las flores que me diste en la enfermería… entonces elegiste ese color –entendí con algo de satisfacción.
-No, sabía que era tu color favorito –me corrigió con arrastrado las palabras.
 Le miré boquiabierta, tratando de buscar la gracia de su frase. Él se tensó de inmediato y esquivó mi mirada.
-¿Cómo es eso de que sabías cual era mi color favorito?
 Torció el gesto y sentí una oleada de sensación de déjà-vú.
-¿Nos hemos visto antes? –pregunté al instante, sin pensar.
 Su labio inferior tiritó con fuerza, se estremeció. Agrandó mis sospechas.
-No.
-Te he visto antes, estoy segura –me erguí con rapidez.
 El dolor se acrecentó con fuerza, como cuando estaba en la enfermería.
 Y nuevamente estábamos discutiendo.
-No debes levantarte –suplicó mientras me impulsaba hacia atrás con cuidado.
-Tú deberías no ocultarme cosas –protesté-. Quizás podrías haber partido con decirme desde un principio que tú y Alexa tenían algo.
 Su expresión de dolor me hizo contenerme, pero seguí cuando desvió la vista.
-No sé que sacas con mentir, puedes pensar que estoy loca, se que te he visto antes –suspiré, apoyé la cabeza en una almohada-. Tal vez en verdad tenía que estar en este lugar, más de lo que esperaba.
-No digas eso –su voz sonaba dolida, se notaba vulnerable-. No estás loca.
-¿Entonces es cierto?
-No.
-Pero si lo de Alexa.
-¿Ella te lo dijo?
-No, bueno, lo confirmó, el que fue capaz de decírmelo fue Tom.
 Un gruñido alarmante escapó de su interior y apretó los puños.
-No tengo, no he tenido y jamás tendré algo con Alexa –gruñó.
 Oh. Golpe bajo.
-No tiene sentido, ella lo afirmó.
-No deberías creerle.
-Bueno, al parecer ella no me oculta cosas –recordé cuando estábamos en la habitación y me ladró lo de Phil-. Aún sin importar que tan dolorosas sean.
-Créeme, por favor, Emily –suplicó apenado.
-Lo siento, Dan, no puedo.
 La puerta se abrió y entró Christie con dos vasos y emparedados.
-He vuelvo, cariño –sonrió alegre mientras juntaba la puerta con un pie.
 Dan se levantó furioso y sujetó la puerta antes de que se cerrara por completo.-
 Desapareció de nuestras vistas.
-Uy, veo que alguien está de mal humor –dijo sorprendida.
 Miré con pánico la puerta.
-¿Qué crees que le haya pasado?
-No lo sé.
 Me entregó el vaso, contenía café caliente y olía delicioso. Bebí un sorbo rápido.
-¿Te puedo preguntar algo? –me incliné nerviosa, sin importar el dolor punzante.
-Claro, mi chica.
-¿Dan y Alexa son novios?, ¿o lo eran antes? –hice una mueca cuando ella se sorprendió.
-No, no lo son. Dan la detesta –afirmó mientras comía uno de los dos emparedados.
 Quise saltar de la cama, correr y pedirle perdón.
-De hecho, Tom ha intentado que sean pareja, no lo logrará jamás, Dan no se interesará en otra chica que no seas… -su rostro se volvió pálido como la cal.
-¿Yo? –por poco, casi derramo el café en la cama.
-No, no he dicho eso –negó con la cabeza.
-Cielos, debo ir a buscarle –me levanté corriendo y abrí la puerta de golpe.
-¿Hacia donde vas? –gritó Christie alcanzándome y siguiéndome el paso tras cerrar la puerta.
-A buscar a Dan –respondí con voz entrecortada.
-¿Qué ocurre?, ¿que piensas hacer? –ya se encontraba a mi lado cuando giré mi cabeza.
-No lo sé… aún.
-¿Qué crees que haga? –chilló mientras comenzaba a reír.
-Espero lo peor, Christie… ¿de qué te ríes?
-Lo divertido de la situación.
-¿Divertido?
-Si, ahora Tom pagará por mentiroso.
-¿Qué?, ¿sabes algo que yo no sepa?
-Tom quiere ganar terreno, hará cualquier cosa por sacar a Dan de su camino y la cosa… es Alexa.

-¡Sht! –miré a Christie de reojo, ella soltó una risita-. ¿Cuál es la pieza de Tom?
-Número 110 –apuntó al frente.
 A pesar de lo terrible y frustrada que me sentía, Christie hacia que me sintiera más agradable, algo más tranquila.
 Miré a Christie que tenía la vista pegada al techo con una expresión desconcertante. Alcé la vista, un grupo de sombras que se movían y cautelosamente.
 ¡Ahora no! –grité hacia mis adentros y sorprendente comenzaron a escabullirse y traspasar las paredes.
 Christie estaba sorprendida.
-¿Has visto eso? –dijo haciendo gestos con las manos.
 Asentí, claro que las había visto.
-Es la primera vez que veo una sombra contigo y que no te hagan nada.
-Estoy tan desconcertada como tú.
 A lo lejos, noté una figura alta, con una chaqueta negra y una polera blanca característica de él, su pero negro estaba igual que hace un rato.
-¡Dan! –grité mientras corría hacia él.
 Se volteó a mirarme inmóvil, inseguro y en posición de ataque. Hizo un gesto con la mano para que me detuviera.
-¿Qué? –no comprendí con la rapidez necesaria hasta ver como un grupo de sombras, mayor de todas las que había visto jamás, salían de la pieza de Tom.
 Me temblaron las piernas, salían cada vez más y más. Dan las miraba a todas direcciones, algunas escapaban y se escabullían por los demás cuartos y puertas, mientras que las otras se le acercaban desafiantes, atemorizantes.
 Tom apareció por un lado de la puerta y le lanzó un golpe en el estómago a Dan, quien se dobló al tiempo de que unas sombras se le lanzaron.
-¡Dan! –lancé un grito ahogado, unos brazos me rodearon por la espalda y me alejaron de la escena.
 Christie me tapó los ojos.
-No abras por ningún motivo los ojos, Emily.
-¿Qué ocurre? –le pregunté como una idiota, ella suspiró.
-Es peligroso, hay sombras por todos lados, están arriba de nosotras.
 Lancé un gemido.
-Lo sé, lo sé, pero… tendrás que hacerme caso ¿vale? No habrás los ojos por ningún motivo y sigue mis órdenes, de lo contrario, puede pasar algo malo.
-Vale, dime que tengo que hacer –apartó su mano, no abrí los ojos.
 Ella me agarró de la mano.
-¡Corre lo más rápido que puedas! –gritó mientras nos lanzábamos hacia el pasillo.
 Prácticamente a ciegas fui corriendo, tropezándome y lanzándome a distintos lados del pasillo, sentía los brazos helados, con los pelos de punta, algo se aferraba a mi, era delicado y frío, como una especie de niebla. Por poco los abro.
-¡No los abras! –me alarmó con voz asustada-. ¡Sigue corriendo!
-¿Podremos escapar? –le pregunté.
-Sin duda.
 Algo contrario a la dirección de Christie me lanzó al suelo en un golpe brusco como si se aferraran a mi miles de brazos y se encargaran de botarme.
-¡No!, ¡demonios! –dijo ella-. ¡No abras los ojos, Emily!
 Lancé un grito desenfrenado cuando comenzaba a dolerme el cuerpo. Ella intentaba tirarme del brazo.
 Abrí sin querer los ojos cuando sentí que algo me apretaba de la muñeca, una mano fría y viscosa.
 Entonces me dí cuenta del muro de oscuridad y de horrendas formas desiguales, no podía ver a Christie por ningún lado, ni siquiera podía verme a mi misma.
 Grité con un grito desgarrador, con los que te parten en alma en pedazos, oí a Christie sollozar mi nombre.

FLASHBACK

 Él estaba parado frente a mí con una mirada tranquila y serena, sonreía algo conforme los segundos pasaban, no era incómodo, pero comenzaba a anochecer y las sombras se acercaban con mayor rapidez, agresivas y aterradoramente grandes.
 Él miró hacia ellas con pánico, sabía que podía verlas, pero aún no estaba segura que pensaría de ellas.
 Tres figuras se acercaron a nosotros, al otro lado del bosque. Reconocí a dos chicas y al medio a un joven alto y su tez pálida resaltaba, pero su pelo rubio casi ni se notaba con las sombras que revoloteaban a su alrededor.
-¿Quiénes son ellos? –le susurré a Dan en el oído, algo asustada.
 Él lo miró a hurtadillas, y se volvió hacia mí con una mirada sombría, llena de horror y sorpresivamente agresiva.
-Emily, debes irte –dijo aterrado-. ¡Corre!
 Me aferré a su mano con un gemido.
-¿Quiénes son? –volví a repetir.
-No hay tiempo, debes correr.
-¿Hacia donde? –retrocedí unos pasos.
-A cualquier sitio que esté alejado de acá…
-¿Por qué?, ¿por qué debo correr de ellos? –le miré con los ojos llenos de lágrimas.
 Estaba triste e igual de asustado, tenía el pelo desordenado bajo la frente y su mirada se volvía fría, pero apenas me miraba se notaba vulnerable, frágil.
-No tiene caso que te los nombre.
 Negué con la cabeza.
-Al menos explícame quienes son.
-Sus nombre son Tom, Alexa y Shannon –dijo él mientras sacudía la cabeza, sus ojos se volvieron vidriosos-. Cuando los recuerdes, alguna vez, en cualquier momento, cuando tengas la oportunidad corre ¿entendido?
 Asentí.
-Entendido.
-¡Ahora corre! –me suplicó.
-¿Qué quieren? –comencé a sollozar mientras él apretaba mis manos con fuerza, como si temiera soltarme.
-Me quieren a mí –afirmó con voz dura completamente sobrecogido por la pena.
 Me estremecí.
-¿Por qué?
-Debes correr, Emily.
-No quiero irme sin ti.
-Prométeme, por favor, no me olvides, intenta recordarme, te lo suplico –soltó una de mis manos.
-No te olvidaría jamás.
-Ellos lo harán, lo lograrán, para eso han venido.
 Se giró a mirar a los chicos que se encontraban al otro lado de la laguna, tenía los pies en el agua, les miré y noté la sonrisa del que estaba al medio. Su nombre era Tom, entonces.
-Es demasiado tarde –murmuró Dan con voz quebrada.
-¿Qué quieres decir?
 El chico levantó las manos y las sombras se movían por todos lados, todas se lanzaron contra mí.
-¡Emily! –gritó con fuerza.
 Las sombras me bloquearon la vista, los sentidos, la fuerza y no era capaz de seguir en pie, caí de rodillas mientras me derribaban y me recostaban en el suelo húmedo y lleno de musgo.
 Lancé un grito desenfrenado y desgarrador. Lo había perdido, él me había perdido a mí.

 La voz maternal de mi madre me hizo abrir los ojos.
-Cariño ¿está todo bien? –Dijo ella mientras corría suavemente las sábanas para sentarse a mi lado-. Estás muy nerviosa, estás temblando… ¿fue por otra pesadilla?, iré a buscar un vaso de agua con un calmante, vuelvo enseguida.
-No, mamá –lloré con fuerza-. No fue una pesadilla, fue real, estoy segura. Oh, mamá.
 Ella sonrió.
-Cariño, las pesadillas se asimilan a la realidad, pero son surrealistas, están muy relacionadas con nosotros, parecen tan ciertas, pero ten calma, solo fue un sueño. No ha pasado nada.
-¡No!, ¡estoy completamente segura! –Me cubrí el rostro con las manos.-
-¡Michael! –llamó a mi padre con voz calmada-. Trae un calmante del botiquín con un vaso de agua, es para Emily.
 Mi padre se asomó al rato con todo ello.
-No quiero calmantes –le supliqué.
-Cariño, estás muy nerviosa, no te hace bien estar así. Sin embargo, esto te hará mejor.
-Hija, hazle caso a tu madre, ella sabe lo que hace.
-Pero papá –le miré apenada.
-Ten –me entregó las cosas.
 Bebí sin ánimos. Al cabo de unos segundos, mis ojos comenzaban a cerrarse.
-¿Le has oído como se quejaba? –Dijo mi madre-. Estoy harta de todo esto, no sé porqué ese chico se empeña en hacerle trizas la vida.
-Cielo –contestó mi padre para tranquilizarla-. Ya verás como todo se soluciona.
-¡No! –Rompió en llanto-. Ellos la están torturando, no sé porqué ella. ¡Como si no fuera suficiente tener que tranquilizarla por las sombras! Se que están relacionados con todo esto, pero, ella no tenía porqué tener que vivir así.
-Sabes que no está en nuestras manos la decisión de ellos.
-¡Michael!, ¡es nuestra hija! –lloró ella-. Por favor, debemos ayudarla, no soporto cada vez que la vemos ahí, tirada en el bosque. Ella no debe porqué vivir todo esto. ¡Malditos sean ellos!
-Virginia, ten calma –dijo el igual de tranquilo-. Ella podrá superar todo esto.
-¡No lo soporto más! –gritó ella-. La mandaré a esa escuela reformatoria.
 Gemí al escuchar las palabras de mi madre.
-Descansa, cariño –susurró ella-. Duerme, has tenido un mal día.
FIN FLASHBACK.

~&~

-¡Emily! –gritó Dan con la voz más destrozada que le había oído jamás-. ¡Despierta!, ¡por favor!
 Abrí los ojos para asegurarme que no estaba con esas horribles visiones, tenía el arma destrozada y podía escuchar su respiración acelerada.
-¡Dan! –grité abrazándole con fuerza.
 No tenía las fuerzas suficientes como para componerme y rompí a llorar. Él tenía una expresión asustada.
-¿Estás bien? –musitó con voz quebrada.
-¡Eres tú!
 Me apartó y ahora su expresión era sorprendida, vacilé en lo que iba a decirle.
-¿A qué te refieres? –preguntó él, confundido.
-Había prometido no olvidarte –mi voz sonaba extraña, pero continué-. Fue una tarde, estábamos en un bosque, junto a mi casa.
 Dan tenía una expresión curiosa, como si estuviera feliz de que recordara, pero aterrorizado a la vez.
-¿Qué dijiste? –estaba perplejo, parecía aliviado.
-Lamento no haberte creído lo de Alexa.
-No te preocupes por ello, Tom suele ser algo convincente.
 Me di cuenta de que nuevamente estaba en la pieza de Dan. Christie estaba a nuestro lado y tenía los ojos muy abiertos.
-Es decir que tú… tú, ¿tú recordaste? –tartamudeó.
 Asentí.
-Algo así.
 Su sonrisa apareció nuevamente.
-¡Oh! –Me abrazó con fuerza-. ¡Sabia que algún día podrías hacerlo!
-No he recordado todo –le previne.
 Dan me miró fantaseado.
-¿A que te refieres con todo?
-Bueno, solo he recordado cuando Tom, Alexa y Harlot –me estremecí-. Estaban en la otra orilla del lago… y luego a mi madre.
 No continué.
-¿Qué ocurrió? –preguntó Dan, algo ansioso.
-Ella decía que ustedes me estaban torturando, que no merecía que me dañaran de ese modo.
 Dan se puso pálido, con una mirada furiosa, capaz de traspasar a cualquier persona.
-Jamás te he hecho daño alguno –suspiró-. Exceptuando el haberte dejado ahí.
-Fue por las sombras ¿no?
-Ellos me llevaron.
-¿Pueden?
-Tres contra uno no es algo justo, de todos modos hubiese podido, pero dominan los tres muy bien las sombras, no hubiese bastado solamente yo.
-Entonces… ¿pertenecen a algún tipo de grupo oscuro?, ¿es posible que puedan manejar las sombras?
-Claro.
-¿Tú también puedes?
-Soy lo contrario a ellos –murmuró-. Las ahuyentamos, Christie, Kate, Phillipe y yo.
-¿Y Axel?
-Él pertenece a ellos.
-Oh, no –negué con la cabeza-. Habría jurado que…
-Descuida, él no tiene intenciones de dañarte, es…confiable –sonrió.
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~Javy'Pattz-Stew*-*

domingo, 6 de noviembre de 2011

"Psychosis"

“Psychosis”

Capítulo 5 – Problemas

 Tom deslizó su mano por la mía mientras exhalaba un suspiro corto y silencioso, le miré por unos segundos mientras él sostenía mi mirada, pensativo. Pasaron unos cuanto segundos desde que estuvimos ahí, sin hablar, comenzaba a inquietarme y le impulsé a comenzar.
-Vale, ¿qué querías decirme? –le pregunté mientras él habría la puerta de su habitación.
 Era una pieza de color rojo vivo, tenía unos cuantos pósters de grupos y bandas que había escuchado mencionar pero que no conocía con exactitud. Había una silla posicionada en una esquina mientras que la cama estaba de lado, en la cabecera estaba la ventana –se podía ver el patio, pero la vista era más aproximaba al bosque-, no lo había notado hasta ese entonces, era oscuro, alejado, tenía algo secreto… quizás iba a ir algún día ¿podría?, le preguntaré a Christie si podríamos cruzar la barrera, la cerca que está alargada por el sector era solo de una madera poco resistente y no era para nada alta. Era algo probable de que podríamos cruzarla.
 No, no debía meterla en problemas.
-No lo sé, no podía hablar contigo entre tanta bulla –lanzó las llaves en la cama y encendió la luz.
 Miré nuevamente hacia la ventana, tenía una buena vista, aunque prefería la mía, por alguna razón, ver el bosque con ese aspecto tenebroso, me causaba escalofríos.
-¿Nunca haz ido hacia allá? –preguntó, me giré, el estaba sentado en una silla.
 Apuntó a la cama para que me sentara, su pieza era moderna, agradable y algo acogedora.
-¿Hacia donde?
-Al bosque, el que está junto al recinto.
-Oh, no –bajé la vista hacia mi mano mientras él abría un cajón.
 Sacó de ahí una cajita pequeña, estaba forrada con un terciopelo rojo y la abrió con cuidado, sin apartar la vista de ella. Noté con rapidez una cadena de oro ropa, que tenía un dije en forma de corazón, donde estaba inscrito unos signos que desconocía. Debió haberle costado una fortuna, le negué con la cabeza.
-No, no puedo aceptarlo –tartamudeé tratando de rechazarlo sin que se sintiera-. Imagino que pudo haberte costado una fortuna, no deberías haberte molestado.
-Para nada, fue todo un placer –sonrió.
 Sacó la cadena mientras me observaba y comenzó a correr mi pelo del cuello.
-Por parte es mi forma de recompensar semejante castigo en el que te he metido.
-No me has metido en ningún problema, fue Harlot la que lo hizo.
-Bueno, pero no hubiese ocurrido si no lo hubiera provocado con Dan.
 Colocó la cadena con cuidado mientras luego bajaba nuevamente mi pelo, la observé con algo de admiración, pero no dejaba de sentirme incómoda.
-Es mucho Tom, me podría haber conformado con una disculpa nada más, de hecho, ni siquiera eso, no tenías la culpa…
-Tranquila –rió-. No te preocupes, quería que llevaras algo mío contigo.
 Enrojecí.
-No importa lo que pase de ahora en adelante ¿vale? –me miró a los ojos, ellos arrojaban un entusiasmo enorme, aunque parecía no del todo feliz, era como si hubiera un atisbo de tristeza o preocupación en ellos.
 ¿Qué iba a pasar más adelante?
-¿Pasar de ahora en adelante? –Entrecerré los ojos, él esquivó mi mirada-. ¿Qué quieres decir con eso?
-¿Yo? –Puso una expresión inocente-, no he querido decir nada.
-Si, te estabas refiriendo a algo, qué quieres decir, Tom.
-Eh… -cerró los ojos-. No debí haberlo dicho –suspiró.
-¿Qué cosa, Tom?
-La pelea de Dan y Tom, no era solo porque nos llevábamos mal ¿vale? –resopló.
-¿Hacia donde quiere llegar?
-Alexa y Dan.
 Desconfié del tono de su voz, estaba hablando nervioso, preocupado, eso no era propio de Tom, había hablado muchas veces con él y Christie, Phillipe y Axel me habían dicho cosas sobre él, no era de los que rumoreaba los chismes más grandes y tampoco era conflictivo, por lo que, ¿por qué ha peleado con Dan?, ahora me estaba contando algo ¿de Alexa?
 Axel me había dicho que no eran pareja, al igual que Dan…
-¿Qué hay con ellos? –pregunté con un hilo de voz.
-Se que te ha dicho que no tienen nada –dijo con una mueca-. No quiero que te pelees con él Emily, pero mereces saberlo.
-Sin rodeos, anda al punto –le insistí.
-Dan está interesado por ti –dijo a regañadientes-. Pero él está con Alexa, quizás puedas explicarte porqué piensas que te odia.
-¿Cómo se que puedo confiar en ello? –dije fastidiada.
 No entendía porqué me estaba diciendo esto, Dan lo había asegurado, pero… ¿y si no era cierto?, ¿qué tal si Tom estuviera diciendo la verdad? No conocía a todos lo suficiente como para asegurar nada.
-No se si Dan esté interesado por mi o no, pero no se porque me dices esto, Tom. Y lo de Alexa, prefiero evitar problemas, sabiendo que no he hecho absolutamente nada.
-Quiero ayudarte.
-¿Ayudarme en qué?
-Emily, Dan no es como tú crees.
-Lo sé, no conozco a nadie acá como para asegurar nada.
-Prefiero que estés en sobre aviso.
-¿Así que me estás previniendo algo?
-Intento hacer que tengas cuidado –dijo con tono sombrío, lo encantador desapareció.
-¿Por qué habría de tener cuidado con Dan? –le fulminé con la mirada.
-No lo sé –suspiró.
 Se sintieron unos golpes en la puerta, rápidos e insistentes.
-¡Abre la puerta Tom!, ¡ahora! –gritó una voz.
 ¿Alexa? Miré a Tom con los ojos como platos, estaba confundida y a la vez asustada, ¿qué rayos hacía acá?, ¿qué tenía que ver Tom y Alexa en esto?
 Tom miró a la puerta con desinterés.
-¿Me puedes explicar eso?
 Mi voz sonó grave. Tom no contestó y se dirigió a la puerta. La abrió y o primero que vi fue el rostro furibundo de Alexa, apenas me vio, su cara se transformó completamente, volviéndose nerviosa.
-He venido de parte de Harlot –le dijo mientras se encogía de hombros.
-¿Por eso tanto escándalo? –gruñó él.
-Ey, no quiero problemas con ella, después hará mi vida una mierda –se quejó.
-Vale, dime que quieres y lárgate.
-Hum –tartamudeó nerviosa.
 Guau, nunca había visto a Tom tan enojado, era una nueva parte de él…interesante.
-¿Si? –Le apresuró con voz cortante, estaba apoyado en el marco de la puerta.-
-¿Qué rayos te pasa, Tom? –dijo ella con voz alterada-. ¿Por qué estás con ella ahora tratarás mal a todo el mundo?
-Quiero que termines de decir lo que quiera que te dijo Harlot y te vayas –le ordenó-. Ella no tiene que ver nada con esto.
-Tom –le llamé cuando estaba por explotar de los nervios-. No es necesario que le grites.
-¡Cállate! –Gritó Alexa-. No he pedido que me defiendas.
 Tom le fulminó con la mirada.
-Vale, está bien… Harlot dijo que vieras alguna manera de que Dan se aleje de… -hizo una pausa.
 Tom la miró con extrañeza.
 ¿Así que eso era?, ¿Tom estaba tratando de que yo me alejara de Dan para que Harlot estuviera con Dan?, ¿en realidad Dan estaba interesado por Harlot y no por Alexa? No tenía sentido.
-Dile que no quiero hacer tratos con ella.
 En ese momento no aguanté más la curiosidad y me levanté de la cama, caminando hacia la pared, Tom me miró asustado y Alexa con una curiosa agresividad.
-¿Por qué Harlot querría que me alejara de Dan? –le pregunté inconcientemente.
 Alexa abrió los ojos por la sorpresa.
-Esto, bueno, porque…
-¿Harlot está interesada por Dan? –me acerqué aún más para verle el rostro con exactitud.
 Alexa y Dan se echaron a reír.
-Claro que no –intervino Tom-. Harlot no se interesaría jamás por Dan.
-¿Entonces por qué querría que me alejara de él?
 Tom le lanzó una mirada acusadora a Alexa, quien se puso roja como un tomate.
-¡Bueno porque él y yo estábamos perfectamente bien hasta que tú llegaste! –bramó ella.
 ¿Qué?
-Yo no tengo la culpa de nada, Alexa, yo no hice absolutamente nada para que me odies.
-Claro que fue tu culpa, no deberías haber llegado ¿sabes? Deberías haberte quedado con tu esquizofrenia en otro lugar, menos este.
 Me quedé muda por el espanto, yo no deseaba aún que la gente me tratara como una loca, no lo era, no porque ella tuviera problemas con Dan significaba que me restregara en la cabeza que estaba chiflada.
-¿Acaso tú no lo estás? –le respondí fulminándola con la mirada.
 Estaba segura de que si las miradas matasen, ella ya estaría bajo tierra. Su rostro se volvió pálido.
-¡Claro que no! Ser la hija del rector no tiene nada que ver con esto –gritó nuevamente esta vez echa una furia.
-Vale, entonces no te metas en mis asuntos ¿está bien? Estoy harta de que la gente que no tiene nada que ver conmigo se de la libertad de andar restregándome en la cara que soy una loca –puse las manos en forma de puño mientras le encaraba-. Si lo estoy ¡bien, es mi problema! Pero no soportaré que tú, Alexa, estés ahora diciéndome lo mismo, por algo llegué a este lugar, y no tengo la menor idea de porqué.
-Yo si lo sé –sonrió burlonamente-. Has matado a un chico ¿lo recuerdas?
 Sentí el peso de mis piernas decaer con fuerza, ¿cómo sabía eso ella?
-Alexa –dijo Tom con voz firme-. Basta.
-¿Acaso no lo sabías? –Rió ella con cinismo-. Ella ha matado un chico… ¿cómo era su nombre? Ah, sí, lo olvidaba… Phil ¿te suena familiar, Emily?
 El labio inferior me tiritó con fuerza mientras sentía como todo tomaba un giro brusco en mi vida, todo el esfuerzo que había echo para olvidar siquiera una parte de mi vida, para comenzar de nuevo, se había ido por la borda. ¿Por qué ella tenía que hacerme esto?, no esperaba otra cosa proveniente de Alexa, tenía más que claro que ella me odiaba, pero, habría deseado que no lo hubiera dicho.
 Traté de controlar mi respiración, para no dejar que el miedo me venciera, sentí la fuerte mano de Tom que comenzó a rodearme, me veía en un trance profundo, donde todo se volvía oscuro, donde las sombras me dominaban.
-¡Emily! –gritó una voz a lo lejos.
 Traté de abrir mis ojos lo más rápido que pude, Dan venía corriendo desde el pasillo, se veían tan preocupado, tan asustado. Una sombra apareció desde la pared, flotando de la nada y se aproximaba una vez más.
 Cerré los ojos nuevamente, presa del horror. Perdí nuevamente el conocimiento.

-¡Rayos! –gritó-. ¿Qué diablos le has hecho?
-¡Yo no le hice nada, Tom! –gritó ella.
-¡Cállense! No quiero volver a escucharlo una vez más –les ordenó Dan.
 Sentí como me balanceaba para los lados, como si fuera al ritmo de las fuertes pisadas de alguien, abrí los ojos y vi el rostro de Dan sobre el mío.
 Me estaba llevando sobre sus brazos.

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"Strawberry ~"

Capítulo 1.
La presentación estaba a unos minutos de comenzar, las luces emergían por todos lados e iluminaban por completo el salón. Uno de los mozos traía en su bandeja, una botella de licor y panecillos de coctel. En otras mesas tenían champagne y los hombres miraban con ansias las botellas que estaban en cada mesa del salón ¿qué le ven a eso de exquisitez? Era una celebración formal, no es lugar ni situación para emborracharse y causar estragos en la fiesta del Alcalde de Ontario.

–Todo saldrá bien Katherinne –susurró mi madre mientras se acomodaba en uno de los asientos que estaban a mi izquierda. Mi padre a su lado, él estaba feliz e ilusionado con lo que había logrado. Pero sin ellos yo no hubiera logrado ni la décima parte de lo que soy ahora.

Mi profesor de piano dio la orden de que comenzara a tocar la melodía que durante 1 mes había practicado coordinadamente. Miré por quinta vez el atril que se encontraba justo al frente de mí; los nervios me invadían cruelmente y me impedían palpar el piano. Me incliné hacia adelante y me atreví a presionar la primera tecla, al escuchar que esta sonó perfectamente proseguí con la canción. 

–Es increíble –murmullaba la gente. ¿Realmente lo hice bien?

Al terminar la melodía, todos los espectadores aplaudieron efusivamente y me observaban con deslumbro. Di un giro de 90 grados y logré divisar a mis padres, ¿estaban emocionados o aplaudiendo? No, al contrario sus caras reflejaban un cierto grado de preocupación. Mi padre miraba hacia todos lados un poco confundido y mi madre presionaba la mano de él contra su pecho. 

–¿Ya terminaste? –preguntó mi padre.
–Sí, no tuve ningún error. ¿Nos quedaremos a cenar?.
–Eso no es lo que importa. Ahora vámonos.

Me tomó bruscamente del brazo derecho, empujó a los guardias que cuidaban la entrada a la recepción. Caminó hasta el estacionamiento y me abalanzó sobre los asientos traseros. 

–¿Qué hice mal? –les pregunté.
–¡Basta de tus preguntas sin sentido! Guarda silencio y déjame tranquilo.

Mi padre solo tendió a responderme, mi madre estaba callada, ni siquiera murmullaba. Era extraña la actitud de mi madre, ella siempre tiene un tema sobre el cual entablar una conversación. Mis sospechas eran ciertas, algo malo ocurría. 

–¿Dónde están los papeles timbrados por la empresa?–gritó mi padre desesperado. Buscaba aquellos papeles por todos lados, su cara se transformó completamente. Nunca los había visto así. Nunca pensé que la felicidad que obtuve en la celebración se haya esfumado en tan solo segundos. 

–¿Algo más que decir Sara y Pablo? –preguntó un tipo que estaba parado fuera del auto. 

Estaba vestido completamente de negro, en sus brazos tenía tatuajes de dragones y símbolos extraños. Lentamente de su bolsillo sacó una pistola, con ella apuntó a mis padres en sus cabezas.

~Pame

"Strawberry ~"

Prologo.

¿Podemos vivir la vida sin tener un sueño por el cual luchar? ¿O por una persona por la cual seguir viviendo? Tal vez sí, pero con un gran resentimiento por dentro. 
La razón o el destino, la vida o la música; no puedo eligir entre uno de ellos, mi vida cambia exageradamente y no puedo quedarme estancada en el pasado sin recordar que tengo que seguir viviendo. Llegaste tú y fue la razón de la cual pude vivir. Sin embargo, pensé que en ese momento los secretos se han descubierto del todo, pero no era así. Faltaba el más hiriente de todos. Mi vida consta de solo...Guardar silencio.

~Pame

AVISO:

Se agregará una nueva novela, hecha por la administradora "~Pame"  llamada <<Strawberry ~>>; Espero que la lean y así dejen sus comentarios:3 // Esta la iré publicando a medida de que ella publique capítulos(:

Espero sus maravillosos comentarios:D
~Javy'Pattz-Stew*-*

"Psychosis"

Capítulo 4 – La fiesta

-¡Apresúrate! –Chilló Christie golpeando la puerta del baño-. No tenemos todo el día.
-Estoy lista –salí con un vestido de lazos negros y morados alrededor de la cintura y de material delgado y fino, traslúcido mientras bajaba y más oscuro hacia arriba.
-Guau, tendrás que dármelo –dijo Christie que no cabía de su asombro.
 El rosado le hacía una buena combinación con el negro, lucía un aspecto alegre y elegante, se le veía hermoso y con su bajo tamaño era realmente divertido y realzaba un llamativo look.
-Ven, te están esperando –me jaló de la mano mientras cruzábamos la puerta de mi habitación.
-¿Puedo saber quién?
-No, es una sorpresa –dijo entre risitas mientras corría hacia su cuarto.
-Eh, espera –traté de seguirle el paso, tropezándome durante todo el recorrido, era realmente notorio de que no tenía la misma habilidad de correr-. ¿Qué haremos ahora?
-Maquillarte –dijo mientras introducía la llave en la cerradura.
-Ah.
 Ella negó con la cabeza.
-No te dejaré como Harlot, será algo sencillo, ya verás.
-No me preocupa eso, si es lo que piensas –miré a través de los barrotes de su ventana para ver como era el ambiente de esa noche.
 El cielo estaba cubierto de estrellas, brillaban con un gran resplandor bajo la luna situada sobre mi cabeza, el recinto estaba vacío bajo los departamentos. Deduje que, o todos estarían en la fiesta, o todos se encontrarían en sus cuartos. Continué contemplando concentrada en mi respiración y en el viento que azotaba cuidadosamente mi cara. Christie dio un portazo en la puerta de su baño pero no me volteé.
 Me dediqué a continuar maravillada con aquel paisaje que estaba segura que no vería siempre, solo porque ahora estaba apenas finalizando el verano, no quería decir que siempre hubiese un cielo despejado. Muy común en Vancouver, claro, estaba acostumbrada a las lluvias y al cielo encapotado.
 Una sombra se cruzó de improvisto, desconcertándome mientras me lanzaba hacia atrás peligrosamente mal, traté de conservar el equilibrio que iba perdiendo poco a poco.
 Christie corrió a atraparme y me cubrió la espalda antes de que cayera con un golpe seco y ruidoso.
-¿Qué te ocurrió? –exclamó sorprendida.
-Una sombra –musité con la respiración agitada.
 Inhalé unas cuantas veces mientras cerraba los ojos. No se les daba tanto en asustarme, no las veía con tal rapidez y tampoco era que sería fácil de acostumbrarme de ahora en adelante.
 Christie esperó.
 No podía hablar.
-¿Así que viste una afuera? –asomó la cabeza.
 La miré pálida del horror.
-¡No te acerques! –le previne-. La última vez que vi que una se acercara a alguien no ocurrió nada bueno…
-¿A quién te refieres? –se volteó con pasos cuidadosos mientras se sentaba a los pies de su cama, junto a mí.
-No tiene importancia.
-Ya lo soltaste, cuéntame.
 Suspiré mientras miraba como caían las gotas de mi pelo, estaba aún mojado y no había alcanzado a secármelo. Christie vio como se estrellaban unas cuantas gotas y se levantó.
-Es hora de arreglarte el cabello –dijo mientras corría de un lado a otro sacando todo lo que encontraba.
-¿Qué harás? –le miré de reojo cuando a mi espalda, comenzaba a sujetarme el pelo y a peinarlo.
-¿Qué crees tú? –me desafió mientras peinaba y armaba un peinado.
-Eh, deberías decirme quién me espera al menos… dejaste el tema en el aire, no lo dejaré así como así.
-Arruinarás la sorpresa –rió.
 Negué con la cabeza, no era muy buena esperando, no con la tensión de una sorpresa, ya me había ocurrido un par de veces que terminé insistiendo hasta el cansancio, aburriendo a mi madre que me planeaba algo especial para mi cumpleaños. O a Jessie, a la cual le había implorado que me contara, hasta que cedió.
 No es que sea insistente, Jessie siempre había repetido un millón de veces que la gente cedía fácilmente a mis encantos.
-Quiero preguntarte algo –vacilé en voz baja, Christie asomó su cabeza lo suficiente para que pudiera verle de reojo y asintió-. Promete no enojarte.
 Entrecerró los ojos sospechando, no pude aguantar la risa.
 Comenzó a hacer gestos con la mano, traté de contenerme y con una sonrisa de oreja a oreja respondí:
-Vale, vale… ¿es cierto que tú y Dan son hermanos?
 Ella me miró con pánico en los ojos, su rostro pasó del blanco al rojo y del rojo al morado y luego a todos los colores posibles.
-Christie –le sacudí de hombros-. ¿Estás bien?
-¡Te lo dijo! –Estalló con el ceño fruncido, se levantó de golpe y abrió la puerta-. Maldito imbécil, le romperé el rostro con un solo gol…
-¡Christie! –le llamé con un falso enojo, ella se volteó-. No harás nada ¿vale?
 Entró con curiosidad.
-¿Esa es una nueva fase de Emily Wright?
 Le dirigí una mirada orgullosa.
-Te quedarás acá, él no tiene la culpa de que sea tu hermano –le dije con tono burlón, ella me fulminó con la mirada.
-¿Así que te dijo eso?
-Te aseguro que no haces más que confirmarlo todo –sonreí.
 Se echó a reír.
-Créeme, si estuvieras en mi lugar, harías lo mismo –resopló utilizando la ironía típica de su voz-. Quien querría a un chico popular de hermano.
-¿Chico popular? De los días que he estado acá, jamás he visto que se comporte de esa manera.
-Es porque no has visto todo –me lanzó las llaves de mi pieza.
-¿Ahora hacia donde vamos?
-Tu pelo está listo –frunció los labios mientras me analizaba-. Te queda perfecto, pienso que eres la reencarnación viva de alguna actriz que… no recuerdo.
 Le miré incrédula, ella se deslizó por la puerta y se detuvo de un golpe. Cuando iba a salir, cerró la puerta de golpe.
 Me quedé ahí petrificada con la puerta a unos pocos centímetros de mi cara, oí murmuraciones.
-¿Quién está ahí? –preguntó alguien.
-Nadie –respondió Christie con tono inocente.
-Me estás mintiendo.
 ¿Por qué Christie me encerró en la pieza por Tom?
-¿Qué?, ¿ahora entrarás en mi pieza como un intruso? –rió con tono burlón.
-¿Está Emily? –la voz de Tom se volvió alegre.
-No.
 Me dirigí hacia la ventana con aspecto pensativo.
 Era extraño, las sombras nunca habían aparecido a tal rapidez, era como si hubiesen estado esperándome para asustarme… no, no podía serlo ¿le habría ocurrido alguna vez a Dan y a Christie?
 Quizás debería de preguntárselo.
 Me volteé cuando Christie cerró la puerta, y se apoyó en ella con una mirada que me decía: Estoy harta de que se aparezca.
-Lo detesto –se quejó mientras caminaba hacia mí-. En verdad, no entiendo cual es su afán de preguntarme mil cosas a la vez y no dejarme en paz.
-¿Así que te sigue a todos lados?
-Algo así –gimió-, se comporta como un bobo.
-¿Qué te pregunta? –me apoyé en la ventana, ella miró hacia afuera mientras pensaba.
 Comenzó a mirar hacia afuera mientras negaba con la cabeza y al final escondió su rostro entre las manos.
-Cosas como ¿está Emily?, ¿la has visto?, ¿te ha dicho algo?, ¿que tal está? –enumeró a regañadientes.
 No sé que rostro habría tenido en ese momento ya que ella comenzó a reír a carcajadas.
-Está obsesionado –puso los ojos en blanco.
-Lamento que tenga que usarte a ti como fuente de información –me mordí el labio.
-No te preocupes, siempre lo hace.
-¿Qué cosa?
-Preguntarme cosas a mí –se quedó quita y luego se sobresaltó-. ¡Oh cielos! ¡La fiesta de Phillipe!
 Me agarró de la mano y me jaló con fuerza mientras abría y cerraba la puerta me guió como un rayo hasta el cuarto de Phillipe, ya a la distancia, se oían los comienzos de la música.
-Me caeré –le previne mientras trataba de no tropezar.
-Dedícate a correr –me soltó y la seguí rápido.
 Phillipe estaba apoyado en el marco de la puerta, pensando –miraba hacia el techo mientras respiraba pensativo-, la música estaba fuerte y él sonreía, al parecer estaba esperando a alguien. Nos miró cuando nos acercamos y un rayo iluminó su sonrisa.
-¡Han llegado! –gritó mientras nos abrazaba a ambas y nos hacía entrar.
-Si, no me lo iba a perder –dijo Christie saltando mientras miraba a todos lados.
-Eh, Emily –me detuvo agarrándome de la muñeca-. Te están esperando…
 Le miré a los ojos con nerviosismo, él sonreía coquetamente, como si estuviese siendo parte de la misma sorpresa de Christie… ¡claro! Eso tenía que ser, ellos estaban planeando algo.
-¿No me dirás quién es? –le devolví la sonrisa para tratar de que no descubriera lo curiosa que me sentía.
-No –negó con la cabeza mientras reía-. Es una sorpresa, supongo que Christie ya lo ha mencionado.
 Asentí. La verdad es que él era un chico encantador, desde que lo había conocido era una de las personas que más me agradaba, era simpático, atento, agradable y siempre tenía un pensamiento positivo, era capas de contagiarte la alegría con sus ojos perfectamente azules.
-Dime quién me espera, al menos –miré a mi espalda.
 Habían chicos dispersos, a decir verdad, miles por todos lados. Se notaba que Phillipe era un chico muy sociable, no solo por la fiesta, ya que ahora me daba cuenta de que conocía a toda la escuela. Habían chicas hablando en grupos y otro grupo de chicos riendo por las esquinas, algunos bebían de unos vasos en la mesa de Phillipe y otros estaban cerca de la música. Bailaban y reían, era realmente una fiesta muy atractiva.
-Hacia el DJ –dijo antes de desaparecer con una radiante sonrisa.
 Caminé con tranquilidad, el ritmo de la música hacía mover a todos, lo cual también me contagió a mí, era movida y estaba acondicionando todo el lugar.
-Hola –sonrió un chico de cabello rubio-. ¿Cómo te llamas?
 Tenía los ojos azules y era alto, una piel pálida y sonreía de oreja a oreja, se veía feliz tenía un vaso hasta por la mitad.
-Emily Wright –le respondí con voz amable.
-Oh, así que tú eres la nueva –dijo animado-. He escuchado mucho de ti.
-¿En verdad? –Pregunté sorprendida, él abrió los ojos por el todo de mi voz-. Oh, lo siento, es que me tomaste por sorpresa.
-No te preocupes –rió-. Soy Felix Wilson, un gusto conocerte.
-Igualmente, Felix. Nunca te había visto… ¿eres de acá, verdad?
-Si, claro, no estaría en esta fiesta ¿no?
-Cierto, como no se me ocurrió.
-No, descuida –hizo un gesto con la mano-. Tampoco te había visto.
-Supongo que es porque he estado con Christie todo el tiempo…
-¿Así que Christie y tú sois amigas? –alzó las cejas, sonriente.
-Si, nos conocimos apenas llegué.
-Me alegro, Christie es una chica muy genial –extendió la mano a la mesa que había a nuestro lado y sacó un vaso-. Ten.
-Gracias –lo recibí mientras le miraba-. Tenéis toda la razón –le apremié.
-¿Sobre Christie?
-Sí.
-Si, he hablado mucho con ella.
-Nunca te ha mencionado… -llevé el vaso a mi boca mientras bebía un trago.
 Era champagne, ¿cómo Axel habría conseguido esto?, quizás venían en las cajas que había sacado con Phillipe.
-¿Por qué lo haría? –Se apoyó en la mesa con una mano-. Nunca nos ha presentado, si te lo habría dicho no tendría sentido ¿no?
 Le presté atención durante un rato, él era simpático y hablaba con tono amable, era educado pero con una personalidad extrovertida.
-Claro.
-¿Phillipe te invitó, cierto? He sabido que sois amigos.
-Al parecer todos rumorean en este lugar –enarqué una ceja.
 Rió a carcajadas.
-No es que todos rumoreen –se rascó la cabeza con una mano mientras pensaba-. Solo de repente, en algunas ocasiones hablan de los que llegan y en este caso, eres tú.
-Oh, entiendo.
 Lancé una mirada al grupo de chicos que estaban cerca del equipo de música, recordando lo que me había dicho Phillipe.
-¿Sabes quién está en el equipo de música? –pregunté.
-Oh, si es Dan Baker –miró hacia atrás y luego me observó-. ¿Por qué?, ¿lo conoces?
-Si, lo conozco… y lo andaba buscando por cierto –me despedí con un gesto con la mano-. Nos vemos luego, Felix.
-Está bien.
 Continué caminando, la música seguía siendo movida y noté a Christie que estaba bailando a un extremo del cuarto, en una especie de escenario. Me reí en silencio.
-Hola, Emily –saludó una chica de pelo castaño más arriba de los hombros-. Me llamo Kate Campbell.
 Lucía una blanca sonrisa, estaba vestida de negro con un suéter delgado y jeans ajustados, lucía tranquila y alegre.
-Hola –sonreí-. Bueno, ya sabes mi nombre.
-Si, Dan me lo dijo –rió.
-¿Él habló de mí? –pregunté interesada.
 Ella asintió.
-Si, fue en el momento en que lo castigaron, le pregunté quien era la chica que estaba a su lado, y el me dijo tu nombre.
-¿No te dijo nada más?
-No, pregunté solo eso –rió, su risa era delicada y suave.
 Sus ojos azules eran agradablemente hermosos, y sus labios estaban finamente definidos.
-¿Hace cuanto estás aquí? –le pregunté ella apuntó a un sofá que estaba puesto en la pared y fuimos hacia él.
-Un par de años, no mucho –bebió un trago de cerveza que llevaba desde que la había visto.
-¿Por qué estás acá? –pregunté con una sonrisa amable.
 Lo pensó durante unos segundos.
-Creen que estoy loca –admitió con tranquilidad-. Poder mover las cosas con la mente no significa eso.
-¿Puedes mover las cosas con tu mente? –le miré con los ojos como platos, ella rió.
-Telequinesia, querida –dijo con un acento británico muy común del instituto al que iba.
-Guau, es sorprendente –pestañeé aún sin creerlo-. Por cierto, ¿de donde vienes?
 Si ella era de Inglaterra, de seguro nos llevaríamos muy bien, ya que extrañaba las costumbres que veía cuando estaba con Jessie, a los demás chicos comunes de ese lugar.
-Londres –sonrió-. ¿Y tú?
-Nací acá en Vancouver… pero estaba estudiando en Inglaterra, Londres –le expliqué con tranquilidad-. ¿Por qué estás acá?
-Mi madre es de Vancouver –reconoció con la mirada ausente-. Nos mudamos hace un tiempo, hum, creo que hace unos dos años… pero desde que descubrí los de la telequinesia, me mandaron a esta escuela.
-Si, supongo que las escuelas reformatorias son una solución –bufé.
 Rió de mis palabras.
-Supongo –asintió sonriendo-. Pero, deberíamos de agradecer que no sea un reformatorio cualquiera, al menos no tiene barrotes en las puertas.
-Si en las ventanas.
-Sí, pero no nos tienen horarios de salida, podemos andar libremente y es acogedor… ten por seguro que en un reformatorio jamás, habría una fiesta como esta.
 Kate era una chica con mucha personalidad, era muy natural, algo que extrañaba ya desde hace un tiempo.
-¿Dan está de DJ cierto? –le pregunté, ella asintió sin responder-. Gracias, le ando buscando hace un rato.
 Me miró en silencio y luego rió.
-Si, está allá –apuntó el equipo de música-. En un rato más el DJ será Phillipe, ahora estaba recibiendo a unas cuantas personas, la fiesta se va a poner buena –dijo con emoción.
-Si, será estupenda.
-¿Te llevo? –me preguntó mientras se levantaba.
-Ah, creo que puedo ir por mi misma.
-¡Que bah!, de seguro ese par de bribones comenzarán a preguntarte mil y un cosas –rió.
 Me agarró de la muñeca mientras avanzábamos por entre medio de todos ellos, conversaban de algo que no entendía y más de uno ladeó la cabeza para mirarnos. Kate no me soltó en ningún momento.
-¡Dan! –gritó ella cuando estábamos lo suficientemente cerca para que nos escuchara.
 Estaba detrás de los chicos y no alcanzaba a verlo.
-¡Hola, Kate! –gritó con animo para que la escuchara.
-Te traje a alguien –respondió ella al instante.
 Me puse de puntillas para verle la cara, el tenía una expresión curiosa, estaba interesado y tenía los ojos entrecerrados por la sospecha.
-¿Quién? –se acercó lentamente, ella sonreía.
 Me jaló delicadamente por la mano, para asomar la mitad de mi cuerpo. Dan apenas me vio, su rostro se convirtió en una alegre y radiante expresión.
-¡Emily! –Se acercó rápido y me rodeó con sus brazos, alzándome unos centímetros del suelo-. Has venido, pequeña.
 Me reí por la sorpresa, era mi método de sobrellevar la situación cuando estaba nerviosa.
-Soy solamente unos centímetros más baja que tú –le miré con seriedad, que no duró demasiado cuando él hizo una mueca burlona-. Vale, una cabeza.
-Mi pequeña chica rara –rió.
-¿Tú pequeña chica rara? –repetí con ironía, como si le estuviera tratando de descarado.
-Ajá, mi pequeña chica rara –volvió a decir, luego me guió hacia el equipo de música que había visto por más de una vez.
-¿Así que eres el DJ Dan? –le molesté dándole un codazo juguetón en el costado.
 El asintió con orgullo.
-Para que veas –relució una sonrisa mientras sacaba una disquera-. Elige, estoy a tu merced.
-¿Así que puedo mandarte?
-Oh, claro, tú dime que canción quieres, yo la reproduzco.
-No tengo un gran gusto, no es para una fiesta –reconocí.
-Rock, pop, tecno, algo movido –enumeró contando con los dedos mientras me miraba.
-Pon algo movido, no querrás que se duerman.
-No, quizás debiera poner algo lento –pensó mientras miraba hacia los demás-. Ya sabes, a medidas que avance la fiesta, será más prendida.
-No me digas nada a mí, aquí tu eres el DJ –me reí.
 Ahora notaba que habría podido reírme luego de mucho tiempo, desde la muerte de Phil, para ser exactos, ahora adoptaba una risa más natural, fuerte, agradable. No como las risas que había tenido antes de venir, eran fingidas y algo amargas.
-Bueno, ¿quieres bailar? –me quitó el vaso que tenía en la mano y lo dejó al lado de los CD.
-No, no, yo no bailo –tartamudeé.
-Yo te puedo enseñar –me tomó de las manos mientras me llevaba hacia donde todos bailaban.
-No, bailo horrible, será una indignación para todo bailarín profesional.
-Vamos, pequeña cobarde, nadie se reirá.
-No temía a que se rieran –le aseguré.
-¿Entonces a qué?
-A que… este, bueno, a caerme, o algo así como, empujarte y que te estrelles contra los vasos –ordené mis ideas con lentitud mientras explicaba, alcé la vista y nuestras miradas se encontraron.
 Estaba con las cejas arqueadas y una sonrisa torcida, sus ojos verdes exclamaban feroces una felicidad y entusiasmo inigualable. Jamás le había visto tan motivado.
-Pero no se bailar –insistí.
-No necesitas ser profesional para bailar, pequeña cobarde.
-Bueno, pero al menos necesito tener gracia, para no causar algo de repugnancia visual.
-Por favor –rió-. No será una canción movida.
 Estábamos casi en el centro de la habitación sonó una canción lenta y tranquila, por la letra que escuchaba, era una romántica. Estaba que me moría de nervios.
-Tranquila –susurró mientras me tomaba de las manos y me levantaba para que quedara sobre sus pies-. No tendrás que ni hacer pasos.
-¿Tú armaste todo esto? –le acusé, el asintió sonriente-. Lo sabía.
-¿Alguien te dijo algo? –preguntó con curiosidad.
-No, por supuesto, no querían arruinar la sorpresa –puse los ojos en blanco.
-Nunca había visto a Christie tan motivada con alguien, parece que le agradas demasiado.
-Si, ella y yo somos muy buenas amigas.
 Dan comenzó a moverse, la canción comenzaba a ser algo más alegre, pero igual de lenta. Él dirigía mis pies junto a los de él. La canción tomó ritmo y él estaba sonriente. Le dediqué una mirada al equipo de música, estaba Phillipe riendo, con la vista hacia nosotros.
-Ves, no es tan complicado –rió mientras me sujetaba con ambas manos para que no me cayera.
-¿Así que tenéis música romántica en sus repertorios?
-Tuve que conseguírmela con Kate –reconoció con una mueca.
-Entonces ustedes dos se conocen –deduje mientras él continuaba moviéndome.
-Si, somos amigos desde hace un tiempo –asintió.
-Es muy alegre –me mordí el labio-. Por lo que he hablado con ella… ¿es verdad que puede ejercer la telequinesia?
-Ajá –asintió.
-Guau, he conocido a un pirómano y ahora a alguien que puede mover cosas con su mente…
-¿Impresionante no? –me soltó nuevamente.
 Noté que la música había parado, no me habría dado cuenta si no fuera porque él se había dejado de mover y me hubiese bajado con cuidado.
-¿Quieres algo de comer? –preguntó tiernamente.
-Está bien –acepté aguantando la respiración, no quería que notara lo nerviosa que estaba.
 Avanzó con cuidado por entremedio de las personas, yo iba delante de él, mientras él estiraba las manos para que no chocara con un grupo de estudiantes. En verdad, Dan era un chico muy tierno y atento.
 Luego de un rato, ya habiendo comido y bebido lo suficiente nos fuimos a sentar en el sofá en el cual Kate y yo habíamos hablado, se me habían acercado un par de chicos a hablarme. Entre ellos estaba Felix –al cual Dan le había fulminado con la mirada-, y una chica llamada Charlotte Hall, tenía el pelo castaño, casi negro y unos ojos azules, su piel era algo pálida, como la mía. Dan me había confesado de que era su amiga y ella lo había reconocido, se notaba de que era una persona tímida.
 ¡Bien! Alguien como yo.
-Aún no me cuentas porqué tus padres te han traído acá –dijo de repente.
 Le miré con una mueca de dolor cuando le dije:
-No quiero hablar de eso.
 Él pareció notar de inmediato de que sería algo serio.
-No te preocupes, no insistiré… pero pienso que deberías confiar en mí, creo poder ayudarte –me sostuvo la mirada un momento hasta mirar al frente, todo su cuerpo se tensó-. Te están buscando.
 Le seguí la dirección hacia donde miraba y mis ojos se toparon con los de Tom. Él estaba sonriendo hacia nosotros, bueno, más bien, hacia mí.
-Hola, Emily –saludó mientras se acercaba-. ¿Qué tal la fiesta?
-Ha estado de maravilla –sonreí.
-No lo sé, no podría decir lo mismo si fuera tú, deberías animarte a cantar –rió-. Comenzarán el karaoke en un rato más ¿te animas?
-¿Estás bromeando? –Le miré con una expresión de terror-. Yo no canto.
 Christie apareció con una expresión alegre.
-¡Oh vamos! Es una fiesta –rió mientras me levantaba-. Anímate.
-¿Qué? No, están locos, no lo haré –me reí cuando vi poner sus ojos en blanco.
 Tom asintió, ella le fulminó con la mirada.
-¿Qué dices, Dan? –le miró con la nariz levantada, con una expresión de orgullo.
-No puedes obligarla a nada, Christie. Si ella no quiere, no puedes insistirle –rió.
 Suspiré aliviada.
-¿Me acompañas? –preguntó Tom con una media sonrisa.
-Claro, ¿dónde? –pregunté mientras le miraba.
-No es esta fiesta, claro.
-¿Quieres irte? –alcé las cejas sorprendida.
-Quiero aclarar las cosas –miró hacia el costado-. Ya sabes, lo de la pelea, no he tenido tiempo de explicarte.
-Se que tuvieron un percance, no creo que tenga mucha importancia.
-Lo es, créeme… ¿irás?
-Claro.
 Le seguí mientras él cruzaba y abría paso por entre los estudiantes hasta salir por la puerta de la habitación de Phillipe.
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