sábado, 22 de octubre de 2011

"Psychosis"

Capítulo 2 – Las sombras

 No sabía donde estaba Dan, miraba a todas direcciones esperando ver así su rostro pálido en algún lado. Christie me había acompañado desde entonces y ella pasó a buscar una bandeja. Le había avisado de que había quedado con juntarme con Dan, así que ella se pondría al tanto con los planes de Phillipe y me lo contaría todo cuando nos viéramos esta noche.
 También debíamos de hablar de las sombras y visiones que tenía... eso era tan importante como lo era el saber por qué me seguían.
 Los punkis me miraron curiosos y comenzaron a hablar mientras me apuntaban disimuladamente.
-¡Ey tú! –gritó uno de ellos-. ¿Puedes venir unos segundos?
 Avancé dudando de porque iba hacia ellos, después de todo, no parecía que les agradara.
-Dan dijo que estaría en el patio –volvió a decir un chico de cabello color castaño y líneas rojas.
 Le miré como si quisiera más información.
-Dijo que era mejor ahí –añadió-. Y mi nombre es Axel Brooks –guiñó un ojo.
 Asentí, los otros rieron.
-¿Irás o lo dejarás plantado? –alzó una ceja, los demás no paraban de reír.
-¿Cómo se si debo confiar en ti? –adquirí más confianza a medida de que él se notaba más amable.
 Christie tenía razón, eran más simpáticos de lo que pensaba.
-Ah si, lo olvidaba… ten –me entregó un papel doblado cuidadosamente-, me lo pasó hace un rato ¿ahora me creerás?
 Se que habíamos quedado en la cafetería, no he tenido tiempo de avisarte. Lo siento, Emily… pero creo que será un mejor lugar el patio, estaremos más apartados de las miradas, y supuse que eso te agradaría. Allá podremos hablar libremente, sin que nadie nos escuche.
 Eso si, no te preocupes por la comida, si es que tienes hambre. Me encargué especialmente de comprar todo para que no tengamos inconvenientes.
Dan.
 Introduje el papel nuevamente a mi bolsillo y noté como todos esperaban mi reacción. Asentí sonriente mientras él esperaba a que le creyera.
-Es su letra –le afirmé.
-Ves, te lo dije –estiró la mano para dar con la mía-. Gusto en conocerte –la estrechó.
-Igualmente –asentí mientras me daba la vuelta
-Tu nombre es Emily ¿cierto? –alzó la voz antes de que me marchara.
-Si, Emily Wright.
 Antes de salir por la puerta dirigí mi mirada hacia Christie, quien me miró confundida y luego sonrió contenta… ¿qué sabía ella? Estaba sentada junto a Phillipe, con quien tenía una entretenida conversación.
-¡Emily! –gritó antes de que saliera-. ¡El próximo miércoles! ¡No se lo cuentes a Dan! ¿Vale?
 Phillipe sonreía de oreja a oreja. Negué con la cabeza mientras abría la puerta.
 La brisa aún seguía helada y la neblina no se había alejado del lugar, caminé casi corriendo, cruzando los pasillos y mirando a través de los ventanales. Me detuve a mirar mi mochila, buscando mi jersey negro.
 ¿Cómo se me pudo haber olvidado? –miré en dirección al edificio donde se encontraban los cuartos y me dí la vuelta para continuar caminando, no haría esperar demasiado a Dan.
 El pasto estaba húmedo por las gotas que habrían caído durante la noche. Era mi primer día, y había pasado algo lento –excluyendo la hora del discurso y la media hora que estuve en la enfermería.
-¡Emily! –gritó una voz frente a mí.
 Alcé la vista y me encontré con Dan sentado en el pasto, estaba con una mochila a su costado y se levantó al verme.
-Hola –me acerqué.
 Exhalé una cantidad de aire mientras me cruzaba de brazos para disminuir el frío.
-Debí escoger un mejor lugar –dijo mientras se levantaba-. Quizás habría sido mejor la cafetería –hizo una mueca de disgusto.
-No, está bien.
-Ten –sacó un jersey de su mochila y me lo tendió mientras se levantaba.
-Gracias –me lo coloqué con rapidez.
 Olía bien, tenía un perfume que nunca antes había presenciado, me quedaba algo grande, pero me agradaba.
-¿Te parece si vamos a la piscina?
-Pero… es el primer día, no me gustaría perder clases.
-Tienes razón –sacó una caja de pizza-. ¿Quieres?
 Me senté a su lado, el pasto estaba algo seco, y él había tendido una manta.
-¿De donde sacaste todo esto? –le observé mientras pensaba en una respuesta.
 Masqué junto a él un trozo de pizza, luego me entregó una botella de Coca-Cola.
-Es muy fácil de conseguir… siempre y cuando tienes a alguien que lo haga por ti.
-Entonces ¿conseguiste esto? ¿Cómo? Creí que estaban prohibidas.
 Antes de entrar a la escuela, una asistente me habría pedido con gentileza que le entregara todo tipo de aparatos –no le podía decir de otro modo, yo habría escogido palabras como “celulares, mp3 o quizás reproductores de música”-. Luego cambió rápidamente su forma de hablar para amenazarme respecto si me encontraban algo como aquello.
 Arruinando todos mis planes para conseguirlos, por cierto.
-La manta es mía, claro –sonrió-. La pizza y las demás cosas las encargué con Axel.
-¿Así que Axel se encarga de influir en las reglas de la escuela?
-Exceptuando los martes y los jueves –asintió mientras destapaba su bebida, imité su movimiento-. Es el día en el que se dedican a registrarte todo tipo de mercancía prohibida.
-¿Cortaplumas y navajas? –arqueé una ceja.
-No del todo, Harlot siempre suele andar con ese tipo de cosas… así como Phillipe con celulares –rió.
-¿También le dices Harlot?
-Todo el mundo lo hace –dio otro mordisco.
-Si ¿tratan de provocarla?
-No sé quien lo empezó en verdad, creo que Christie –frunció los labios-. Pero a ella no le molesta, incluso se hizo llamar así.
-¿Christie?
-Si –miró hacia el frente con una expresión interesante, comos si estuviera divertido pensando-. Apuesto a que ella no te ha dicho que tiene un hermano en este lugar ¿no?
-No, no me lo ha dicho –pestañeé sorprendida-. Ni siquiera sabía que tenía uno.
-Me lo imaginé.
-¿Es alguien a quien conozca? –dudé-. Bueno, quizás no, no conozco a casi nadie de acá.
-De hecho si –se apuntó con un dedo.
-¿En verdad?
 Le miré el rostro, tenían el mismo tono de piel, el pelo negro –Christie tenía uno que otro mechón morado-, Dan tenía los ojos avellana y Christie verdes… se parecían en algunos rasgos.
-Se parecen un poco.
-Ni tanto –sonrió.
 Se acomodó para quedar frente a mí, mirándome directamente a los ojos.
-Bueno, creí que te preguntarías porqué te he llamado –comenzó, repentinamente serio.
 Comencé a sacar pasto por instinto, algo nerviosa. Esperé a que continuara.
-No sé como empezar –suspiró.
-¿Qué tal por el principio? –le sugerí mientras tomaba un poco de Coca-Cola.
-Si, creo que es más aceptable –rió sin ganas-. La verdad cuando llegaste, creí que no ocurriría nada… me tomaste por sorpresa.
 Entrecerré los ojos, sin entender.
-No digas nada –me previno-. Me refiero a que, si… veo sombras. Pero que luego tu igual, fue algo que me sorprendió de repente… no estaba enojado contigo, claro.
-Eso es lo que no entiendo… ¿entonces porqué dijiste que no?
-¿Parece poco que te haya visto inconciente luego de que una sombra te atravesara? –bramó.
-Las he visto durante toda mi vida, no tiene nada de especial verlas… pero tú también las puedes ver, es algo distinto. Creía que era la única.
-Lo mismo pensé, Christie y yo las veíamos de pequeños… desde que vivíamos en un internado.
-¿Internado?
-Nos abandonaron, tenía que hacerme cargo de ella, pero la verdad cuando estábamos en el internado no era un agrado vivir allá encerrados, no era un lindo lugar, nos escapamos y conocíamos al rector de este lugar, al igual que él a nosotros.
>>Nos ofreció un lugar en esta escuela, todo el tiempo que quisiésemos quedarnos… aceptamos obviamente –puso los ojos en blanco-. Además de que aquí no acosan a Christie constantemente con remedios.
-¿Por las sombras? –abrí los ojos como platos.
-Si, ellas les temía y los demás creían que estaba alucinando.
-Es algo obvio, me ocurría lo mismo… exceptuando a Phil.
 Phil se había negado a decirme por qué no hablaba, al igual que yo no le había dicho que las sombras estaban sobre él.
 Olvídalo de una vez –me dije nuevamente.
-¿Quién es Phil? –Dan me miró preocupado.
-No es nadie –dije rápidamente.
-¿Lo conocías antes de venir acá?
-No quiero hablar de eso –me mordí el labio-. Siempre que lo recuerdo… terminan viniendo las sombras o algo pasa.
 Dan sacó una manzana y la mordisqueó. Con su mano libre me entregó otra, miró al frente y abrió más los ojos luego de mirarme con una mueca. Ubiqué su mirada y me topé con la de un chico alto y rubio, piel pálida –algo bronceada-, ojos azules y tenía un suéter negro, jeans y una bufanda morada.
-Hola, Tom –refunfuñó Dan.
-Hola, Dan –saludó haciendo un gesto con la mano-. Tú debes ser Emily.
 Dan esquivó la mirada del chico.
-Hum, si… ¿tú eres?
-Tom Jenkins –sonrió-. Un amigo de Christie… ¿así que irás a la fiesta de Phillipe?
 Se acercó unos pasos, deteniéndose a un metro de mí.
-No lo sé, creo que sí… Christie me lo mencionó.
 Sus ojos azules se posaron en mí con mayor intensidad.
-¿Qué vienes a hacer, Tom? –Dan hizo evidente su molestia.
-No te enfades Dan, vengo de parte de Christie y Phillipe.
 Me entregó una nota, la abrí luego de unos segundos.
 ¿Puedes venir conmigo ahora? Deja a Dan si quieres, él no se enfadará contigo, te lo aseguro… pero estamos ideando con Phillipe algo ideal para la fiesta y necesitamos tu opinión. No me digas que no, tienes un muy buen gusto, me fijé en tu ropa y en las cosas que llevabas en tu bolso.
 Realmente la fiesta será espectacular. Nos vemos en unos minutos, en lo que queda para que toquen la campana, debemos aprovechar todo el tiempo que tenemos, así que supongo que también ocuparemos el resto de la hora siguiente y así.
 Lo de ir a tu cuarto está completamente intacto
Besos malditos, Christie.
 Tom estaba mirando a Dan… quien había leído toda la carta.
-Christie –rió-. No te preocupes, debes ir.
-Pero no me gustaría dejarte acá solo… me refiero a que habíamos quedado…
-Bueno… nos vemos luego, Emily –se despidió Tom.
-Adiós.
-Prefiero que vayas con ella y me dejes solo a mí… a que luego te reclame por el resto de las horas por qué no fuiste con ella.
-Supongo que tienes razón –asentí mientras me levantaba.
 Me giré para caminar mientras me despedía con la mano.
-¡Ey, Emily! –gritó mientras corría hacia mí.
-¿Sí? –me volteé a mirarlo.
-Ten.
 Dejó sobre la palma de mi mano una hermosa flor color violeta –el tono era más oscuro a medida que se iba aproximando al centro.
-Gracias –sonreí.
-Te veo luego.
-Bien –dije mientras llegaba a un pasillo.
 Christie estaba tan obsesionada con la fiesta de bienvenida del propio Phillipe que no dejaba ni un solo segundo sin hablar o ponerse de acuerdo con todos en la escuela. No tenía ni la menor idea si irían todos o algunos, por lo que veía… la mayoría. No sacaba nada con preguntar, seguramente no conocería a nadie, como ha sido desde hace unas horas. Este era un gran lugar con demasiada gente, podría acostumbrarme a esto.
 Los pasillos eran largos, una desventaja si quieres llegar los más pronto posible a tu destino, cómo un tunes –con más luz que lo normal-, y algo ventajoso del patio, es que era el centro de todo esto. El gimnasio –al cual nunca había ido-, podría estar en cualquier parte.
 Una de las cosas que tanto me comenzaban a agradar de Christie es que ella es completamente única, especial… y algo extrovertida. Pero no como las chicas de las cuales no te agrada juntarte por el solo hecho de que les agrada llamar la atención, Christie era más como una chica… a la cual te alegraría estar con ella por la simple razón de que te alegra en cualquier momento.
 Ella era la imagen misma de toda la felicidad viviente.
-Supongo que irás con Christie ¿no? –alzó la voz alguien a mis espaldas.
 ¿Tom me estaba siguiendo?
-Si… me lo pidió en la nota –le miré mientras seguía caminando.
-¿Entonces irás a la fiesta?
-Creo que sí.
 El caminó junto a mí mientras me dirigía hacia la cafetería. Era más o menos del mismo tamaño que Dan… si, eran del mismo tamaño.
-¿Qué tal te ha parecido el lugar desde ahora? –sonrió.
-Es algo agradable, si… la verdad, no me puedo quejar –asentí-. Exceptuando las clases –bufé.
-Oh, si son un horror –rió-. ¿Por qué estás acá?
-Quizás por lo mismo que todos.
-Todos tenemos un caso distinto –me corrigió.
-¿Si? –Le observé con una mirada maliciosa-, ¿y cual es el tuyo? –le desafié.
-Andar con explosivos durante una fiesta –negó con la cabeza-. Más bien en una persecución.
-¿Para qué andarías con explosivos? –mi voz sonó reprobatoria, el abrió los ojos sorprendido por el tono de mi voz y yo me reí-. ¿Querías meterte en problemas o algo así?
-La idea era hacer una broma luego de la fiesta… no terminó bien.
-¿Te arrestaron?
 Asintió.
-Mis padres pagaron la fianza, creo que por los daños y creo que alguien resultó herido… si no pasó algo peor –se mordió el labio, lo contemplé con interés.
-¿Ellos te mandaron acá?
-Si, quizás le temieron a su propio hijo… era la primera vez que tenía problemas de esa magnitud. Me refiero a que no era así, me motivé a hacerlo, teníamos planes –agitó la cabeza confundido-. Que bah, no era un chico problemático, era esa la primera vez que hacía algo como eso.
-Imagino como debes sentirte –dije sin querer hacerlo sentir mal, dándole mi apoyo.
-De hecho no, nunca les he importado –rió-. Estaban enviciados por el dinero.
-Oh, pero algo debió de marcarte supongo –fruncí el ceño.
 No lo entendía, el apoyo tan importante de un padre ¿puede no existir en otras personas? Yo conocía el amor mutuo de ellos, como sus miradas eran cada vez más intensas y la hermosa admiración de su hija… que se vio destruida por sus visiones constantes, marcando el miedo constante en sus vidas.
-Si… me dio a entender de que puedo seguir adelante solo.
-Quizás ellos están realmente preocupados por ti, y por eso te mandaron acá.
 Él fue ahora el que hizo el gesto de desaprobación, con una media sonrisa y su mirada intensa… nuevamente.
-Lo hicieron para librarse de mí con más facilidad… la manera más simple de hacerla –meneó la cabeza mientras pensaba-. El modo más cobarde y repulsivo para cualquiera.
-Pensamiento algo rebelde –reí.
-Puede ser –rió a carcajadas, una risa armoniosa y atractiva, alegre y simple.
 Abrió con cuidado la puerta de la cafetería y esta hizo un leve sonido, Christie alzó las manos y luego corrió hasta mí.
-¡Bien! Creí que Dan no te soltaría –sonrió-. Oh, has conocido a Tom.
-Si, pues me lo has mandado para que me enviara la nota ¿no?
-¿Queríais que lo hiciera una persona de confianza o cualquiera que la leyera sin pudor? –me agarró de la mano y me dirigió a la mesa.
 Estaba aún sentado Phillipe que no paraba de demostrar su felicidad y la misma chica de pelo castaño y ojos color café oscuro, tenía una piel morena y llevaba una chaqueta negra abajo una polera blanca.
-¡Ey, Tom! –le llamó Christie, él se acercó dudando-. Acércate.
-Dime, Christie –dijo el con voz amable.
-¿Querrías ayudarnos en la decoración? –sonrió-. Siempre has sido el alma de la fiesta cuando te lo propones, supongo que podrás decirnos algunos comentarios e ideas.
-¿Bromeas? –su cara era de horror, pero comenzó a reír-. Tengo un pésimo gusto y con suerte asisto a fiestas, sabes que no me agradan.
-Oh claro, y no has faltado a ninguna de hecho.
-El alma de la fiesta es Phillipe –le dio un puñetazo amistoso en el hombro mientras se sentaba-. Siempre es él el que arma los mejores eventos y fiestas de acá.
-Después de todo… ¿cuántas veces en el año podríamos tener esa oportunidad?
-¿Qué opinas? –Christie se reclinó en su silla mientras se acercaba más al centro de la mesa-. Tenemos pensado poner la conexión del equipo de música de Phillipe a la de los parlantes… que él mismo conseguirá en la recepción de la Sra. Walker y lo demás lo conseguirá el mismo.
-¿Cómo qué cosas?
-Todo tipo de comida o aperitivos, alcohol y los equipos –sonrió.
-¿Alcohol? Necesitarás demasiado, cerveza sobre todo –sugirió Tom con una sonrisa.
-Claro, será mi prioridad –rieron ambos.
-Emily, irás ¿cierto? Si no, tendré que arrastrarte desde tu cuarto con el mejor atuendo que tengas aún en tu bolso.
 Me mordí el labio y llevé una mano a mi pelo.
-Claro, ¿es este viernes cierto?
-Si, desde las diez de la noche, es el día en que los guardias están libre… el mejor día de la semana, por cierto –se miraron entre todos.
-¿Crees que Dan se motive?
-Claro, el está dispuesto a ir si o si –le animó ella a Phillipe.
-¿Se los habíais dicho? Tenía pensado contárselo hoy mismo.
-Oh, no pude aguantar –dijo ella.
 La chica no había levantado hasta el momento la vista, Christie la observó.
-Se me había olvidado presentártela –me miró-. ¿Dónde estaban mis modales? Bueno, Christie ella es Alexa Brown.
-Hola –le tendí mi mano, ella las tendió sonriente-. Emily Wright.
-Un gusto.
 Christie hizo un gesto de burla a Alexa.
-Supongo que tú irás –dijo con tono amenazante.
-Ni siquiera estaba invitada –dijo ella con desánimo.
-Acabo de invitarte –sonrió ella casi riendo.
-Oh, eso cambias las cosas… iré si, no lo dudes.
-Bien.
 Christie miró a Phillipe y a Tom.
-¿Quieren ayudarme a conseguir unas cuantas cosas? –sonrió.
 Se miraron entre los dos y luego se acercaron con lentitud, como si fuera el máximo secreto de sus vidas.
-¿Qué tipo de cosas? –Preguntó Phillipe-. Será pan comido, te lo aseguro.
-Mercancía peligrosa –sonrió ella-. De la mejor.

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