viernes, 9 de diciembre de 2011

"Psychosis"

Capítulo 9 – Dones

 Dejé la mochila a un lado para poder prestar mayor atención y no distraerme al jugar con los cordeles laterales que se movían con el viento o cuando él alzaba la tierra por ocio.
 Nicholas estaba sentado a lo indio con sus piernas cruzadas y arrancaba el pasto con signo ausente, inhalaba con tranquilidad, un sonido pausado y acorde a la situación, bastante relajado.
 Yo estaba algo nerviosa, quería saber más y más, ahora que sabía que podía contar con una buena historia –similares a las de suspenso-, prácticamente me sentía más que atenta, quizás un poco, entusiasmada. Como una niña pequeña que espera con ansias un gran cuento, un clásico.
-Vale, mira… ¿Qué cosas son las que sabes sobre los dones? –preguntó con un hilo de voz mientras se giraba a mirar a su espalda, donde estaban los bosques.
-Bien, yo sabía que algunos incluían la mente y otros tenían que ver más con el entorno –me expliqué.
 Asintió con una sonrisa de suficiencia.
-Está bien, ¿algo más?
-Harlot puede sacar la energía de… las cosas, Kate las mueve con la mente; Christie puede ubicarte a través de las cosas y Dan ilumina la oscuridad, más bien, ahuyenta las sombras –entrecerré los ojos-. Ah y Alexa las maneja… Tom puede borrarte la memoria ¿no?
-Exactamente.
 Sonreí complacida, entendía más de lo que creía.
-¿Puedo decirte Em? –preguntó de repente.
 Tanto como me pilló con la guardia baja, comencé a reír y me esforcé por contestarle:
-Si, claro, ya me estoy acostumbrando. Además, no está mal ¿no?
-Es que Dan lo pronuncia todo el tiempo y bueno, tú sabes, luego ya lo dices sin pensar –sonrió.
-No te preocupes.
-Vale, hum –vaciló.
 Alcé las cejas mientras le esperaba, pero no quería presionarle, sabía lo que se sentía olvidar las cosas cuando alguien está insistiendo, o no saber como decirlas cuando tienes a un público expectante. Le dí un respiro y miré hacia un lado para contemplar el bosque que cada vez se notaba más oscuro y atractivo.
-Los dones no solo vienen porque las sombras te han elegido –comenzó, tomándome por sorpresa y me giré a mirarle-. La mayoría de las sombras nos eligen por un motivo predestinado, pertenecíamos ciegamente a nuestro destino –lanzó un suspiro-. No a todos le molesta, claro, algunos están completamente felices por las capacidades que tienen de manejarlos y aplicarlos en sus vidas, pero no debes dejarte llevar.
>>Los dones no son como un juego, Em, la mayoría, si lo tomas como un juego, puede ser arriesgado y peligroso para el entorno. Sino, mira… ¿qué harías si vieras desaparecer una persona frente a tus ojos, si tú fueras como cualquier humano?
 Parpadeé sorprendida, iba a preguntarle de quién se trataba, con la boca abierta lista para hacerlo, pero él no me dejó.
-No podrías creerlo y sería un desequilibrio con lo normal a lo irreal, podrías incluso quedar en shock o sufrir un trastorno psicológico, no es muy bueno practicarlo a la vista de los humanos normales –guay, ahora tenían una clasificación-, Alex puede hacerlo, él… puede teletransportarse a lugares definidos e indefinidos. Si no practicas muy bien tu don, puedes hacer algo altamente peligroso. Al comienzo, se le había dicho que no lo hiciera, porque, ya sabes ¿cómo podrías saber luego a donde habría ido? Nadie lo sabría y se sacarían, prácticamente, los sesos con tal de pensar en donde estará. Era como un viaje a la nada, para nunca volver. Por ello necesitabas ejercitarlos hasta el punto de que te saliera a la perfección e ir al lugar donde tú quisieras.
-Al parecer sabes bastante, debo concedértelo, tienes una gran mente… eres maduro –le apremié.
-Lo sé –rió.
-¿Pero quién se lo prohibió?
-Buen término –sonrió-. Hum, hay personas mayores, quien sabe cuantos años tendrán y se manejan a la perfección… nosotros no… envejecemos, a menos que así lo quieras, cuando dejas tus dones a un lado.
-¿No envejeceré? –abrí los ojos como platos.
-Así es –rió-. Esas personas, son más como nuestros tutores y lo que los llevan a nuestro “mundo”, es para controlarnos, nosotros estamos acá para mantener el equilibro con las cosas.
-¿Una especie de balanza?
-Algo así, no del todo, la verdad, somos humanos… pero un tanto especiales.
 Frunció el ceño mientras se concentraba aún más.
-Es como si el mundo necesitara un poco de magia, pero no es magia, esto siempre ha existido… como la reencarnación, durante millones de años han estado presente las leyendas, los seres sobrenaturales y las historias de dioses –sacudió la cabeza-. ¿Cómo podrías saber si algo es real si jamás lo has visto?
-¿Es decir que todo eso es real?
-Claro, Em… ¿no te convences con poder ser una lectora de mentes y vivir rodeada de gente con talentos únicos?
-Es difícil de decir, yo… no sabría que decirte –me encogí de hombros.
-Nosotros estamos acá para hacer de este mundo… un lugar en el que los humanos no sospechen, así como los que ponen orden –alzó las cejas mientras reía-. Podríamos toparnos con criaturas mitológicas y aún así podríamos poder poner leyes hacia ellos.
-Pero sin embargo, tenemos superiores.
-Si, puedes llamarles los “consejeros” –bufó-. No, eso es muy anticuado, prefiero llamarle tutores.
-¿Qué tenemos que hacer?
-Continuar el ciclo de la vida, hacer que el mundo fluya normalmente y que los humanos no se enteren de nada.
-Pero nosotros somos humanos.
 Rió a carcajadas.
-Humanos, pero con poder.
 Puse los ojos en blanco.
-Muy vanidoso, Nicholas.
 Se echó a reír con aún más fuerza, una sonrisa armoniosa, como la de un instrumento con tonos graves, elegantes y precisos.
-No es que sea vanidoso, pero tenemos algo más de privilegio por el resto de las personas… no sobre todo. Jamás deberías incentivar a un vampiro a morderte o… a un licántropo a atacarte.
 Al escucharlo, me embargó una sensación de nervios, como si ahora estuviera más que fantaseada. Así que cuando pregunté, mi voz sonó una octava más alta por la sorpresa.
-¿Existen?
-Si –asintió.
-¿Hace cuanto que sabes esto?, ¿o todo esto?
-No hace mucho, no tengo más tiempo que tú en esto… solo unos cuantos meses, lo suficiente como para que me lo explicaran todo –se encogió de hombros.
 Arqueé una ceja.
-¿Has visto a algún vampiro alguna vez?
-No.
-¿Licántropo?
 Se echó a reír nuevamente.
-No.
-¿Algún ser mitólogo además de ellos?
-Tampoco.
-¿Algo en especial?
-Si –me miró directamente a los ojos-. A nosotros mismos.
 Sonreí.
-¿Qué debo hacer ahora?
-Actúa con normalidad –me indicó-. Tal vez no hagamos muchas cosas interesantes por el momento, pero debes empezar a practicar tu don, no es que leer la mente sea inferior al de los demás, de hecho… bastante interesante, algo… fuera de lo común. Apuesto a que nos adelantarás en algún momento frente a un atacante.
 Sonreí con orgullo, pero me entró a la cabeza una pregunta preocupante, por lo que me estremecí, el notó la diferencia y su rostro se tornó de preocupación.
-¿Nicholas? –susurré.
-¿Si? –preguntó con calma.
-¿A qué grupo perteneces…? –Me estremecí de nuevo-. ¿Eres de los buenos o los malos?
 Después de un segundo, al captar donde quería llegar, se echó a reír.
-No te preocupes, Em… soy de los buenos –sonrió.
-¿En verdad? –Entrecerré los ojos-. ¿Cómo podré saberlo? Axel es del lado oscuro, tú eres su amigo, pero… ¿Cómo sabré si no me mientes?
-Porque no te mentiría, eras mi amiga hace un tiempo ¿sabes? –sonrió-. Además, si quieres pregúntale a Kate, o a Dan… tal vez a Christie, ellos te lo confirmarán.
 Asentí con una media sonrisa, convencida… aunque no del todo, tenía una vaga sospecha aún por confirmar.
-Oh, así que continuas averiguando –dijo alguien a mis espaldas-. ¿Puedo estar con ustedes dos?
 Nicholas le sonrió con una sonrisa más que amable.
-Claro, entre más somos, más podemos contarle a Em –me guiñó un ojo-. Tendrás más versiones.
 Kate se sentó a mi lado, dejando a Nicholas enfrente de ambas. Kate se había sujetado el pelo con un moño rústico y le venía de maravilla, estaba con una blusa blanca abierta y bajo ella tenía una musculosa negra.
-Te estaba buscando –se dirigió a mí con ojos entrecerrados-. Me habían dicho que habías venido por este pasillo –apuntó a la esquina del patio, donde estaba el corredor que daba a la cafetería-. Vine por si querías saber algo más, no me equivoqué… supongo.
 Nicholas se rió entre dientes.
-¿De que te ríes?
 Él la miró con curiosidad.
-Podríamos ir a comer algo –hizo un mohín-. Muero de hambre.
 Ella relució sus dientes y sacó unos recipientes de su mochila.
-Oh, por cierto, me he preocupado de eso –me miró de reojo mientras sacaba más y más cosas de esta-. Sabía que tú no te preocuparías de comer nada si venías sola a este lugar… y supe que no habías pasado por la cafetería –miró a Nicholas a través de sus largas pestañas.
 Él la miró con sorpresa, ella le estiró un envase y él lo recorrió con la mirada.
-No está envenenado, si es lo que te preocupa –sonrió.
 Vaciló cuando ella se lo entregó y lo abrió, lo demás fueron miles de emociones escritas en su rostro pasaron por: sorpresa, curiosidad, conformismo, satisfacción y nerviosismo.
-De nada –volvió a decir ella.
 Frunció el entrecejo.
-¿Cómo sabías que me gustaban?
 Miré el contenido: frijoles cubiertos de una salsa que emitía un agradable olor.
-Imaginé que te agradarían, era lo más pasable que había en la cafetería –se encogió de hombros-. No pude convencer a Christie de que me diera un par de frutas… no estaba de humor –arqueó una ceja en mi dirección-. Ella me odia, lo sé –tomó otro envase-. Esto, no sabía que te gustaba… te traje un par de bocados, son frutas… Phillipe me las dio, eran las últimas que quedaban.
 Sonreí agradecida.
-Gracias –repliqué mientras lo abría.
-¿Cuánto te costo? –preguntó Nicholas mientras metía una mano en el bolsillo para sacar algo.
-¡Eh! No quiero que me lo pagues –se quejó ella.
 Nicholas estaba más que reservado y educado, sacó unos billetes ahora de su chaqueta que en vez de ser la típica de cuero, esta era las de que podrían verse en los adolescentes adinerados del instituto en Londres.
 Lancé un suspiro.
 Los murmullos ahora eran más bajos esta vez, entre más alejada de la gente estaba, menos sonido obtenían, claro… a menos que estuviera atenta a algunos. Los que escuchaba, pero que ignoraba por pura educación, eran los de Nicholas y Kate.
 A mí, no me gustaría para nada que alguien hurgara en mi mente, de hecho, se los prohibiría, pero sabría que sería imposible, que lo harían de todos modos, y no me dirían nada. Esto era más que para darles algo de privacidad, en un pensamiento puede haber algo tan vergonzoso como privado.
<<No está acostumbrada a que la gente esté pendiente de ella, lastima, tendrá que acostumbrarse>> Nicholas estaba mirando a hurtadillas a Kate, quien estaba buscando algo en su bolso, que era de un color violeta y era bastante lindo.
 Escuché con mayor atención.
<<He oído que alguien está siguiéndola constantemente... ¿qué podría hacer? Podría darle un susto de muerte, si, eso probablemente hará que la deje en paz>>
 Sus pensamientos optaron un sonido hosco y tonos furiosos.
<<Podría intentarlo, si… quizás algún día opte por venir solo a este lugar y levantaría la tierra. ¡Ja! Imagino que rostro pondría, no tendría precio>>
 Se carcajeó en voz alta, Kate le miró de reojo.
-¿Podrías compartir tu chiste? –dijo ella-. Tengo curiosidad.
-No creo que te guste –respondió él.
 Me reí entre dientes, él lo notó.
-Me estás escuchando –me acusó.
 Asentí sin que Kate me viera, él entrecerró los ojos.
<< ¡No le digas nada! Por favor, ¿puedes?>>
 Hice un movimiento afirmativo, él sonrió.
<< ¿Qué me recomiendas?>>
 Puse los ojos en blanco.
<<No soy de los que recurren a la violencia, ni siquiera me detendría a pensarlo. Pero es que… no lo sé, me molesta por sobre todo que ella tenga un psicópata acosador>>
 Fruncí los labios y sacudí la cabeza.
<<Entonces… ¿quieres que le deje en paz? Pero… ¿si le hace algo?>>
 Asentí.
-Yo te diré quien es –le susurré-. Pero no reacciones hasta que te diga un plan ¿vale? Estaré leyéndole los pensamientos… de seguro sabré de quien se trata.
<<Gracias>>
 Me sonrió, le devolví la misma sonrisa.
-Bien, mira lo he encontrado –Kate apartó la mochila con un brusco tirón y tenía unas fotos, ladeé la cabeza para verlas-. Creo que debería darte unos segundos para que las mires.
 Palidecí, eran fotos mías, bueno, no exactamente, yo nos las había visto en toda mi vida. Salía en una con un vestido azul con tonos purpúreos, lo había visto antes… ¡Claro! Ese era el traje que me había comprado mi padre para mi cumpleaños número diecisiete, yo no lo había usado desde que entré acá. Estaba ahora en el armario de mi pieza.
 Me estremecí.
 Recorrí nuevamente la foto con la vista, no debería ser de hace mucho, porque, si era de mi cumpleaños, el 22 de abril y ahora estábamos a 17 de agosto… eran de solo de hace cuatro meses.
 ¿Qué? ¿Cómo no podía recordar nada? Seguí mirando, estaban… Christie con un brazo alrededor de mi hombro y su otro brazo libre aferrado a la cintura de Phillipe, que llevaba el pelo suelto y más corto. Dan estaba al final de toda la fila, Kate estaba a mi otro lado y Nicholas en su lado izquierdo, Axel estaba casi a la orilla de no ser por Tom, que estaba mirando en mi dirección. Todos sonreían, yo estaba hablando con Kate y Christie, Dan estaba mirando a Phillipe, quien entablaba una conversación algo seria, por el semblante de sus caras. Tom miraba dando la espalda a la persona que tomaba la foto, pude reconocerlo por su pelo rubio y su postura refinada.
 Alguien nos la había sacado sin avisarnos, pero salíamos casi como un par de amigos felices y sin problemas, como la típica conversación de una junta. Que triste, me habría gustado recordarlo.
-¿Es de mi cumpleaños? –pregunté con voz ahogada.
 Kate abrió los ojos como plato.
-¿Lo recuerdas?
 Sacudí la cabeza.
-No, ese vestido me lo compró mi padre para esa fecha… pero, no recuerdo haber estado en ese momento.
 Puso los ojos en blanco, me quedé boquiabierta.
-¿Por qué Tom me borró la memoria?
 Si no fuera por el pánico y el nudo en la garganta que tenía en esos momentos, de seguro habría gritado por la rabia.
-No lo sé –ella hizo una mueca.
 Suspiré.
-Me ha borrado todos los recuerdos de ustedes ¿es que acaso terminó en algo malo?
-No, considéralo como un capricho suyo, jamás nos dijo cual era su objetivo.
 Bufé.
-Joderme la vida.
 Nicholas soltó una risita y la sofocó con un tosido falso, le fulminé con la mirada.

~&~

-¿Pueden hacer eso de nuevo? –pregunté casi con los ojos fuera de sus cuencas.
 Alzó nuevamente la mano, la tierra vibró y se alzó con un estruendo y se removía con las piedras que caían, Kate por su parte miró concentrada la tierra levantada, esta se agitó y se alzó una humareda de polvo cuando cayó.
 Ella rió con gracia.
-Entonces hay veces en las que nuestras habilidades pueden unirse –comenzó ella-… y otras en las que hacen efectos contrarios.
-Alexa y Dan son polos opuestos –mencionó Nicholas-. Ellos no harían más que pelear en una situación como esta.
 Asentí.
-Sería mejor que los descubrieras con el tiempo, Em. No son cosas tan fáciles de asimilar.
 Suspiré.
-Pero puedo aprender.
-Lo sabemos –dijeron al unísono-. Pero es más fácil que lo veas por ti misma –siguió ella.
 Y hasta ahí duró nuestra charla. Ahora tenía que ir a mi siguiente y última clase, biología, con el Sr. Smith. En esta clase nos tocaría hablar sobre la genética y la estructura del ADN. Él era uno de los profesores que más podía soportar de todos, era un tanto simpática, solo un poco. Siempre nos miraba con un odio fulminante cuando más de uno hacía una broma o, si estaba de mal humor, nos hacía escribir más de cinco páginas en menos de media hora.
 Supuse que perdería la mano dentro de unas cuantas semanas.
 Caminé con cuidado hacia la sala, mientras la lluvia caía a trompicones en las ventanas, si pudiera salir de ahí y observar por mí misma la lluvia sobre mi cabeza, sería lo más relajante de todo, porque yo podría estar más que tranquila y relajada, sería como si olvidara todo y pudiera comenzar de nuevo. Olvidar los problemas por un rato y sumirme en mi mundo surrealista, donde podía ser feliz nuevamente con las cosas sencillas que me daba la vida. Donde disfrutaba tanto de un pastel como el correr en el pasto durante la tarde, nadar en un lago al anochecer.
 No me importaría tampoco agarrar un resfrío o enfermarme por el hecho de estar afuera en el frío, era como si lo necesitara. Ansiaba una dosis de libertad.
 Cerré la puerta detrás de mí una vez adentro, algunos ya se encontraban ahí y miraron cuando esta emitió un leve chirrido casi inaudible.
 Pude notar el rostro sonriente de Christie que hablaba con Axel esta vez. Estaba sentada en el escritorio de este mientras él, en su silla, hablaba alzando la cabeza y también con su grupo, donde Nicholas estaba con una cazadora y una polera negra, dejando a un lado su antiguo estilo y realzando ahora, el antiguo él que había visto en la foto.
 Curioso, exhalé un poco de aire mientras daba unos pasos dirigiéndome a mi puesto. Había una nota arrugada y doblada por la mitad. Miré alrededor y luego bajé la vista al no ver anda sospechoso.

 ¿Donde estabas? ¿Me lo puedes explicar? Te estuve buscando ¡todo el día! Bien, supongo que Kate también quería hablarte, no tengo nada que hacer ¿no? Te iba a proponer una idea ¡fenomenal! Para esta semana, tengo pensado ir de excursión hacia el bosque, fue una idea de Dan y Phillipe, me han dicho que tendríamos que invitar a más personas y adivina… Dan te quiso elegir a ti de las primeras. Baboso.
 Espero que hablemos cuando leas esto ¡lo más pronto posible! Esta vez no te me escapes, te arrastraré hasta mi pieza si fuera necesario.

 No necesité verificar el nombre para saber de quien se trataba, el tono malhumorado de Christie sobrepasaba el papel y podía hasta escucharlo. ¿Es que acaso acá nunca estaban quietos? Yo quería ahora descansar y estar tranquila, estas semanas habían sido bastante agotadoras.
 Pero… ellos irían al bosque. Yo había querido ir hace demasiados días hacia allá y la curiosidad era enorme, mucho más grande que mi pequeña cobardía al verlo tan oscuro y tenebroso.
 ¿Acaso acá también había un lector de mentes? ¡Que se presente!
 Me senté con un leve suspiro y miré al frente del salón, donde estaban poniendo un proyector Phillipe y Kate. El Sr. Smith aún no llevaba y yo tenía tiempo para vagar en mis pensamientos unos minutos más.
 Miré a la ventana sumida en mi mente con un presentimiento, de que no me permitirían estar un rato a solas conmigo misma, que alguien me interrumpiría en cualquier momento. No me importa, yo quiero pensar y lo haré mientras alguien no se acerque.
 Bien, ahora tenía planes ¿Qué día? No lo sé aún, pronto iría a preguntarle a Christie e iríamos al bosque… una idea bastante interesante.
 Lo demás era reorganizar mis ideas y los últimos hechos de esta última semana, haré un listado:
 Uno, ahora estaba experimentando nuevos y más recuerdos que nacían cuando alguien me nombraba algo desconocido o mencionaban algún hecho que hubiera olvidado por la sombras o Tom.
 Gruñí, un sonido bajo que salió desde el fondo de mi garganta y llamó la atención de unos cuantos ojos a mi lado.
 Dos, ahora vivía en un mundo mágico y sobrenatural ¡Guay! ¡Podré conocer a un vampiro!, ¡y subirme a un unicornio!
 Traté de sofocar la risita que solté con un tosido, sonó perfecto, como si de verdad me atorara, como si me hubiese atragantado con mi propio tosido y los demás ni notaron el sonido apagado de mi risa.
 Cuatro, ¡tengo un superpoder! ¿Quién puede leer la mente en el mundo? Unas cuantas personas, quizás, o tal vez solo yo… y no sería fácil de averiguar si habrían más; cuatro, tengo amigos y enemigos que tienen las mismas habilidades, más importantes quizás o más peligrosas. Nadie quiere provocar a una chica que puede electrocutarte solo por averiguar que tan fuerte puede ser.
 Y hasta ahí iba mi listado.
 La puerta volvió a chirriar y esta vez yo también miré a ver quién era esta vez. El Sr. Smith estaba cargado de unos cuantos cd y unos cuantos libros. Cerró la puerta con el pie mientras se dirigía al proyector que Kate y Phillipe habían terminado de colocar. Sacó uno de su pila y lo introdujo en un DVD que estaba escondido por encima del proyector. Luego lo demás fue una onda de luces resplandecientes y una imagen no definida que emitía el proyector. Luego, Kate configuró algo de lo que no tenía idea y se pudo observar el logo del aparato.
-Bien, como ya os lo había dicho… Hoy hablaremos y veremos –se volteó hacia la pizarra de tiza detrás de él y borró las palabras escritas de antes que llegara-, la definición de genética y algunos conceptos del ADN. ¿Alguien sabe algo al respecto y quiera colaborar hoy?
 Silencio.
-¿No?
 Recorrió con la vista a cada uno de los ahí presentes, más de un chico se movió con nerviosismo ante la tensión del profesor.
-Entonces, podemos hacer un trabajo equilibrado –sonrió con arrogancia-. Pasaré una de estas hojas –alzó un montón blanco de papeles impresos, donde a la distancia a la que me encontraba, era fácil de distinguir el montón de información, estaba dividido en párrafos y abajo podía notar un esquema-. Phillipe… si no te molestaría.
-No hay problema –rió él.
 Una persona amable y generosa, algo nuevo de Phillipe.
-Se denomina genética –comenzó el Sr. Smith, quien cargó su voz con un tono bajo y ronco-, al estudio científico de cómo se transmiten los caracteres físicos, bioquímicos y de comportamiento de padres a hijos. Esta definición fue dicha por el biólogo británico William Bateson…
 Suspiré mientras me acomodaba en la silla, una postura más relajada para prestar toda la atención que me era posible. La mayoría hizo lo mismo o dejó reposar su cabeza en los escritorios.
 Phillipe pasó por mi puesto y me entregó una hoja de las que tenía afirmada por su brazo.
-¿Aburrido, no? –Preguntó riendo entre dientes-. Hablará por un buen rato y luego nos hará leer esto.
 Puso los ojos en blanco y se largó al próximo puesto, lo único que alcancé a hacer, fue a asentir.
 Durante la clase, él había tenido razón, el Sr. Smith nos había hecho leer la hoja y luego nos entregó unas cuantas más. Nos dijo que teníamos que hacer un trabajo sobre el ADN, por lo cual debíamos hacerlo en parejas. Kate llegó sonriente a mi puesto.
-Mira, creo que debemos hacerlo de esta manera –dijo ella mientras escribía unas cuantas observaciones-. ¿O es muy complicado?
 Observé con atención sus escritos, bien, ella quería que hiciéramos una maqueta como todo el mundo y que la separáramos en colores diferentes. No era difícil.
-Está bien –sonreí-. ¿Cuánto empezamos?
 Ella lo pensó durante un par de segundos, cuando iba a contar hasta diez, respondió.
-Ahora no tenemos tiempo, te recomiendo que sea el miércoles… porque mañana seguro que no has terminado el de matemáticas… ¿o me equivoco?
 Abrí los ojos como platos, ¡verdad! El trabajo de la Sra. Moore aún estaba sin terminar, ella nos había dado plazo de una semana más solo porque los demás protestaron por el tiempo y la cantidad de hojas que nos había dado. Yo no había echo nada excepto por las clases que nos otorgaba, pero ella consideraba esto casi tanto como un abuso.
 Claro que no había tenido tiempo, entre todos aquí no dejaban de hacer algo diferente o mi cabeza no me dejaba pensar. Estupendo. Gruñí.
-Bien, entonces el miércoles y es una fecha oficial, no puedes cambiarla –me miró fijamente a los ojos por una fracción de segundo-. ¿Estás aproblemada por todos acá?
-No se a que te refieres –fruncí el ceño confundida.
-Oh, supuse que sería por la salida del sábado… la del bosque –susurró-. Dan y Phillipe querían ese día porque era el único a diferencia del miércoles y viernes, en que el rector salía de este lugar. Creo que ha decidido hacer unos trámites. Alexa no irá, por supuesto, no queremos a una soplona por allá.
-¿Tú también iras?
-Si, iremos casi todos.
-¿Casi todos?
-Felix, Carol y Harlot no irán –hizo una mueca-. Mejor para nosotros ¿no?
-¿Quién es Carol?
-Oh, ella es la mejor amiga de Harlot –hizo un sonido de suspenso-. Creo que en realidad no nos tiene la suficiente simpatía como para ir con nosotros, pero… en realidad nos ahorramos un montón de problemas.
 Alcé las cejas, Harlot si tenía amigos, ahora, quizás podría ser igual a ella. Me estremecí.
-¿Ella tiene algún don?
-Rayo mental. No es igual al de Harlot, nadie tiene el mismo acá, pero… ella no es capaz de electrocutarte, solo golpearte con la energía. Un gran golpe –suspiró-. Ella es igual de poderosa que su amiga.
 El timbre sonó luego de un rato, ambas tomamos nuestros cuadernos y guías y nos retiramos por la puerta junto a los demás.
-El clima no está tan mal para mañana –anunció.
-¿Cómo lo sabes?
-Oh, he visto el tiempo por la mañana… dicen que habrá un día despejado, no hará tanto frío como hoy… Podríamos ir a la piscina por la tarde, ¿qué te parece?
-¿El tiempo?, ¿Dónde lo viste?
-En la televisión de los profesores, miré a través de la ventana durante unos segundos, los suficientes –relució una sonrisa.
-¿Entonces mañana irás a la piscina?
-Si ¿quieres ir?
-Claro –sonreí-. Es el único deporte que puedo hacer a gusto.
-Me parece, entonces mañana… como a las cuatro ¿vale? No te preocupes por el sol, no hará tampoco demasiado calor y está bajo techo.
-¿Al lado del gimnasio?
-Si.

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sábado, 3 de diciembre de 2011

"Psychosis"

"Psychosis"

Capítulo 8 - ¿Esto es posible?

 Deslicé el trapeador por el piso aún no encerado, me daba la sensación de que debería continuar así durante un buen rato, pero después de todo, estaba con Dan y él parecía hacer el triple de mi trabajo. No era justo, yo debía de ayudarle, él me había elegido como compañera de trabajo y debía de cumplir como su pareja, no dejarle el trabajo a él mientras me limpiaba las manos tranquila.
-Así como vas, supongo que vendrán todos a sus clases respectivas del día lunes -bromeó con un repentino buen humor.
-Muy chistoso, Dan.
-¿Es que nunca has usado un trapeador?, ¿o te trauma el hecho de que esto sea un lugar gigante? -sonrió con malicia.
 Le fulminé con la mirada, si fuera una persona miedosa, de seguro habría colapsado su corazón.
-Si, claro que he usado un trapeador -sacudí la cabeza mientras lo pasaba por un costado a mayor rapidez.
-Lo dudo -me molestó.
 Me giré a mirarle irritada, me dedicó una mirada inocente.
-Bien, aprovechando de que Tom no está en estos momentos para escucharnos... tienes que contarme cosas.
 Alzó las cejas, esperando mi pregunta.
-¿Por qué querría que me alejara de ti? -pregunté dudando de su reacción.
 Pero apareció la sonrisa torcida que yo tanto amaba.
-Esa pregunta ha sido respondida hace bastante tiempo, supongo. A menos de que no te hayas dado cuenta de lo obvio.
-¿De lo obvio?
-Si, al parecer no -rió-. Tom... está interesado por ti.
 Ah, si. Eso. Asentí con una mala expresión en mi rostro.
-Ajá, losé... a mi tampoco me agrada la idea -refunfuñó.
 Le miré sorprendida.
-¿Estás celoso?
 El globo interno de mi esperanza se infló con fuerza, sentía como si estuviera llena de aire, hinchada de tanta felicidad. Prudencia -me ordené-. Sin ilusiones.
 Me dedicó una mirada seria, como si no quisiera responder.
-Oh, ya veo, estás celoso -sonreí.
 Cerró los ojos mientras se apoyaba en la gradería.
-Basta de burlarse de mí.
-No me estaba burlando -relucí mis dientes con una amplia sonrisa, el se rió.
-¿Te estás vengando por la broma del trapeador? -rió con más intensidad.
-La verdad, no. No lo había visto de ese modo.
-Pero lo haces.
-Inconscientemente -le dediqué una mirada inocente.
 Su rostro quedó en blanco, me pregunté que le habría pasado.
-¿Dan? -le llamé con curiosidad.
 Se estremeció.
-No ocurre nada -me tranquilizó al instante-. Solo me he concentrado demasiado.
-¿En qué?
-Acabas de deslumbrarme -sonrió.
-¿Yo? -hice un gesto de desapruebo mientras reía-. No, no sería capaz ni de deslumbrar a Phillipe.
-Es un gran chico -rió.
-Si, creo que más normal que cualquiera de acá.
-Exceptuando la habilidad con el fuego... -me recordó.
-Claro.

 Emily:

 Espero que no estés molesta porque no te hayamos escrito en un buen tiempo, sabes que tu padre ha estado muy ocupado con la empresa, le han ascendido, pero sigue pensando que deberían de aumentarle el salario... no es que esté poco conforme, sino que hace ya bastante tiempo que no se lo suben, creo que han sido desconsiderados, ahora él opina que será el momento perfecto para pedirlo.
 Las cosas en la casa no han variado desde que te fuiste, la verdad, seguimos yendo a las obra de teatro y funciones que comienzan los miércoles por la tarde y tu padre cree que será una buena idea, quizás, hablar con tu director... se acerca tu cumpleaños, queremos celebrarlo.
 No te ilusiones aún, Emily. No hay nada decidido. Tu padre puede trabajar ese día, o tu director puede no dejarnos planear nada, ya sabes.

Te amamos, papá y mamá.

 Tragué saliva ante el primer mensaje, tenía un nudo en la garganta y los ojos me rebalsaban de lágrimas. Me armé de valor e  hice clic en el siguiente.

 Emily

 ¿Por qué no me has contestado?, ¿estás aún enojada con nosotros? Espero que puedas entendernos, la verdad... es por tu bien. No podemos hacerte visitas porque no nos lo permiten, estaremos así de distantes hasta nuevo aviso.
 ¿Que tal van las cosas por allá?, ¿has echo amigos? ¿Tus profesores son buenos contigo?, ¿no has tenido problemas con ellos?

Esperando aún tu respuesta
Mamá.

 Me limpié las lágrimas de las mejillas con el reverso de la palma de mi mano. El último correo era de hace solo unas horas, lo abrí antes de responderle.

 Emily

 Estoy comenzando a preocuparme ¿todo anda bien? Te he llamado como mil veces a tu celular, al parecer lo has olvidado por alguna parte. Espero que me devuelvas el mensaje, o me veré obligada a hablar con el director para preguntar si todo anda bien.

Mamá.

 Suspiré mientras inhalaba con fuerza y abría la bandeja de entrada y hacía clic nuevamente para escribir uno nuevo.

 Mamá

 No te preocupes, no estoy enojada con ninguno de los dos. No he podido contestarte mamá, porque no podemos estar comunicados desde ningún medio, me refiero, a que estamos sin celulares y los ordenadores solo están permitidos cuando tenemos que hacer un trabajo. Este es el caso y estoy en la sala junto a la biblioteca. El equipo no es nada de nuevo, de hecho, me parece que rugiera en vez de zumbar como lo haría uno normal.
 Mándale saludos a papá de mi parte, dile que le echo de menos, pero que no se preocupe por mí. También que no se aflija por el trabajo, ya verá como saldrá todo bien.
 Si he hecho amigos, mamá. Son realmente muy simpáticos y me han recibido de una manera muy amable, no parece que fuera un reformatorio de locos, perdón, escuela reformatoria. 
 No he tenido líos con los profesores pero la Sra. Anderson, parezco no agrádale del todo.
 Me descubrirán si sigo escribiendo este mensaje, pero debo decir que me alegra de que aún salgan a los teatros, eso es muy bueno.
 Espero que no te desesperes, me comunico contigo cuando pueda...
Emily.

 Apreté el botón de <<Enviar>> mientras bajaba la cabeza derrotada y la apoyaba sobre el duro teclado que hizo un "tac". 
-¿Emily? -llamó la Sra. Robinson-. Espero que tengas una buena excusa si no estás continuando con tu trabajo.
 Su voz fue amenazante desde un comienzo, cerré rápidamente mi correo y me metí a <<Google>> para al menos fingir que buscaba información. La Sra. Robinson era mi profesora de Historia y Geografía, por lo que la convertía en una mujer "no muy divertida" por los estudiantes del reformatorio –además de que la detestara por castigarme sin pruebas-. Nos había echo escuchar una clase latera durante unas dos horas y durante la otra mitad, no había traído a la sala que estaba junto a la biblioteca para hacer un trabajo con una línea de tiempo. Donde teníamos que ordenar en orden cronológico la época de la prehistoria hasta la actualidad.
 Sentí como aterrizaba un papel en mi cabeza. Lo abrí tratando de que no sonaran los crujidos de la arrugada hoja de papel.
 ¿Te encuentras bien? La Sra. Robinson no parecía muy contenta… ¿Qué estabas haciendo?
Christie
 Cerré la hoja de papel y me adentré nuevamente en la página que pestañeaba en silencio. Christie me había hablado.

 Christie: ¿Qué ocurre?

 Sonreí para mis adentros, ella siempre andaba pendiente de mí.

 Emily: Estaba enviando un correo a mis padres, me han llenado mi mail.

 Decidida al fin de continuar en clases, suspiré y comencé a navegar por Internet. Si estaba buscando por Google, me felicitaría en buscar un par de fuentes y luego escribirlas en la carpeta que tenía en el escritorio.
 Estábamos repartidos en desorden por la sala pequeña y sobre poblada de nuestra clase. Pero ninguno tenía las ganas de dedicarse a hacer la tarea, esta oportunidad no se daba nunca. No teníamos computadores y cuando puedes estar navegando por Internet, tampoco es que te permitan meterte a todas las páginas que desees, la mayoría estaban bloqueadas.
 Así que teníamos un chat cada uno, la idea puesta por los profesores, eran para que nos preguntásemos sobre la materia y así ambos nos ayudaríamos. Dan me había dicho que el rector estaba en contra de esto y que luego tendría la oportunidad de quitarlos de los ordenadores.
 La conversación de Christie volvió a parpadear.

 Christie: ¿Qué te han dicho?

 Me encogí de hombros y miré a mí alrededor, Christie estaba delante de dos personas. Yo estaba en la esquina más alejada de la clase, que daba con una ventana con barrotes y mostraba la lluvia que comenzaba a caer poco a poco. Lo bueno, es que nadie podría ver mi conversación.

 Emily: Que han estado saliendo a teatros y mi padre está preocupado por su trabajo. Les dije que no se preocuparan por ello y que pronto mejoraría la situación, pero mi padre no está muy confiado de ello. Hum, también han dicho que me extrañan, no estoy segura… me ocultan algo, lo sé. Creo que aún no pueden asumir que tengan a una hija chiflada.

 Adelante, escuché sus carcajadas.

 Christie: Tú no estás loca, me sorprende que ellos sean tan… reservados. La verdad, no te preocupes, no eres la única persona en este lugar al cual sus padres no le hablan del todo. Creo que ellos no quieren decirte algo sobre este lugar porque temen hacerte sentir mal… pero ¿te sientes mejor acá o te gustaría volver a casa?

 Me estremecí, no era una pregunta fácil.

 Emily: Eso es muy distinto, bueno, claro que me gustaría volver a casa, la comodidad de un living mientras vez la televisión, o quizás salir al bosque que tanto me agradaba. Dormir en mi agradable pieza o mi madre cocinando algo exquisito. Pero siempre vivía con miedo y acá supongo que estoy mejor, puedo dejar a un lado todas las comodidades, estoy algo… contenta, no del todo, porque los extraño, pero, ustedes han hecho de este lugar algo mucho más impresionante. No me lo esperaba.

 Una conversación distinta pestañeó. La abrí al instante.

 Dan: Apuesto a que no estás haciendo el trabajo ¿eh?

 Traté de ubicarlo con la mirada, estaba a dos mesas a mi derecha. Él miraba en mi dirección con una sonrisa amable.

 Emily: Has acertado.

 Asintió con una sonrisa de suficiencia. Christie miró en mi dirección y puso los ojos en blanco.

 Christie: No exageres, te estamos haciendo tu estadía un tormento, no te dejamos en paz ¿a que si?

 Negué con la cabeza.

 Emily: Puede que no tenga un momento para respirar, no lo necesito. Me dan tiempo para distraerme, si estuviera sola la mayor parte del tiempo, dudo que estuviera mejor de la cabeza, me pondría a pensar y creo que no sería un situación deseable.

 Las páginas se cerraron y abrí los ojos desorientada, los demás suspiraron y miraron a su alrededor. Uf, había pensado que la Sra. Robinson nos habría pillado en la conversación, la clase había terminado.
 Nos hizo salir con su voz estricta a tiempo de decirnos que teníamos que entregarle el trabajo apenas la viéramos en la próxima clase. Arg, ahora tenía una tarea pendiente.
 Salimos por el pasillo continuo, estábamos al lado de la biblioteca, por lo que tendríamos que tomar los pasillos laterales y salir a los que daban al patio, luego, estaríamos en la cafetería y podríamos disfrutar de nuestro tiempo libre.
 Era día lunes y todos caminamos a paso lento y mirando los pasillos. Mi mirada era ausente, esperaba que ahora volviera a darme un flash-back como las típicas películas o libros que tienen escenas retrospectivas que dejan a los protagonistas confundidos y a veces, dependiendo de las visiones, en shock.
 Me giré al mismo tiempo que algunos, pero otros caminaron al patio y se sentaron al instante, los restantes subieron a las habitaciones, de seguro podrían juntarse a hablar o dormir lo poco y nada de horas que les quedaban antes de la próxima clase. Christie evadió a unas cuantas personas y se acercó a Axel, que estaba con su grupo de amigos. Ya no le veía como los “punkis”, los chicos con los que no debería liarme.
 Sonreí mientras comentaba esa opción en mi mente, recordando la conversación de Dan, cuando recién nos conocimos. El tenía razón, no eran tan malos como parecían y las apariencias engañaban, ahora lo tenía más que claro.
 Sentí que alguien me daba unos golpecitos delicados pero molestos, rompiendo mi bloque de concentración, que explotó en millones de escarchas de cristal.
-Hola –sonrió.
 Sus ojos azules parecían mostrar una transparencia única, una alegría incomparable. Ella y Christie no se llevaban del todo bien, quizás porque sus personalidades chocaban, o por que ninguna se soportaba. Que se yo, lo único que se, es que no se dan el tiempo para hablar, deberían, serían grandes amigas, un par de hiperactivas.
 Su sonrisa reveló sus dientes centelleantes por lo blancos que se encontraban.
-Hola, Kate –le devolví  la sonrisa.
 Ella se colocó a mi lado mientras caminaba, parecía que daba saltitos en vez de zancadas largas y sin gracia. Era lo contrario a toda la caminata, miré a Christie de reojo, que caminaba casi con la misma gracia, pero más animada.
 Eran como un par de bailarinas, que daban sus pasitos para hacer el siguiente baile. Christie era de las que podrían ponerlas adelante para representar toda la elegancia de su caminar y Kate podría ser su acompañante.
-¿Cómo estás? –continuó-. No hablamos hace dos semanas, del sábado anterior.
 Medité su frase, “dos semanas”. Guau, ¿tan rápido habían pasado los días?
-Que rápido pasa el tiempo.
 Soltó una risita y sonreí agradecida, me sentía confundida, como si necesitara un nuevo recuerdo para poder encajar algunas piezas de mi vida, pero podrían distraerme con facilidad y no sabían cuanto me ayudaba.
-¿Qué harás ahora? –le pregunté, caminando con normalidad.
-Ir a la cafetería a desayunar algo… ¿me acompañas?
 Dio unos saltitos mientras me miraba.
-Claro, iba a hacer lo mismo.
 Asintió mientras miraba al frente, la mitad de los estudiantes habían desaparecido y los demás habían entrado a la cafetería, ya estábamos en ella y yo me había acostumbrado al laberinto de la escuela.
 Estábamos Kate, Christie, Axel, sus amigos y yo en el pasillo, mientras nos quedábamos atrás, ellos cerraron la puerta.
 Pero se abrió sin que necesitara aferrarme a la manilla, mientras me encaminaba a ella, esta se movió sin esfuerzo alguno, como si una persona invisible la estuviera abriendo para nosotras. Kate.
-Creo que no me acostumbraré a vivir con personas como tú –sonreí.
 Rió entre dientes.
-Yo ya me acostumbré –entró después que yo y la cerró con su mente.
-¿Pero todos lo saben?
-Claro que no, no puedo andar divulgando esto por todos lados… prefiero reservarlos a personas con confianza, que se que tienen un don en común y no lo dirán con un altavoz por todo este lugar.
-Espera, ¿a que te refieres con un don en común?
-Que si se lo hubiera dicho a cualquiera de estos –miró con curiosidad a los que estaban sentados en las mesas-. Probablemente lo contarían, se que tu no.
 ¿Sabía acaso que tenía un don?
 Hablando de dones, yo ya me había acostumbrado a ignorar los pensamientos para enfocarme en los míos. Claro que me podía distraer con facilidad, pero de vez en cuando echaba una ojeada.
<<Oh, ahí está la tal Emily… ¿Qué tal si le hablo?>>
 Me giré como acto reflejo al oír mi nombre. Enfoqué con la mirada a Charlotte que estaba en la fila de la comida. Ella miraba en mi dirección y la localicé gracias a que conocía su voz.
<< ¡Emily!>>
-¿Qué?
-¡Ja! ¡Lo sabía! –chilló Kate.
 Mi rostro se volvió pálido como la cal.
-No te preocupes, no le diré a nadie.
 Me dedicó una mirada de complicidad. Entrecerré los ojos.
-¿Quién te lo contó?
 Se encogió de hombros.
-También se lo de las sombras.
 Me quedé rígida en el lugar, mientras ella frenó su caminata.
-¿Qué?
-Emily… no solo Dan, Christie, Tom, Axel, Phillipe, Alexa y Harlot pueden ver las sombras, yo… también puedo y muchos alumnos más –frunció los labios-. No es la gran cosa… ¡a quien engaño! –sacudió la cabeza mientras reía-. ¡Claro que lo es!
-¿Muchos alumnos más?
-Mira, creo que esta escuela reformatoria es el lugar al cual acudimos todos, yo era de Londres... es como si el destino estuviera predestinado para nosotros, para que todos vengamos a un lugar de Canadá –parpadeó-. ¿No crees que Dan, que nació en Toronto, tendría que venir a Vancouver solo porque estaba loco?
 Ella tenía razón.
-Es una buena suposición.
-Si, una muy buena –reconoció-. He estado pensando en muchas cosas, todos nosotros tenemos dones –su voz se volvió un susurro antes de comenzar con el tema, lo noté cuando estábamos en una pose que facilitaba a que solo nosotras escucháramos, nadie más.
-¿Es decir que Harlot tiene un don? –me quedé boquiabierta-. ¿Cuál es? ¿Súperordinariez?
 Se echó a reír.
-No la subestimes, se que es impresionante pero… ella, ejerce la electroquinesis –alzó las cejas a la espera de mi reacción.
 La miré sorprendida.
-¿Es algo con electricidad?
 Asintió.
-Ella puede... sacar, la electricidad de las cosas, como cables y cosas por el estilo, electrodomésticos, que se yo. Y eso lo puede manejar por el cuerpo ¡sin electrocutarse! –Su voz fue ganando emoción-. Es impresionante, creo que uno de los dones más poderosos, aunque cualquiera puede combatirla… la cosa es que es algo peligroso, además… como ella –rió en voz alta.
-¿Manejar la electricidad? ¿Pero eso no daña a las personas?
 Se estremeció.
-Claro que si las daña, por algo pertenece al lado oscuro… las sombras, puede acumular la energía y manejarla como rayos y manejarla de la misma manera.
-Guau –musité.
 Avanzamos en la fila con rapidez y nos fuimos a sentar en una mesa vacía, ella se notaba contenta. Y yo, al igual que ella, estaba de la misma manera por poder disfrutar un momento con una amiga hablando cosas interesantes.
-¿Algún otro don? –dije mientras llevaba una manzana a mi boca.
 Bebió un refresco que tenía entre sus manos.
-Si, hum, ¿por quién te cuestionas esta vez? –me miró con curiosidad.
-¿Dan? –vacilé.
-¡Ja! –Se echó a reír a carcajadas-. Lo sabía.
 Me ruboricé.
-¿Por qué crees que él puede alejar las sombras? –preguntó de repente.
 No contesté durante unos segundos, la voz no salía.
-¿Puede? –Dije al fin-. Bueno, lo he visto… pero no sabía que eso era un don.
-Fotoquinesis –dijo sumida en sus pensamientos.
-¿Y eso es…?
 Miró hacia los lados y se inclinó para susurrar:
-Él puede crear luces con la mente… hace como destellos y puede iluminar el entorno.
 Sonrió mientras yo fruncía el sueño.
-¿Entonces es una linterna móvil?
 Explotó a carcajadas.
-Veo que no le das importancia a lo que en realidad es.
 Me mordí el labio.
-Es que… comparado con lo de Harlot, parece mucho menor en… intensidad ¿me entiendes?
 Asintió.
-No es solo que pueda iluminar, Emily.
-¿Entonces?
-¿Cuántas veces no te han atravesado las sombras?
 Me estremecí.
-¿Lo has visto?
-Si.
 Kate apuntó hacia donde estaba Dan, a unas mesas más allá de nosotras, casi en el rincón. Estaba junto a Axel, Phillipe y un grupo de amigos.
-Bien, pero… mira, como sabrás –se detuvo en un momento-. ¿Sabías que Alexa puede hacer aparecer sombras?
-¿En verdad? –le miré boquiabierta.
-Si, Dan hace lo contrario… lo bueno es que puede hacer que las sombras desaparezcan, huyan… sería más o menos luchar con la mente de Alexa, o quizás ahuyentarlas cuando los del lado “oscuro” las hacen aparecer.
 Guau.
-No pienses que eres débil, Emily –me miró a modo de disculpa-. Eres la chica más sensible a ellas, no sé porqué, pero es así. Dan… es como tu salvación personal.
 ¿Dan era mi salvación personal?
-Tampoco sé porqué soy sensible a ellas –suspiré.
-No es malo. Quizás seas capaz de hacer más cosas que los demás.
-Claro, como desmayarse cuando una me traspase –puse los ojos en blanco.

~&~

 Caminé casi a trompicones por el pasillo, tenía la cabeza llena de murmullos pero aún así me sentía tranquila.
 No quería encontrarme con nadie para hablar, quería estar sola por un rato, ya que eso había comenzado a ser un problema desde que llegué.
 Un rato a solas, nada más –me convencí.
 Al llegar al patio, miré hacia el cielo nublado, su color gris sobre el lugar no le favorecía, se veía como si estuviera abandonado y no era acogedor en absoluto, cuando llovía debería de tener la misma apariencia.
 Me senté con cuidado de no caerme mientras dejaba mi bolso a un lado, lo necesitaría para la siguiente clase, era día jueves y venía la última hora, donde nos tocaría Biología con el Sr. Smith –su nombre era Michael Smith-. Tenía el pelo cubierto de unas pocas canas y arrugas que daban a conocer que estaba entrando en edad. Debería tener sus cincuenta y algo años.
 Sentí un ruido a unos metros de donde yo estaba, era como si la tierra se desintegrara, como si alguien estuviera lanzando piedras y escarbando con fuerza. Chasquidos y golpes, pero no era demasiado fuerte, lo suficiente para que yo lo escuchara. Estaba segura de que no lo alcanzaría a oír si estuviera en la cafetería e incluso en el pasillo.
 Me giré con curiosidad y alcancé a ver la figura solitaria de un chico, tenía una chaqueta negra bajo sus jeans, estaba de pie dándome la espalda mientras miraba el suelo. Tenía una postura encorvada y luego alzó una mano.
 Lo siguiente pasó rápido: el chico retrocedió dos pasos, estaba casi a veinte metros de distancia y la tierra se elevó levemente. Luego avanzó y bajó la mano que tenía en el aire –sobre su cabeza-, y la tierra volvió a caer sin dejar ningún rastro de haberse movido.
 Exhalé todo el aire de mis pulmones mientras trataba de recobrar mi mente.
<<Bien, ahora podría hacerlo de nuevo… pero con más intensidad ¿qué ocurriría?>> pensó él.
 Su voz me parecía completamente similar, pero no era alguien con que habituara hablar. Fue el día en el que me castigaron, claro. ¿Nicholas?
<<Bien, uno… dos… ¡tres!>>
 La tierra se alzó sobre su cabeza con un gran estruendo que tampoco se oiría a la distancia, era como si un pequeño cerro se elevara frente a él, pero no más allá de la cerca y tampoco abarcaba todo el patio, solo al lugar al que él había mirado.
 Luego bajó la mano nuevamente y la tierra volvió a bajar.
-Impresionante –musité entre dientes.
<< ¿Ah?>>
 Se volteó hacia mi lado y la tierra comenzó a estremecerse hasta que fijó su vista en mí. Todo lo que se elevó, bajó con rapidez.
-¿Emily? –Dijo alzando la voz, sonó una octava más alta, que sus pensamientos por la sorpresa-. ¿Qué haces acá?
 Me levanté con cuidado, tambaleándome aún por el impacto de la sorpresa. Él caminó hacia mí con cautela.
-Había venido para… estar sola, un momento –reconocí.
 Me estremecí mientras él se acercó otros dos pasos.
-¿Has visto algo?
 Los matices de su voz sonaron profundas, extrañas. Como si no quisiera que lo hubiera visto, como si desconfiara de lo que yo haría.
-Si.
-Esto… puedo explicarlo –se apresuró a decir.
 Parpadeé sorprendida.
-No tienes que explicar nada, Nicholas –dije antes de que protestara-. ¿Tienes un don?
 Se quedó helado, a unos metros de mí y luego entrecerró los ojos.
-¿Qué sabes sobre esto?
-No mucho –admití.
-Pero… ¿cómo sabes sobre eso?
-No sabría decírtelo –dudé.
 Él se acercó ahora con confianza y me indicó que me sentara.
-¿Alguien te contó? –dijo mientras se lanzaba al suelo y me esperaba.
 Después de quedarme parada unos segundos, me senté con lentitud y él se rió.
-Me han nombrado los dones.
-¿Cuántos?
 Le miré, él estaba arqueando una ceja, esperando mi respuesta.
-El de Christie, Harlot, Dan y Kate… -enumeré con los dedos-. Ah, y Alexa.
-No sabes nada –rió-. ¿Quieres escuchar una buena historia?
 Me miró con una de esas miradas atractivas y de las cuales uno no puede escapar. Intentando convencerme.
-¿Hay más?
-Oh, no sabes muchas cosas, Emily –volvió a reír.
-Guau, siento como si me perdiera demasiadas cosas.
-No tienes ni idea… ¿te animas?
 Enarqué una ceja cuando puso un dedo, pensativo.
-Claro.

viernes, 25 de noviembre de 2011

"Psychosis"

Capítulo 7 – ¿Castigo?

 Podía deslizar la suave y delgada sábana a un lado de la cama, sentía como me hervía la sangre del solo hecho de recordar las visiones, los dolores pulsantes se habían propagado durante toda la noche. No había podido dormir tranquila por los ruidos que escuchaba en el pasillo, eran extraños y misteriosos.
 Miré el despertador: seis y media de la mañana del sábado.
 Arg. Me giré en la cama, di un salto cuando resonó un grito en mi cabeza.
>> ¡Oh, vamos! ¿No la esperaremos todo el día, cierto? –dijo una voz ruda y poco amistosa.
 Me levanté de un golpe de la cama mientras miraba en todas direcciones. ¿Es que había escuchado eso tan claro en mi mente?, ¿estaba alucinando?, ¿era una clase de paranoia?
>>No comenzaremos hasta que ella se presente –escuché de otra.
 Corrí al baño a mojarme la cara y despertar de aquel momento. Debía ser un sueño, estaba segura.
>>Emily debe llegar al castigo si o si, o me veré obligada a mandar a alguien a buscarla –se volvió murmuro, reconocí el tono de la Sra. Anderson-. Imagino que esa chica estará buscando más problemas de los que tiene, ¿estará loca realmente?
 Di unos movimientos lentos e inseguros, ¿qué haría ahora? Podría ir abajo y cumplir mi castigo, ¿estaba leyendo mentes?, ¿o solo podía escuchar las voces?
 Los murmullos y gritos comenzaron a aumentar de volumen, como si mi cabeza fuera un equipo de música y alguien lo dejó al máximo. Presioné con ambas manos mis oídos y traté de ignorarlos.
>> ¿Qué le habrá pasado a Emily?
 Oh, esa voz la conocía. Traté de localizarla.
>> ¿Y si voy a buscarla o estará durmiendo aún? No quiero molestarla, pero la Sra. Anderson parece bastante molesta.
 ¿Dan?
>>Iré a preguntarle –se animó y alzó la voz-. Sra. Anderson… ¿puedo ir a buscar a Emily?
 No estaba acostumbrada a esto, en realidad, era bastante incómodo y molesto. Tampoco era experta, ¿qué se supone que debo hacer para callarlos?
>>Dan parece muy interesado por ella, ¿qué le verá? Se que tiene los ojos verdes y todo, pero su rostro es como de porcelana, su palidez resulta ser hasta molesta.
 ¿Alexa?, ¿qué estaba haciendo ahí?
 Intenté escuchar con atención a todos y cada uno, viendo sus perspectivas. Me salí de unos cuantos cuando escuché conversaciones ajenas a mis intereses o temas realmente estúpidos. No lo lograba, definitivamente estaba perdida, en el sentido literal de la palabra, mi cabeza estaba a punto de estallar.
 Se me vino una imagen a la cabeza, la observé con atención. Eran escaleras, las que dan con las habitaciones, alguien las estaba subiendo casi corriendo. Se fue hacia los pasillos, mirando los números de las habitaciones. Que raro, solo estaba pendiente hacia donde iba, ninguna mención de algo.
 Mis ojos se desenfocaron cuando pude notar que aquella persona se detuvo en una puerta con el número 86. Estaba parado afuera.
>> ¿Estará despierta?
 ¿Es que él estaba acá?, entonces la Sra. Anderson le había permitido venir hacia acá… pero yo aún no estaba vestida.
 Corrí al baño y saqué un suéter negro con unos jeans azules, me había puesto una polera gris, para variar algo. Sentí como golpeaba mi puerta.
-¿Emily? –dijo él.
 Abrí la puerta con algo de prisa.
-Hola –respondí con una media sonrisa.
>>Guau, esto…
-¿Te has retrasado en el castigo, sabes?
-Oh, si.
-¿Estás bien?, ¿te has quedado dormida?
 Cerré la puerta a mis espaldas y di unos pasos hacia la dirección del pasillo izquierdo.
<<Está hermosa. >>
 Cerré los ojos, supuse que no le gustaría que leyera sus pensamientos, pero me era inevitable, al parecer, entre más cerca estaban de mí, eran más nítidos. Golpeteé con mis dedos los jeans algo confundida. ¿Es que ahora se me daba por ser una lectora de mentes?
 ¿Qué pasaría si le contara de que podía leer su mente?, ¿se alejaría de mí?
 Reprimí el deseo en mi mente.
<<Está muy callada, parece preocupada… ¿le ocurrirá algo?>>
 Sus pensamientos eran algo inocentes, sonreí hacia mis adentros.
 Estuve pensando en invitarte a una actividad que haremos con Christie y Phillipe ¿te animas? –dijo.
-Claro –asentí mientras bajábamos las escaleras rápidamente.
 Me miró confundido.
-Estoy hablando conmigo misma –dije rápidamente.
 Dejó pasarlo luego de unos segundos.
 Sentía los zumbidos cada vez más bajos, como si todas las puertas se cerraran con los estudiantes hablando en su interior. Me costaba un triunfo concentrarme.
-¡Mierda! –grité de repente cuando alguien golpeó una puerta a nuestro lado.
 Dan estaba a mi lado izquierdo y me sujetó del brazo corriéndome instantáneamente, quedándose más cerca de la puerta, rígido, sin miedo.
-¿Qué fue eso?
 Me empujó por detrás de su espalda.
-Será mejor que ambos se dediquen a caminar hacia el patio –gruñó Christie al otro extremo del pasillo.
 Dan la miró de reojo, yo inhalé una bocanada de aire.
-¿Qué ocurre? –preguntó cuando nos vio rígidos frente a la puerta.
-Se escuchó un ruido a través de la puerta –murmuré en voz baja.
 Ella la miró durante unos segundos y suspiró con una sonrisa.
-Es Felix –me jaló de la mano mientras avanzábamos nuevamente.
-Espera… ¿cómo lo sabes?
 Ella se volteó a mirarme mientras arqueaba una ceja.
-Christie es como una lectora de almas –apuntó Dan con un dedo, semi-inclinado hacia mí, ella sonrió-. No es como una lectora de mentes, ella puede ver como, tú sabes –sacudió la cabeza frustrado-. Sus intenciones, algo así como deseos.
>>También puede verte a través de cualquier cosa, una pared, quizás –continuó.
 Miré a Christie con asombro.
-Lectora de almas –sonreí fascinada.
-Ajá –rió.
-¿Cómo es eso? –me acerqué de puntillas hacia ella.
 Me dirigió una amplia sonrisa por mi curiosidad.
-¿Tiene complicaciones?, ¿o alguna intervención?
-¿Complicaciones?, creo que ninguna. Pero si intervenciones.
 Esperé.
-Tú alma es externa, está aparte de tu cuerpo, puedo mirar a tu interior y reconocerla al instante.
 Exhalé impresionada.
-¿Reconocerla?, ¿es decir que ves almas?
-Increíblemente brillantes por así decirlo.
 Dan rió.
-Terminarás por confundirla –nos hizo avanzar hacia el pasillo siguiente, ya se veían los demás alumnos en el patio junto a la Sra. Anderson.
 Se me revolvió el estómago por los nervios.
-Mira, cada alma es única, y cada una tiene un brillo diferente… mayor intensidad –explicó Christie ahora más concentrada-. Es como si pudieras ver una ampolleta al interior de cada persona, claro está… que no todos son así, puedes ver a una persona con intensiones malas, entonces su alma será oscura y densa. En cambio, entre más humana sea la persona, más clara y brillante será su alma.
-¿Cómo es la mía? –le pregunté con un hilo de voz.
-Radiante –rió.
-¿Y la de Dan? –le apunté algo absorbida por su don.
-Es algo transparente –le miró con indiferencia-. Ya que, la Sra. Anderson está furiosa.
 Ugh.
-¿Crees que nos reten?
-Claro, siempre lo hace –se encogió de hombros.
-Bueno, no estoy acostumbrada.
-Lo estarás, no es la gran cosa –bufó.
Caminamos el resto del tramo hacia el medio del patio en silencio, la Sra. Anderson estaba ceñuda con los brazos bruzados en el regazo, tenía el pelo amarrado en una coleta desigualada y se le escapaban varios mechones de pelo. Llevaba un vestido negro hasta las rodillas, era algo lindo pero ella estaba demasiado seria como para relucirlo. Estaba más vestida como para un evento que para el castigo de unos simples adolescentes.
 Di unos pasos cortos cuando dirigió su fulminante mirada hacia mi, no quería llegar, entre más lejos posible de ella, mejor.
-Espero que tengáis una buena excusa, no los dejaré pasar así como así –dijo ella con un tono firme y autoritario.
-De hecho, la tenemos –dijo Dan tranquilamente-. Emily estaba algo enferma… creo que se le pasó en el trayecto.
 Sentía su fuerte mirada en mí, exhalé con fuerza.
<<Finge un dolor de estómago, no digas nada, solo hace como si te doliera demasiado>>
-Ugh –gemí poniendo un brazo en mi estómago, resultó un fracaso cuando Christie se echó a reír, me mordí el labio para ocultar una sonrisa.
 Miré a la Sra. Anderson con el rabillo del ojo, me miró y lució un destello de ira, miró a Dan.
<<Apuesto de que luego de un rato se verá perfectamente, este par de problemáticos no hacen más que hacerme líos con el rector>>
 Dan me rodeó con un brazo detrás de la cintura, como si me estuviera afirmando para no caerme.
-Bueno, supongo que le aumentaré el doble, ella podría haber bajado perfectamente, o tu, Baker, tendrías que haberla llevado a la enfermería –sacudió la cabeza con desapruebo-. Antes de notificármelo, por supuesto.
 Dan rió entre dientes.
-¿Entonces cree que debería haberla llevado a la enfermería? Luce bastante bien –sonrió.
 Christie comenzó a golpear sus piernas con las manos mientras reía a carcajadas. Ella la fulminó con la mirada.
-Será mejor que se formen para que decida cual será su castigo.
-A sus órdenes, mi generala –dijo Christie poniendo una mano en la frente y caminando como militar.
 Me topé con los ojos de Phillipe, que no paraba de reír.
<<Gran espectáculo de imbéciles>> Los pensamientos de Alexa eran bastante ruidosos, fruncí el ceño.
 La Sra. Anderson comenzó a hablar con voz estricta, mirándonos a los ojos con una seria advertencia, como si todos pensábamos que lo más conveniente fuera escaparnos.
<<Ojala que no me manden a los camarines, la ultima vez que estuve ahí los trajes de baño estaban horribles. Arg, como si fuera agradable>> Abandoné la idea de sus pensamientos, poco agradables. El chico desconocido estaba parado junto a Tom.
-Baker –miró en dirección a Dan-. Escoge tu pareja.
 Dan me dirigió una mirada fugaz.
-Emily Wright, Sra. Anderson –dijo con respeto, como si estuviera orgulloso de su elección.
 Una de las peores por cierto, no me agradaba la idea de castigo, ni ordenar, imaginé una serie de accidentes que pudiesen ocurrir en distintos lugares. Palidecí.
-¡No! –Chilló Christie-. Ella es mía ¿vale? Será mejor que escojas a otra de tus babosas seguidoras, querido, ella está reservada para mi.
-Quizás sería más aceptable que no la trates como algo material, Christie –rió Dan.
-¿Material? Somos mejores amigas, para tu información –le arqueó una ceja-. Además, ella será mi pareja de castigo.
 Le sacó la lengua como una niña de cinco años.
 ¿Pareja de castigo?, ¿en que consistía eso?
-¿Baker, Christie? –llamó nuevamente ella.
 Dan se echó a reír.
-Será mejor que decidas con quien estarás, querida hermanita.
 Christie le fulminó con la mirada.
-Phillipe Harris –exhaló ruidosamente.
Phillipe alzó la mirada, sus ojos centelleantes se posaron en Christie.
-¿Brooks?
 Axel suspiró con desánimo mientras miraba desinteresado. La Sra. Anderson le miró impaciente.
 Apuntó a Harlot.
-Ni se te ocurra mencionar mi nombre –le amenazó ella.
 Axel se rió a carcajadas.
-Con ella, Sra. Anderson –relució sus dientes-. Como si fuera la cosa más entretenida estar en parejas, ¿qué haremos esta vez?, ¿lustrar pisos?
 Ella le ignoró.
-¿Jenkins?
<< ¡Maldición! Si ese imbécil no la hubiese escogido… luego me las pagará>> pensó él.
 Me mordí el labio, mi estómago sufría por el pánico y nervios.-
-Alexa Brown –musitó entre dientes.
 Ella le miró con algo de desinterés.
 La Sra. Anderson miró una carpeta que tenía en sus manos y con su dedo comenzó a avanzar algo que no podía ver.
-Baker y Wright… hacia el gimnasio y camarines –dijo ella.
 ¿Qué? Como si necesitara que mil pelotas me llegaran en la cabeza, para rematar, los pensamientos del chico desconocido eran reales ahora para mí.
-Baker y Harris, comedor y cocina –dijo ella con el ceño fruncido.
-¡La mierda viviente! No lavaré platos –gruñó Christie.
-¡Baker! Será mejor que cierres la boca si no quieres que luego te agregue de limpia mesas.
 Christie fulminó a Dan.
-Gracias, chico maravilla.
-Brooks y Hughes, patio y piscina.
 Pude ver como le subía la sangre a la cara de Harlot, ella estaba realmente avergonzada, pero fácilmente se volvió pálida como su piel natural cuando comenzó a patear el suelo mientras caminaba, las piedras y pasto no salían volando más allá de unos metros.
<<Ella me odia, de seguro luego hará que saque los malditos bichos del agua. >> rió Axel.
-Te odio –susurró Harlot que estaba a unos metros de mí, lo suficiente como para escucharla, bueno, la verdad no, podía gracias a mi mente-. ¿Por qué no habrías asentido o algo similar?
-Hazlo tu misma, déjame a mí en paz –dijo él sin que arruinara su humor.
 Dan me jaló de la mano suavemente mientras me llevaba a algunos pasillos.
-Creo que tendré que presentarte el gimnasio, no es más agradable que esto –apuntó el techo y las puertas-. No puedes esperar algo más de una escuela reformatoria, no tienen un gran gusto… de hecho, creo que ni siquiera contratarán a alguien para la mantención.
 Asentí en silencio.
-¿Cómo vas con tu cabeza? –Sonrió-, ¿muchas murmuraciones?
-Creo que ya estoy comenzando a acostumbrarme –fruncí mis labios.
 Era verdad, quizás habría sido el miedo de escuchar voces en mi cabeza la primera vez lo que me había hecho casi gritar de pánico, o saltar de la cama, que quizás habría sido peor. Pero los murmullos no eran algo racional, completamente fuera de mundo, ¿así que ahora era una psíquica?, ¿qué tenía que esperar ahora de acá?, ¿qué pudiera respirar bajo el agua?
 Podría intentarlo algún día, para ver a cuanta estupidez soy capas de alcanzar.
-¿En qué piensas? –dijo él mientras abría con cuidado la cerradura.
 Intenté controlar mi expresión horrorizada cuando noté que el gimnasio era más grande de lo que esperaba, eso significaba que ahí adentro estaba un lugar muy amplio, donde estaría lleno de balones y seguramente yo en el único punto capaz de desafiar a la gravedad y la lógica.
 Sus ojos realzaban sus facciones y se volvieron un poco cálidas, estaba esperando aún mi respuesta.
 Dan había abierto la puerta de par en par mientras encendía la luz y estaba lo que me temía. La cancha de baloncesto era extensa y las dos cestas estaban al fondo y a unos metros de nosotros la más próxima. Dos graderías estaban en los costados del amplio gimnasio y eran altas, eran de fierro y estaban algo oxidadas por detrás, sus asientos de madera no daban mucha confianza, pero la suficiente como para que todos los alumnos subieran corriendo y saltando, sin temer que se viniera abajo.
 Me encontré con la mirada cautelosa de Dan, el ladeó la cabeza con los ojos empequeñecidos por la sospecha, estaba curioso.
 Pero no estaba emitiendo ningún pensamiento que pudiera oírle.
-No lo sé –respondí sin más.
 Dan sacudió la cabeza mientras desaparecía por una puerta, me quedé ahí quieta, mientras miraba el lugar, tenía un aspecto tan solitario, tan silencioso… el lugar ideal para que todas las sombras arremetieran contra mí.
 Pero ahora sabía que ellos podían controlarlas, que no tenía que tener miedo. En la oscuridad no somos más que unas simples sombras.
 ¿Dónde había ido Dan? Avancé unos pasos, vacilando en la posibilidad de irme tras él o de esperarle ahí sentada. Si hubiera sido algo importante, me lo habría dicho ¿qué aspecto tenía mi cara?
 Volvió a los segundos.
-Fui a buscar esto –me lanzó una cajita de cartón del tamaño de un cubo de rubik.
 La miré con curiosidad y levanté la mirada como para pedirle permiso. Asintió relajado.
 Abrí la caja con rapidez, cuidado de que no se rompiera y había una llave de bronce.
-¿Esto es…? –alcé la vista hacia él, el soltó una carcajada.
-Tenemos que ordenar ¿no? –se mordió el labio para ocultar una sonrisa.
 No entendía a donde quería llegar.
-Soy uno de las personas en las cuales los profesores no dudarían en soltar que tienen una llave como esta –la apuntó con un dedo y se cruzó de brazos-. Creo que ellos estaban seguros de que algún despistado la necesitaría y bueno… me han dicho su escondite.
-¿Para qué es? –pregunté mientras captaba de repente toda mi atención.
-La llave del cuarto de aseo –respondió.
 No podía leer la expresión de su rostro, así que comencé a descifrar sus ojos. Cálidos, feroces y entusiastas.
-¿Así? –Solté una sonrisa burlona-, ¿iremos por escobas y trapos?
 Rió a carcajadas.
<< ¿De qué estarán hablando? >>
 Giré levemente la cabeza para encontrarme con los ojos de Tom. Él pareció notar que le miré.
-¿Puedo hablar contigo, Emily? –dijo él desde la puerta.
 No miré a Dan, pero podía notar como se tensaba.
-Deberías ir, Em… quizás se moleste si no vas hacia él.
 No me gustaba como sonaba la seriedad a través de su voz.
-¿Te molestaría si estuvieras en su lugar? –le pregunté ocultando una sonrisa.
 Negó con la cabeza para mi sorpresa.
-No, te arrastraría hasta mí –sonrió.
 Miró mis expresiones y comenzó a reír.
-¿Desde cuando me dices <<Em>>?
-¿Te molesta? –preguntó al instante, con voz dulce y cantora.
-No, para nada –exhalé mientras pensaba y apunté a mis espaldas-. Iré a ver que quiere.
 Tomó la cajita de entre mis manos y alzó la llave.
-Y yo iré a sacar lo que necesitaremos.
 Noté como forzaba una sonrisa, traté de aligerar la situación.
-Si no me regresa en cinco minutos, llama al 911 –abrí los ojos demostrando un falso terror.
 Funcionó. Explotó a carcajadas.
-Vale, vale –se alejó hacia la puerta de la que había salido anteriormente y la cerró mientras se iba por los costados del gimnasio, noté que además de la puerta de entrada, habían dos más en los lados, detrás de las graderías.
 Por mi parte, me fui hacia la entrada.
-Hola Emily –dijo Tom apenas me vio.
 Estaba con una polera negra y jeans, unas zapatillas sucias por el barro del patio y un jersey ceñido a su cuerpo. Sonrió bajo sus ojos claros y su pelo rubio caía alborotado bajo ellos, cubriéndolos con una débil sombra. Por alguna razón, se veía frío y peligroso.
-¿Qué hay? –volvió a abrir la boca, ahora más alegre.
 Y el peligro desapareció.
-Estoy castigada ¿no lo recuerdas? Creo que si, ya que la razón está frente a mí –le señalé con un dedo acusador, él me observó dudando de mis palabras-. De todos modos me castigarían, Harlot parece muy segura de si misma, no creo que quiera dejarme en paz durante un buen tiempo.
 Él asintió, comprendiendo.
-¿Y te tocó con Dan? –miró hacia la puerta desconfiando.
-Él me eligió a mí –le corregí.
Murmuró algo que no había podido escuchar con claridad, pero si en mi mente. <<Claro, de seguro que si, apuesto a que se aprovecha por su apellido. Baker, de seguro le es una ventaja por el orden de lista>> Arqueé una ceja.
 El me miró curioso.
-¿Qué? –preguntó al instante.
 Noté que había visto como le miré.
-Hum, nada, es solo que… tienes que verte el rostro, pareces enojado –solté tratando de ocultar algunas razones por la cual le podía mirar de ese modo.
 Como <<Oh, nada quizás se deba a que escuche tus pensamientos en mi mente, no te preocupes, ahora es común en mi>>, << ¿Qué estás diciendo? Creo que no entendí aquello que acabas de pensar>> Me reí de mi propio sarcasmo.
-Supongo que no me debería de extrañar tu raro comportamiento –lució una sonrisa torcida.
 Demoré en contestar.
-¿Raro comportamiento? –repetí algo molesta.
 La verdad es que me fastidiaba cuando alguien me trataba de rara o algo poco habitual, me consideraba una persona bastante normal, exceptuando el hecho de que ahora podía leer mentes y que sombras extrañas y oscuras me han estado siguiendo durante toda mi vida. Además de eso, soy alguien bastante común.
-Si, lo veo –dijo con sarcasmo, le fulminé con la mirada-. Eh, no te fastidies, en realidad estaba bromeando.
 Me crucé de brazos para oír sus disculpas, no aparecieron en ningún momento.
-¿Estarás enojada conmigo durante todo este rato? –arqueó una ceja mientras adoptaba una pose atractiva y desafiante-. ¿Es que acaso hoy estás de mal humor?
 Negué con la cabeza, aún con los brazos entrelazados. Rió con fuerza.
-Al parecer –inquirió.
-No, te equivocas, estoy con un perfecto buen humor –mi voz sonó ruda y seca.
 Se apoyó en la pared de uno de los pasillos, al parecer le entretenía hablar conmigo.
 Estupendo, ahora le entretenía por el hecho de que me fastidiaba cuando alguien me molestaba.
-¡Que bah! ¿No piensas hablarme? –rió a carcajadas.
 Le miré seria. Él movió la cabeza con gesto de desaprobación y me levantó del suelo. Mis pies se elevaron unos cuantos centímetros del suelo mientras él avanzaba por el pasillo, me comenzó a sacudir cuando yo intentaba zafarme de su abrazo de oso. Tenía bastante fuerza.
-Necesitas una dosis de diversión –le escuché decir en voz alta mientras reía.
-¡Bájame! –le ordené entre risas.
-Oh, tendrás que convencerme, dame una buena razón.
 Me incitó de una manera extraordinaria. Yo me consideraba una persona bastante madura para solucionar mis asuntos y sabía cuando me convenía mejor cerrar la boca o comportarme como es debido, alejarme de los problemas, quizás. Pero estos venían a mí como una fuerte presión, como cuando frotas una regla con tu pelo durante unos breves segundos y las acercas a un montón de pequeños trozos de papel.
 Pero con Tom me sentía como una niña, y el era una persona bastante divertida. Exceptuando los recuerdos dolorosos de una noche de bosque, en la que ni el lago a nuestros pies eran posibles de ver. Donde sus ojos azules, fríos y desolados, miraban seriamente en nuestra dirección.
 Me estremecí ante el recuerdo.
-¿Estás bien? –preguntó repentinamente preocupado.
-Si –respondí, la voz se me quebró.
 Me bajó al instante y me observó con cuidado.
-No sonó muy convincente ¿sabes?
-Lo sé –suspiré-. Es solo que tengo malos recuerdos, nada de que preocuparse.
-Bueno, podemos dejar el pasado a un lado y vivir el presente ¿no crees? –me animó mientras me sacudía de los brazos, de manera alentadoramente tentadora.
 Como si fuera tan fácil.
-No lo creas –enarqué una ceja-. Tú no has tenido que vivir todo el tiempo escapando de sombras.
 De repente su mirada se volvió fría. Agh. Había metido la pata, o más bien ambas. Esta vez si la había embarrado.
-¿Qué dijiste? –preguntó alarmado.
 ¡Ah! ¿Dónde estaba Dan en estos momentos? Miré preocupada hacia el pasillo.
-Esto… no lo sé –vacilé con voz temblorosa.
-¿Es una broma? –prosiguió ahora con tono aterrador.
-No –me armé de valor-. Me han traído acá por eso.
-¿Enserio?
-Si, mis padres creen que estoy loca.
-Cualquiera lo creería ¿no? –ladeó la cabeza, considerando la posibilidad.
 ¡¿Qué?! Así que ahora todos me veían como una loca.
-Estupendo, Tom. Es realmente muy halagador que sea una loca de patio –bramé con fuerza.
-No estaba diciendo eso, Emily.
-No me importa –dije mientras me volteaba a la puerta.
 Se aferró a mi mano, deteniéndome en seco.
-Cuéntame más sobre esas sombras que tu vez –dijo como si no supiera absolutamente nada.
 Muy estúpido. ¿Es que acaso me matarías nuevamente si te contara de lo que fuiste y eres capaz de hacer?
 Bueno, no me mató, pero literalmente hablando, podríamos decir que sí. Él había acabado con la mayoría de mis recuerdos, con mi vida.
 Dan apareció de repente. Mi salvación personal.
-Creo que deberíamos cumplir nuestro castigo –dijo resaltando la palabra más que las otras.
 Comprendí sus intenciones. Miré a Tom en modo de disculpa.
-Supongo que hablaremos luego –le dije.
 Me sorprendió que en su rostro abundara la expresión de ira y horror.
-¿Tom? –susurré con miedo, no por que él me lo provocara, sino temiendo de que fuera capaz de hacer algo, del cual ambos salieran dañados.
 Seguía mirando a Dan con una expresión sumida en odio, este le miraba con algo similar a la tranquilidad y la conformidad, como si para el estuviera bien sentir el odio de Tom.
 Una sombra comenzó a aparecer de a través de las paredes, silenciosa y amplia, oscura y traslúcida mientras se movía con sigilosa lentitud hacia Dan. Palidecí.
-¿Tom? ¡Tom! –le llamé aterrorizada.
 La sombra vino en compañía de otra y más seguidas, eran más espesas esta vez y más amplias, me volteé a mirar y supuse que el miedo se habría estampado en mi cara como el diseño de una polera. Una gran pared oscura había echo desaparecer el patio.
 Pero Tom y Dan seguían en silencio, odiándose con la mirada.
-¡Cielos! –Exclamé mientras trataba de zafarme de los brazos de Tom, algo imposible-. ¡Suéltame!
 Tom me miró con el ceño fruncido y un gruñido se escapó de Dan.
-¿Qué estás haciendo? –le grité enfadada, podría cubrir el pánico con enojo, sería fácil, a pesar de que no estaban tan molesta, excepto de que no se decidía a soltarme en ningún momento-. ¿Estás loco?
-Silencio –murmuró como una orden.
-¡No! –miré a Dan para que me ayudara.
 Este tenía una expresión de dolor en el rostro y luego miró hacia arriba, las sombras se movían conforme la rabia de Tom avanzaba, entre más se enojaba, todo se tornaba oscuro.
 Dan comenzó a mover la cabeza, en cualquier otra ocasión habría pensado que estaba pensado o muy concentrado mirando el techo, pero una a una, las sombras comenzaban a escabullirse y desaparecer, estallar y resonar como si estuvieran sacudiéndolas.
 Me estaba ayudando, entendí.
<<Una vez que las sombras desaparezcan, Em… tu solo corre hacia el gimnasio ¿vale?>> Sonó como si me estuviera mandando, me iba a negar, pero confiaba en él. Sabía que lo haría de todos modos.
 ¿Por qué? –ni siquiera hice ruido alguno, solo gesticulé con mis labios para que me los leyera y entendiera.
<<Tom está furioso, es algo… peligroso. No quiero que te veas implicada en uno de sus caprichos y menos si están involucradas las sombras. Se que les tienes miedo>>
 Solté una sonrisa, no porque estaba feliz, sino que estaba conciente de que él estaba preocupado por mi.
 Una capa de sombras ya habían desaparecido desde entonces a las espaldas de Dan, ya no estábamos encerrados en la capa de oscuridad, y me solté de los brazos de Tom, el me frunció nuevamente el ceño y le fulminé con la mirada.
-¿Qué haces? –me preguntó mientras me miraba.
 Le negué con la cabeza, no sabía que decirle. Por una parte, a pesar de ser una persona completamente amable y simpática conmigo y una dura y fría con Dan. No quería hacerle daño y tampoco podía negar que me agradara demasiado y que me atrajera.
 Una mano me atrajo hacia atrás y Dan me empujó con cuidado a través de su espalda.
-Corre –susurró con voz dulce, me hipnotizó con sus ojos profundos y quedé en shock.
 Las sombras volvían.
-Pero supongo que tú y Tom no pelearán esta vez –suspiré.
 Hizo una mueca de disgusto.
-No lo sé, trataré de calmarlo.
-¿Crees que puedas?
-Si, de todos modos lo hará.
 Christie apareció desde el pasillo, de la entrada del gimnasio. En su cara relampagueó la sorpresa.
-¡Em! –gritó mientras corría hacia mí-. ¡Demonios! ¿Es que no pueden dejar de meterse en problemas?
 Las sombras se esfumaron al instante. Miré a Christie agradecida.
-Christie –murmuró Tom enfadado.
-¡Cállate! –le retó-. ¿Es que no te das cuenta de que Emily está acá?
 Posó su mirada en mí mientras formaba las maños en puños.
-No le haría daño.
-¿No me digas? –le fulminó-. ¿Entonces por qué decidiste borrarle la memoria?
 Me temblaron las piernas, Christie no llegaba a esos extremos.
-Christie –susurró Dan, preocupado mientras me miraba.
 Tom me dirigió una mirada sigilosa.
-¿Ella lo sabe? –murmuró con voz temblorosa.
 En ese momento estallé:
-¡Claro que lo sé!
 Tom palideció.
-¡¿Se lo contaste?! –le gritó a Dan en la cara a momento en que se acercaba más para encararlo.
 Dan le miró serio.
-¡No se lo ha contado! –chilló Christie enfadada.
 Se veía como si fuera una pequeña niña gritándole a un adulto.
-¿Entonces? –dudó él.
-Al parecer lo recordó a tiempo, querido –dijo ella con un acento sureño proveniente de Tennessee.
-Esto… no –Tom negó con la cabeza mientras trataba de orientarse.
 Le miré con una expresión de dolor.
-¿Por qué lo hiciste? –le pregunté.
 Él me miró afligido.
-Porque no soportaba verte con… él –miró hacia Dan.
 Me tembló el labio inferior.
-Pero no tenía porqué hacer eso, Tom ¿querías matarme? –cerré los ojos mientras él hacía un gesto adolorido con el rostro.
-No iba a llegar a ese extremo.
-¿Y por qué no? –le recriminé.
-Bueno, las controlo y…
-¡Cállate! –Gritó Christie-. ¡Nada te justifica!
 Tom exhaló, como si alguien le hubiese apuñalado en el corazón. No supe que facciones habría tenido, pero Dan me miró y luego tuvo una vista ausente.

 FLASHBACK 

-Supongo que no tendrás prisa en irte –susurró Tom mientras me dejaba en mi casa, en Vancouver-. ¿Por qué no hablamos un rato más?
-Si quieres entra –le sugerí sonriente.
-¿Están tus padres? –preguntó curioso.
-Mi madre está en la cocina, ¿por qué?
-Quería saludarles –sonrió.
 Él era alegre y único, uno de mis amigos más cercanos en ese momento. Mi mejor amigo, para ser exactos, era con quien podía conversar horas y horas sin aburrirme y quizás aún más. Pero no teníamos secreto alguno.
-¿Mamá? –llamé al entrar a mi casa.
-¿Si? –pronunció ella desde el pasillo de la cocina.
-He llegado, vengo con Tom… supongo que no te molestará que se quede a cenar ¿no?
 Moví las manos, nerviosa.
-Claro que no, hija –apareció mi madre con una sonrisa muy amplia, las arrugas de su rostro eran amables y cariñosas-. Sabes que él es bienvenido en nuestra casa. Pasa, Tom.
 Tom avanzó desde la puerta y miró el lugar, a pesar de haber estado antes con anterioridad.
-¿Está preparando pasteles? –sonrió fascinado.
-Si –dijo mi madre con orgullo-. Me alegra que te gusten.
-Huele delicioso, creo que para ninguno de los dos sería posible resistirnos –me miró con dulzura.
-Por supuesto que no, a Emily le fascinan.
 Enrojecí con timidez. Tom era bienvenido en mi casa y siempre que podía, halagaba a mi madre con cumplidos sobre su maravillosa habilidad en el momento de cocinar.
 FIN FLASHBACK 


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