lunes, 31 de octubre de 2011

"Psychosis"

Capítulo 3 – Mercancía prohibida

 Ya habían pasado más de tres día de que había llegado a este lugar, comenzaba a acostumbrarme a lo referido con los horarios, aunque seguía pensando que las clases eran del terror. Era día jueves y mañana sería la fiesta de Phillipe.
 Christie había estado tan ocupada con las invitaciones y ordenando todo y cada uno de los detalles, que le había sido imposible que alguien la detuviera.
 El lunes por la noche ella había venido –tenía más que claro que no iba a faltar-… hablamos de miles de cosas, como, donde vivía antes de llegar, que tal eran mis padres, mis amigos… las sombras. Ella estaba tan entretenida con el tema hasta ese punto, ahí fue cuando me lo relató todo, sin olvidar ningún detalle.
 La diferencia entre Dan y Christie era que ella me lo habría dicho de todos modos, en cambio a Dan, no estaba segura si me lo habría contado.
-¡Ey! –Alguien llamó tras la puerta-. ¡Abre!
 ¿Christie? ¿Qué hacía tan temprano? Me levanté rápidamente y le abrí, ella estaba perfectamente vestida, el color negro le venía a la perfección. Tenía un vestido negro y un paño entre rojo y morado alrededor del cuello, zapatos bajos y el pelo alborotado sujeto por un peinado que le sentaba bien.
-¿Qué hacías, eh? –preguntó mientras entraba a la pieza a la velocidad de la luz.
-Me acabo de levantar –dije mientras iba hacia el baño para arreglarme.
-Guau, es algo tarde.
-Son recién las siete de la mañana, Christie –la miré boquiabierta-. No creo que estés hablando en serio.
-Bromeaba –rió-. ¿No te has olvidado de los planes de hoy? Supongo…
 ¿Planes de hoy? Además de estar organizando la fiesta de Phillipe, que en realidad no era mucho, puesto a que él tenía todo controlado –salvo la mercancía…
-¿La mercancía prohibida? –me senté en la silla que había junto al escritorio.
-Ajá –sonrió-. Tenemos que estar listos, en cualquier momento iremos a buscarla.
-¿Antes o después de clases?
-¿Te parece durante? –propuso entre risas.
-¿Quieres faltar? ¿No nos meteremos en líos? –dudé-. Eso puede aumentar sospechas ¿no?
-Hum… tienes razón –miró por la ventana-. ¿Qué tal si lo hacemos esta noche?
-Me parece una idea fantástica –sonreí.
-Bien, después de todas las clases, mientras los otros cenan… ahí nos juntaremos en el cuarto de Phillipe. Iré a avisarle mientras tú te vistes.
-Está bien.
 Christie desapareció a los segundos y cerró la puerta con rapidez, abrí el closet que estaba junto a mi pared y rebusqué algo que me agradara –que tenía que ser negro-, y dí con un vestido oscuro y delicado… era lindo. Lo saqué y caminé hacia el baño.
 Me dí una ducha rápida y luego de salir, ya habría lavado mis dientes y cepillado mi pelo –que seguía goteando y no estaba dispuesta a secármelo-, me coloqué el vestido y me agradó en la forma en la cual se me veía, era aceptable. Saqué mis Converse y ya arreglada, asomé la cabeza por el pasillo.
 Unos susurros venían de adelante, Phillipe era la puerta número 105 y Christie estaba en la número 98. Los susurros continuaban, al parecer venían de dos puertas más acá.
-Tienes que entender de que ella es peligrosa, Dan. ¿Cuántas veces han atravesado a alguien las sombras que tú ves?
 La voz era femenina, la conocía pero ¿de dónde?
-Jamás… pero eso no significa que ella sea peligrosa –dijo él.
 Continué caminando, intentando que mis pasos no sonaran mientras pisaba.
-¿Y es posible de que justo ocurra cuando ella llegara este lunes? –bramó la voz.
-No le eches la culpa, Alexa.
 Me quedé ahí, esperando que continuaran.
-¿No entiendes que lo único que hace es atormentarte? Olvídala.
-¿Qué te hace pensar que te haré caso?
-Porque me tienes a mí y a Christie, a nadie más –dijo ella en un susurro.
 ¿Dan y Alexa eran novios? Abrí los ojos sorprendida mientras una extraña sensación de rabia y tristeza me embargaba.
-Hola ¿qué haces acá?
 Me volteé rápidamente, con el corazón en la mano mientras él sonreía.
-Hola, Tom –suspiré-. Me dirigía a buscar a Christie.
 Las murmuraciones cesaron.
-Te ves… hermosa –dijo lentamente mientras pestañeaba-. ¿Te acompaño?
-Oh –cerré los ojos mientras sonreía-. Bueno, no sé si la encuentre de todos modos.
-Estaba en la pieza de Phillipe antes de que me fuera.
-¿Estabas ahí?
-Pasé por ese cuarto mientras caminaba hacia la biblioteca… a propósito de biblioteca ¿no la has visitado?
-No –le miré boquiabierta-, no he tenido tiempo –dije con desánimo.
-Algún día me acompañarás ¿está bien? –sonrió encantado.
-Claro.
 Me rodeó con su brazo mientras lo pasaba por mis hombros y comenzamos a caminar hacia la pieza de Phillipe.
 Recordé los susurros de Dan y Alexa ¿es que ellos estaban discutiendo por mí? ¿Por qué yo iría a atormentar a Dan?
-¿Qué piensas? –preguntó Tom.
-Que quizás la gente suele ser algo paranoica –respondí a regañadientes.
-¿Alguien en especial? –rió a carcajadas.
 Su risa me hizo sentir una sensación de alivio, sonreí.
-No, nadie –respondí con tranquilidad.
 Miré para atrás una última vez, y vi el rostro de Dan abrumado por el pánico, miraba en dirección a nosotros y luego bajó la cabeza. ¿Qué le había ocurrido?
-¿No tienes frío? –Añadió Tom con un hilo de voz-. Afuera está algo helado y estás un poco desabrigada.
-Puedo ir a buscar un abrigo a mi pieza –sugerí mientras apuntaba a mi espalda.
-También perfectamente podría entregarte el mío –se sacó su chaqueta y me la tendió mientras introducía mis brazos y el la pasaba por mis hombros.
 Él se había quedado con una polera blanca y la bufanda morada.
-¿Entonces habías pasado a la biblioteca?
-Si, también iba a pasar a recogerte en tu cuarto, para acompañarte a las clases, o a desayunar –sonrió-. ¿Te parece si vamos?
 Tom era encantador en realidad, no era como un mejor amigo, era más bien… como todo novio al que una chica quiere, era preocupado, atento y atractivo por sobre todo, tenía la educación pegada a su personalidad y era cortés al hablar... era alto y fuerte, y eso hacía que me sintiera sorprendentemente protegida y cómoda al estar con él.
 Sentía como me crujía el estómago.
-Claro, tengo algo de hambre –reí.
-Perfecto –relució sus dientes-. Veremos que hay de bueno.
 Ya habíamos llegado a la pieza de Phillipe, que estaba abierta y él estaba sentado en una silla, con una guitarra en la mano y Christie hablaba sonriente.
-¡Ey Emily! –gritó ella al verme.
 Sonreí mientras esperaba afuera.
-Pasen –sugirió Phillipe mientras reía.
-¿Qué hacen? –Tom aún no apartaba el brazo de mis hombros y luego me hizo pasar primero.
-Le contaba a Phillipe lo que habíamos decidido con Emily –ella se levantó de la cama de Phillipe en la que estaba sentada.
 Corrió hacia mí y me jaló de la mano, adentrándome y sentándome junto a ella.
-¿Qué tienen planeado? –pregunto Tom con voz amable.
-¿Recordáis lo de conseguir la mercancía prohibida? –dijo ella entre murmuraciones.
 Todos demostraban estar interesados y se aproximaban para escuchar a Christie.
-Como olvidarlo –dijo Phillipe riendo-. Es una de las partes más interesantes de todo esto.
-Bien, ustedes conseguirán el alcohol, nosotras… la decoración –sonrió ella.
-Muy bien –dijo alguien en la puerta-. ¿Así que habrá alcohol?
 Axel estaba en la puerta y estaba mirando hacia Phillipe con aspecto divertido.
-Claro, no sería fiesta ¿no?
-Por supuesto, necesita algo de diversión –entró con tranquilidad y caminó hasta quedar al lado de Tom y Phillipe.
 Era casi del mismo tamaño que Tom.
-¿Qué propones? –preguntó Phillipe que comenzaba a tocar unas notas en la guitarra.
-Hum, de seguro tu tienes listas las canciones y lo que se refiere a que serás el DJ –rió.
-Alguien deberá remplazarme, seguro… quizás habrán momentos en lo que me anime a bailar.
 Todos reían y demostraban estar realmente interesados con ello.
-¿Quiere “no” irán? –preguntó Axel divertido.
-Hum, Alexa y Dan –dijo Phillipe con mala gana-. No sé que les habrá pasado.
 Recordé la conversación del pasillo, el rostro de Dan, la molestia de Alexa… ¿ella me odiaba?
-¿Ocurre algo, Emily? –preguntó Axel preocupado.
-No –me limité a decir con una media sonrisa.

 Mientras iba caminando para mi clase de biología –la cual me la hacía una señora de pelo castaño llamada Brenda Robinson-, iba pensando en ello todo el tiempo.
 Dan y Alexa… ¿es que ellos eran pareja? Era lo más probable, ¿ella me odiaba? ¿Por qué lo haría?, no tenía motivos.
-Emily –la voz me rodeó mientras caminaba por el último pasillo para llegar al salón y se aferró a mi muñeca-. ¿Puedo hablar contigo?
-No lo creo –negué con la cabeza mientras abría la puerta-. Llego algo tarde, no quiero perderme la clase, lo siento.
 Él se quedó ahí quieto, sin entrar.
-¿Te quedarás? –arqueé una ceja, siendo cortante-. Bien, yo debo entrar, no quiero problemas ¿vale?
-Emily… ¿te ocurre algo?
-No me ocurre absolutamente nada –afirmé.
 El rostro de Dan se sumió en el pánico con su voz.
-¿Acaso estás así por algo?
-Se me hace tarde, lo siento –dije mientras entraba por la puerta.
 Christie acababa de sentarse, Tom estaba hablando con ella y Phillipe. Axel estaba con su grupo e hizo señas para que me acercara a él. La Sra. Robinson aún no llegaba, al igual que Dan y Alexa…
 Fui a regañadientes hasta Axel.
-¿No estás de ánimos hoy, eh? –rió.
 Me uní a sus risas, mientras los demás acercaban una silla para que me sentara junto a ellos.
-Al parecer –hice una mueca.
 El me dirigió una sonrisa animadora. La puerta se abrió mientras me sentaba y entró Dan con una de las peores caras que le había visto jamás.
-Guau, está hecho polvo –musitó uno de los punkis.
-Ni que lo digas –le apremió Axel sorprendido-. ¿Qué crees que le haya pasado?
-Que se yo –se encogió de hombros el chico.
 Le miré con algo de nerviosismo, intentando aún no aparentar ninguna emoción, el chico sonrió al encontrarse con mi mirada.
-No me había presentado… Soy Nicholas Evans –estiró su mano y estrechó la mía.
-¿Qué tal si llamamos a Dan? –sugirió Axel.
 Resoplé.
-Hum, o quizás no –dijo nuevamente, con voz entrecortada-. ¿Algún problema con Dan, Emily?, ¿están enojados?
-Algo así –fruncí los labios.
-¿Por qué? –susurró como si estuviera a punto de enterarse del rumor más grande del mundo.
-No se lo contarás a nadie ¿vale? –Sonreí-, o si no tendré que arreglármelas para teñirte el pelo rubio oxigenado.
-No se me vería mal –sonrió coquetamente.
-Claro que no… a menos que lo mezclemos con todos los colores posibles –le dí un codazo.
-No está mal… de hecho deberías ser tú la que me tinture el cabello la próxima vez.
-Claro que no –reí.
 Se acomodó en la silla para quedar a unos centímetros de mi rostro y se ladeó para escuchar mejor.
-¿Me contarás?
-Por supuesto, tú solo no le digas a nadie de esto.
-Dalo por echo –me guiñó un ojo.
-¿Sabes si Dan está con alguien? –pregunté incómoda.
-Así que a eso viene todo –sonrió-. ¿Alguien como quién?
-Hum, no lo sé… Alexa, supongo –me encogí de hombros sin poder evitar gruñir al pronunciar el nombre.
 Él se echó a reír.
-No, jamás… bueno no lo sé –se revolvió el pelo-. Que yo sepa, Dan y Alexa son como primos.
 Enrojecí.
-No te preocupes por ello, Dan no está saliendo con nadie –miró a los demás que hablaban sobre algo que no había escuchado-. ¿Estás interesada por Dan?
 Sonrió como si fuera mi mejor amigo, y hubiese descubierto algo que le agradara.
-No, solo preguntaba –tartamudeé-. Debería habérselo preguntado a Christie –suspiré hablando conmigo misma-. Es que al parecer… Alexa me odia, no tengo ni la menor idea de porqué. Es absurdo –confesé con una mueca.
 El abrió los ojos sorprendido.
-No he hablado jamás con Alexa –enarcó una ceja-. No creo que te odie.
 Miró a mis espaldas. Miré de reojo luego de que alguien tapara un poco de luz fluorescente que me iluminaba. Dan estaba mirándome sin emitir palabra. Estaba sentada en su asiento y no sabía hace cuanto habría estado allí, ni cuanto habría escuchado.
-Adiós, Alex –me despedí con voz temblorosa-. Nos vemos luego.
-Claro –sonrió.
 Avancé esquivando la mirada de Dan, tenía vergüenza por haber creído que él estaba con Alexa, quizás podría estarlo y también tal vez Axel se podría haber equivocado, la única persona que podría aclarármelo podría ser el mismo Dan.
 Pero no quería preguntarle, no tendría el valor suficiente.
 Me senté en mi puesto con un leve suspiro y apoyé la cabeza entre mis manos.
-¿Puedo hablar contigo? –estaba a unos pocos centímetros de mi cara, expectante, triste, arrodillado observándome.
-¿Sobre qué, Dan? –cerré los ojos mientras reordenaba mis ideas.
-¿Estás enfadada conmigo? –preguntó como si hablara consigo mismo.
-No –suspiré frustrada, no era capaz de mirarlo a los ojos-, no lo estoy.
-¿Por qué estás así? –continuó, insistiendo cada vez más.
-¿Cómo estoy? –le miré molesta-. Yo estoy perfectamente bien.
-Ambos sabemos que no es así.
-¿Por qué habrías de saber tú como estoy? –le fulminé con la mirada.
 Su rostro se desarmó y bajó la vista, me embargó el deseo de abrazarle y decirle que lo sentía.
 Pero no lo haría.
-Por que te comportas conmigo de una manera a la cual desconocía –ahora suspiró él.
-Exacto, desconocías. Aún no me conoces, Dan.
-Te conozco mejor que todos, incluyendo Tom –bufó molesto, casi gruñendo cuando pronunció el nombre.
 ¿Estaba celoso?, ¿era posible?
-Al menos Tom demuestra ser sincero –le escupí las palabras en la cara.
 Inconcientemente quería provocarlo, para saber con exactitud que sentía. Una chispa de esperanza me inundó.
-Por favor –resopló enfadado.
 Su tono me enfureció.
-¿Por favor qué, Dan? –bramé-. Por favor ¿podrías explicarme por qué razón Alexa me odia por tu culpa?, ¿por qué yo provocaría a las sombras?, ¿por qué tú y ella… -frené frustrada cuando comenzaba a gritarle, había llegado demasiado lejos.
 Él no demostraba otra emoción que no fuera terror, balbuceó unas cuantas palabras que no pude descifrarle.
-Tú no las provocas –logró decir casi en un susurro.
-Ella no parece pensar lo mismo –me mordí la lengua para no gritarle nuevamente.
-Me importa una mierda lo que piense ella –frunció el ceño.
-No lo entiendo –tartamudeé, la voz se me fue por unos segundo, demoré en recomponerme-. Pensé que tú y ella…
-¿Qué? –Sacudió la cabeza-. ¿Creías que teníamos algo?
 Sonrió.
-Que bueno que te divierta.
 Sus ojos eran intensos, no parecía irradiar felicidad con ningún semblante, pero su mirada era increíblemente eufórica.
-¿Así que por eso estás así? –un rayo de esperanza recorrió sus ojos.
 ¿Esperanza?, ¿él estaba esperanzado?
-No –contesté instantáneamente, noté como la sangre comenzaba a subir hasta mis mejillas.
 Rió entre dientes, levantó la vista cuando alguien se aproximó y noté lo cerca que estábamos. Me aparté de inmediato y miré el rostro de Tom que estaba ceñudo.
-¿Qué haces acá? –Dan se incorporó y le encaró furioso.
-Eh, Dan –le detuve mientras me levantaba-. ¿Qué ocurre?
 Parecía estar conteniéndose y por lo visto creo que le costaba.
-No ocurre nada –se tranquilizó.
-Entonces tú y Brenda no irán a la fiesta ¿no es cierto? –sonrió Tom.
 Dan le miró como si le amenazara con solo verlo.
-¿Qué quieres, Tom? –preguntó con voz seria y cortante.
-Quiero que la dejes en paz.
 Miré a ambos sin comprender.
-Estoy completamente seguro de que ella no te lo ha pedido –se limitó a decir Dan mientras apretaba los puños-. Así que tú no decidirás nada si ella no lo quiere.
 Tom se encogió de hombros.
-No lo arruinarás todo, de nuevo.
-Oh, vale. No tengo ni la menor idea de que hablan ¿podrían al menos explicarme?, o quizás podrían hablar en otro lado –puse los ojos en blanco cuando vi a Tom negar con la cabeza.
-Bien –me volteé caminando hacia Christie quien habría mirado hacia los dos y se notaba preocupada.
-¿Qué ocurre por allá? –preguntó mientras sonreía al verme.
-No lo sé, no me han explicado nada…
 Phillipe estaba sentado en una silla junto a Christie y me acercó otra, me senté mientras Christie se dedicaba a garabatear en una hoja de cuadernos trazos y líneas abstractas.
 Un enorme estruendo provino de nuestro lado, las sillas y mesas que habían a unos pocos metros de nosotras se estamparon contra el suelo –haciendo más ruido aún-, junto a la caída de bruces de Tom. Me paré de inmediato junto a Christie.
-¿Qué demonios? –se quejó mientras se apartaba.
 Busqué con la vista a Dan, que miraba a Tom de pie, esperando a que se levantara.
-¿Qué le has hecho? –le pregunté mientras levantaba a Tom.
 Hizo una mueca cuando Tom se levantó tambaleándome, dirigiéndome una sonrisa.
-Emily… -musitó Dan entre dientes.
 Le miré, pero la espalda de Tom no me lo permitió una vez que se había cruzado, se le lanzó pegándole en el estómago, Dan cerró los ojos mientras presionaba los dientes y retrocedió unos pasos. Lo demás fueron un ir y venir de golpes, patadas; se lanzaban contra las mesas –que caían y se dirigían hacia ambos lados de la sala.
-¿Estáis locos? –chilló Christie mientras le dirigía miradas Phillipe y Axel quienes se levantaron más que rápido para correr hacia ellos.
 Phillipe se aferró a Dan y le sujetó de los brazos, quien iba a rematar a Tom con un golpe en el rostro y Axel sujetó de Tom.
-¡Que bah! –Axel parecía ser lo suficientemente fuerte para frenar a Tom de cualquier impulso que le corriera por su desenfrenada cabeza, no se movía ni un centímetro mientras el luchador se agitaba y zamarreaba para todos lados-. ¿Podrías controlarte al menos?
-¡Suéltame! –bramó como respuesta.
-¿Están locos? –Axel negó con la cabeza mientras lo mantenía, miró a ambos quienes le fulminaron con la mirada-, ¿quieren que nos castiguen a todos?
-¿Por qué rayos estabais peleando? –Christie se acercó mientras los miraba, desde Dan hacia Tom y de vuelta nuevamente.
 Ninguno contestó. La puerta se abrió pesada y ruidosamente, hice una mueca de disgusto mientras me esperaba cualquier cosa.

-Tu primera semana en este lugar y ya estas castigada –estábamos frente a la puerta número 98 y ella deslizó la llave por la cerradura con rapidez-. Realmente me sorprendes.
-Sabes que no estuve metida en ello –me encogí de hombros mientras analizaba los trazos de la puerta.
 Las letras estaban marcadas con tinta negra y miles de palabras estaban marcadas –grupos de música, o frases que ella misma había escrito-, una de las más destacadas con tinta <<No te atrevas a golpear>>
-¿Intentas hacer que la gente no entre en tu pieza? –sonreí mientras ella entraba.
-Lo sé, Harlot es una desgraciada –refunfuñó mientras me invitaba a pasar-. No puedo creer que nos haya acusado… bueno sí, era de esperar de ella.
 Cuando la Sra. Robinson había entrado por la puerta, la mayoría se había dedicado a ver lo que ocurría. Axel y Phillipe habrían soltado a Dan y a Tom –quienes se habrían esforzado por controlarse.
 Harlot le había contado todo a la Sra. Robinson –excepto los motivos-, y habría afirmado que yo y Christie estábamos metidas en el lío. Ella nos castigó a todos, este sábado tendría que ir junto a ellos a primera hora al patio de la escuela. Para rematar “a primera hora” eran las seis de la mañana.
-¿Trata de conseguir más enemigos?
 Christie rebuscaba en su closet y sacó una caja, dejándola en el suelo y lanzó cosas por todos lados hasta dar con lo que buscaba. Me lanzó una linterna y una caja con pilas, sacó una para ella y guardó nuevamente la caja. Dio unos pasos dudando, la luz estaba encendida y ella parecía estar recordando algo, con la vista ausente se agachó y estiró la mano por debajo de la cama, sacando un bolso de tamaño mediano, el suficiente como para guardar ropas y libros.
-De seguro todos aquí lo son –abrió el bolso-. Mira –apuntó en su interior-, acá guardaremos las luces, cables y demás cosas con las que nos encontremos.
-¿Podrían encontrarnos? –caminé hasta la cama, ella cerró el bolso de nuevo y el closet mientras salía por la puerta y me hacía señas para que la siguiera.
 Apagué la luz de su cuarto y cerré la puerta tras nuestros pasos, mientras ella caminaba rápida y silenciosamente por el pasillo.
-Claro que no –sonrió-. Estamos junto a uno de los mejores conseguidotes de todo este lugar.
-Axel… ¿no es cierto?
-Si, él estará con nosotros esta noche.
-¿Quién más estará? –me coloqué junto a ella mientras trataba de seguirle el ritmo de sus pies, prácticamente estaba corriendo bajo la luz fluorescente.
 El pasillo se veía vacío, todos estaban cenando y las puertas estaban cerradas. Saqué el celular que me había devuelto Dan y miré la hora.
 Marcaba las diez de la noche.
-Además de nosotras, Axel y Phillipe… creo que se unieron Tom y Dan –frenó mientras revisaba algo de su bolsillo.
-Pero, ¿no que Dan no iba a asistir a la fiesta? –di un salto del susto cuando sentí el vibrador de mi celular.
-Lo sé, por lo que veo, ha cambiado de opinión –sonrió-. Debemos ir al cuarto de Phillipe, son las diez y quedamos a esta hora.
 Saqué nuevamente el móvil mientras miraba la pantalla, marcaba un número desconocido.
-¿Alo? –musité mientras esperaba alguna respuesta.
-¿Emily? –chilló la voz a través del celular.
 Me había quedado petrificada, no había hablado con Jessie desde que me habían sacado de mi antiguo instituto. Su voz histérica y su mal humor característico de cuando no le hablaba en días me hicieron sonreír.
-Si, soy yo –contesté mientras suspiraba feliz.
-¿Por qué no me has contestado las miles de llamadas? –preguntó furiosa.
-Me han quitado el celular… supongo que tendré que explicarte muchas cosas ¿no?
-¡Miles de cosas! ¿Cómo es eso de que te quitaron el celular?, ¿lo conseguiste? –siguió con rapidez.
 A través de su voz podía escuchar la música proveniente de la banda de Muse, me imaginaba como estaría en su ordenador reproduciéndolas mientras se recostaba para arreglarse el cabello antes de salir.
-No sabes cuanto te extraño –me limité a decir cuando un nudo en la garganta me abrumó.
-Yo también, los demás me han preguntado porque has desaparecido… no sé que contestarles –dejó de hablar pero podía escucharle sus murmuraciones nerviosas-. Me refiero a que no se si contarles lo del chico… ese tal Phil.
-¿Quiénes preguntaron? –parecía como si me hubiese cogido de golpe.
 ¿Serían mis antiguos amigos?, ¿gente curiosa?, ¿profesores o alguien más?
-Los chicos no pasan a preguntarme demasiado, ya ni hablamos –suspiró-. Es como si te hubiese tragado la tierra, nadie tiene la menor idea de porque no vas… aunque igualmente corre el rumor de ese tipo.
-¿De Phil? –se me revolvió el estómago.
-No se como se han enterado, no he dicho ni una palabra a nadie. Tampoco tus padres, ellos han sido muy reservados sobre esto. Pero sabes… creo haberlo visto en los periódicos.
 ¿Qué? Me tembló el cuerpo.
-¿Qué decía? –pregunté con pánico en la voz.
-La desaparición del chico y que tú eras sospechosa… Oh vamos, Emily. Tú no eres la culpable –tomó aire-. Supongo que de ahí se enteraron todos.
-Me imagino lo que deben hablar de mi –sacudí la cabeza-. Pero bueno, no llamaste para eso, supongo.
-¡Claro que no! –rió-. ¿Hay algo interesante allá?
-Lo dudo.
-¿Pero qué es?, ¿una escuela o un reformatorio?, ¿algún hospital psiquiátrico?
 Me reí con ánimo mientras le lanzaba una mirada a Christie, quien estaba caminando junto a mí y me miraba con una ceja arqueada. Puso una mueca burlona y empezó a imitar a Jessie como si estuviera hablando y contándome rumores sobre el instituto de Londres al que ella iba. Aumentó mis risas.
-Algo así –respondí mientras me mordía el labio.
-¿Has conocido algún chico? –dio un gritito de la emoción.
-Hum, si a varios –respondí nerviosa.
 La verdad sabía que ella no se interesaría en amigos, menos a conocidos. Ella quería saber sobre mis “pretendientes” y yo no tenía ninguno.
-¿Alguno sobresalta? –podía imaginármela con las piernas entrelazadas sobre la cama mientras parloteaba por el móvil.
 La imagen del rostro de Dan y Tom recorrieron mi mente.
-Si –sentía como la sangre me subía al rostro.
-¡Lo sabía! Es que tú no puedes estar en cualquier lugar sin llamar la atención de un chico, Emily. Eres realmente hermosa, imagino que debes ser el centro de atención… pues claro, nadie puede ser mejor que tú.
-¡Que bah! –reí-. ¿Ahora debería entrar en una agencia de modelos o qué?
-Quizás.
-Jamás ocurrirías, créeme.
 Christie comenzó a reír, supuse que habría inferido la conversación o podría oír los grititos de Jessie. Alejé un poco el celular de la voz de ella y ahí estaba, claramente Christie podía oírla.
 Christie paró de caminar cuando habíamos llegado a la puerta de Phillipe, dio unos golpes y se oyeron unos pasos provenir del cuarto.
-Esto… Jessie, debo cortar –suspiré.
 Habría deseado hablar más con ella, era realmente reconfortante, ella había sido mi mejor amiga hace tanto tiempo y ahora ni siquiera podíamos vernos.
-¡¿Qué?! ¿Es una broma, cierto? –chilló-. No me cortarás, Emily. Debemos hablar sobre muchas cosas.
-Luego te llamo –recorrí con el dedo sin mirar mientras aún seguía con el celular en el oído.
-No, no estás hablando en serio. Por favor, al menos promete que me llamarás.
-Claro, ahora que tengo mi celular hablaremos muy seguido –contuve el aliento, no deseaba cortarle-. Tengo unos planes con unos amigos, me están esperando. Creo que eso te tranquilizará un poco, al menos tengo un motivo para cortarte.
 Ella se rió con sarcasmo.
-¿Me estás cambiando?
-Claro que no –abrí los ojos sorprendidas-. Tenemos que planear la fiesta de un amigo.
 Phillipe abrió la puerta y tenía el pelo largo amarrado en una coleta. Lucía una camisa musculosa blanca y jeans desgastados, sobre eso un polerón marrón.
-Está bien –refunfuñó-. Me lo cuentas todo.
-Claro –sonreí mientras presionaba el botón y finalizaba la llamada.
 Lancé un largo suspiro. Phillipe tenía las cejas alzadas y comenzó a reír.
-¿Una amiga? –sonrió mientras nos hacía pasar.
-Si –asentí.
-De las típicas populares ¿a que sí? –rió Christie.
-No –sonreí-. No es de las que tiene fieles seguidoras o andan de un rosado pálido con todos los accesorios incluidos.
 Christie comenzó a reír a carcajadas.
-Pero a que si anda buscando chicos populares –se lanzó en la cama de Phillipe.
-Si, quizás.
 Phillipe tomó su guitarra y me tomé el tiempo de ver quien estaba ahí. Dan estaba sentado en una silla rasgando las cuerdas de otra guitarra, ahora me había dado cuenta de que las notas que escuchaba mientras Phillipe abría la puerta eran de su melodía.
 Él me dirigió una amable sonrisa mientras bajaba la guitarra.
-Creía que no ibas a asistir a la fiesta –me senté en la orilla de la cama junto a Christie.
-Bueno, creo que cambié de opinión –se rió mientras seguía tocando.
 No había visto con exactitud la pieza de Phillipe, tenía cuadros de bandas colgados alrededor de su pieza, era un diseño agradable y llamativo. Relucía el piso con una alfombra roja y su cama tenía fundas verdes, la ventana tenía barrotes pero dejaba entrar la luz del sol –que pocas veces salía en un estado tan frío como era este.
 En el cuarto abundaban los colores cálidos y no tan llamativos.
-¿Qué haremos hoy, entonces? –preguntó Phillipe mientras se sentaba al lado de Christie.
 Le sostuve la mirada a la guitarra de Dan por unos segundos.
-Creí que ya lo había explicado –ella se recostó en la cama con los ojos cerrados, Phillipe la miró mientras se reía.
-Si, pero que planes tienes… me refiero, a como te organizaste.
-Ey, aún tienen que llegar los demás –le lanzó una mirada al reloj que colgaba de la pared-. No tenemos mucho tiempo, en realidad.
-¡Que bah! Tenemos toda la noche –se rascó la cabeza y miró hacia la ventana.
-No es cierto –se enderezó Christie y con su dedo le pinchó el estómago-. Solo hasta cuando los demás terminen de cenar.
-¿Y eso por qué?
-Porque ahí ningún guardia estará pendientes en nosotros.
 Dan comenzó a cantar, su voz era afinada e iba al ritmo de la guitarra, era una melodía lenta y tranquila. Estaba concentrado y le miré como hipnotizada por no se cuanto tiempo. Tenía los ojos semicerrados mirando el suelo.
 Christie me pegó un codazo.
-¿Estarás observándolo toda la noche? –me susurró al oído.
-Cállate –enrojecí.
 Phillipe comenzó a acompañarle con la suya.
-Bien –posó su mano en un costado de la silla y dejó la guitarra en el suelo, se revolvió el pelo y observó tranquilo-. ¡Eh, Phillipe! –este se volvió a mirarle-. ¿Crees que debamos ir a buscar a los demás?
-No, llegarán en cualquier momento.
 Se sintieron unos leves golpes en la puerta.
-¿Ves? Te lo dije –se levantó y caminó hasta ella, la abrió hasta la mitad.
-¡Alex! –dijo entusiasmado-. Menos mal que has llegado, al menos tendremos a un especialista en esto.
-No me perdería la diversión –entró con calma y nos miró a todos, uno por uno-. ¿Qué hacíais?
-Nada en especial –respondió Dan.
-¿Así? –Se apoyó en la pared mientras miraba hacia Phillipe quien cerraba la puerta-. No la cierres… Tom estaba por llegar –dirigió una mirada a Dan.
 Dan cerró los ojos mientras apoyaba la cabeza en la silla. Me preocupó su reacción.
-Supongo que me explicarás la razón de esa pelea ¿no? Después de todo, por tu culpa estoy castigada.
 Él sacudió la cabeza.
-Me lo imaginaba –resoplé.
 Christie negó con la cabeza.
-Vas a tener que explicarnos, chico popular –le lanzó una leve patada a la silla para que la mirara-. No creas que voy a quedarme tranquila después de lo de Harlot.
-¿Qué planeas hacer? –preguntó Axel mientras se acercaba curioso.
-Bueno, tenía planeado jugarle una mala pasada –sonrió con maldad.
-¿Cómo qué?, ¿lanzarle comida?, ¿hacerle algo en su pieza? –rió.
-No, haremos que se meta en problemas… va a tener que sufrir un castigo, junto a nosotros.
 Axel abrió los ojos sorprendido.
-Me agrada tu forma de pensar, aunque, con Harlot no será tan fácil… si quieres que te odie de por vida.
-¡Que bah! Tengo un plan.
-¿Si? Pues quiero oírlo –Phillipe le lanzó una almohada a Dan que había puesto los ojos en blanco-. ¡Eh, anímate! ¿Qué rayos te ocurre?
 Dan le devolvió el lanzado.
-Nada.
 Tom apareció por la puerta, tenía una jersey negro y una polera gris, además de la bufanda morada.
-¿Qué tal va todo? –sonrió.
-Hasta que por fin llegas –gruñó Christie-. ¿Querías que te esperáramos de por vida? No tenemos todo el tiempo del mundo, querido.
 Dan, Axel y Phillipe comenzaron a reír con ánimo, Tom le dirigió una fría mirada a Dan.
-Bien, entonces dinos que debemos hacer –le desafió mientras avanzaba.
-Axel… hoy es jueves –frunció el ceño-. ¿Crees que nos encuentren o nos quiten todo?
-No, depende desde donde partamos.
-Eso quiere decir…
-Entraremos por la puerta trasera, y deberemos irnos rápido, los guardas entrarán en cualquier momento para volver a dejar la mercancía.
-Entonces deberemos esparcirnos –se frotó las sienes con los dedos mientras pensaba-. Tú y Phillipe estarán en la bodega, Emily y Dan estarán por la parte de los pasillos laterales y Tom y yo por la entrada delantera, en caso de que alguien llegue.
 Dan sonrió encantado, Tom refunfuñó.
-Si alguno no quiere ir… ¡fantástico! –se levantó y caminó hacia la puerta.
 Sentí como alguien se aferraba a mi muñeca, miré por sobre mi hombro y vi el jersey de Dan, subí mi vista y él estaba sonriente mientras caminaba.
-Así podré explicártelo todo ¿vale? –relució sus dientes blancos y se levantó el pelo, su aspecto rebelde y simple era realmente encantador.
-Más te vale –le amenacé, él se echó a reír.

-Debemos estar atentos –sugirió casi corriendo por los pasillos-. Los demás terminaran pronto y bueno… los guardar llegarán luego de la revisión.
-No será raro que no estemos en la cena… ¿crees que sospechen? –pregunté mientras le seguía.
-No, claro que no. Nunca se han preocupado de nosotros.
 Dan asintió.
-Bueno, entonces Tom –le apuntó-. Tendremos que estar en la entrada.
-Oh, vale ¿Qué haremos? –sonrió.
-Hum, vigilar y distribuir algunas cosas… por nuestra cuenta –Christie paró mientras observaba los pasillos-. Es una suerte que esto esté iluminado… aunque tiene un aspecto lóbrego, parece un hospital psiquiátrico –rió.
-No está muy lejos –dijo Axel mientras caminaba con las manos en los bolsillos.
 Habíamos llegado a un lugar que daba con dos pasillos –uno comunicaba al patio, oficinas y la cafetería, mientras que el otro daba con los edificios y las habitaciones, el gimnasio y la piscina-, había unas escaleras que bajaban a una especia de bodega que estaba iluminada por una luz brillante y pálida.
 Imaginé dentro cajas y cosas esparcidas por todos lados.
-Vale –Christie dio saltitos mientras bajaba las escaleras.
 Le seguí por un metro de distancia, Tom, Phillipe, Axel y Dan iban mirando hacia adelante tranquilos, como si no les importara si los encontraran o no.
-Esto se está volviendo latero –bufó Axel-. Hay que darle diversión.
 Christie se volteó mientras apuntaba a la cerradura de la puerta.
-¿Cerrada? –Alzó las cejas-. No me digas que nunca has venido hasta acá.
-Si he venido –se sacó de su pelo un objeto delgado y lo introdujo en la cerradura, solo duró un par de segundos mientras se concentraba y abrió la puerta-. Listo.
 Axel rió a carcajadas.
-Toda una experta –le dirigió una sonrisa mientras pasaba por la puerta y encendía la luz.
-¿Qué se supone que debemos sacar de aquí? –me dirigí a Axel quien estaba revisando unas cajas.
-Esto –me lanzó una botella que casi estuvo a punto de estamparse contra el suelo, cuando Dan la alcanzó.
 Le miré sorprendida.
-Buenos reflejos, Dan –rió.
-Más cuidado para la próxima –me entregó la botella y se dio la vuelta para alejarse.
-¡Ey, Emily! –Gritó Christie-. ¡Échale un vistazo a esto!
 Me aproximé a ella que se encontraba en una esquina, estaba casi encima de una caja repleta de adornos y decoraciones.
-¿De donde es todo esto? –tomé un par de objetos.
 Ella se rascó al cabeza mientras pensaba.
-De los antiguos eventos que se han hecho, eran geniales cuando los planeábamos… aunque otros se los han quitado a algunos de acá –revisó más debajo de la caja-. Suelen ser llamativos.
 Se sentían los ruidos de las botellas al ser sacadas de los estantes. Miré hacia atrás para fijarme más en el lugar, las paredes estaban cubiertas de cemento, no estaban pintadas ni decoradas, había estantes y cajas por todos lados, me acerqué a estos y en los estantes del centro, habían carpetas e informes. Estiré mi mano sacando uno y lo abrí para fijarme de qué eran.
-Ah, esos son los informes personales de cada uno –dijo Christie mientras posaba la vista en mí-. Apuesto a que el tuyo debe estar ahí.
-¿Qué se supone que aparece acá?
-Hum, de donde vienes, tu caso… y la información de conducta.
-¿El tuyo está acá?
-El de todos está acá –dijo Phillipe que avanzaba con una caja y se iba por otra puerta.
-Bien, es nuestro turno –dijo Christie mientras tomaba una caja y avanzaba-. Por cierto, toma lo que te parezca conveniente y anda hacia donde esté Dan, de seguro debe estar esperándote.
-Él esta…
-En el pasillo lateral, en el que da con los edificios, anda con él y lleva una caja, el se llevó unas cuantas para dejarlas en la pieza de Phillipe.
-¿Se ha ido?
-De hecho no –apuntó a la puerta-. Ahí está.
 De la puerta se asomó Dan con una sonrisa, llevaba tres pesadas cajas y caminaba sin esfuerzo, hizo una seña para que le acompañara. Tomé una de las cajas de las decoraciones y le acompañé apresurando el paso.
-¿Por qué habrías cambiado de opinión? –le cuestioné al caminar junto a él.
-Porque no querría perderme la fiesta de un gran amigo, además, será genial –sonrió-. Tampoco quería dejarte en compañía de Christie.
-¿Por qué habrías de preocuparte de que esté con Christie? –miré al interior de la caja, habían algunas decoraciones llamativas.
-¿Es necesario que lo explique?
-Para mi si, no conozco a todo el mundo, soy nueva.
-Bien, Christie en una fiesta es completamente hiperactiva, no puedo calificarla de otro modo… es como si le encantara el hecho de estar ahí, claro que es normal ¿a quien no le gusta una fiesta? –rió-. Pero comienzo a darme cuenta de tu personalidad y no creo que sea de tu agrado el tener que hacer algo llamativo.
-Entiendo, y créeme que no sucederá –me detuve mientras tomaba en cuenta sus razones.
 Él tenía algo de razón, yo no podría estar junto a todas esas personas, era casi algo imposible, no era muy social que digamos, y no habría de cambiar de un día para otro. Pero por otro lado, era mi oportunidad de conocer a algunas personas que no fueran, Axel, Phillipe, Tom, Christie y Dan.
-Respecto a Alexa… ¿por qué habrías de pensar que estábamos juntos? –su voz se volvió nerviosa.
 Mi respiración se detuvo por unos segundos y recordé la conversación que había escuchado en los pasillos.
-Los escuché hablando –dije con voz pesada y sin humor de hablar.
-¿Qué escuchaste exactamente?
-Lo suficiente como para inferir que Alexa me odia.
-No podría odiarte –afirmó mientras me observaba anhelante.
-Por favor, los oí y ella no parece muy contenta con mi llegada –evadí su mirada mientras cruzábamos el pasillo en dirección a las habitaciones.
-Bueno, eso no quiere decir que te odie –consideró por unos segundos.
-¿Qué otra cosa podría significar?
 Él suspiró.
-No lo sé… ¿jamás te ha pasado como que no odias alguien, pero sin embargo no quieres referirte a nada en torno a esa persona? –guardó silencio por unos segundos-. No es que te desagrade, pero por alguna razón desconocida, no quieres tener ninguna relación con ella, suele ser como “cielos, no quiero tener que ver nada con esto” –dejó las cajas en el suelo mientras pensaba-. Tal vez como cuando uno evade problemas.
-Así que ahora soy una problemática –fruncí los labios.
 Él se rió.
-No me estás entendiendo.
-Entiendo perfectamente, no me odia, pero sin embargo le desagrado. Muy claro, Dan.
-Desagradar no es lo mismo que odiar –aclaró.
-Hum, vale tienes razón… aunque ¿porqué le desagrado?
-Digamos que no le caes bien.
-Eso ya lo sé, pero ¿por qué? –Tomó nuevamente las cajas-. No tiene sentido.
-Alexa es algo complicada… no debes prestarle atención –me sugirió mientras reía.
 Subimos las cajas hasta la habitación de Phillipe y bajamos hasta la bodega nuevamente. Durante todos los trayectos habíamos parloteado como nunca antes, me habría confesado historias de las cuales no era orgulloso de contar, como Christie le había jugado miles de bromas y como había retomado venganzas. Me habría reído demasiado, algo interesante, ya que no habría sucedido a tal magnitud desde que había ingresado a este lugar y mucho antes, más allá de lo sucedido en el bosque.
-¿Crees que le agrade la idea a Christie, sobre que yo se que tú eres su hermano? –me reí mientras subíamos unas cajas.
-Para nada, creo que su rostro padecerá de todos los colores posibles.
-Guau, quizás hasta le de un infarto –exageré-. No lo intentaré de todos modos.
-Me has dado una idea –sonrió.
-Oh no, eso me suena mal –me cubrí el rostro con la caja, el se echó a reír.
-Ni tanto, le jugaremos una mala pasada ¿vale? –me dio un empujón juguetón y me quitó la caja sumándola a su montón.
-Ey, esa era mi parte, no vayan a creer que soy una floja –bromeé mientras él me molestaba haciendo muecas con su cara.
-O no vayan a creer que estoy a tus órdenes.
-Has dado en el clavo, eso es justamente lo que ocurre –le dirigí una sonrisa mientras le quitaba la caja.
 Un grito provino desde abajo, se sumaron risas y pisadas rápidas, venían corriendo.
-¡Diablos!, ¡apresúrense! –gritó Christie mientras subía la escalera con una caja.
-¿Qué ocurrió? –preguntó Dan mientras nos ajustábamos a su paso.
-Los guardas, nos han visto… los demás cerraron las puertas, vendrán en un segundo.
-¿Qué haremos? –le miré asustada mientras corría.
-No te preocupes, supongo que correr a máxima velocidad hasta la pieza de Phillipe, nos dará tiempo de ayudarle a los demás.
-¿Nos descubrirán? –casi corríamos por los pasillos cuando nos detuvimos a tomar aire.
-No, por supuesto que no, Axel está acostumbrado a todo esto… tuvimos el tiempo con Tom de avisarles a Phillipe y Axel –rió-. Vendrán en unos segundos.
 Subimos hasta el cuarto y dejamos las cajas, Christie se sentó en la cama de Phillipe y comenzó a revisar el mueble, le miré sorprendida y Dan le miraba divertido, como si se hubiese acostumbrado a verle metida en las cosas de los demás.
-No hagas eso, Christie –dijo mientras se asomaba por la puerta-. Phillipe se puede molestar.
-No es cierto, ni siquiera le importará.
 Dan cerró la puerta al mirar a ambos lados y luego se sentó en la silla en la cual estaba antes de que fuéramos a la bodega.
-¿Crees que los hayan pillado?
-No lo sé –Christie movió la cabeza, pensativa.
-Quizás debamos ir a buscarlos –sugerí preocupada.
 Si descubrieran a Axel y los demás, probablemente aumentarían su castigo y por lo visto, no podría haber fiesta, no era que me importara una fiesta o lo veía por mí, claro que no. No era ese tipo de personas a las cuales la gente solo vive en una esfera e intenta que todo salga perfecto porque la idea es que uno esté en las mejores condiciones. No quería que ellos fuesen castigados porque tenían ya todo planeado y todo se iría por la borda, ellos eran ya mis amigos, no quería verlos metido en problemas.
-Me parece una buena idea –me apoyó Dan mientras le dirigía una mirada a Christie.
 Ella lo dudó.
-Vale, tenemos que apresurarnos… no esperemos a que los manden con el director.
-¿Qué tienes ideado? –Dan se alborotó el cabello mientras bajábamos a toda velocidad por la escalera.
-Correr –dijo cuando habíamos llegado al final.

-¿Dónde pueden estar? –pregunté casi sin aliento.
-No tengo ni la menor idea, ¿les parece si nos esparcimos? –Christie estaba asomando la cabeza por un pasillo mientras se apoyaba en la pared.
-¿Estás loca?, ¿quieres que otros más sean castigados? –le regañó Dan mientras caminaba hacia la bodega.
-Vale, entonces estoy a tus ordene, chico perfecto –refunfuñó Christie.
-Basta ¿está bien? –les miré con el ceño fruncido, ellos quedaron mudos-. No vinimos aquí a pelear y soy nueva, no tengo ni la menor idea de donde se encuentras el inspector ni que riesgos pueden correr. La idea es que tenemos que encontrarlos si o si, y no sé como. Pero como ustedes lo saben –les apunté con un dedo-. La mejor idea es que se les vaya ocurriendo algo rápido si quieren tenerlos para organizar la fiesta y para que no les aumenten el castigo.
-¿Te quedó claro, Christie? –rió Dan.
-Cállate –le ordenó de vuelta.
-Ahora, ¿alguna idea? –me mordí el labio.
-Vamos a la bodega.
-¿Qué? –la miré boquiabierta.
-Pueden estar escondidos ¿no? Quizás era más fácil permanecer ahí que correr  y arriesgarse a que los atrapen.
-¿Cómo entramos?
-Uno tendrá que asegurarse de que la entrada principal esté libre… así entramos por la trasera y los sacamos de una vez.
-¿No es arriesgado? –insistí algo preocupada.
-Lo es, pero no vinimos a hacer algo fácil, sino a ayudarlos.
-¿Qué riesgos corren?
-Además de las restricciones y más castigos… oh, espera, no te he explicado lo de las restricciones.
 Asentí y ella tomó aire.
-A todos los que desobedezcan las reglas de este lugar, son castigados, pero nunca van a hacer tantos castigos tontos, ya que nunca terminarían… así que optaron por restricciones, como menos horarios de comida, más horas en sus piezas o en pocas palabras, no tienes tiempo para nada y puedes ser vigilado constantemente.
-Me imaginé algo peor –miré a los costados, Dan se rió.
-Lo hay, no es lo único. Hay casos en que no entienden y te pueden colocar cualquier tipo de artefactos, localizadores, o mandarte ondas eléctricas para controlarte… que se yo, Harlot está repleta –arqueó una ceja.
-Oh.
 Dan me agarró del brazo y junto a Christie avanzamos a la bodega, ella se dedicó a abrir la puerta mientras que Dan fue a mirar a la entrada principal.
-Está libre –dijo en un susurro.
 Christie abrió la puerta en silencio mientras encendía una linterna –no se me había ocurrido jamás que la habríamos utilizado hasta ese momento-, caminó iluminando todo y dio con la mano alzada de Axel, quien se levantó con una sonrisa y apareció Phillipe y los demás. Caminaron con algunas cajas en sus brazos y algunas carpetas se estamparon contra el suelo –haciendo un enorme ruido-.
 Christie palideció mientras la puerta delantera comenzaba a abrirse. Dan que estaba en la puerta trasera vigilando me agarró de la mano jalándome con fuerza y prácticamente lanzándome hacia él, luego sacó a Christie y los demás nos siguieron con pasos rápidos, Axel cerró la puerta mientras Tom y Phillipe corrían apresuradamente hasta el cuarto.
 Los guardas demoraron en abrir la puerta cuando logré mirar para atrás, para ese entonces habíamos llegado al final del pasillo, logrando salir por las escaleras, no nos faltaba tanto.
-¡Diablos! –Gritó Christie cuando Tom le había pasado a llevar con una caja-. ¡Ten más cuidado!
-Lo siento –musitó el mientras subía la escalera.
 No me había dado cuenta hasta que habíamos dejado atrás a los guardas de que Dan me tenía afirmada de la mano, habiéndome salvado de caerme miles de veces.

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~Javy'Pattz-Stew*-*

sábado, 22 de octubre de 2011

"Psychosis"

Capítulo 2 – Las sombras

 No sabía donde estaba Dan, miraba a todas direcciones esperando ver así su rostro pálido en algún lado. Christie me había acompañado desde entonces y ella pasó a buscar una bandeja. Le había avisado de que había quedado con juntarme con Dan, así que ella se pondría al tanto con los planes de Phillipe y me lo contaría todo cuando nos viéramos esta noche.
 También debíamos de hablar de las sombras y visiones que tenía... eso era tan importante como lo era el saber por qué me seguían.
 Los punkis me miraron curiosos y comenzaron a hablar mientras me apuntaban disimuladamente.
-¡Ey tú! –gritó uno de ellos-. ¿Puedes venir unos segundos?
 Avancé dudando de porque iba hacia ellos, después de todo, no parecía que les agradara.
-Dan dijo que estaría en el patio –volvió a decir un chico de cabello color castaño y líneas rojas.
 Le miré como si quisiera más información.
-Dijo que era mejor ahí –añadió-. Y mi nombre es Axel Brooks –guiñó un ojo.
 Asentí, los otros rieron.
-¿Irás o lo dejarás plantado? –alzó una ceja, los demás no paraban de reír.
-¿Cómo se si debo confiar en ti? –adquirí más confianza a medida de que él se notaba más amable.
 Christie tenía razón, eran más simpáticos de lo que pensaba.
-Ah si, lo olvidaba… ten –me entregó un papel doblado cuidadosamente-, me lo pasó hace un rato ¿ahora me creerás?
 Se que habíamos quedado en la cafetería, no he tenido tiempo de avisarte. Lo siento, Emily… pero creo que será un mejor lugar el patio, estaremos más apartados de las miradas, y supuse que eso te agradaría. Allá podremos hablar libremente, sin que nadie nos escuche.
 Eso si, no te preocupes por la comida, si es que tienes hambre. Me encargué especialmente de comprar todo para que no tengamos inconvenientes.
Dan.
 Introduje el papel nuevamente a mi bolsillo y noté como todos esperaban mi reacción. Asentí sonriente mientras él esperaba a que le creyera.
-Es su letra –le afirmé.
-Ves, te lo dije –estiró la mano para dar con la mía-. Gusto en conocerte –la estrechó.
-Igualmente –asentí mientras me daba la vuelta
-Tu nombre es Emily ¿cierto? –alzó la voz antes de que me marchara.
-Si, Emily Wright.
 Antes de salir por la puerta dirigí mi mirada hacia Christie, quien me miró confundida y luego sonrió contenta… ¿qué sabía ella? Estaba sentada junto a Phillipe, con quien tenía una entretenida conversación.
-¡Emily! –gritó antes de que saliera-. ¡El próximo miércoles! ¡No se lo cuentes a Dan! ¿Vale?
 Phillipe sonreía de oreja a oreja. Negué con la cabeza mientras abría la puerta.
 La brisa aún seguía helada y la neblina no se había alejado del lugar, caminé casi corriendo, cruzando los pasillos y mirando a través de los ventanales. Me detuve a mirar mi mochila, buscando mi jersey negro.
 ¿Cómo se me pudo haber olvidado? –miré en dirección al edificio donde se encontraban los cuartos y me dí la vuelta para continuar caminando, no haría esperar demasiado a Dan.
 El pasto estaba húmedo por las gotas que habrían caído durante la noche. Era mi primer día, y había pasado algo lento –excluyendo la hora del discurso y la media hora que estuve en la enfermería.
-¡Emily! –gritó una voz frente a mí.
 Alcé la vista y me encontré con Dan sentado en el pasto, estaba con una mochila a su costado y se levantó al verme.
-Hola –me acerqué.
 Exhalé una cantidad de aire mientras me cruzaba de brazos para disminuir el frío.
-Debí escoger un mejor lugar –dijo mientras se levantaba-. Quizás habría sido mejor la cafetería –hizo una mueca de disgusto.
-No, está bien.
-Ten –sacó un jersey de su mochila y me lo tendió mientras se levantaba.
-Gracias –me lo coloqué con rapidez.
 Olía bien, tenía un perfume que nunca antes había presenciado, me quedaba algo grande, pero me agradaba.
-¿Te parece si vamos a la piscina?
-Pero… es el primer día, no me gustaría perder clases.
-Tienes razón –sacó una caja de pizza-. ¿Quieres?
 Me senté a su lado, el pasto estaba algo seco, y él había tendido una manta.
-¿De donde sacaste todo esto? –le observé mientras pensaba en una respuesta.
 Masqué junto a él un trozo de pizza, luego me entregó una botella de Coca-Cola.
-Es muy fácil de conseguir… siempre y cuando tienes a alguien que lo haga por ti.
-Entonces ¿conseguiste esto? ¿Cómo? Creí que estaban prohibidas.
 Antes de entrar a la escuela, una asistente me habría pedido con gentileza que le entregara todo tipo de aparatos –no le podía decir de otro modo, yo habría escogido palabras como “celulares, mp3 o quizás reproductores de música”-. Luego cambió rápidamente su forma de hablar para amenazarme respecto si me encontraban algo como aquello.
 Arruinando todos mis planes para conseguirlos, por cierto.
-La manta es mía, claro –sonrió-. La pizza y las demás cosas las encargué con Axel.
-¿Así que Axel se encarga de influir en las reglas de la escuela?
-Exceptuando los martes y los jueves –asintió mientras destapaba su bebida, imité su movimiento-. Es el día en el que se dedican a registrarte todo tipo de mercancía prohibida.
-¿Cortaplumas y navajas? –arqueé una ceja.
-No del todo, Harlot siempre suele andar con ese tipo de cosas… así como Phillipe con celulares –rió.
-¿También le dices Harlot?
-Todo el mundo lo hace –dio otro mordisco.
-Si ¿tratan de provocarla?
-No sé quien lo empezó en verdad, creo que Christie –frunció los labios-. Pero a ella no le molesta, incluso se hizo llamar así.
-¿Christie?
-Si –miró hacia el frente con una expresión interesante, comos si estuviera divertido pensando-. Apuesto a que ella no te ha dicho que tiene un hermano en este lugar ¿no?
-No, no me lo ha dicho –pestañeé sorprendida-. Ni siquiera sabía que tenía uno.
-Me lo imaginé.
-¿Es alguien a quien conozca? –dudé-. Bueno, quizás no, no conozco a casi nadie de acá.
-De hecho si –se apuntó con un dedo.
-¿En verdad?
 Le miré el rostro, tenían el mismo tono de piel, el pelo negro –Christie tenía uno que otro mechón morado-, Dan tenía los ojos avellana y Christie verdes… se parecían en algunos rasgos.
-Se parecen un poco.
-Ni tanto –sonrió.
 Se acomodó para quedar frente a mí, mirándome directamente a los ojos.
-Bueno, creí que te preguntarías porqué te he llamado –comenzó, repentinamente serio.
 Comencé a sacar pasto por instinto, algo nerviosa. Esperé a que continuara.
-No sé como empezar –suspiró.
-¿Qué tal por el principio? –le sugerí mientras tomaba un poco de Coca-Cola.
-Si, creo que es más aceptable –rió sin ganas-. La verdad cuando llegaste, creí que no ocurriría nada… me tomaste por sorpresa.
 Entrecerré los ojos, sin entender.
-No digas nada –me previno-. Me refiero a que, si… veo sombras. Pero que luego tu igual, fue algo que me sorprendió de repente… no estaba enojado contigo, claro.
-Eso es lo que no entiendo… ¿entonces porqué dijiste que no?
-¿Parece poco que te haya visto inconciente luego de que una sombra te atravesara? –bramó.
-Las he visto durante toda mi vida, no tiene nada de especial verlas… pero tú también las puedes ver, es algo distinto. Creía que era la única.
-Lo mismo pensé, Christie y yo las veíamos de pequeños… desde que vivíamos en un internado.
-¿Internado?
-Nos abandonaron, tenía que hacerme cargo de ella, pero la verdad cuando estábamos en el internado no era un agrado vivir allá encerrados, no era un lindo lugar, nos escapamos y conocíamos al rector de este lugar, al igual que él a nosotros.
>>Nos ofreció un lugar en esta escuela, todo el tiempo que quisiésemos quedarnos… aceptamos obviamente –puso los ojos en blanco-. Además de que aquí no acosan a Christie constantemente con remedios.
-¿Por las sombras? –abrí los ojos como platos.
-Si, ellas les temía y los demás creían que estaba alucinando.
-Es algo obvio, me ocurría lo mismo… exceptuando a Phil.
 Phil se había negado a decirme por qué no hablaba, al igual que yo no le había dicho que las sombras estaban sobre él.
 Olvídalo de una vez –me dije nuevamente.
-¿Quién es Phil? –Dan me miró preocupado.
-No es nadie –dije rápidamente.
-¿Lo conocías antes de venir acá?
-No quiero hablar de eso –me mordí el labio-. Siempre que lo recuerdo… terminan viniendo las sombras o algo pasa.
 Dan sacó una manzana y la mordisqueó. Con su mano libre me entregó otra, miró al frente y abrió más los ojos luego de mirarme con una mueca. Ubiqué su mirada y me topé con la de un chico alto y rubio, piel pálida –algo bronceada-, ojos azules y tenía un suéter negro, jeans y una bufanda morada.
-Hola, Tom –refunfuñó Dan.
-Hola, Dan –saludó haciendo un gesto con la mano-. Tú debes ser Emily.
 Dan esquivó la mirada del chico.
-Hum, si… ¿tú eres?
-Tom Jenkins –sonrió-. Un amigo de Christie… ¿así que irás a la fiesta de Phillipe?
 Se acercó unos pasos, deteniéndose a un metro de mí.
-No lo sé, creo que sí… Christie me lo mencionó.
 Sus ojos azules se posaron en mí con mayor intensidad.
-¿Qué vienes a hacer, Tom? –Dan hizo evidente su molestia.
-No te enfades Dan, vengo de parte de Christie y Phillipe.
 Me entregó una nota, la abrí luego de unos segundos.
 ¿Puedes venir conmigo ahora? Deja a Dan si quieres, él no se enfadará contigo, te lo aseguro… pero estamos ideando con Phillipe algo ideal para la fiesta y necesitamos tu opinión. No me digas que no, tienes un muy buen gusto, me fijé en tu ropa y en las cosas que llevabas en tu bolso.
 Realmente la fiesta será espectacular. Nos vemos en unos minutos, en lo que queda para que toquen la campana, debemos aprovechar todo el tiempo que tenemos, así que supongo que también ocuparemos el resto de la hora siguiente y así.
 Lo de ir a tu cuarto está completamente intacto
Besos malditos, Christie.
 Tom estaba mirando a Dan… quien había leído toda la carta.
-Christie –rió-. No te preocupes, debes ir.
-Pero no me gustaría dejarte acá solo… me refiero a que habíamos quedado…
-Bueno… nos vemos luego, Emily –se despidió Tom.
-Adiós.
-Prefiero que vayas con ella y me dejes solo a mí… a que luego te reclame por el resto de las horas por qué no fuiste con ella.
-Supongo que tienes razón –asentí mientras me levantaba.
 Me giré para caminar mientras me despedía con la mano.
-¡Ey, Emily! –gritó mientras corría hacia mí.
-¿Sí? –me volteé a mirarlo.
-Ten.
 Dejó sobre la palma de mi mano una hermosa flor color violeta –el tono era más oscuro a medida que se iba aproximando al centro.
-Gracias –sonreí.
-Te veo luego.
-Bien –dije mientras llegaba a un pasillo.
 Christie estaba tan obsesionada con la fiesta de bienvenida del propio Phillipe que no dejaba ni un solo segundo sin hablar o ponerse de acuerdo con todos en la escuela. No tenía ni la menor idea si irían todos o algunos, por lo que veía… la mayoría. No sacaba nada con preguntar, seguramente no conocería a nadie, como ha sido desde hace unas horas. Este era un gran lugar con demasiada gente, podría acostumbrarme a esto.
 Los pasillos eran largos, una desventaja si quieres llegar los más pronto posible a tu destino, cómo un tunes –con más luz que lo normal-, y algo ventajoso del patio, es que era el centro de todo esto. El gimnasio –al cual nunca había ido-, podría estar en cualquier parte.
 Una de las cosas que tanto me comenzaban a agradar de Christie es que ella es completamente única, especial… y algo extrovertida. Pero no como las chicas de las cuales no te agrada juntarte por el solo hecho de que les agrada llamar la atención, Christie era más como una chica… a la cual te alegraría estar con ella por la simple razón de que te alegra en cualquier momento.
 Ella era la imagen misma de toda la felicidad viviente.
-Supongo que irás con Christie ¿no? –alzó la voz alguien a mis espaldas.
 ¿Tom me estaba siguiendo?
-Si… me lo pidió en la nota –le miré mientras seguía caminando.
-¿Entonces irás a la fiesta?
-Creo que sí.
 El caminó junto a mí mientras me dirigía hacia la cafetería. Era más o menos del mismo tamaño que Dan… si, eran del mismo tamaño.
-¿Qué tal te ha parecido el lugar desde ahora? –sonrió.
-Es algo agradable, si… la verdad, no me puedo quejar –asentí-. Exceptuando las clases –bufé.
-Oh, si son un horror –rió-. ¿Por qué estás acá?
-Quizás por lo mismo que todos.
-Todos tenemos un caso distinto –me corrigió.
-¿Si? –Le observé con una mirada maliciosa-, ¿y cual es el tuyo? –le desafié.
-Andar con explosivos durante una fiesta –negó con la cabeza-. Más bien en una persecución.
-¿Para qué andarías con explosivos? –mi voz sonó reprobatoria, el abrió los ojos sorprendido por el tono de mi voz y yo me reí-. ¿Querías meterte en problemas o algo así?
-La idea era hacer una broma luego de la fiesta… no terminó bien.
-¿Te arrestaron?
 Asintió.
-Mis padres pagaron la fianza, creo que por los daños y creo que alguien resultó herido… si no pasó algo peor –se mordió el labio, lo contemplé con interés.
-¿Ellos te mandaron acá?
-Si, quizás le temieron a su propio hijo… era la primera vez que tenía problemas de esa magnitud. Me refiero a que no era así, me motivé a hacerlo, teníamos planes –agitó la cabeza confundido-. Que bah, no era un chico problemático, era esa la primera vez que hacía algo como eso.
-Imagino como debes sentirte –dije sin querer hacerlo sentir mal, dándole mi apoyo.
-De hecho no, nunca les he importado –rió-. Estaban enviciados por el dinero.
-Oh, pero algo debió de marcarte supongo –fruncí el ceño.
 No lo entendía, el apoyo tan importante de un padre ¿puede no existir en otras personas? Yo conocía el amor mutuo de ellos, como sus miradas eran cada vez más intensas y la hermosa admiración de su hija… que se vio destruida por sus visiones constantes, marcando el miedo constante en sus vidas.
-Si… me dio a entender de que puedo seguir adelante solo.
-Quizás ellos están realmente preocupados por ti, y por eso te mandaron acá.
 Él fue ahora el que hizo el gesto de desaprobación, con una media sonrisa y su mirada intensa… nuevamente.
-Lo hicieron para librarse de mí con más facilidad… la manera más simple de hacerla –meneó la cabeza mientras pensaba-. El modo más cobarde y repulsivo para cualquiera.
-Pensamiento algo rebelde –reí.
-Puede ser –rió a carcajadas, una risa armoniosa y atractiva, alegre y simple.
 Abrió con cuidado la puerta de la cafetería y esta hizo un leve sonido, Christie alzó las manos y luego corrió hasta mí.
-¡Bien! Creí que Dan no te soltaría –sonrió-. Oh, has conocido a Tom.
-Si, pues me lo has mandado para que me enviara la nota ¿no?
-¿Queríais que lo hiciera una persona de confianza o cualquiera que la leyera sin pudor? –me agarró de la mano y me dirigió a la mesa.
 Estaba aún sentado Phillipe que no paraba de demostrar su felicidad y la misma chica de pelo castaño y ojos color café oscuro, tenía una piel morena y llevaba una chaqueta negra abajo una polera blanca.
-¡Ey, Tom! –le llamó Christie, él se acercó dudando-. Acércate.
-Dime, Christie –dijo el con voz amable.
-¿Querrías ayudarnos en la decoración? –sonrió-. Siempre has sido el alma de la fiesta cuando te lo propones, supongo que podrás decirnos algunos comentarios e ideas.
-¿Bromeas? –su cara era de horror, pero comenzó a reír-. Tengo un pésimo gusto y con suerte asisto a fiestas, sabes que no me agradan.
-Oh claro, y no has faltado a ninguna de hecho.
-El alma de la fiesta es Phillipe –le dio un puñetazo amistoso en el hombro mientras se sentaba-. Siempre es él el que arma los mejores eventos y fiestas de acá.
-Después de todo… ¿cuántas veces en el año podríamos tener esa oportunidad?
-¿Qué opinas? –Christie se reclinó en su silla mientras se acercaba más al centro de la mesa-. Tenemos pensado poner la conexión del equipo de música de Phillipe a la de los parlantes… que él mismo conseguirá en la recepción de la Sra. Walker y lo demás lo conseguirá el mismo.
-¿Cómo qué cosas?
-Todo tipo de comida o aperitivos, alcohol y los equipos –sonrió.
-¿Alcohol? Necesitarás demasiado, cerveza sobre todo –sugirió Tom con una sonrisa.
-Claro, será mi prioridad –rieron ambos.
-Emily, irás ¿cierto? Si no, tendré que arrastrarte desde tu cuarto con el mejor atuendo que tengas aún en tu bolso.
 Me mordí el labio y llevé una mano a mi pelo.
-Claro, ¿es este viernes cierto?
-Si, desde las diez de la noche, es el día en que los guardias están libre… el mejor día de la semana, por cierto –se miraron entre todos.
-¿Crees que Dan se motive?
-Claro, el está dispuesto a ir si o si –le animó ella a Phillipe.
-¿Se los habíais dicho? Tenía pensado contárselo hoy mismo.
-Oh, no pude aguantar –dijo ella.
 La chica no había levantado hasta el momento la vista, Christie la observó.
-Se me había olvidado presentártela –me miró-. ¿Dónde estaban mis modales? Bueno, Christie ella es Alexa Brown.
-Hola –le tendí mi mano, ella las tendió sonriente-. Emily Wright.
-Un gusto.
 Christie hizo un gesto de burla a Alexa.
-Supongo que tú irás –dijo con tono amenazante.
-Ni siquiera estaba invitada –dijo ella con desánimo.
-Acabo de invitarte –sonrió ella casi riendo.
-Oh, eso cambias las cosas… iré si, no lo dudes.
-Bien.
 Christie miró a Phillipe y a Tom.
-¿Quieren ayudarme a conseguir unas cuantas cosas? –sonrió.
 Se miraron entre los dos y luego se acercaron con lentitud, como si fuera el máximo secreto de sus vidas.
-¿Qué tipo de cosas? –Preguntó Phillipe-. Será pan comido, te lo aseguro.
-Mercancía peligrosa –sonrió ella-. De la mejor.

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~Javy'Pattz~Stew*-*

sábado, 15 de octubre de 2011

"Psychosis"


Capítulo 1 – Falsos dementes

 “Solo será por un tiempo” había dicho mi madre por última vez. Le había visto el rostro deprimido y nervioso cuando se había sacado las gafas de sol, a pesar de que estuviese nublado. Su cabello castaño estaba desaliñado y lo llevaba sobre el rostro, para que no se lo viera. Lo había descubierto para darme una sonrisa reconfortadota, que funcionó de la peor forma.
 Mi padre había estado siendo cortante y rudo, pero al momento de despedirse soltó un gran suspiró y rindió.
 Temía que estuvieran asustados.
-Acompáñeme, Emily –dijo una señora con una amplia sonrisa y me guió a la entrada de una pequeña y acogedora sala.
 Quizás sea para que los padres estuviesen aquí –pensé mientras analizaba mis pensamientos, no sabía como reaccionar ante la curiosa mirada de consuelo de la que parecía ser una secretaria.
-Mi nombre es Clara Walker –habló nuevamente mientras reordenaba unas carpetas, buscando algo-. Te entregaré unos papeles para que puedas saber cual será tu habitación y tus salones de clases.
-Está bien –me acerqué a su escritorio con lentitud, ella había dado con lo que buscaba.
-No te preocupes –me dio una media sonrisa, como si supiera que no quería estar allí. Era más que obvio-. Este es un buen lugar.
-¿Tengo que ir a clases ahora? –pregunté mientras me entregaba la ficha con mis horarios.
-No, tus padres te han inscrito a comienzo de año, así que ahora todos estarán empezando nuevamente –me guiñó un ojo-. Son recién llegados.
-¿En verdad? –le miré impresionada-. Pensé que estarían años acá.
-No, no es así –negó con la cabeza mientras ponía una mano en mi hombro y abría una puerta, daba con un pasillo descubierto y relucía un patio grande y espacioso, el pasto estaba algo deteriorado en algunos sectores, pero era agradable-. Aquí están solo un par de años, no tantos… los suficientes como para finalizar sus semestres y poder seguir con sus estudios.
-¿Cómo cuantas personas hay acá?
-Bastantes –miró hacia el patio y luego las puertas de los costados, supuse o que sería oficinas, o salones de clases-. Observa, allá en el patio, podrás estar todo el tiempo que quieras, exceptuando los horarios de clases o reuniones. Estas puertas, son las salas de los profesores asignados para tus clases y oficinas de los rectores, directores y otros empleados.
 ¿Esto era una escuela de locos o una común y corriente?
-Te ayudarán si necesitas algo.
-¿Dónde están los demás?
-En el salón, está por comenzar el discurso de comienzo de año. Quizás debas apurarte.
-Bien –avancé con tranquilidad, dudando de mis pasos y mirando el plano que me había entregado la Sra. Walker en la oficina.
 Este era un gran mapa, estaba resaltado los dormitorios, la cafetería, el salón, las salas y las oficinas. Los lugares restantes como el patio o los sectores como la piscina y el gimnasio estaban aparte.
 ¿Era una broma?
-Hola –me sobresalté cuando vi de repente a una chica de cabello corto y oscuro, delgada y completamente de negro que sonreía de oreja a oreja-. Soy Christie. Tú debes ser nueva.
-Hola –coloqué mi cabello detrás de mi oreja, no me llegaba hasta la cintura, como solía ser solo hace un par de meses, ahora estaba a la altura de mis hombros. Mi madre me lo había cortado por las “reglas de la escuela”-. Si, soy Emily.
-Acompáñame –se dio la vuelta y me jaló con animo, apresurándome el paso-. Conocerás a muchos más, por cierto.
-¿Hacia donde me llevas?
-Al salón, si te dejo que te quedes allí parada, probablemente estarás media hora tratando de decidir que camino tomar.
-Tampoco es que hayan muchos pasillos.
-¿Por qué te trajeron hasta acá? ¿Eres pirómana o tienes algún tipo de enfermedad mental? –se detuvo en una puerta de color marrón rojizo, el linóleo estaba desgastado y parecía demostrar que alguien se había descuidado por bastante tiempo.
-No, nada de eso –Christie abrió la puerta con tranquilidad y me miró atenta-. Creí que esto ni siquiera podría ser un hospital psiquiátrico… veo que me equivoqué.
-Cualquiera piensa eso cuando viene hacia acá –rió-. Pero te darás cuenta de porqué es una escuela de locos.
-¿Tú estás loca?
-Todos estamos locos –dijo como si estuviera contando historias de terror-. No como todo tipo de locos, más bien, aquí estamos las personas de las cuales el mundo les teme. Unos están más chiflados que otros –me susurró al oído con suspenso.
-¿Cómo lo sabes? –le interrogué con curiosidad.
-He estado aquí por mucho tiempo –se encogió de hombros, al parecer no le importaba-. Siempre vuelvo, pero me agrada, es el único lugar en el que puedo estar, y es mucho más acogedor.
 El gran salón era amplio y relucía cuadros y insignias de la escuela, las sillas estaban ordenadas a los lados y dejando una pasada en el medio. Al frente estaba parado un hombre con una sonrisa reluciente. Era de esos tipos de personas adineradas y que tenía gran poder.
-Él siempre viene para los comienzos de años y cuando hay eventos importantes –puso los ojos en blanco-. Solo lo vemos como dos veces al año.
-¿Es el director o algo por el estilo?
-Si, el dueño de todo esto.
-Oh, debe ser muy importante.
-Si, quizás, pero no le importa para nada esto. Es solo la imagen de esta “escuela”.
 Los alumnos estaban sentados, todos lucían trajes negros, como el mío. Mi madre había insistido que debía de usarlo, era una de las tantas reglas. ¿Tenían problemas con los colores de la ropa? No entendía la idea de estar de luto.
-Pienso que deberían de escoger otro uniforme –se miró el suéter negro y luego negó con la cabeza-. No, lo prefiero a tener colores chillones.
 Los ojos se fueron posando en mí mientras cruzaba y avanzaba buscando alguna silla desocupada, Christie me jaló del brazo y me sentó junto a ella en una de las hileras.
-Escucharás el patético discurso –rió en silencio.
-Si no le interesa la escuela… ¿por qué está acá?
-Como te lo acabo de decir, es solo la imagen –arqueó una ceja-. Prácticamente, dependemos de él.
-¿Asuntos del establecimiento? –deduje interesada en la historia.
-Si, el aporta con dinero, nosotros con presencia –evitó soltar una risita ruidosa y se tapó la boca-. Creo que Dan está teniendo un problema serio –se puso de pie y alzó una mano, haciendo señas con entusiasmo para que alguien se acercara.
-¿Quién es Dan? –me volteé a mirar.
-Un chico de acá, siempre me hace favores -se sentó y golpeó la silla del frente.
 La chica que estaba ubicada en ella se volteó y la miró con ira, Christie le sonrió con inocencia y ella gruñó.
-La próxima vez y te rompo la cara a golpes.
-Como tú digas, Harlot –rió.
 La chica ignoró la ignoró nuevamente y comenzó a hablar con su grupo de amigas. Miré a Christie como si quisiera que no lo repitiera nuevamente, se encogió de hombros.
 Tenía su cabello negro y algo largo, con rayas rojas y moradas, su cara estaba repleta de piercings y su chaqueta de cuero desgastada –con miles de objetos metálicos incrustados-, me daba poca confianza, sabía que no debería causar problemas con ella.
 Christie estaba mirando hacia el frente como si fuera a dormir una siesta. Esperé a que me mirara y una vez hecho, adivinó mi pensamiento.
-Te aconsejo que no te metas con ella, es una de las peores de acá. Toda una problemática –puso los ojos en blanco-. No le gusta que la gente sea superior a ella, Harlot es algo especial.
-¿Por qué le llaman Harlot?
-Que se yo –ocultó una risita, su voz era la de un susurro-. Lo que si, le viene a la perfección. Es una especie de chica punk, es capaz de hacer cualquier cosa para conseguir lo que quiere.
-¿Qué quieres, Christie? –preguntó alguien a mis espaldas.
-Al menos podrías saludar, Dan.
 Me volteé a mirarlo y me sorprendí cuando su mirada se topó con la mía. Era un chico alto y ligeramente delgado, sus ojos avellana estaban completamente relajados, sonrió con amabilidad.
-Hola –se sentó en la silla que estaba a mi lado, quedé en el medio de ambos-. Soy Dan Baker.
-Emily Right –dije con timidez.
-¿Eres nueva?
-Si, acabo de llegar.
-Si, jamás te había visto –miró a Christie-. Dime.
-¿Podrías traernos a mí y a Emily unas bebidas? –le hizo un gesto con la mano para que se marchara.
-Puedes perfectamente ir tú sola, no tendrías por qué llamarme a mí –arqueó una ceja, desafiándola.
-Oh vamos, es solo un favor.
-¿Me acompañas? Así aprovechas de escoger qué quieres, me imagino que debes tener hambre.
-Pero, el discurso…
-No te preocupes –me empujó Christie para que me parara-. Todos los años dice lo mismo –se paró junto a mí.
 Dan era más o menos una o dos cabezas más alto que yo, y lucía un jersey negro con jeans del mismo color. Christie había entrelazado su brazo con el mío y me guiaba con Dan.
-Aún no puedo creer que te hayas conseguido una nueva esclava –le dijo Dan a esta, quien soltó una risita.
-Necesito, súbditos más eficientes que tú.
-No soy nada tuyo, puedes servirte tú sola –le apuntó un vaso vacío que había en una mesa repleta de paquetes de galletas y otro tipo de cosas-. Emily, no deberías hacerle caso –dijo mientras sacaba un vaso de una bandeja-, está más loca que cualquiera de acá.
-¿Acaso tú no lo estás? –Le apunté con el dedo-. Ha sido la única persona que me ha recibido.
-No, no es mi caso –rió.
-Yo no estoy loca, Dan –dijo con indiferencia.
 Dan la miró sorprendido y rió entre dientes, me miró y apuntó a las cosas que habían en la mesa.
-¿Qué deseas?
-Puedo hacerlo perfectamente yo misma, gracias –fruncí los labios mientras escogía una manzana que estaba junto con las demás frutas.
 Christie comenzó a reír a carcajadas, Dan le dirigió una seria mirada, negó con la cabeza y se sirvió un vaso de jugo mientras miraba hacia el frente, de repente se puso rígido y su rostro comenzó a asustarme.
 Me volteé para saber qué andaba mal, y habría deseado con toda mi vida, no hacerlo. La sombra se extendía y avanzaba lentamente en donde me encontraba, era oscura y espesa, y abarcaba más de dos metros, cerré los ojos y traté de no gritar. No quería que nada malo ocurriera, sobre todo si era con ellas.
 El grito desenfrenado de Phil me había roto el alma, no sabía como ayudarlo, era realmente horroroso ver como acababan con él, quizás le podría haber tomado de la mano y jalarlo con fuerza, pero en solo unos segundos, solo por unos segundos, el había desaparecido. El resto fue una terrible confusión entre ellas y la muerte, pude contemplar como ellas se acercaban a mí poco a poco, y todo habría desaparecido en la oscuridad.
 Mi padre me había encontrado tirada en el suelo, profundamente dormida. De Phil nadie nunca más había oído hablar, y me culparon de su desaparición. ¿Cómo iba a saber yo donde se encontraba él?
 Olvídalo, Emily –me supliqué a mi misma, y sentí como una fuerza externa a mis pensamientos me apartaba de ellos.
 La sombra estaba sobre mí y mi vista se desorbitó, lo único que pude ver era como trataba de introducirse en mí. Una mano me corrió de inmediato y me rodeó una figura, bloqueándola por completo.

-¿Qué crees que le haya pasado? –preguntó una voz familiar.
-No lo sé, es imposible que las haya visto… ¿viste su cara? –respondió alguien a mi costado.
-Tienes razón, es imposible.
-Dan, ¿y si fuera así? –dijo más nerviosa-. ¿Qué haremos?
-No Christie, ella no puede verlas.
-Pero Dan, su rostro… estoy segura de que las ha visto.
-No –gruñó, imaginé su rostro.
 Sus ojos semicerrados y una mueca de fastidio, como si algo le desesperara. Fruncí el ceño al sentir un agudo dolor en mi cuerpo y al comprender que estaba acostada.
-Despertó –le susurró a Christie, ella se puso rígida.
-¿Dónde estoy? –abrí los ojos lentamente y la luz fluorescente dilató estos.
-En la enfermería –se encogió de hombros, Christie.
 ¿Qué hacía allí? La última vez que había tenido conocimiento estaba en el salón, con Dan, ella… y las sombras.
-¿Qué me paso? –traté de levantarme, pero el dolor agudo volvió-. Ay -gemí en voz baja.
 Dan apretó los dientes que rechinaron por la fuerza con que los presionaba. Christie le lanzó una mirada.
-¿No recuerdas nada? –preguntó Christie mientras se inclinaba y me tomaba una mano, como si fuera una hermana mayor.
-Si, estábamos en el salón –le aseguré apenas volvían los recuerdos-. Mientras decían el discurso, estábamos en la mesa… y las sombras –me estremecí.
 Christie abrió los ojos más aún y contuvo lo que iba a decir, Dan no reaccionó.
-¿Viste unas sombras? –Christie no cabía en su asombro.
-Siempre las he visto –admití con algo de tristeza, no soportaba la idea de tener que vivir con ello.
 Pude ver con el rabillo del ojo como se le caía el rostro a Dan de la impresión. Christie pareció quedarse muda.
-No debí haberlo dicho –me encogí de hombros-. Por algo me tienen aquí.
-No estás loca –dijo ella y luego cerró la boca de golpe.
 Dan le miró enojado.
-¿Qué te hace pensar eso? –quise saber.
-No es nada, Emily –Dan me tomó de la mano mientras trataba de levantarme, me detuvo en pleno movimiento.
 Me quejé cuando otro intenso dolor agudo me recorrió la parte de mi abdomen.
-Me quiero ir –musité entre dientes-. ¿Por qué estoy acá?
-Al parecer, algo… -Dan entornó los ojos hacia el techo, la luz fluorescente parpadeó un par de veces-, te pasó.
-Quizás “algo” me dañó.
-Deberías descansar –ella se puso de pié y caminó hacia la puerta, Dan no se movió.
-¿Se irán?
-No, yo no… Christie irá a comer –ladeó la cabeza apuntando hacia el costado, donde ella se dirigía.
-Oh –apoyé la cabeza en la almohada.
 Tenía un vendaje en mi mano, la miré lentamente mientras me la quitaba poco a poco.
-No hagas eso.
-Explícame que pasó –le fulminé con la mirada.
 Alzó las cejas y lanzó un largo suspiro.
-No puedo.
-Habla claro –dije mientras me detenía a observarlo.
-Solo no puedo hacerlo, deja las cosas así, Emily –dijo mientras se levantaba de la silla y caminaba hacia la puerta del frente, se asomó y miró a ambos lados y la cerró rápidamente. Volvió a su lugar.
-No, debes contarme lo que sabes.
-No sé nada –negó con la cabeza.
-Bien –puse los ojos en blanco y le esquivé la mirada, mis ojos se centraron en unas hermosas flores que habían en un frasco de cristal, llenado con agua para que no se secasen.
 Sonreí mientras estiraba la mano y sacaba una de color violeta.
-¿Es tu color favorito? –sonrió mientras contemplaba mis movimientos.
-Si, aunque con este negro –apunté su uniforme-. No creo que sea fácil de inquirir.
-Bueno, creo que ya lo noté.
-Si –observé la flor nuevamente, y olí su aroma, sonreí nuevamente.
-¿Te gusta?
-¿Las enviaste tú? –dejé la flor a un lado, él las miró.
-Si, creí que esto te alegraría –sacudió la cabeza y se alborotó el cabello.
-Estaría mucho más feliz si me dijeras la verdad –cerré los ojos mientras el fruncía el ceño.
-No.
-Entonces no sé porqué estás acá.
-¿Quieres que me vaya?
-No, claro que no.
 Estaba apoyado en el final de la cama y miraba indeciso la puerta, luego se levantó y la abrió.
-¿Qué haces?
-Abrir la puerta.
-¿Por qué no me lo cuentas? Sería mucho mejor que negarlo, eres un pésimo mentiroso.
-No he estado mintiendo.
 Cerré los ojos por varios minutos y fingí estar dormida.
-Si te digo la verdad, probablemente jamás habrías querido oírla.
 Abrí lentamente los ojos y él estaba inmóvil.
-Quiero saberla, simplemente.
-No quieres saberla, estoy completamente seguro de que no será bueno.
-¿Es por mi bien? –dije con ironía, el se molestó.
-Todo lo que hago es por tu bien.
-Ni siquiera nos conocemos –le recordé.


-Quería ver tu rostro cuando veas tu nuevo cuarto, de seguro te encantará –puso los ojos en blanco y miró hacia las puertas enumeradas a los costados.
 Los número iban aumentando a medida que avanzábamos, al costado de cada puerta estaban grabados los nombres de cada uno quien las habitara y así sucesivamente.
-Hablas como si fuera lo peor del mundo –dí con mi nombre.
 La puerta número 86.
-El espacio es reducido, te aviso. Pero supongo que con tus cosas se verá mucho humor.
-No es un gran apoyo, creo que comienzas a asustarme –dije con ironía, mi risa le hizo sonreír aún más, después de todo… tenía que quedarme aquí por un largo tiempo y ya comenzaba a acostumbrarme a la idea.
-Para nada, supongo que son lo suficientemente agradables como para querer quedarse ahí escuchando música.
 Antes de entrar a la escuela, me habrían quitado todo lo que se refería aparatos electrónicos, celulares, reproductores de música y habría sufrido bastante con la idea de no poder comunicarme con mis amigos.
 Deslicé la llave en la puerta que tenía el número de mi habitación, era de un color crema y las paredes eran anaranjadas, se veía bien, exceptuando la pintura desgastada.
 Abrí la puerta lentamente y fui directo a mi bolso, lo abrí rápidamente y observé las prendas –la mayoría negras, aunque mi madre había escogido mis mejores vestidos, blancos y colores claros, ninguno llamativo.
-Oh, veo que tomaron cuenta el día de la vestimenta libre –miró como revisaba mis cosas y fue hacia la ventana, la cual no había notado hasta el momento.
 Estaba con unos barrotes que no me impedían ver hacia el exterior, el patio y lo lejano a la escuela. Los árboles cubrían el horizonte y el sol había hecho que todo fuera más seco de lo habitual, imaginé como se vería en invierno.
-¿Ordenarás tu ropa?
-Tenemos clases ¿cierto?
-Si, en un rato más.
-Supongo que lo haré después –me encogí de hombros y caminé hacia mi bolso, saqué las cosas que mi madre me había comprado para escribir y estaba decidida a cambiarme la ropa que andaba trayendo puesta.
 Escogí un suéter negro y unos pantalones del mismo color. Me dirigí al baño y salí a los pocos minutos, Christie no se había movido de la ventana aún.
-Tengo una duda –se volvió hacia mí.
-¿Cuál es? –me senté en el borde del colchón y la contemplé paciente.
-No, no es nada –pestañeó y se centró en la vista nuevamente-. Me sorprende, eres realmente afortunada, tienes una de las mejores vistas de todo el edificio.
-Si, me agrada.
-Oh vamos, anímate –sonrió ampliamente y le dio la espalda a la ventana-. ¿Has hablado con Dan? –dijo de repente.
 Pensé en qué responderle, la verdad, yo no había visto a Dan desde el hospital y no sabía que había sido de él desde entonces.
-No ¿por qué preguntas?
-Lo he notado algo deprimido… pensé que podrías saber que le pasaba, a mí no me dice nada.
 ¿Deprimido? Le miré confundida… ¿estaba así por algo? ¿Qué le habría pasado?
-¿A qué hora tenemos que estar en las clases? –asomé la cabeza para ver si algunos aún se encontraban caminando hacia las salas.
-En unos minutos.
-Estoy lista, supongo que me acompañarás ¿no? –salí y esperé a que ella saliera para cerrar la puerta con rapidez.
-Por supuesto, a eso vine.
-Pensé que querías ver mi cara cuando viera mi cuarto.
-Me desilusionaste, la verdad… esperaba que se te cayera el rostro por el horror –rió.
-No está tan mal.
 Y era verdad, era una pieza sencilla y algo reducida, como había dicho ella, la cama estaba sin sabanas y debía de poner las mías, tenía un escritorio y una luz –que me iba a servir demasiado. Un closet para guardar mi ropa, y la ventana, que al parecer tenía una buena vista.
-Creí que serías ese tipo de chicas a las cuales les gusta tenerlo todo, veo que me equivoco.
-Si, y mucho –le dí un codazo amistoso, ella rió a carcajadas.
 Cruzamos el patio y llegamos a los salones, los estudiantes estaban ahí, parados sin hacer nada, habían parejas abrazadas y otros grupos hablando. Christie me impulsó a sentarme en una banca que había en el sector más alejado.
 No encontraba por ningún lado a Dan.
-Iré a ver si encuentro a Harlot, por algún lado.
-¿Quieres hablar con ella? –La observé mientras caminaba en reversa-. Pensé que no te agradaba.
-Así es, solo quiero que me cuente algo, es perfecta para conseguir información.
-Ajá –asentí mientras examinaba nuevamente con la vista.
 El sol apenas iluminaba, había amanecido hace solo unas horas y cerré los ojos mientras trataba de relajarme. No sabía que tal sería después de todo.
-No te muevas –me ordenó mientras desaparecía entre un grupo de personas.
 Suspiré y miré con desanimo a un grupo de chicos, vestidos con chaquetas de cuero y elementos metálicos incrustados en ella, sus cabellos estaban a la par con su estilo y parecían desinteresados con los demás que les rodeaban.
 Otro venía caminando desde un extremo del patio, estaba hablando con otro que era más bajo y de cabello castaño. El más alto lucía una chaqueta negra y andaba con su pelo negro alborotado en el rostro.
 Cuando lo vi más detenidamente, sentí un escalofrío que recorrió mi cuerpo ¿Era Dan?
-Así que ahí estabas –gritó alguien del grupo de punkis, Dan se volteó a mirarlo y le lanzó una sonrisa maliciosa-. Te estábamos esperando.
 Él me dirigió una mirada y se tensó… era fría y molesta.
 ¿Se había enojado conmigo? Caminó hacia ellos y entre todos se estrecharon las manos y luego de unos segundos se escuchaban carcajadas.
 Recordé su mirada, estaba inquieto, algo molesto… ¿en verdad era el mismo?
 “Es ella la nueva” escuché los cuchicheos del grupo de punkis. Me levanté de la banca y caminé en dirección al baño, quería refrescarme la cara antes de entrar, necesitaba un lugar más apartado en donde me permitiera a mi misma pensar, al menos solo unos segundos.
-Que hago acá –me lamenté a mi misma una vez que había entrado en el baño, abrí la llave y observé como corría el agua y mojé mi rostro en unos segundos, para luego secarme con la manga de mi suéter.
-¿Te ocurre algo? –preguntó una chica que entró por la puerta.
 Miré a Harlot sin demostrar ninguna expresión en mi rostro ¿debía ser simpática o cortante?
-No me ocurre nada –dije mientras cruzaba la puerta, con una media sonrisa, siendo cortés. Ella arqueó una ceja cuando me fui.
 Christie estaba esperándome en la banca con el ceño fruncido, apenas me vio hizo un gesto con su rostro, como preguntándome donde estaba.
-Eso no importa –recorrí con un dedo mi muñeca, ausente a todos los demás.
-Dan se acercó a hablarme, está muy raro.
-¿Te habló? –le miré de reojo, ella se encogió de hombros.
-Si, pero dice que no le ocurre, nada… se que no es así.
 Miré nuevamente al grupo de punkis, me encontré con la mirada de la mayoría de ellos. Me miraban en la forma de la cual uno desearía estar bajo tierra y jamás salir, como si fuera una tonta niñita en un lugar donde todos te van a excluir. Por primera vez, sentí que no quería estar en ese lugar, en cualquier otro, que no fuera este.
-Tranquila –Christie me rodeó con su hombro y me abrazó-. Ellos son así con todo el mundo.
-¿Lo notaste? –suspiré mientras le miraba.
-Si –sonrió-, son punkis y demuestran ser malhumorados y algo agresivos... son más simpáticos de lo que crees.
-Creo que son algo presumidos –dije más alegre.
 Al menos ella sabía distinguir lo que pensaba y se echó a reír.
-Seremos unas muy buenas amigas ¿sabes? Creí que me ibas a servir para que me hicieras favores, pero resultaste todo lo contrario.
-¿Acaso ya no lo somos? –dije con sarcasmo.
 Me uní a sus risas.
-Ahora tengo que explicarte algo… las clases son un horror –se levantó y me aferró a su brazo-. Dura cuatro horas cada una, y no querrás escuchar las materias, te lo aseguro.
-¿Estás bromeando? De donde vengo esas son dos clases en una…
-Lo sé, pasaremos la mayor parte del tiempo acá –apuntó a la entrada, todos comenzaban a avanzar-. Te mandaré mensajes, porque te sentarás en el pupitre vació, a dos mesas de la mía… no me los devuelvas, creo que aún no practicas con tu puntería y Harlot… supongo que estará vigilando.
-Esto no parece ser una escuela de locos.
-No lo es, la mayoría no lo está… mira –caminó hacia un chico-. Hola Phillipe –un chico se volteó a mirarla.
-Hola, Christie –sonrió.
-¿Has incendiado algo últimamente? –le dio un codazo.
 ¿Un pirómano?
-No, pero podemos hacer una broma un día de estos –sonrieron ambos.
-Excelente idea –gritó Christie y me apuntó-. Ella es Emily, mi nueva mejor amiga –se miraron ambos-. Invitémosla esta vez, de seguro querrá ir… ¿o no Emily?
-Si, claro –fruncí los labios, sin saber como reaccionar.
 ¿Hacer una broma? ¿Irían a quemar algo?
-No te preocupes, no provocamos incendios como los que crees –rió.
-¿Eres un pirómano? –me dirigí al chico.
 Tenía el pelo castaño y era unos centímetros más alto que yo, una cara un poco pálida y ojos azules. Era el chico con el que estaba hablando Dan.
-Phillipe Harris –relució sus dientes.
 Guau, un pirómano… ¿sería capaz de provocar incendios?
-No te asustes –rió-, no te quemaré.
-No estoy asustada –le corregí, me reí entre dientes.
 Sentí una brisa helada a mi espalda y me estremecí, me volví hacia atrás y vi como Dan se sentaba en su pupitre, hablando con el grupo de punkis.
-Te veo luego, Phillipe –se despidió Christie.
-Por supuesto, a ti igual… adiós Emily –se retiró.
-Adiós.
 Dan me miró y luego me esquivó nuevamente.
-Está raro ¿no? –Christie miró a mi misma dirección-, a mi no me hablará… anda tú.
-¿Qué? –Abrí los ojos por la impresión-. Ya viste como me mira, no creo que ni siquiera me dirija la palabra.
-Se que sí… anda tú.
-Está con el grupo de punkis –traté de convencerla.
-Ellos no muerden.
-Estoy segura de que si lo hicieran ya me habrían matado –bufé mientras ella me empujaba hacia Dan.
-Te acompañaré –sonrió.
 Me dirigió hacia él, y todos menos él alzaron la vista. Sentí como los nervios comenzaban a hacerme una mala jugada… ¿Porqué me respondería a mi? Éramos solo conocidos, ¿para qué me hablaría?
-Ahora –me susurró al oído.
 Ellos seguían hablando y riendo, escuché más de una vez la mención de la “nueva”.
-Dan –le llamé, el alzó la vista y apretó los dientes.
-Vuelvo en un rato –les avisó a los otros.
 Christie se dio la media vuelta y se fue. Dan se levantó de su asiento y caminó dos pasos más adelante que yo, se detuvo en el puesto que seguramente sería el mío.
-Dime –dijo secamente.
-¿Te ocurre algo?
-Nada.
-Te noto extraño… Christie me dijo que no le querías decir nada, quiero saber porqué.
-No me sucede nada, te lo aseguro. Además, me conociste solo por unos minutos.
-Pero en esos minutos no te comportabas de esa forma ¿lo recuerdas?
-Perfectamente.
-¿Así que te juntas con tipos como ellos?
-¿Algún problema? –alzó una ceja.
-Ninguno –suspiré-. ¿Acaso tienes algún lío conmigo?
-No… ¿por qué todo se tendría que relacionar contigo?
 Alcé la vista para no mirarle, una silueta comenzaba a aparecer desde la puerta, la miré con odio. Durante todos los años desde que las había visto, desde entonces ninguna me había echo daño, por ello estaba tan desconcertada como asustada… ¿acaso este lugar fuera capaz de provocar todo eso?
 Dan miró a la puerta y se volteó rápidamente.
-Ahora no puedes negarlo, las ves –le acusé.
-Ahí no hay nada –me aseguró casi gruñendo.
-Sé que no estoy loca.
-Entonces ¿para qué discutes esto conmigo?
-Porque creí que podrías ayudarme.
-¿Yo? –dio unos pasos hacia atrás-. Porque debería ayudarte.
-Porque no sé que hacer… me siguen a todos lados, y se que las ves –coloqué mis manos en forma de puño mientras trataba de ignorar a la sombra.
-No sé de qué hablas –dijo y se sentó en el puesto que estaba al lado del mío.
-Si quieres puedes irte, no es necesario que estés acá –me senté sin mirarle-. Puedes volver con el grupito de punkis.
 No se movió.
-Lo siento, Emily –murmuró en voz baja.
-¿Por qué?
 Se irguió y caminó hacia donde le había llamado.
-¿Qué pasó? –Christie me miró sorprendida-, ¿de qué hablaron? Parecía enojado…
-Ni idea.
-Vamos, dímelo.
-Se que ustedes dos ven lo que yo veo –dije molesta.
 Ella contuvo la respiración por unos segundos.
-Te refieres a las sombras que según tú ves… ¿verdad?
-No son solo sombras –suspiré-. También suelen ser personas.
 Pestañeó rápidamente y miró hacia Dan.
-¿Dan te dijo algo?
-Entonces es cierto –asentí-. ¿Por qué no me dijiste nada en la enfermería?
-No se nada, Emily.
-Por favor –bufé.
 Christie frunció el ceño, frustrada.
-Está bien, supongo que solo estoy loca, como todos acá –sacudí la cabeza y apoyé la cabeza en el escritorio.
 La puerta se cerró detrás de todos y una señora de aspecto joven y pelo recogido con un peinado extraño, sonrió.
-Bueno chicos, siéntense en sus respectivos asientos… les doy la bienvenida a los nuevos –me dirigió una cálida mirada-, y para los demás, supongo que esta vez si pondrán atención ¿no?
-Claro, si fuera más interesante –dijo alguien en voz alta.
-No voy a soportar insultos, Phillipe.
 Me volteé a mirarlo, el se reía a carcajadas. Un papel me dio en la cabeza y se cayó en mi escritorio. Lo abrí con cuidado de que no me descubrieran y salía garabateado con letra desordenada y delgada.
 Esta es la profesora Adeline Moore de Matemáticas, supongo que ya la irás odiando de ahora en adelante, sus clases son una pesadilla, lo digo enserio.
 Si te das cuenta, los demás no la escuchamos en absoluto, ya verás porque.
 Christie.
 Arrugué el papel y lo guardé en mi bolsillo, miré a la profesora y ella estaba con el entrecejo fruncido y desparramaba unas guías de su escritorio, extraía algunas y repartió otras. Cada una tenía tres hojas para completar más unas cuatro que entregaba aparte.
-Srta. Moore ¿no encuentra que es mucho para ser el primer día? –preguntó uno de los punkis.
-Para nada, de hecho, son fáciles de completar –se sentó y comenzó a hojear un gran libro.
 Miré abrumada las páginas y la luz fluorescente no ayudaba del todo, traté de concentrarme al menos y logré hacerlo por unos segundos, aproveché de completar las primeras y luego comencé a tener problemas. Por más que hiciera los ejercicios una y otra vez, no lo lograba.
 Otra nota cayó en mi escritorio, miré hacia todos lados y Christie me guiñó un ojo.
 Está loca ¿te diste cuenta? Nadie en el mundo pondría todas estas páginas el primer día de clases… definitivamente nos quiere hacer la vida imposible.
 Por cierto, respecto a lo que dijiste, eso de las sombras… supongo que hablaremos un día de estos, pero no ahora. Tengo cosas que hacer, como la fiesta de Phillipe, estás invitada. Será el día viernes a las ocho, tendrás que ir sin que nadie se de cuenta. Los <<aguafiestas>> siempre andan merodeando por ahí.
Christie.
 La miré y asentí mientras guardaba la nota, recogí mi pelo y completé los demás ejercicios. Pasado más de media hora y había completado al menos dos páginas, los demás no estaban tan animados, era realmente aburrido y era el método de castigo perfecto para quien se habría culpado de algo.
 Christie quería hablar sobre las sombras, entonces ¿las veía? Un papel me llegó del otro lado de la sala, miré hacia todos lados, pero nadie mostraba signos de haberlo enviado. Lo abrí lentamente sin llamar la atención de la Srta. Moore.
 Te veo luego ¿vale? En la cafetería, después de esta clase.
Dan.
 La hora de los mensajes… ¿Qué quería hablar conmigo? Le miré a hurtadillas, estaba complicado en resolver unos problemas, al estar unos segundos contemplándolo, el levantó la vista, y me saludó con la mano.
 ¿Sufría de personalidades múltiples? ¿Por qué razón alguien estaría cambiando constantemente de ánimo? Estoy en una escuela de chiflados –recordé.
 Otro papel cayó en mi escritorio.
 ¿Qué fue eso? ¿Me lo explicarás? Si, tienes que hacerlo. Olvida lo de la nota anterior, excepto lo de la fiesta de Phillipe, hablaremos luego de un rato, pasaré a tu cuarto alrededor de las diez de la noche.
Christie.
 Me reí en silencio mientras guardaba los mensajes. La Srta. Moore miró a hurtadillas y fingí estar aproblemada con la guía.
 Al cabo de más tres horas, todos comenzaban a mirar la hora o estaban recostados sobre sus mesas, otros trataban de resolver lo que les quedaba de guía –que eran como unas dos o tres hojas-. Y algunos, resoplaban o se lanzaban papeles.
 La campana sonó y me sobresalté mientras completaba un ejercicio. Los demás sonrieron y la Srta. Moore los fulminó con la mirada.
-Espero que hayan terminado todos, era una guía simple –se levantó y cerró el libro que estaba en la mesa-. Queda de tarea, no olviden completarla… el que no lo haga, será sancionado con un castigo ¿está bien? Supongo que no querrán pasar la tarde limpiando la escuela.
 La miré sorprendida. Me levanté junto a todos y caminé hacia la puerta, luego de recoger mis cosas y me dirigí a ella sin perder de vista a Dan –quien caminó por el lado contrario y desapareció al instante.
 “Te veo luego ¿vale? En la cafetería, después de esta clase”.
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