lunes, 31 de octubre de 2011

"Psychosis"

Capítulo 3 – Mercancía prohibida

 Ya habían pasado más de tres día de que había llegado a este lugar, comenzaba a acostumbrarme a lo referido con los horarios, aunque seguía pensando que las clases eran del terror. Era día jueves y mañana sería la fiesta de Phillipe.
 Christie había estado tan ocupada con las invitaciones y ordenando todo y cada uno de los detalles, que le había sido imposible que alguien la detuviera.
 El lunes por la noche ella había venido –tenía más que claro que no iba a faltar-… hablamos de miles de cosas, como, donde vivía antes de llegar, que tal eran mis padres, mis amigos… las sombras. Ella estaba tan entretenida con el tema hasta ese punto, ahí fue cuando me lo relató todo, sin olvidar ningún detalle.
 La diferencia entre Dan y Christie era que ella me lo habría dicho de todos modos, en cambio a Dan, no estaba segura si me lo habría contado.
-¡Ey! –Alguien llamó tras la puerta-. ¡Abre!
 ¿Christie? ¿Qué hacía tan temprano? Me levanté rápidamente y le abrí, ella estaba perfectamente vestida, el color negro le venía a la perfección. Tenía un vestido negro y un paño entre rojo y morado alrededor del cuello, zapatos bajos y el pelo alborotado sujeto por un peinado que le sentaba bien.
-¿Qué hacías, eh? –preguntó mientras entraba a la pieza a la velocidad de la luz.
-Me acabo de levantar –dije mientras iba hacia el baño para arreglarme.
-Guau, es algo tarde.
-Son recién las siete de la mañana, Christie –la miré boquiabierta-. No creo que estés hablando en serio.
-Bromeaba –rió-. ¿No te has olvidado de los planes de hoy? Supongo…
 ¿Planes de hoy? Además de estar organizando la fiesta de Phillipe, que en realidad no era mucho, puesto a que él tenía todo controlado –salvo la mercancía…
-¿La mercancía prohibida? –me senté en la silla que había junto al escritorio.
-Ajá –sonrió-. Tenemos que estar listos, en cualquier momento iremos a buscarla.
-¿Antes o después de clases?
-¿Te parece durante? –propuso entre risas.
-¿Quieres faltar? ¿No nos meteremos en líos? –dudé-. Eso puede aumentar sospechas ¿no?
-Hum… tienes razón –miró por la ventana-. ¿Qué tal si lo hacemos esta noche?
-Me parece una idea fantástica –sonreí.
-Bien, después de todas las clases, mientras los otros cenan… ahí nos juntaremos en el cuarto de Phillipe. Iré a avisarle mientras tú te vistes.
-Está bien.
 Christie desapareció a los segundos y cerró la puerta con rapidez, abrí el closet que estaba junto a mi pared y rebusqué algo que me agradara –que tenía que ser negro-, y dí con un vestido oscuro y delicado… era lindo. Lo saqué y caminé hacia el baño.
 Me dí una ducha rápida y luego de salir, ya habría lavado mis dientes y cepillado mi pelo –que seguía goteando y no estaba dispuesta a secármelo-, me coloqué el vestido y me agradó en la forma en la cual se me veía, era aceptable. Saqué mis Converse y ya arreglada, asomé la cabeza por el pasillo.
 Unos susurros venían de adelante, Phillipe era la puerta número 105 y Christie estaba en la número 98. Los susurros continuaban, al parecer venían de dos puertas más acá.
-Tienes que entender de que ella es peligrosa, Dan. ¿Cuántas veces han atravesado a alguien las sombras que tú ves?
 La voz era femenina, la conocía pero ¿de dónde?
-Jamás… pero eso no significa que ella sea peligrosa –dijo él.
 Continué caminando, intentando que mis pasos no sonaran mientras pisaba.
-¿Y es posible de que justo ocurra cuando ella llegara este lunes? –bramó la voz.
-No le eches la culpa, Alexa.
 Me quedé ahí, esperando que continuaran.
-¿No entiendes que lo único que hace es atormentarte? Olvídala.
-¿Qué te hace pensar que te haré caso?
-Porque me tienes a mí y a Christie, a nadie más –dijo ella en un susurro.
 ¿Dan y Alexa eran novios? Abrí los ojos sorprendida mientras una extraña sensación de rabia y tristeza me embargaba.
-Hola ¿qué haces acá?
 Me volteé rápidamente, con el corazón en la mano mientras él sonreía.
-Hola, Tom –suspiré-. Me dirigía a buscar a Christie.
 Las murmuraciones cesaron.
-Te ves… hermosa –dijo lentamente mientras pestañeaba-. ¿Te acompaño?
-Oh –cerré los ojos mientras sonreía-. Bueno, no sé si la encuentre de todos modos.
-Estaba en la pieza de Phillipe antes de que me fuera.
-¿Estabas ahí?
-Pasé por ese cuarto mientras caminaba hacia la biblioteca… a propósito de biblioteca ¿no la has visitado?
-No –le miré boquiabierta-, no he tenido tiempo –dije con desánimo.
-Algún día me acompañarás ¿está bien? –sonrió encantado.
-Claro.
 Me rodeó con su brazo mientras lo pasaba por mis hombros y comenzamos a caminar hacia la pieza de Phillipe.
 Recordé los susurros de Dan y Alexa ¿es que ellos estaban discutiendo por mí? ¿Por qué yo iría a atormentar a Dan?
-¿Qué piensas? –preguntó Tom.
-Que quizás la gente suele ser algo paranoica –respondí a regañadientes.
-¿Alguien en especial? –rió a carcajadas.
 Su risa me hizo sentir una sensación de alivio, sonreí.
-No, nadie –respondí con tranquilidad.
 Miré para atrás una última vez, y vi el rostro de Dan abrumado por el pánico, miraba en dirección a nosotros y luego bajó la cabeza. ¿Qué le había ocurrido?
-¿No tienes frío? –Añadió Tom con un hilo de voz-. Afuera está algo helado y estás un poco desabrigada.
-Puedo ir a buscar un abrigo a mi pieza –sugerí mientras apuntaba a mi espalda.
-También perfectamente podría entregarte el mío –se sacó su chaqueta y me la tendió mientras introducía mis brazos y el la pasaba por mis hombros.
 Él se había quedado con una polera blanca y la bufanda morada.
-¿Entonces habías pasado a la biblioteca?
-Si, también iba a pasar a recogerte en tu cuarto, para acompañarte a las clases, o a desayunar –sonrió-. ¿Te parece si vamos?
 Tom era encantador en realidad, no era como un mejor amigo, era más bien… como todo novio al que una chica quiere, era preocupado, atento y atractivo por sobre todo, tenía la educación pegada a su personalidad y era cortés al hablar... era alto y fuerte, y eso hacía que me sintiera sorprendentemente protegida y cómoda al estar con él.
 Sentía como me crujía el estómago.
-Claro, tengo algo de hambre –reí.
-Perfecto –relució sus dientes-. Veremos que hay de bueno.
 Ya habíamos llegado a la pieza de Phillipe, que estaba abierta y él estaba sentado en una silla, con una guitarra en la mano y Christie hablaba sonriente.
-¡Ey Emily! –gritó ella al verme.
 Sonreí mientras esperaba afuera.
-Pasen –sugirió Phillipe mientras reía.
-¿Qué hacen? –Tom aún no apartaba el brazo de mis hombros y luego me hizo pasar primero.
-Le contaba a Phillipe lo que habíamos decidido con Emily –ella se levantó de la cama de Phillipe en la que estaba sentada.
 Corrió hacia mí y me jaló de la mano, adentrándome y sentándome junto a ella.
-¿Qué tienen planeado? –pregunto Tom con voz amable.
-¿Recordáis lo de conseguir la mercancía prohibida? –dijo ella entre murmuraciones.
 Todos demostraban estar interesados y se aproximaban para escuchar a Christie.
-Como olvidarlo –dijo Phillipe riendo-. Es una de las partes más interesantes de todo esto.
-Bien, ustedes conseguirán el alcohol, nosotras… la decoración –sonrió ella.
-Muy bien –dijo alguien en la puerta-. ¿Así que habrá alcohol?
 Axel estaba en la puerta y estaba mirando hacia Phillipe con aspecto divertido.
-Claro, no sería fiesta ¿no?
-Por supuesto, necesita algo de diversión –entró con tranquilidad y caminó hasta quedar al lado de Tom y Phillipe.
 Era casi del mismo tamaño que Tom.
-¿Qué propones? –preguntó Phillipe que comenzaba a tocar unas notas en la guitarra.
-Hum, de seguro tu tienes listas las canciones y lo que se refiere a que serás el DJ –rió.
-Alguien deberá remplazarme, seguro… quizás habrán momentos en lo que me anime a bailar.
 Todos reían y demostraban estar realmente interesados con ello.
-¿Quiere “no” irán? –preguntó Axel divertido.
-Hum, Alexa y Dan –dijo Phillipe con mala gana-. No sé que les habrá pasado.
 Recordé la conversación del pasillo, el rostro de Dan, la molestia de Alexa… ¿ella me odiaba?
-¿Ocurre algo, Emily? –preguntó Axel preocupado.
-No –me limité a decir con una media sonrisa.

 Mientras iba caminando para mi clase de biología –la cual me la hacía una señora de pelo castaño llamada Brenda Robinson-, iba pensando en ello todo el tiempo.
 Dan y Alexa… ¿es que ellos eran pareja? Era lo más probable, ¿ella me odiaba? ¿Por qué lo haría?, no tenía motivos.
-Emily –la voz me rodeó mientras caminaba por el último pasillo para llegar al salón y se aferró a mi muñeca-. ¿Puedo hablar contigo?
-No lo creo –negué con la cabeza mientras abría la puerta-. Llego algo tarde, no quiero perderme la clase, lo siento.
 Él se quedó ahí quieto, sin entrar.
-¿Te quedarás? –arqueé una ceja, siendo cortante-. Bien, yo debo entrar, no quiero problemas ¿vale?
-Emily… ¿te ocurre algo?
-No me ocurre absolutamente nada –afirmé.
 El rostro de Dan se sumió en el pánico con su voz.
-¿Acaso estás así por algo?
-Se me hace tarde, lo siento –dije mientras entraba por la puerta.
 Christie acababa de sentarse, Tom estaba hablando con ella y Phillipe. Axel estaba con su grupo e hizo señas para que me acercara a él. La Sra. Robinson aún no llegaba, al igual que Dan y Alexa…
 Fui a regañadientes hasta Axel.
-¿No estás de ánimos hoy, eh? –rió.
 Me uní a sus risas, mientras los demás acercaban una silla para que me sentara junto a ellos.
-Al parecer –hice una mueca.
 El me dirigió una sonrisa animadora. La puerta se abrió mientras me sentaba y entró Dan con una de las peores caras que le había visto jamás.
-Guau, está hecho polvo –musitó uno de los punkis.
-Ni que lo digas –le apremió Axel sorprendido-. ¿Qué crees que le haya pasado?
-Que se yo –se encogió de hombros el chico.
 Le miré con algo de nerviosismo, intentando aún no aparentar ninguna emoción, el chico sonrió al encontrarse con mi mirada.
-No me había presentado… Soy Nicholas Evans –estiró su mano y estrechó la mía.
-¿Qué tal si llamamos a Dan? –sugirió Axel.
 Resoplé.
-Hum, o quizás no –dijo nuevamente, con voz entrecortada-. ¿Algún problema con Dan, Emily?, ¿están enojados?
-Algo así –fruncí los labios.
-¿Por qué? –susurró como si estuviera a punto de enterarse del rumor más grande del mundo.
-No se lo contarás a nadie ¿vale? –Sonreí-, o si no tendré que arreglármelas para teñirte el pelo rubio oxigenado.
-No se me vería mal –sonrió coquetamente.
-Claro que no… a menos que lo mezclemos con todos los colores posibles –le dí un codazo.
-No está mal… de hecho deberías ser tú la que me tinture el cabello la próxima vez.
-Claro que no –reí.
 Se acomodó en la silla para quedar a unos centímetros de mi rostro y se ladeó para escuchar mejor.
-¿Me contarás?
-Por supuesto, tú solo no le digas a nadie de esto.
-Dalo por echo –me guiñó un ojo.
-¿Sabes si Dan está con alguien? –pregunté incómoda.
-Así que a eso viene todo –sonrió-. ¿Alguien como quién?
-Hum, no lo sé… Alexa, supongo –me encogí de hombros sin poder evitar gruñir al pronunciar el nombre.
 Él se echó a reír.
-No, jamás… bueno no lo sé –se revolvió el pelo-. Que yo sepa, Dan y Alexa son como primos.
 Enrojecí.
-No te preocupes por ello, Dan no está saliendo con nadie –miró a los demás que hablaban sobre algo que no había escuchado-. ¿Estás interesada por Dan?
 Sonrió como si fuera mi mejor amigo, y hubiese descubierto algo que le agradara.
-No, solo preguntaba –tartamudeé-. Debería habérselo preguntado a Christie –suspiré hablando conmigo misma-. Es que al parecer… Alexa me odia, no tengo ni la menor idea de porqué. Es absurdo –confesé con una mueca.
 El abrió los ojos sorprendido.
-No he hablado jamás con Alexa –enarcó una ceja-. No creo que te odie.
 Miró a mis espaldas. Miré de reojo luego de que alguien tapara un poco de luz fluorescente que me iluminaba. Dan estaba mirándome sin emitir palabra. Estaba sentada en su asiento y no sabía hace cuanto habría estado allí, ni cuanto habría escuchado.
-Adiós, Alex –me despedí con voz temblorosa-. Nos vemos luego.
-Claro –sonrió.
 Avancé esquivando la mirada de Dan, tenía vergüenza por haber creído que él estaba con Alexa, quizás podría estarlo y también tal vez Axel se podría haber equivocado, la única persona que podría aclarármelo podría ser el mismo Dan.
 Pero no quería preguntarle, no tendría el valor suficiente.
 Me senté en mi puesto con un leve suspiro y apoyé la cabeza entre mis manos.
-¿Puedo hablar contigo? –estaba a unos pocos centímetros de mi cara, expectante, triste, arrodillado observándome.
-¿Sobre qué, Dan? –cerré los ojos mientras reordenaba mis ideas.
-¿Estás enfadada conmigo? –preguntó como si hablara consigo mismo.
-No –suspiré frustrada, no era capaz de mirarlo a los ojos-, no lo estoy.
-¿Por qué estás así? –continuó, insistiendo cada vez más.
-¿Cómo estoy? –le miré molesta-. Yo estoy perfectamente bien.
-Ambos sabemos que no es así.
-¿Por qué habrías de saber tú como estoy? –le fulminé con la mirada.
 Su rostro se desarmó y bajó la vista, me embargó el deseo de abrazarle y decirle que lo sentía.
 Pero no lo haría.
-Por que te comportas conmigo de una manera a la cual desconocía –ahora suspiró él.
-Exacto, desconocías. Aún no me conoces, Dan.
-Te conozco mejor que todos, incluyendo Tom –bufó molesto, casi gruñendo cuando pronunció el nombre.
 ¿Estaba celoso?, ¿era posible?
-Al menos Tom demuestra ser sincero –le escupí las palabras en la cara.
 Inconcientemente quería provocarlo, para saber con exactitud que sentía. Una chispa de esperanza me inundó.
-Por favor –resopló enfadado.
 Su tono me enfureció.
-¿Por favor qué, Dan? –bramé-. Por favor ¿podrías explicarme por qué razón Alexa me odia por tu culpa?, ¿por qué yo provocaría a las sombras?, ¿por qué tú y ella… -frené frustrada cuando comenzaba a gritarle, había llegado demasiado lejos.
 Él no demostraba otra emoción que no fuera terror, balbuceó unas cuantas palabras que no pude descifrarle.
-Tú no las provocas –logró decir casi en un susurro.
-Ella no parece pensar lo mismo –me mordí la lengua para no gritarle nuevamente.
-Me importa una mierda lo que piense ella –frunció el ceño.
-No lo entiendo –tartamudeé, la voz se me fue por unos segundo, demoré en recomponerme-. Pensé que tú y ella…
-¿Qué? –Sacudió la cabeza-. ¿Creías que teníamos algo?
 Sonrió.
-Que bueno que te divierta.
 Sus ojos eran intensos, no parecía irradiar felicidad con ningún semblante, pero su mirada era increíblemente eufórica.
-¿Así que por eso estás así? –un rayo de esperanza recorrió sus ojos.
 ¿Esperanza?, ¿él estaba esperanzado?
-No –contesté instantáneamente, noté como la sangre comenzaba a subir hasta mis mejillas.
 Rió entre dientes, levantó la vista cuando alguien se aproximó y noté lo cerca que estábamos. Me aparté de inmediato y miré el rostro de Tom que estaba ceñudo.
-¿Qué haces acá? –Dan se incorporó y le encaró furioso.
-Eh, Dan –le detuve mientras me levantaba-. ¿Qué ocurre?
 Parecía estar conteniéndose y por lo visto creo que le costaba.
-No ocurre nada –se tranquilizó.
-Entonces tú y Brenda no irán a la fiesta ¿no es cierto? –sonrió Tom.
 Dan le miró como si le amenazara con solo verlo.
-¿Qué quieres, Tom? –preguntó con voz seria y cortante.
-Quiero que la dejes en paz.
 Miré a ambos sin comprender.
-Estoy completamente seguro de que ella no te lo ha pedido –se limitó a decir Dan mientras apretaba los puños-. Así que tú no decidirás nada si ella no lo quiere.
 Tom se encogió de hombros.
-No lo arruinarás todo, de nuevo.
-Oh, vale. No tengo ni la menor idea de que hablan ¿podrían al menos explicarme?, o quizás podrían hablar en otro lado –puse los ojos en blanco cuando vi a Tom negar con la cabeza.
-Bien –me volteé caminando hacia Christie quien habría mirado hacia los dos y se notaba preocupada.
-¿Qué ocurre por allá? –preguntó mientras sonreía al verme.
-No lo sé, no me han explicado nada…
 Phillipe estaba sentado en una silla junto a Christie y me acercó otra, me senté mientras Christie se dedicaba a garabatear en una hoja de cuadernos trazos y líneas abstractas.
 Un enorme estruendo provino de nuestro lado, las sillas y mesas que habían a unos pocos metros de nosotras se estamparon contra el suelo –haciendo más ruido aún-, junto a la caída de bruces de Tom. Me paré de inmediato junto a Christie.
-¿Qué demonios? –se quejó mientras se apartaba.
 Busqué con la vista a Dan, que miraba a Tom de pie, esperando a que se levantara.
-¿Qué le has hecho? –le pregunté mientras levantaba a Tom.
 Hizo una mueca cuando Tom se levantó tambaleándome, dirigiéndome una sonrisa.
-Emily… -musitó Dan entre dientes.
 Le miré, pero la espalda de Tom no me lo permitió una vez que se había cruzado, se le lanzó pegándole en el estómago, Dan cerró los ojos mientras presionaba los dientes y retrocedió unos pasos. Lo demás fueron un ir y venir de golpes, patadas; se lanzaban contra las mesas –que caían y se dirigían hacia ambos lados de la sala.
-¿Estáis locos? –chilló Christie mientras le dirigía miradas Phillipe y Axel quienes se levantaron más que rápido para correr hacia ellos.
 Phillipe se aferró a Dan y le sujetó de los brazos, quien iba a rematar a Tom con un golpe en el rostro y Axel sujetó de Tom.
-¡Que bah! –Axel parecía ser lo suficientemente fuerte para frenar a Tom de cualquier impulso que le corriera por su desenfrenada cabeza, no se movía ni un centímetro mientras el luchador se agitaba y zamarreaba para todos lados-. ¿Podrías controlarte al menos?
-¡Suéltame! –bramó como respuesta.
-¿Están locos? –Axel negó con la cabeza mientras lo mantenía, miró a ambos quienes le fulminaron con la mirada-, ¿quieren que nos castiguen a todos?
-¿Por qué rayos estabais peleando? –Christie se acercó mientras los miraba, desde Dan hacia Tom y de vuelta nuevamente.
 Ninguno contestó. La puerta se abrió pesada y ruidosamente, hice una mueca de disgusto mientras me esperaba cualquier cosa.

-Tu primera semana en este lugar y ya estas castigada –estábamos frente a la puerta número 98 y ella deslizó la llave por la cerradura con rapidez-. Realmente me sorprendes.
-Sabes que no estuve metida en ello –me encogí de hombros mientras analizaba los trazos de la puerta.
 Las letras estaban marcadas con tinta negra y miles de palabras estaban marcadas –grupos de música, o frases que ella misma había escrito-, una de las más destacadas con tinta <<No te atrevas a golpear>>
-¿Intentas hacer que la gente no entre en tu pieza? –sonreí mientras ella entraba.
-Lo sé, Harlot es una desgraciada –refunfuñó mientras me invitaba a pasar-. No puedo creer que nos haya acusado… bueno sí, era de esperar de ella.
 Cuando la Sra. Robinson había entrado por la puerta, la mayoría se había dedicado a ver lo que ocurría. Axel y Phillipe habrían soltado a Dan y a Tom –quienes se habrían esforzado por controlarse.
 Harlot le había contado todo a la Sra. Robinson –excepto los motivos-, y habría afirmado que yo y Christie estábamos metidas en el lío. Ella nos castigó a todos, este sábado tendría que ir junto a ellos a primera hora al patio de la escuela. Para rematar “a primera hora” eran las seis de la mañana.
-¿Trata de conseguir más enemigos?
 Christie rebuscaba en su closet y sacó una caja, dejándola en el suelo y lanzó cosas por todos lados hasta dar con lo que buscaba. Me lanzó una linterna y una caja con pilas, sacó una para ella y guardó nuevamente la caja. Dio unos pasos dudando, la luz estaba encendida y ella parecía estar recordando algo, con la vista ausente se agachó y estiró la mano por debajo de la cama, sacando un bolso de tamaño mediano, el suficiente como para guardar ropas y libros.
-De seguro todos aquí lo son –abrió el bolso-. Mira –apuntó en su interior-, acá guardaremos las luces, cables y demás cosas con las que nos encontremos.
-¿Podrían encontrarnos? –caminé hasta la cama, ella cerró el bolso de nuevo y el closet mientras salía por la puerta y me hacía señas para que la siguiera.
 Apagué la luz de su cuarto y cerré la puerta tras nuestros pasos, mientras ella caminaba rápida y silenciosamente por el pasillo.
-Claro que no –sonrió-. Estamos junto a uno de los mejores conseguidotes de todo este lugar.
-Axel… ¿no es cierto?
-Si, él estará con nosotros esta noche.
-¿Quién más estará? –me coloqué junto a ella mientras trataba de seguirle el ritmo de sus pies, prácticamente estaba corriendo bajo la luz fluorescente.
 El pasillo se veía vacío, todos estaban cenando y las puertas estaban cerradas. Saqué el celular que me había devuelto Dan y miré la hora.
 Marcaba las diez de la noche.
-Además de nosotras, Axel y Phillipe… creo que se unieron Tom y Dan –frenó mientras revisaba algo de su bolsillo.
-Pero, ¿no que Dan no iba a asistir a la fiesta? –di un salto del susto cuando sentí el vibrador de mi celular.
-Lo sé, por lo que veo, ha cambiado de opinión –sonrió-. Debemos ir al cuarto de Phillipe, son las diez y quedamos a esta hora.
 Saqué nuevamente el móvil mientras miraba la pantalla, marcaba un número desconocido.
-¿Alo? –musité mientras esperaba alguna respuesta.
-¿Emily? –chilló la voz a través del celular.
 Me había quedado petrificada, no había hablado con Jessie desde que me habían sacado de mi antiguo instituto. Su voz histérica y su mal humor característico de cuando no le hablaba en días me hicieron sonreír.
-Si, soy yo –contesté mientras suspiraba feliz.
-¿Por qué no me has contestado las miles de llamadas? –preguntó furiosa.
-Me han quitado el celular… supongo que tendré que explicarte muchas cosas ¿no?
-¡Miles de cosas! ¿Cómo es eso de que te quitaron el celular?, ¿lo conseguiste? –siguió con rapidez.
 A través de su voz podía escuchar la música proveniente de la banda de Muse, me imaginaba como estaría en su ordenador reproduciéndolas mientras se recostaba para arreglarse el cabello antes de salir.
-No sabes cuanto te extraño –me limité a decir cuando un nudo en la garganta me abrumó.
-Yo también, los demás me han preguntado porque has desaparecido… no sé que contestarles –dejó de hablar pero podía escucharle sus murmuraciones nerviosas-. Me refiero a que no se si contarles lo del chico… ese tal Phil.
-¿Quiénes preguntaron? –parecía como si me hubiese cogido de golpe.
 ¿Serían mis antiguos amigos?, ¿gente curiosa?, ¿profesores o alguien más?
-Los chicos no pasan a preguntarme demasiado, ya ni hablamos –suspiró-. Es como si te hubiese tragado la tierra, nadie tiene la menor idea de porque no vas… aunque igualmente corre el rumor de ese tipo.
-¿De Phil? –se me revolvió el estómago.
-No se como se han enterado, no he dicho ni una palabra a nadie. Tampoco tus padres, ellos han sido muy reservados sobre esto. Pero sabes… creo haberlo visto en los periódicos.
 ¿Qué? Me tembló el cuerpo.
-¿Qué decía? –pregunté con pánico en la voz.
-La desaparición del chico y que tú eras sospechosa… Oh vamos, Emily. Tú no eres la culpable –tomó aire-. Supongo que de ahí se enteraron todos.
-Me imagino lo que deben hablar de mi –sacudí la cabeza-. Pero bueno, no llamaste para eso, supongo.
-¡Claro que no! –rió-. ¿Hay algo interesante allá?
-Lo dudo.
-¿Pero qué es?, ¿una escuela o un reformatorio?, ¿algún hospital psiquiátrico?
 Me reí con ánimo mientras le lanzaba una mirada a Christie, quien estaba caminando junto a mí y me miraba con una ceja arqueada. Puso una mueca burlona y empezó a imitar a Jessie como si estuviera hablando y contándome rumores sobre el instituto de Londres al que ella iba. Aumentó mis risas.
-Algo así –respondí mientras me mordía el labio.
-¿Has conocido algún chico? –dio un gritito de la emoción.
-Hum, si a varios –respondí nerviosa.
 La verdad sabía que ella no se interesaría en amigos, menos a conocidos. Ella quería saber sobre mis “pretendientes” y yo no tenía ninguno.
-¿Alguno sobresalta? –podía imaginármela con las piernas entrelazadas sobre la cama mientras parloteaba por el móvil.
 La imagen del rostro de Dan y Tom recorrieron mi mente.
-Si –sentía como la sangre me subía al rostro.
-¡Lo sabía! Es que tú no puedes estar en cualquier lugar sin llamar la atención de un chico, Emily. Eres realmente hermosa, imagino que debes ser el centro de atención… pues claro, nadie puede ser mejor que tú.
-¡Que bah! –reí-. ¿Ahora debería entrar en una agencia de modelos o qué?
-Quizás.
-Jamás ocurrirías, créeme.
 Christie comenzó a reír, supuse que habría inferido la conversación o podría oír los grititos de Jessie. Alejé un poco el celular de la voz de ella y ahí estaba, claramente Christie podía oírla.
 Christie paró de caminar cuando habíamos llegado a la puerta de Phillipe, dio unos golpes y se oyeron unos pasos provenir del cuarto.
-Esto… Jessie, debo cortar –suspiré.
 Habría deseado hablar más con ella, era realmente reconfortante, ella había sido mi mejor amiga hace tanto tiempo y ahora ni siquiera podíamos vernos.
-¡¿Qué?! ¿Es una broma, cierto? –chilló-. No me cortarás, Emily. Debemos hablar sobre muchas cosas.
-Luego te llamo –recorrí con el dedo sin mirar mientras aún seguía con el celular en el oído.
-No, no estás hablando en serio. Por favor, al menos promete que me llamarás.
-Claro, ahora que tengo mi celular hablaremos muy seguido –contuve el aliento, no deseaba cortarle-. Tengo unos planes con unos amigos, me están esperando. Creo que eso te tranquilizará un poco, al menos tengo un motivo para cortarte.
 Ella se rió con sarcasmo.
-¿Me estás cambiando?
-Claro que no –abrí los ojos sorprendidas-. Tenemos que planear la fiesta de un amigo.
 Phillipe abrió la puerta y tenía el pelo largo amarrado en una coleta. Lucía una camisa musculosa blanca y jeans desgastados, sobre eso un polerón marrón.
-Está bien –refunfuñó-. Me lo cuentas todo.
-Claro –sonreí mientras presionaba el botón y finalizaba la llamada.
 Lancé un largo suspiro. Phillipe tenía las cejas alzadas y comenzó a reír.
-¿Una amiga? –sonrió mientras nos hacía pasar.
-Si –asentí.
-De las típicas populares ¿a que sí? –rió Christie.
-No –sonreí-. No es de las que tiene fieles seguidoras o andan de un rosado pálido con todos los accesorios incluidos.
 Christie comenzó a reír a carcajadas.
-Pero a que si anda buscando chicos populares –se lanzó en la cama de Phillipe.
-Si, quizás.
 Phillipe tomó su guitarra y me tomé el tiempo de ver quien estaba ahí. Dan estaba sentado en una silla rasgando las cuerdas de otra guitarra, ahora me había dado cuenta de que las notas que escuchaba mientras Phillipe abría la puerta eran de su melodía.
 Él me dirigió una amable sonrisa mientras bajaba la guitarra.
-Creía que no ibas a asistir a la fiesta –me senté en la orilla de la cama junto a Christie.
-Bueno, creo que cambié de opinión –se rió mientras seguía tocando.
 No había visto con exactitud la pieza de Phillipe, tenía cuadros de bandas colgados alrededor de su pieza, era un diseño agradable y llamativo. Relucía el piso con una alfombra roja y su cama tenía fundas verdes, la ventana tenía barrotes pero dejaba entrar la luz del sol –que pocas veces salía en un estado tan frío como era este.
 En el cuarto abundaban los colores cálidos y no tan llamativos.
-¿Qué haremos hoy, entonces? –preguntó Phillipe mientras se sentaba al lado de Christie.
 Le sostuve la mirada a la guitarra de Dan por unos segundos.
-Creí que ya lo había explicado –ella se recostó en la cama con los ojos cerrados, Phillipe la miró mientras se reía.
-Si, pero que planes tienes… me refiero, a como te organizaste.
-Ey, aún tienen que llegar los demás –le lanzó una mirada al reloj que colgaba de la pared-. No tenemos mucho tiempo, en realidad.
-¡Que bah! Tenemos toda la noche –se rascó la cabeza y miró hacia la ventana.
-No es cierto –se enderezó Christie y con su dedo le pinchó el estómago-. Solo hasta cuando los demás terminen de cenar.
-¿Y eso por qué?
-Porque ahí ningún guardia estará pendientes en nosotros.
 Dan comenzó a cantar, su voz era afinada e iba al ritmo de la guitarra, era una melodía lenta y tranquila. Estaba concentrado y le miré como hipnotizada por no se cuanto tiempo. Tenía los ojos semicerrados mirando el suelo.
 Christie me pegó un codazo.
-¿Estarás observándolo toda la noche? –me susurró al oído.
-Cállate –enrojecí.
 Phillipe comenzó a acompañarle con la suya.
-Bien –posó su mano en un costado de la silla y dejó la guitarra en el suelo, se revolvió el pelo y observó tranquilo-. ¡Eh, Phillipe! –este se volvió a mirarle-. ¿Crees que debamos ir a buscar a los demás?
-No, llegarán en cualquier momento.
 Se sintieron unos leves golpes en la puerta.
-¿Ves? Te lo dije –se levantó y caminó hasta ella, la abrió hasta la mitad.
-¡Alex! –dijo entusiasmado-. Menos mal que has llegado, al menos tendremos a un especialista en esto.
-No me perdería la diversión –entró con calma y nos miró a todos, uno por uno-. ¿Qué hacíais?
-Nada en especial –respondió Dan.
-¿Así? –Se apoyó en la pared mientras miraba hacia Phillipe quien cerraba la puerta-. No la cierres… Tom estaba por llegar –dirigió una mirada a Dan.
 Dan cerró los ojos mientras apoyaba la cabeza en la silla. Me preocupó su reacción.
-Supongo que me explicarás la razón de esa pelea ¿no? Después de todo, por tu culpa estoy castigada.
 Él sacudió la cabeza.
-Me lo imaginaba –resoplé.
 Christie negó con la cabeza.
-Vas a tener que explicarnos, chico popular –le lanzó una leve patada a la silla para que la mirara-. No creas que voy a quedarme tranquila después de lo de Harlot.
-¿Qué planeas hacer? –preguntó Axel mientras se acercaba curioso.
-Bueno, tenía planeado jugarle una mala pasada –sonrió con maldad.
-¿Cómo qué?, ¿lanzarle comida?, ¿hacerle algo en su pieza? –rió.
-No, haremos que se meta en problemas… va a tener que sufrir un castigo, junto a nosotros.
 Axel abrió los ojos sorprendido.
-Me agrada tu forma de pensar, aunque, con Harlot no será tan fácil… si quieres que te odie de por vida.
-¡Que bah! Tengo un plan.
-¿Si? Pues quiero oírlo –Phillipe le lanzó una almohada a Dan que había puesto los ojos en blanco-. ¡Eh, anímate! ¿Qué rayos te ocurre?
 Dan le devolvió el lanzado.
-Nada.
 Tom apareció por la puerta, tenía una jersey negro y una polera gris, además de la bufanda morada.
-¿Qué tal va todo? –sonrió.
-Hasta que por fin llegas –gruñó Christie-. ¿Querías que te esperáramos de por vida? No tenemos todo el tiempo del mundo, querido.
 Dan, Axel y Phillipe comenzaron a reír con ánimo, Tom le dirigió una fría mirada a Dan.
-Bien, entonces dinos que debemos hacer –le desafió mientras avanzaba.
-Axel… hoy es jueves –frunció el ceño-. ¿Crees que nos encuentren o nos quiten todo?
-No, depende desde donde partamos.
-Eso quiere decir…
-Entraremos por la puerta trasera, y deberemos irnos rápido, los guardas entrarán en cualquier momento para volver a dejar la mercancía.
-Entonces deberemos esparcirnos –se frotó las sienes con los dedos mientras pensaba-. Tú y Phillipe estarán en la bodega, Emily y Dan estarán por la parte de los pasillos laterales y Tom y yo por la entrada delantera, en caso de que alguien llegue.
 Dan sonrió encantado, Tom refunfuñó.
-Si alguno no quiere ir… ¡fantástico! –se levantó y caminó hacia la puerta.
 Sentí como alguien se aferraba a mi muñeca, miré por sobre mi hombro y vi el jersey de Dan, subí mi vista y él estaba sonriente mientras caminaba.
-Así podré explicártelo todo ¿vale? –relució sus dientes blancos y se levantó el pelo, su aspecto rebelde y simple era realmente encantador.
-Más te vale –le amenacé, él se echó a reír.

-Debemos estar atentos –sugirió casi corriendo por los pasillos-. Los demás terminaran pronto y bueno… los guardar llegarán luego de la revisión.
-No será raro que no estemos en la cena… ¿crees que sospechen? –pregunté mientras le seguía.
-No, claro que no. Nunca se han preocupado de nosotros.
 Dan asintió.
-Bueno, entonces Tom –le apuntó-. Tendremos que estar en la entrada.
-Oh, vale ¿Qué haremos? –sonrió.
-Hum, vigilar y distribuir algunas cosas… por nuestra cuenta –Christie paró mientras observaba los pasillos-. Es una suerte que esto esté iluminado… aunque tiene un aspecto lóbrego, parece un hospital psiquiátrico –rió.
-No está muy lejos –dijo Axel mientras caminaba con las manos en los bolsillos.
 Habíamos llegado a un lugar que daba con dos pasillos –uno comunicaba al patio, oficinas y la cafetería, mientras que el otro daba con los edificios y las habitaciones, el gimnasio y la piscina-, había unas escaleras que bajaban a una especia de bodega que estaba iluminada por una luz brillante y pálida.
 Imaginé dentro cajas y cosas esparcidas por todos lados.
-Vale –Christie dio saltitos mientras bajaba las escaleras.
 Le seguí por un metro de distancia, Tom, Phillipe, Axel y Dan iban mirando hacia adelante tranquilos, como si no les importara si los encontraran o no.
-Esto se está volviendo latero –bufó Axel-. Hay que darle diversión.
 Christie se volteó mientras apuntaba a la cerradura de la puerta.
-¿Cerrada? –Alzó las cejas-. No me digas que nunca has venido hasta acá.
-Si he venido –se sacó de su pelo un objeto delgado y lo introdujo en la cerradura, solo duró un par de segundos mientras se concentraba y abrió la puerta-. Listo.
 Axel rió a carcajadas.
-Toda una experta –le dirigió una sonrisa mientras pasaba por la puerta y encendía la luz.
-¿Qué se supone que debemos sacar de aquí? –me dirigí a Axel quien estaba revisando unas cajas.
-Esto –me lanzó una botella que casi estuvo a punto de estamparse contra el suelo, cuando Dan la alcanzó.
 Le miré sorprendida.
-Buenos reflejos, Dan –rió.
-Más cuidado para la próxima –me entregó la botella y se dio la vuelta para alejarse.
-¡Ey, Emily! –Gritó Christie-. ¡Échale un vistazo a esto!
 Me aproximé a ella que se encontraba en una esquina, estaba casi encima de una caja repleta de adornos y decoraciones.
-¿De donde es todo esto? –tomé un par de objetos.
 Ella se rascó al cabeza mientras pensaba.
-De los antiguos eventos que se han hecho, eran geniales cuando los planeábamos… aunque otros se los han quitado a algunos de acá –revisó más debajo de la caja-. Suelen ser llamativos.
 Se sentían los ruidos de las botellas al ser sacadas de los estantes. Miré hacia atrás para fijarme más en el lugar, las paredes estaban cubiertas de cemento, no estaban pintadas ni decoradas, había estantes y cajas por todos lados, me acerqué a estos y en los estantes del centro, habían carpetas e informes. Estiré mi mano sacando uno y lo abrí para fijarme de qué eran.
-Ah, esos son los informes personales de cada uno –dijo Christie mientras posaba la vista en mí-. Apuesto a que el tuyo debe estar ahí.
-¿Qué se supone que aparece acá?
-Hum, de donde vienes, tu caso… y la información de conducta.
-¿El tuyo está acá?
-El de todos está acá –dijo Phillipe que avanzaba con una caja y se iba por otra puerta.
-Bien, es nuestro turno –dijo Christie mientras tomaba una caja y avanzaba-. Por cierto, toma lo que te parezca conveniente y anda hacia donde esté Dan, de seguro debe estar esperándote.
-Él esta…
-En el pasillo lateral, en el que da con los edificios, anda con él y lleva una caja, el se llevó unas cuantas para dejarlas en la pieza de Phillipe.
-¿Se ha ido?
-De hecho no –apuntó a la puerta-. Ahí está.
 De la puerta se asomó Dan con una sonrisa, llevaba tres pesadas cajas y caminaba sin esfuerzo, hizo una seña para que le acompañara. Tomé una de las cajas de las decoraciones y le acompañé apresurando el paso.
-¿Por qué habrías cambiado de opinión? –le cuestioné al caminar junto a él.
-Porque no querría perderme la fiesta de un gran amigo, además, será genial –sonrió-. Tampoco quería dejarte en compañía de Christie.
-¿Por qué habrías de preocuparte de que esté con Christie? –miré al interior de la caja, habían algunas decoraciones llamativas.
-¿Es necesario que lo explique?
-Para mi si, no conozco a todo el mundo, soy nueva.
-Bien, Christie en una fiesta es completamente hiperactiva, no puedo calificarla de otro modo… es como si le encantara el hecho de estar ahí, claro que es normal ¿a quien no le gusta una fiesta? –rió-. Pero comienzo a darme cuenta de tu personalidad y no creo que sea de tu agrado el tener que hacer algo llamativo.
-Entiendo, y créeme que no sucederá –me detuve mientras tomaba en cuenta sus razones.
 Él tenía algo de razón, yo no podría estar junto a todas esas personas, era casi algo imposible, no era muy social que digamos, y no habría de cambiar de un día para otro. Pero por otro lado, era mi oportunidad de conocer a algunas personas que no fueran, Axel, Phillipe, Tom, Christie y Dan.
-Respecto a Alexa… ¿por qué habrías de pensar que estábamos juntos? –su voz se volvió nerviosa.
 Mi respiración se detuvo por unos segundos y recordé la conversación que había escuchado en los pasillos.
-Los escuché hablando –dije con voz pesada y sin humor de hablar.
-¿Qué escuchaste exactamente?
-Lo suficiente como para inferir que Alexa me odia.
-No podría odiarte –afirmó mientras me observaba anhelante.
-Por favor, los oí y ella no parece muy contenta con mi llegada –evadí su mirada mientras cruzábamos el pasillo en dirección a las habitaciones.
-Bueno, eso no quiere decir que te odie –consideró por unos segundos.
-¿Qué otra cosa podría significar?
 Él suspiró.
-No lo sé… ¿jamás te ha pasado como que no odias alguien, pero sin embargo no quieres referirte a nada en torno a esa persona? –guardó silencio por unos segundos-. No es que te desagrade, pero por alguna razón desconocida, no quieres tener ninguna relación con ella, suele ser como “cielos, no quiero tener que ver nada con esto” –dejó las cajas en el suelo mientras pensaba-. Tal vez como cuando uno evade problemas.
-Así que ahora soy una problemática –fruncí los labios.
 Él se rió.
-No me estás entendiendo.
-Entiendo perfectamente, no me odia, pero sin embargo le desagrado. Muy claro, Dan.
-Desagradar no es lo mismo que odiar –aclaró.
-Hum, vale tienes razón… aunque ¿porqué le desagrado?
-Digamos que no le caes bien.
-Eso ya lo sé, pero ¿por qué? –Tomó nuevamente las cajas-. No tiene sentido.
-Alexa es algo complicada… no debes prestarle atención –me sugirió mientras reía.
 Subimos las cajas hasta la habitación de Phillipe y bajamos hasta la bodega nuevamente. Durante todos los trayectos habíamos parloteado como nunca antes, me habría confesado historias de las cuales no era orgulloso de contar, como Christie le había jugado miles de bromas y como había retomado venganzas. Me habría reído demasiado, algo interesante, ya que no habría sucedido a tal magnitud desde que había ingresado a este lugar y mucho antes, más allá de lo sucedido en el bosque.
-¿Crees que le agrade la idea a Christie, sobre que yo se que tú eres su hermano? –me reí mientras subíamos unas cajas.
-Para nada, creo que su rostro padecerá de todos los colores posibles.
-Guau, quizás hasta le de un infarto –exageré-. No lo intentaré de todos modos.
-Me has dado una idea –sonrió.
-Oh no, eso me suena mal –me cubrí el rostro con la caja, el se echó a reír.
-Ni tanto, le jugaremos una mala pasada ¿vale? –me dio un empujón juguetón y me quitó la caja sumándola a su montón.
-Ey, esa era mi parte, no vayan a creer que soy una floja –bromeé mientras él me molestaba haciendo muecas con su cara.
-O no vayan a creer que estoy a tus órdenes.
-Has dado en el clavo, eso es justamente lo que ocurre –le dirigí una sonrisa mientras le quitaba la caja.
 Un grito provino desde abajo, se sumaron risas y pisadas rápidas, venían corriendo.
-¡Diablos!, ¡apresúrense! –gritó Christie mientras subía la escalera con una caja.
-¿Qué ocurrió? –preguntó Dan mientras nos ajustábamos a su paso.
-Los guardas, nos han visto… los demás cerraron las puertas, vendrán en un segundo.
-¿Qué haremos? –le miré asustada mientras corría.
-No te preocupes, supongo que correr a máxima velocidad hasta la pieza de Phillipe, nos dará tiempo de ayudarle a los demás.
-¿Nos descubrirán? –casi corríamos por los pasillos cuando nos detuvimos a tomar aire.
-No, por supuesto que no, Axel está acostumbrado a todo esto… tuvimos el tiempo con Tom de avisarles a Phillipe y Axel –rió-. Vendrán en unos segundos.
 Subimos hasta el cuarto y dejamos las cajas, Christie se sentó en la cama de Phillipe y comenzó a revisar el mueble, le miré sorprendida y Dan le miraba divertido, como si se hubiese acostumbrado a verle metida en las cosas de los demás.
-No hagas eso, Christie –dijo mientras se asomaba por la puerta-. Phillipe se puede molestar.
-No es cierto, ni siquiera le importará.
 Dan cerró la puerta al mirar a ambos lados y luego se sentó en la silla en la cual estaba antes de que fuéramos a la bodega.
-¿Crees que los hayan pillado?
-No lo sé –Christie movió la cabeza, pensativa.
-Quizás debamos ir a buscarlos –sugerí preocupada.
 Si descubrieran a Axel y los demás, probablemente aumentarían su castigo y por lo visto, no podría haber fiesta, no era que me importara una fiesta o lo veía por mí, claro que no. No era ese tipo de personas a las cuales la gente solo vive en una esfera e intenta que todo salga perfecto porque la idea es que uno esté en las mejores condiciones. No quería que ellos fuesen castigados porque tenían ya todo planeado y todo se iría por la borda, ellos eran ya mis amigos, no quería verlos metido en problemas.
-Me parece una buena idea –me apoyó Dan mientras le dirigía una mirada a Christie.
 Ella lo dudó.
-Vale, tenemos que apresurarnos… no esperemos a que los manden con el director.
-¿Qué tienes ideado? –Dan se alborotó el cabello mientras bajábamos a toda velocidad por la escalera.
-Correr –dijo cuando habíamos llegado al final.

-¿Dónde pueden estar? –pregunté casi sin aliento.
-No tengo ni la menor idea, ¿les parece si nos esparcimos? –Christie estaba asomando la cabeza por un pasillo mientras se apoyaba en la pared.
-¿Estás loca?, ¿quieres que otros más sean castigados? –le regañó Dan mientras caminaba hacia la bodega.
-Vale, entonces estoy a tus ordene, chico perfecto –refunfuñó Christie.
-Basta ¿está bien? –les miré con el ceño fruncido, ellos quedaron mudos-. No vinimos aquí a pelear y soy nueva, no tengo ni la menor idea de donde se encuentras el inspector ni que riesgos pueden correr. La idea es que tenemos que encontrarlos si o si, y no sé como. Pero como ustedes lo saben –les apunté con un dedo-. La mejor idea es que se les vaya ocurriendo algo rápido si quieren tenerlos para organizar la fiesta y para que no les aumenten el castigo.
-¿Te quedó claro, Christie? –rió Dan.
-Cállate –le ordenó de vuelta.
-Ahora, ¿alguna idea? –me mordí el labio.
-Vamos a la bodega.
-¿Qué? –la miré boquiabierta.
-Pueden estar escondidos ¿no? Quizás era más fácil permanecer ahí que correr  y arriesgarse a que los atrapen.
-¿Cómo entramos?
-Uno tendrá que asegurarse de que la entrada principal esté libre… así entramos por la trasera y los sacamos de una vez.
-¿No es arriesgado? –insistí algo preocupada.
-Lo es, pero no vinimos a hacer algo fácil, sino a ayudarlos.
-¿Qué riesgos corren?
-Además de las restricciones y más castigos… oh, espera, no te he explicado lo de las restricciones.
 Asentí y ella tomó aire.
-A todos los que desobedezcan las reglas de este lugar, son castigados, pero nunca van a hacer tantos castigos tontos, ya que nunca terminarían… así que optaron por restricciones, como menos horarios de comida, más horas en sus piezas o en pocas palabras, no tienes tiempo para nada y puedes ser vigilado constantemente.
-Me imaginé algo peor –miré a los costados, Dan se rió.
-Lo hay, no es lo único. Hay casos en que no entienden y te pueden colocar cualquier tipo de artefactos, localizadores, o mandarte ondas eléctricas para controlarte… que se yo, Harlot está repleta –arqueó una ceja.
-Oh.
 Dan me agarró del brazo y junto a Christie avanzamos a la bodega, ella se dedicó a abrir la puerta mientras que Dan fue a mirar a la entrada principal.
-Está libre –dijo en un susurro.
 Christie abrió la puerta en silencio mientras encendía una linterna –no se me había ocurrido jamás que la habríamos utilizado hasta ese momento-, caminó iluminando todo y dio con la mano alzada de Axel, quien se levantó con una sonrisa y apareció Phillipe y los demás. Caminaron con algunas cajas en sus brazos y algunas carpetas se estamparon contra el suelo –haciendo un enorme ruido-.
 Christie palideció mientras la puerta delantera comenzaba a abrirse. Dan que estaba en la puerta trasera vigilando me agarró de la mano jalándome con fuerza y prácticamente lanzándome hacia él, luego sacó a Christie y los demás nos siguieron con pasos rápidos, Axel cerró la puerta mientras Tom y Phillipe corrían apresuradamente hasta el cuarto.
 Los guardas demoraron en abrir la puerta cuando logré mirar para atrás, para ese entonces habíamos llegado al final del pasillo, logrando salir por las escaleras, no nos faltaba tanto.
-¡Diablos! –Gritó Christie cuando Tom le había pasado a llevar con una caja-. ¡Ten más cuidado!
-Lo siento –musitó el mientras subía la escalera.
 No me había dado cuenta hasta que habíamos dejado atrás a los guardas de que Dan me tenía afirmada de la mano, habiéndome salvado de caerme miles de veces.

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