miércoles, 9 de noviembre de 2011

"Psychosis"

Capítulo 6 – Déjà-vu

 No pude evitar gemir ante el agudo dolor de cabeza que sentí al despertar, aunque el tacto cálido en mi brazo y abdomen era agradable y lo conocía a la perfección, o algo así.
 El rostro de Dan estaba todavía preocupado y tenía los ojos cerrados y la cabeza apoyada sobre mi estomago, como si estuviera dormido o meditando algo.
 No podía dejar de sentir recelo sobre lo que pensara, sentía como la curiosidad me carcomía por dentro.
 Desconocía la habitación, era de un intenso color violeta –muy agradable para mí, como si hubiesen sabido que era mi color favorito-, me habría quedado perfectamente con esta habitación en vez de mi descolorido cuarto.
 Dan suspiró con fuerza.
 Estaba recostado sobre mí, sentado en una silla y con la cabeza en mi abdomen. Me sentía en la gloria por esta oportunidad… ahora había descubierto que me sentía más que atraída por él.
 Sin importar lo que hubiese hecho, sin importar si me hubiese mentido o no.
 La cabeza no era lo único que me dolía, el dolor se acrecentaba hacia abajo, abarcaba hasta mi cintura. Me quejé en voz alta.
 Dan abrió los ojos lentamente y se irguió con rapidez sumamente avergonzado.
 Suspiré algo apenada, hasta ahí había durado la maravilla.
-¿Estás bien? –musitó con voz dulce y musical.
-Si, estoy bien –cerré los ojos aguantando la respiración para no demostrar que me dolía la mayoría del cuerpo, traté de incorporarme.
 Pero el me detuvo colocando su mano en mi estómago e inclinándome hacia atrás.
-Ni lo pienses –frunció el ceño-. No estás en condiciones de irte.
-Estoy en perfectas condiciones –porfié haciéndome la valiente.
 No pareció muy convencido.
-En verdad.
 Apartó la mano de mí. Miré hacia las paredes, había marcadas letras y cuadros colgados. Noté las letras <<E & D>> ¿podría ser mi nombre?, ¿era algún grupo?, ¿algún otro significado?, ¿en realidad pensaba que fuera mi nombre? Tonta. Tonta. Tonta.
 Él siguió la dirección de mi mirada con la vista y tosió para llamar mi atención.
-Christie ha insistido en entrar, le dije que necesitabas descansar, volverá con algo de comer.
 Observé más detalladamente la pieza, unas cortinas color crema.
-Lindo color –sonreí-. No sabía que te gustara el morado también.
-Es uno de mis colores favoritos –rió.
-Las flores que me diste en la enfermería… entonces elegiste ese color –entendí con algo de satisfacción.
-No, sabía que era tu color favorito –me corrigió con arrastrado las palabras.
 Le miré boquiabierta, tratando de buscar la gracia de su frase. Él se tensó de inmediato y esquivó mi mirada.
-¿Cómo es eso de que sabías cual era mi color favorito?
 Torció el gesto y sentí una oleada de sensación de déjà-vú.
-¿Nos hemos visto antes? –pregunté al instante, sin pensar.
 Su labio inferior tiritó con fuerza, se estremeció. Agrandó mis sospechas.
-No.
-Te he visto antes, estoy segura –me erguí con rapidez.
 El dolor se acrecentó con fuerza, como cuando estaba en la enfermería.
 Y nuevamente estábamos discutiendo.
-No debes levantarte –suplicó mientras me impulsaba hacia atrás con cuidado.
-Tú deberías no ocultarme cosas –protesté-. Quizás podrías haber partido con decirme desde un principio que tú y Alexa tenían algo.
 Su expresión de dolor me hizo contenerme, pero seguí cuando desvió la vista.
-No sé que sacas con mentir, puedes pensar que estoy loca, se que te he visto antes –suspiré, apoyé la cabeza en una almohada-. Tal vez en verdad tenía que estar en este lugar, más de lo que esperaba.
-No digas eso –su voz sonaba dolida, se notaba vulnerable-. No estás loca.
-¿Entonces es cierto?
-No.
-Pero si lo de Alexa.
-¿Ella te lo dijo?
-No, bueno, lo confirmó, el que fue capaz de decírmelo fue Tom.
 Un gruñido alarmante escapó de su interior y apretó los puños.
-No tengo, no he tenido y jamás tendré algo con Alexa –gruñó.
 Oh. Golpe bajo.
-No tiene sentido, ella lo afirmó.
-No deberías creerle.
-Bueno, al parecer ella no me oculta cosas –recordé cuando estábamos en la habitación y me ladró lo de Phil-. Aún sin importar que tan dolorosas sean.
-Créeme, por favor, Emily –suplicó apenado.
-Lo siento, Dan, no puedo.
 La puerta se abrió y entró Christie con dos vasos y emparedados.
-He vuelvo, cariño –sonrió alegre mientras juntaba la puerta con un pie.
 Dan se levantó furioso y sujetó la puerta antes de que se cerrara por completo.-
 Desapareció de nuestras vistas.
-Uy, veo que alguien está de mal humor –dijo sorprendida.
 Miré con pánico la puerta.
-¿Qué crees que le haya pasado?
-No lo sé.
 Me entregó el vaso, contenía café caliente y olía delicioso. Bebí un sorbo rápido.
-¿Te puedo preguntar algo? –me incliné nerviosa, sin importar el dolor punzante.
-Claro, mi chica.
-¿Dan y Alexa son novios?, ¿o lo eran antes? –hice una mueca cuando ella se sorprendió.
-No, no lo son. Dan la detesta –afirmó mientras comía uno de los dos emparedados.
 Quise saltar de la cama, correr y pedirle perdón.
-De hecho, Tom ha intentado que sean pareja, no lo logrará jamás, Dan no se interesará en otra chica que no seas… -su rostro se volvió pálido como la cal.
-¿Yo? –por poco, casi derramo el café en la cama.
-No, no he dicho eso –negó con la cabeza.
-Cielos, debo ir a buscarle –me levanté corriendo y abrí la puerta de golpe.
-¿Hacia donde vas? –gritó Christie alcanzándome y siguiéndome el paso tras cerrar la puerta.
-A buscar a Dan –respondí con voz entrecortada.
-¿Qué ocurre?, ¿que piensas hacer? –ya se encontraba a mi lado cuando giré mi cabeza.
-No lo sé… aún.
-¿Qué crees que haga? –chilló mientras comenzaba a reír.
-Espero lo peor, Christie… ¿de qué te ríes?
-Lo divertido de la situación.
-¿Divertido?
-Si, ahora Tom pagará por mentiroso.
-¿Qué?, ¿sabes algo que yo no sepa?
-Tom quiere ganar terreno, hará cualquier cosa por sacar a Dan de su camino y la cosa… es Alexa.

-¡Sht! –miré a Christie de reojo, ella soltó una risita-. ¿Cuál es la pieza de Tom?
-Número 110 –apuntó al frente.
 A pesar de lo terrible y frustrada que me sentía, Christie hacia que me sintiera más agradable, algo más tranquila.
 Miré a Christie que tenía la vista pegada al techo con una expresión desconcertante. Alcé la vista, un grupo de sombras que se movían y cautelosamente.
 ¡Ahora no! –grité hacia mis adentros y sorprendente comenzaron a escabullirse y traspasar las paredes.
 Christie estaba sorprendida.
-¿Has visto eso? –dijo haciendo gestos con las manos.
 Asentí, claro que las había visto.
-Es la primera vez que veo una sombra contigo y que no te hagan nada.
-Estoy tan desconcertada como tú.
 A lo lejos, noté una figura alta, con una chaqueta negra y una polera blanca característica de él, su pero negro estaba igual que hace un rato.
-¡Dan! –grité mientras corría hacia él.
 Se volteó a mirarme inmóvil, inseguro y en posición de ataque. Hizo un gesto con la mano para que me detuviera.
-¿Qué? –no comprendí con la rapidez necesaria hasta ver como un grupo de sombras, mayor de todas las que había visto jamás, salían de la pieza de Tom.
 Me temblaron las piernas, salían cada vez más y más. Dan las miraba a todas direcciones, algunas escapaban y se escabullían por los demás cuartos y puertas, mientras que las otras se le acercaban desafiantes, atemorizantes.
 Tom apareció por un lado de la puerta y le lanzó un golpe en el estómago a Dan, quien se dobló al tiempo de que unas sombras se le lanzaron.
-¡Dan! –lancé un grito ahogado, unos brazos me rodearon por la espalda y me alejaron de la escena.
 Christie me tapó los ojos.
-No abras por ningún motivo los ojos, Emily.
-¿Qué ocurre? –le pregunté como una idiota, ella suspiró.
-Es peligroso, hay sombras por todos lados, están arriba de nosotras.
 Lancé un gemido.
-Lo sé, lo sé, pero… tendrás que hacerme caso ¿vale? No habrás los ojos por ningún motivo y sigue mis órdenes, de lo contrario, puede pasar algo malo.
-Vale, dime que tengo que hacer –apartó su mano, no abrí los ojos.
 Ella me agarró de la mano.
-¡Corre lo más rápido que puedas! –gritó mientras nos lanzábamos hacia el pasillo.
 Prácticamente a ciegas fui corriendo, tropezándome y lanzándome a distintos lados del pasillo, sentía los brazos helados, con los pelos de punta, algo se aferraba a mi, era delicado y frío, como una especie de niebla. Por poco los abro.
-¡No los abras! –me alarmó con voz asustada-. ¡Sigue corriendo!
-¿Podremos escapar? –le pregunté.
-Sin duda.
 Algo contrario a la dirección de Christie me lanzó al suelo en un golpe brusco como si se aferraran a mi miles de brazos y se encargaran de botarme.
-¡No!, ¡demonios! –dijo ella-. ¡No abras los ojos, Emily!
 Lancé un grito desenfrenado cuando comenzaba a dolerme el cuerpo. Ella intentaba tirarme del brazo.
 Abrí sin querer los ojos cuando sentí que algo me apretaba de la muñeca, una mano fría y viscosa.
 Entonces me dí cuenta del muro de oscuridad y de horrendas formas desiguales, no podía ver a Christie por ningún lado, ni siquiera podía verme a mi misma.
 Grité con un grito desgarrador, con los que te parten en alma en pedazos, oí a Christie sollozar mi nombre.

FLASHBACK

 Él estaba parado frente a mí con una mirada tranquila y serena, sonreía algo conforme los segundos pasaban, no era incómodo, pero comenzaba a anochecer y las sombras se acercaban con mayor rapidez, agresivas y aterradoramente grandes.
 Él miró hacia ellas con pánico, sabía que podía verlas, pero aún no estaba segura que pensaría de ellas.
 Tres figuras se acercaron a nosotros, al otro lado del bosque. Reconocí a dos chicas y al medio a un joven alto y su tez pálida resaltaba, pero su pelo rubio casi ni se notaba con las sombras que revoloteaban a su alrededor.
-¿Quiénes son ellos? –le susurré a Dan en el oído, algo asustada.
 Él lo miró a hurtadillas, y se volvió hacia mí con una mirada sombría, llena de horror y sorpresivamente agresiva.
-Emily, debes irte –dijo aterrado-. ¡Corre!
 Me aferré a su mano con un gemido.
-¿Quiénes son? –volví a repetir.
-No hay tiempo, debes correr.
-¿Hacia donde? –retrocedí unos pasos.
-A cualquier sitio que esté alejado de acá…
-¿Por qué?, ¿por qué debo correr de ellos? –le miré con los ojos llenos de lágrimas.
 Estaba triste e igual de asustado, tenía el pelo desordenado bajo la frente y su mirada se volvía fría, pero apenas me miraba se notaba vulnerable, frágil.
-No tiene caso que te los nombre.
 Negué con la cabeza.
-Al menos explícame quienes son.
-Sus nombre son Tom, Alexa y Shannon –dijo él mientras sacudía la cabeza, sus ojos se volvieron vidriosos-. Cuando los recuerdes, alguna vez, en cualquier momento, cuando tengas la oportunidad corre ¿entendido?
 Asentí.
-Entendido.
-¡Ahora corre! –me suplicó.
-¿Qué quieren? –comencé a sollozar mientras él apretaba mis manos con fuerza, como si temiera soltarme.
-Me quieren a mí –afirmó con voz dura completamente sobrecogido por la pena.
 Me estremecí.
-¿Por qué?
-Debes correr, Emily.
-No quiero irme sin ti.
-Prométeme, por favor, no me olvides, intenta recordarme, te lo suplico –soltó una de mis manos.
-No te olvidaría jamás.
-Ellos lo harán, lo lograrán, para eso han venido.
 Se giró a mirar a los chicos que se encontraban al otro lado de la laguna, tenía los pies en el agua, les miré y noté la sonrisa del que estaba al medio. Su nombre era Tom, entonces.
-Es demasiado tarde –murmuró Dan con voz quebrada.
-¿Qué quieres decir?
 El chico levantó las manos y las sombras se movían por todos lados, todas se lanzaron contra mí.
-¡Emily! –gritó con fuerza.
 Las sombras me bloquearon la vista, los sentidos, la fuerza y no era capaz de seguir en pie, caí de rodillas mientras me derribaban y me recostaban en el suelo húmedo y lleno de musgo.
 Lancé un grito desenfrenado y desgarrador. Lo había perdido, él me había perdido a mí.

 La voz maternal de mi madre me hizo abrir los ojos.
-Cariño ¿está todo bien? –Dijo ella mientras corría suavemente las sábanas para sentarse a mi lado-. Estás muy nerviosa, estás temblando… ¿fue por otra pesadilla?, iré a buscar un vaso de agua con un calmante, vuelvo enseguida.
-No, mamá –lloré con fuerza-. No fue una pesadilla, fue real, estoy segura. Oh, mamá.
 Ella sonrió.
-Cariño, las pesadillas se asimilan a la realidad, pero son surrealistas, están muy relacionadas con nosotros, parecen tan ciertas, pero ten calma, solo fue un sueño. No ha pasado nada.
-¡No!, ¡estoy completamente segura! –Me cubrí el rostro con las manos.-
-¡Michael! –llamó a mi padre con voz calmada-. Trae un calmante del botiquín con un vaso de agua, es para Emily.
 Mi padre se asomó al rato con todo ello.
-No quiero calmantes –le supliqué.
-Cariño, estás muy nerviosa, no te hace bien estar así. Sin embargo, esto te hará mejor.
-Hija, hazle caso a tu madre, ella sabe lo que hace.
-Pero papá –le miré apenada.
-Ten –me entregó las cosas.
 Bebí sin ánimos. Al cabo de unos segundos, mis ojos comenzaban a cerrarse.
-¿Le has oído como se quejaba? –Dijo mi madre-. Estoy harta de todo esto, no sé porqué ese chico se empeña en hacerle trizas la vida.
-Cielo –contestó mi padre para tranquilizarla-. Ya verás como todo se soluciona.
-¡No! –Rompió en llanto-. Ellos la están torturando, no sé porqué ella. ¡Como si no fuera suficiente tener que tranquilizarla por las sombras! Se que están relacionados con todo esto, pero, ella no tenía porqué tener que vivir así.
-Sabes que no está en nuestras manos la decisión de ellos.
-¡Michael!, ¡es nuestra hija! –lloró ella-. Por favor, debemos ayudarla, no soporto cada vez que la vemos ahí, tirada en el bosque. Ella no debe porqué vivir todo esto. ¡Malditos sean ellos!
-Virginia, ten calma –dijo el igual de tranquilo-. Ella podrá superar todo esto.
-¡No lo soporto más! –gritó ella-. La mandaré a esa escuela reformatoria.
 Gemí al escuchar las palabras de mi madre.
-Descansa, cariño –susurró ella-. Duerme, has tenido un mal día.
FIN FLASHBACK.

~&~

-¡Emily! –gritó Dan con la voz más destrozada que le había oído jamás-. ¡Despierta!, ¡por favor!
 Abrí los ojos para asegurarme que no estaba con esas horribles visiones, tenía el arma destrozada y podía escuchar su respiración acelerada.
-¡Dan! –grité abrazándole con fuerza.
 No tenía las fuerzas suficientes como para componerme y rompí a llorar. Él tenía una expresión asustada.
-¿Estás bien? –musitó con voz quebrada.
-¡Eres tú!
 Me apartó y ahora su expresión era sorprendida, vacilé en lo que iba a decirle.
-¿A qué te refieres? –preguntó él, confundido.
-Había prometido no olvidarte –mi voz sonaba extraña, pero continué-. Fue una tarde, estábamos en un bosque, junto a mi casa.
 Dan tenía una expresión curiosa, como si estuviera feliz de que recordara, pero aterrorizado a la vez.
-¿Qué dijiste? –estaba perplejo, parecía aliviado.
-Lamento no haberte creído lo de Alexa.
-No te preocupes por ello, Tom suele ser algo convincente.
 Me di cuenta de que nuevamente estaba en la pieza de Dan. Christie estaba a nuestro lado y tenía los ojos muy abiertos.
-Es decir que tú… tú, ¿tú recordaste? –tartamudeó.
 Asentí.
-Algo así.
 Su sonrisa apareció nuevamente.
-¡Oh! –Me abrazó con fuerza-. ¡Sabia que algún día podrías hacerlo!
-No he recordado todo –le previne.
 Dan me miró fantaseado.
-¿A que te refieres con todo?
-Bueno, solo he recordado cuando Tom, Alexa y Harlot –me estremecí-. Estaban en la otra orilla del lago… y luego a mi madre.
 No continué.
-¿Qué ocurrió? –preguntó Dan, algo ansioso.
-Ella decía que ustedes me estaban torturando, que no merecía que me dañaran de ese modo.
 Dan se puso pálido, con una mirada furiosa, capaz de traspasar a cualquier persona.
-Jamás te he hecho daño alguno –suspiró-. Exceptuando el haberte dejado ahí.
-Fue por las sombras ¿no?
-Ellos me llevaron.
-¿Pueden?
-Tres contra uno no es algo justo, de todos modos hubiese podido, pero dominan los tres muy bien las sombras, no hubiese bastado solamente yo.
-Entonces… ¿pertenecen a algún tipo de grupo oscuro?, ¿es posible que puedan manejar las sombras?
-Claro.
-¿Tú también puedes?
-Soy lo contrario a ellos –murmuró-. Las ahuyentamos, Christie, Kate, Phillipe y yo.
-¿Y Axel?
-Él pertenece a ellos.
-Oh, no –negué con la cabeza-. Habría jurado que…
-Descuida, él no tiene intenciones de dañarte, es…confiable –sonrió.
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~Javy'Pattz-Stew*-*

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