domingo, 6 de noviembre de 2011

"Psychosis"

Capítulo 4 – La fiesta

-¡Apresúrate! –Chilló Christie golpeando la puerta del baño-. No tenemos todo el día.
-Estoy lista –salí con un vestido de lazos negros y morados alrededor de la cintura y de material delgado y fino, traslúcido mientras bajaba y más oscuro hacia arriba.
-Guau, tendrás que dármelo –dijo Christie que no cabía de su asombro.
 El rosado le hacía una buena combinación con el negro, lucía un aspecto alegre y elegante, se le veía hermoso y con su bajo tamaño era realmente divertido y realzaba un llamativo look.
-Ven, te están esperando –me jaló de la mano mientras cruzábamos la puerta de mi habitación.
-¿Puedo saber quién?
-No, es una sorpresa –dijo entre risitas mientras corría hacia su cuarto.
-Eh, espera –traté de seguirle el paso, tropezándome durante todo el recorrido, era realmente notorio de que no tenía la misma habilidad de correr-. ¿Qué haremos ahora?
-Maquillarte –dijo mientras introducía la llave en la cerradura.
-Ah.
 Ella negó con la cabeza.
-No te dejaré como Harlot, será algo sencillo, ya verás.
-No me preocupa eso, si es lo que piensas –miré a través de los barrotes de su ventana para ver como era el ambiente de esa noche.
 El cielo estaba cubierto de estrellas, brillaban con un gran resplandor bajo la luna situada sobre mi cabeza, el recinto estaba vacío bajo los departamentos. Deduje que, o todos estarían en la fiesta, o todos se encontrarían en sus cuartos. Continué contemplando concentrada en mi respiración y en el viento que azotaba cuidadosamente mi cara. Christie dio un portazo en la puerta de su baño pero no me volteé.
 Me dediqué a continuar maravillada con aquel paisaje que estaba segura que no vería siempre, solo porque ahora estaba apenas finalizando el verano, no quería decir que siempre hubiese un cielo despejado. Muy común en Vancouver, claro, estaba acostumbrada a las lluvias y al cielo encapotado.
 Una sombra se cruzó de improvisto, desconcertándome mientras me lanzaba hacia atrás peligrosamente mal, traté de conservar el equilibrio que iba perdiendo poco a poco.
 Christie corrió a atraparme y me cubrió la espalda antes de que cayera con un golpe seco y ruidoso.
-¿Qué te ocurrió? –exclamó sorprendida.
-Una sombra –musité con la respiración agitada.
 Inhalé unas cuantas veces mientras cerraba los ojos. No se les daba tanto en asustarme, no las veía con tal rapidez y tampoco era que sería fácil de acostumbrarme de ahora en adelante.
 Christie esperó.
 No podía hablar.
-¿Así que viste una afuera? –asomó la cabeza.
 La miré pálida del horror.
-¡No te acerques! –le previne-. La última vez que vi que una se acercara a alguien no ocurrió nada bueno…
-¿A quién te refieres? –se volteó con pasos cuidadosos mientras se sentaba a los pies de su cama, junto a mí.
-No tiene importancia.
-Ya lo soltaste, cuéntame.
 Suspiré mientras miraba como caían las gotas de mi pelo, estaba aún mojado y no había alcanzado a secármelo. Christie vio como se estrellaban unas cuantas gotas y se levantó.
-Es hora de arreglarte el cabello –dijo mientras corría de un lado a otro sacando todo lo que encontraba.
-¿Qué harás? –le miré de reojo cuando a mi espalda, comenzaba a sujetarme el pelo y a peinarlo.
-¿Qué crees tú? –me desafió mientras peinaba y armaba un peinado.
-Eh, deberías decirme quién me espera al menos… dejaste el tema en el aire, no lo dejaré así como así.
-Arruinarás la sorpresa –rió.
 Negué con la cabeza, no era muy buena esperando, no con la tensión de una sorpresa, ya me había ocurrido un par de veces que terminé insistiendo hasta el cansancio, aburriendo a mi madre que me planeaba algo especial para mi cumpleaños. O a Jessie, a la cual le había implorado que me contara, hasta que cedió.
 No es que sea insistente, Jessie siempre había repetido un millón de veces que la gente cedía fácilmente a mis encantos.
-Quiero preguntarte algo –vacilé en voz baja, Christie asomó su cabeza lo suficiente para que pudiera verle de reojo y asintió-. Promete no enojarte.
 Entrecerró los ojos sospechando, no pude aguantar la risa.
 Comenzó a hacer gestos con la mano, traté de contenerme y con una sonrisa de oreja a oreja respondí:
-Vale, vale… ¿es cierto que tú y Dan son hermanos?
 Ella me miró con pánico en los ojos, su rostro pasó del blanco al rojo y del rojo al morado y luego a todos los colores posibles.
-Christie –le sacudí de hombros-. ¿Estás bien?
-¡Te lo dijo! –Estalló con el ceño fruncido, se levantó de golpe y abrió la puerta-. Maldito imbécil, le romperé el rostro con un solo gol…
-¡Christie! –le llamé con un falso enojo, ella se volteó-. No harás nada ¿vale?
 Entró con curiosidad.
-¿Esa es una nueva fase de Emily Wright?
 Le dirigí una mirada orgullosa.
-Te quedarás acá, él no tiene la culpa de que sea tu hermano –le dije con tono burlón, ella me fulminó con la mirada.
-¿Así que te dijo eso?
-Te aseguro que no haces más que confirmarlo todo –sonreí.
 Se echó a reír.
-Créeme, si estuvieras en mi lugar, harías lo mismo –resopló utilizando la ironía típica de su voz-. Quien querría a un chico popular de hermano.
-¿Chico popular? De los días que he estado acá, jamás he visto que se comporte de esa manera.
-Es porque no has visto todo –me lanzó las llaves de mi pieza.
-¿Ahora hacia donde vamos?
-Tu pelo está listo –frunció los labios mientras me analizaba-. Te queda perfecto, pienso que eres la reencarnación viva de alguna actriz que… no recuerdo.
 Le miré incrédula, ella se deslizó por la puerta y se detuvo de un golpe. Cuando iba a salir, cerró la puerta de golpe.
 Me quedé ahí petrificada con la puerta a unos pocos centímetros de mi cara, oí murmuraciones.
-¿Quién está ahí? –preguntó alguien.
-Nadie –respondió Christie con tono inocente.
-Me estás mintiendo.
 ¿Por qué Christie me encerró en la pieza por Tom?
-¿Qué?, ¿ahora entrarás en mi pieza como un intruso? –rió con tono burlón.
-¿Está Emily? –la voz de Tom se volvió alegre.
-No.
 Me dirigí hacia la ventana con aspecto pensativo.
 Era extraño, las sombras nunca habían aparecido a tal rapidez, era como si hubiesen estado esperándome para asustarme… no, no podía serlo ¿le habría ocurrido alguna vez a Dan y a Christie?
 Quizás debería de preguntárselo.
 Me volteé cuando Christie cerró la puerta, y se apoyó en ella con una mirada que me decía: Estoy harta de que se aparezca.
-Lo detesto –se quejó mientras caminaba hacia mí-. En verdad, no entiendo cual es su afán de preguntarme mil cosas a la vez y no dejarme en paz.
-¿Así que te sigue a todos lados?
-Algo así –gimió-, se comporta como un bobo.
-¿Qué te pregunta? –me apoyé en la ventana, ella miró hacia afuera mientras pensaba.
 Comenzó a mirar hacia afuera mientras negaba con la cabeza y al final escondió su rostro entre las manos.
-Cosas como ¿está Emily?, ¿la has visto?, ¿te ha dicho algo?, ¿que tal está? –enumeró a regañadientes.
 No sé que rostro habría tenido en ese momento ya que ella comenzó a reír a carcajadas.
-Está obsesionado –puso los ojos en blanco.
-Lamento que tenga que usarte a ti como fuente de información –me mordí el labio.
-No te preocupes, siempre lo hace.
-¿Qué cosa?
-Preguntarme cosas a mí –se quedó quita y luego se sobresaltó-. ¡Oh cielos! ¡La fiesta de Phillipe!
 Me agarró de la mano y me jaló con fuerza mientras abría y cerraba la puerta me guió como un rayo hasta el cuarto de Phillipe, ya a la distancia, se oían los comienzos de la música.
-Me caeré –le previne mientras trataba de no tropezar.
-Dedícate a correr –me soltó y la seguí rápido.
 Phillipe estaba apoyado en el marco de la puerta, pensando –miraba hacia el techo mientras respiraba pensativo-, la música estaba fuerte y él sonreía, al parecer estaba esperando a alguien. Nos miró cuando nos acercamos y un rayo iluminó su sonrisa.
-¡Han llegado! –gritó mientras nos abrazaba a ambas y nos hacía entrar.
-Si, no me lo iba a perder –dijo Christie saltando mientras miraba a todos lados.
-Eh, Emily –me detuvo agarrándome de la muñeca-. Te están esperando…
 Le miré a los ojos con nerviosismo, él sonreía coquetamente, como si estuviese siendo parte de la misma sorpresa de Christie… ¡claro! Eso tenía que ser, ellos estaban planeando algo.
-¿No me dirás quién es? –le devolví la sonrisa para tratar de que no descubriera lo curiosa que me sentía.
-No –negó con la cabeza mientras reía-. Es una sorpresa, supongo que Christie ya lo ha mencionado.
 Asentí. La verdad es que él era un chico encantador, desde que lo había conocido era una de las personas que más me agradaba, era simpático, atento, agradable y siempre tenía un pensamiento positivo, era capas de contagiarte la alegría con sus ojos perfectamente azules.
-Dime quién me espera, al menos –miré a mi espalda.
 Habían chicos dispersos, a decir verdad, miles por todos lados. Se notaba que Phillipe era un chico muy sociable, no solo por la fiesta, ya que ahora me daba cuenta de que conocía a toda la escuela. Habían chicas hablando en grupos y otro grupo de chicos riendo por las esquinas, algunos bebían de unos vasos en la mesa de Phillipe y otros estaban cerca de la música. Bailaban y reían, era realmente una fiesta muy atractiva.
-Hacia el DJ –dijo antes de desaparecer con una radiante sonrisa.
 Caminé con tranquilidad, el ritmo de la música hacía mover a todos, lo cual también me contagió a mí, era movida y estaba acondicionando todo el lugar.
-Hola –sonrió un chico de cabello rubio-. ¿Cómo te llamas?
 Tenía los ojos azules y era alto, una piel pálida y sonreía de oreja a oreja, se veía feliz tenía un vaso hasta por la mitad.
-Emily Wright –le respondí con voz amable.
-Oh, así que tú eres la nueva –dijo animado-. He escuchado mucho de ti.
-¿En verdad? –Pregunté sorprendida, él abrió los ojos por el todo de mi voz-. Oh, lo siento, es que me tomaste por sorpresa.
-No te preocupes –rió-. Soy Felix Wilson, un gusto conocerte.
-Igualmente, Felix. Nunca te había visto… ¿eres de acá, verdad?
-Si, claro, no estaría en esta fiesta ¿no?
-Cierto, como no se me ocurrió.
-No, descuida –hizo un gesto con la mano-. Tampoco te había visto.
-Supongo que es porque he estado con Christie todo el tiempo…
-¿Así que Christie y tú sois amigas? –alzó las cejas, sonriente.
-Si, nos conocimos apenas llegué.
-Me alegro, Christie es una chica muy genial –extendió la mano a la mesa que había a nuestro lado y sacó un vaso-. Ten.
-Gracias –lo recibí mientras le miraba-. Tenéis toda la razón –le apremié.
-¿Sobre Christie?
-Sí.
-Si, he hablado mucho con ella.
-Nunca te ha mencionado… -llevé el vaso a mi boca mientras bebía un trago.
 Era champagne, ¿cómo Axel habría conseguido esto?, quizás venían en las cajas que había sacado con Phillipe.
-¿Por qué lo haría? –Se apoyó en la mesa con una mano-. Nunca nos ha presentado, si te lo habría dicho no tendría sentido ¿no?
 Le presté atención durante un rato, él era simpático y hablaba con tono amable, era educado pero con una personalidad extrovertida.
-Claro.
-¿Phillipe te invitó, cierto? He sabido que sois amigos.
-Al parecer todos rumorean en este lugar –enarqué una ceja.
 Rió a carcajadas.
-No es que todos rumoreen –se rascó la cabeza con una mano mientras pensaba-. Solo de repente, en algunas ocasiones hablan de los que llegan y en este caso, eres tú.
-Oh, entiendo.
 Lancé una mirada al grupo de chicos que estaban cerca del equipo de música, recordando lo que me había dicho Phillipe.
-¿Sabes quién está en el equipo de música? –pregunté.
-Oh, si es Dan Baker –miró hacia atrás y luego me observó-. ¿Por qué?, ¿lo conoces?
-Si, lo conozco… y lo andaba buscando por cierto –me despedí con un gesto con la mano-. Nos vemos luego, Felix.
-Está bien.
 Continué caminando, la música seguía siendo movida y noté a Christie que estaba bailando a un extremo del cuarto, en una especie de escenario. Me reí en silencio.
-Hola, Emily –saludó una chica de pelo castaño más arriba de los hombros-. Me llamo Kate Campbell.
 Lucía una blanca sonrisa, estaba vestida de negro con un suéter delgado y jeans ajustados, lucía tranquila y alegre.
-Hola –sonreí-. Bueno, ya sabes mi nombre.
-Si, Dan me lo dijo –rió.
-¿Él habló de mí? –pregunté interesada.
 Ella asintió.
-Si, fue en el momento en que lo castigaron, le pregunté quien era la chica que estaba a su lado, y el me dijo tu nombre.
-¿No te dijo nada más?
-No, pregunté solo eso –rió, su risa era delicada y suave.
 Sus ojos azules eran agradablemente hermosos, y sus labios estaban finamente definidos.
-¿Hace cuanto estás aquí? –le pregunté ella apuntó a un sofá que estaba puesto en la pared y fuimos hacia él.
-Un par de años, no mucho –bebió un trago de cerveza que llevaba desde que la había visto.
-¿Por qué estás acá? –pregunté con una sonrisa amable.
 Lo pensó durante unos segundos.
-Creen que estoy loca –admitió con tranquilidad-. Poder mover las cosas con la mente no significa eso.
-¿Puedes mover las cosas con tu mente? –le miré con los ojos como platos, ella rió.
-Telequinesia, querida –dijo con un acento británico muy común del instituto al que iba.
-Guau, es sorprendente –pestañeé aún sin creerlo-. Por cierto, ¿de donde vienes?
 Si ella era de Inglaterra, de seguro nos llevaríamos muy bien, ya que extrañaba las costumbres que veía cuando estaba con Jessie, a los demás chicos comunes de ese lugar.
-Londres –sonrió-. ¿Y tú?
-Nací acá en Vancouver… pero estaba estudiando en Inglaterra, Londres –le expliqué con tranquilidad-. ¿Por qué estás acá?
-Mi madre es de Vancouver –reconoció con la mirada ausente-. Nos mudamos hace un tiempo, hum, creo que hace unos dos años… pero desde que descubrí los de la telequinesia, me mandaron a esta escuela.
-Si, supongo que las escuelas reformatorias son una solución –bufé.
 Rió de mis palabras.
-Supongo –asintió sonriendo-. Pero, deberíamos de agradecer que no sea un reformatorio cualquiera, al menos no tiene barrotes en las puertas.
-Si en las ventanas.
-Sí, pero no nos tienen horarios de salida, podemos andar libremente y es acogedor… ten por seguro que en un reformatorio jamás, habría una fiesta como esta.
 Kate era una chica con mucha personalidad, era muy natural, algo que extrañaba ya desde hace un tiempo.
-¿Dan está de DJ cierto? –le pregunté, ella asintió sin responder-. Gracias, le ando buscando hace un rato.
 Me miró en silencio y luego rió.
-Si, está allá –apuntó el equipo de música-. En un rato más el DJ será Phillipe, ahora estaba recibiendo a unas cuantas personas, la fiesta se va a poner buena –dijo con emoción.
-Si, será estupenda.
-¿Te llevo? –me preguntó mientras se levantaba.
-Ah, creo que puedo ir por mi misma.
-¡Que bah!, de seguro ese par de bribones comenzarán a preguntarte mil y un cosas –rió.
 Me agarró de la muñeca mientras avanzábamos por entre medio de todos ellos, conversaban de algo que no entendía y más de uno ladeó la cabeza para mirarnos. Kate no me soltó en ningún momento.
-¡Dan! –gritó ella cuando estábamos lo suficientemente cerca para que nos escuchara.
 Estaba detrás de los chicos y no alcanzaba a verlo.
-¡Hola, Kate! –gritó con animo para que la escuchara.
-Te traje a alguien –respondió ella al instante.
 Me puse de puntillas para verle la cara, el tenía una expresión curiosa, estaba interesado y tenía los ojos entrecerrados por la sospecha.
-¿Quién? –se acercó lentamente, ella sonreía.
 Me jaló delicadamente por la mano, para asomar la mitad de mi cuerpo. Dan apenas me vio, su rostro se convirtió en una alegre y radiante expresión.
-¡Emily! –Se acercó rápido y me rodeó con sus brazos, alzándome unos centímetros del suelo-. Has venido, pequeña.
 Me reí por la sorpresa, era mi método de sobrellevar la situación cuando estaba nerviosa.
-Soy solamente unos centímetros más baja que tú –le miré con seriedad, que no duró demasiado cuando él hizo una mueca burlona-. Vale, una cabeza.
-Mi pequeña chica rara –rió.
-¿Tú pequeña chica rara? –repetí con ironía, como si le estuviera tratando de descarado.
-Ajá, mi pequeña chica rara –volvió a decir, luego me guió hacia el equipo de música que había visto por más de una vez.
-¿Así que eres el DJ Dan? –le molesté dándole un codazo juguetón en el costado.
 El asintió con orgullo.
-Para que veas –relució una sonrisa mientras sacaba una disquera-. Elige, estoy a tu merced.
-¿Así que puedo mandarte?
-Oh, claro, tú dime que canción quieres, yo la reproduzco.
-No tengo un gran gusto, no es para una fiesta –reconocí.
-Rock, pop, tecno, algo movido –enumeró contando con los dedos mientras me miraba.
-Pon algo movido, no querrás que se duerman.
-No, quizás debiera poner algo lento –pensó mientras miraba hacia los demás-. Ya sabes, a medidas que avance la fiesta, será más prendida.
-No me digas nada a mí, aquí tu eres el DJ –me reí.
 Ahora notaba que habría podido reírme luego de mucho tiempo, desde la muerte de Phil, para ser exactos, ahora adoptaba una risa más natural, fuerte, agradable. No como las risas que había tenido antes de venir, eran fingidas y algo amargas.
-Bueno, ¿quieres bailar? –me quitó el vaso que tenía en la mano y lo dejó al lado de los CD.
-No, no, yo no bailo –tartamudeé.
-Yo te puedo enseñar –me tomó de las manos mientras me llevaba hacia donde todos bailaban.
-No, bailo horrible, será una indignación para todo bailarín profesional.
-Vamos, pequeña cobarde, nadie se reirá.
-No temía a que se rieran –le aseguré.
-¿Entonces a qué?
-A que… este, bueno, a caerme, o algo así como, empujarte y que te estrelles contra los vasos –ordené mis ideas con lentitud mientras explicaba, alcé la vista y nuestras miradas se encontraron.
 Estaba con las cejas arqueadas y una sonrisa torcida, sus ojos verdes exclamaban feroces una felicidad y entusiasmo inigualable. Jamás le había visto tan motivado.
-Pero no se bailar –insistí.
-No necesitas ser profesional para bailar, pequeña cobarde.
-Bueno, pero al menos necesito tener gracia, para no causar algo de repugnancia visual.
-Por favor –rió-. No será una canción movida.
 Estábamos casi en el centro de la habitación sonó una canción lenta y tranquila, por la letra que escuchaba, era una romántica. Estaba que me moría de nervios.
-Tranquila –susurró mientras me tomaba de las manos y me levantaba para que quedara sobre sus pies-. No tendrás que ni hacer pasos.
-¿Tú armaste todo esto? –le acusé, el asintió sonriente-. Lo sabía.
-¿Alguien te dijo algo? –preguntó con curiosidad.
-No, por supuesto, no querían arruinar la sorpresa –puse los ojos en blanco.
-Nunca había visto a Christie tan motivada con alguien, parece que le agradas demasiado.
-Si, ella y yo somos muy buenas amigas.
 Dan comenzó a moverse, la canción comenzaba a ser algo más alegre, pero igual de lenta. Él dirigía mis pies junto a los de él. La canción tomó ritmo y él estaba sonriente. Le dediqué una mirada al equipo de música, estaba Phillipe riendo, con la vista hacia nosotros.
-Ves, no es tan complicado –rió mientras me sujetaba con ambas manos para que no me cayera.
-¿Así que tenéis música romántica en sus repertorios?
-Tuve que conseguírmela con Kate –reconoció con una mueca.
-Entonces ustedes dos se conocen –deduje mientras él continuaba moviéndome.
-Si, somos amigos desde hace un tiempo –asintió.
-Es muy alegre –me mordí el labio-. Por lo que he hablado con ella… ¿es verdad que puede ejercer la telequinesia?
-Ajá –asintió.
-Guau, he conocido a un pirómano y ahora a alguien que puede mover cosas con su mente…
-¿Impresionante no? –me soltó nuevamente.
 Noté que la música había parado, no me habría dado cuenta si no fuera porque él se había dejado de mover y me hubiese bajado con cuidado.
-¿Quieres algo de comer? –preguntó tiernamente.
-Está bien –acepté aguantando la respiración, no quería que notara lo nerviosa que estaba.
 Avanzó con cuidado por entremedio de las personas, yo iba delante de él, mientras él estiraba las manos para que no chocara con un grupo de estudiantes. En verdad, Dan era un chico muy tierno y atento.
 Luego de un rato, ya habiendo comido y bebido lo suficiente nos fuimos a sentar en el sofá en el cual Kate y yo habíamos hablado, se me habían acercado un par de chicos a hablarme. Entre ellos estaba Felix –al cual Dan le había fulminado con la mirada-, y una chica llamada Charlotte Hall, tenía el pelo castaño, casi negro y unos ojos azules, su piel era algo pálida, como la mía. Dan me había confesado de que era su amiga y ella lo había reconocido, se notaba de que era una persona tímida.
 ¡Bien! Alguien como yo.
-Aún no me cuentas porqué tus padres te han traído acá –dijo de repente.
 Le miré con una mueca de dolor cuando le dije:
-No quiero hablar de eso.
 Él pareció notar de inmediato de que sería algo serio.
-No te preocupes, no insistiré… pero pienso que deberías confiar en mí, creo poder ayudarte –me sostuvo la mirada un momento hasta mirar al frente, todo su cuerpo se tensó-. Te están buscando.
 Le seguí la dirección hacia donde miraba y mis ojos se toparon con los de Tom. Él estaba sonriendo hacia nosotros, bueno, más bien, hacia mí.
-Hola, Emily –saludó mientras se acercaba-. ¿Qué tal la fiesta?
-Ha estado de maravilla –sonreí.
-No lo sé, no podría decir lo mismo si fuera tú, deberías animarte a cantar –rió-. Comenzarán el karaoke en un rato más ¿te animas?
-¿Estás bromeando? –Le miré con una expresión de terror-. Yo no canto.
 Christie apareció con una expresión alegre.
-¡Oh vamos! Es una fiesta –rió mientras me levantaba-. Anímate.
-¿Qué? No, están locos, no lo haré –me reí cuando vi poner sus ojos en blanco.
 Tom asintió, ella le fulminó con la mirada.
-¿Qué dices, Dan? –le miró con la nariz levantada, con una expresión de orgullo.
-No puedes obligarla a nada, Christie. Si ella no quiere, no puedes insistirle –rió.
 Suspiré aliviada.
-¿Me acompañas? –preguntó Tom con una media sonrisa.
-Claro, ¿dónde? –pregunté mientras le miraba.
-No es esta fiesta, claro.
-¿Quieres irte? –alcé las cejas sorprendida.
-Quiero aclarar las cosas –miró hacia el costado-. Ya sabes, lo de la pelea, no he tenido tiempo de explicarte.
-Se que tuvieron un percance, no creo que tenga mucha importancia.
-Lo es, créeme… ¿irás?
-Claro.
 Le seguí mientras él cruzaba y abría paso por entre los estudiantes hasta salir por la puerta de la habitación de Phillipe.
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