domingo, 14 de agosto de 2011

"La eternidad... es solo una opción"

La Intrusa - Capítulo 1


La casa estaba intacta, todo era igual a como lo había visto la última vez que vine, caminé lentamente viendo cada cuadro, cada mueble, cada detalle. Cuando era pequeña, Tyler solía ir de caza todos los fines de semana, cuando no tenía trabajo… Ahora al parecer era igual, noté las cosas que utilizaba cuando solía ir de caza con sus amigos de toda la vida.
Me adentré al salón y observé los muebles, cuando me aseguré de que todo estaba en orden, fui hacia la cocina, ahí los muebles que mi madre había escogido, los colores vivos no resaltaban ahora, pero lo hacían cuando en ella el sol entraba, el aspecto veraniego que le daba era lo que le fascinaba a mamá, ella amaba el sol, el calor… Vivir en Forks, supuse que sería algo complicado para ella.
-Quiero que vayas a ver tu cuarto –rompió mi concentración de repente Tyler, me volteé a mirarlo-. Te he comprado la ropa de cama, le pedí ayuda a la vendedora, para que eligiera una que estuviera adecuada para ti.
-Eso es… genial –asentí, al igual que él, era de pocas palabras y esto le incomodaba tanto a él como a mí.
Sonrió mientras se dio la vuelta para alejarse, sentí sus pasos en la escaleras por lo que decidí seguirle, hasta llegar a mi pieza.
Mi cuarto estaba en el sector de la derecha, teniendo dos ventanas en las cuales entraba la luz en el día, una de ellas apuntaba hacia la carretera y a la parte delantera del patio de Tyler, mientras que la otra, hacia el costado, con vista al bosque. La cama remplazaba a la cuna que estaba en el mismo lugar, de la misma forma, esta había sido mi pieza desde que nací, todas mis cosas estaban en su lugar, mi padre las había limpiado pero no había removido nada, eso me preocupó, me sentí culpable por haberlo dejado solo tanto tiempo.
Me fijé en la ropa de cama, color violeta, en la lámpara nueva de escritorio, mi padre habría remodelado algunas cosas, estuvo bien, me agradó el cambio, sonreí mientras caminé hasta sentarme en un lado de la cama, en lo que llegué ahí, mi padre apareció.
-¿Qué dices? –dijo en un tono bajo, incómodo-. ¿Te gusta?
-Oh... si –sonreí-. Está linda.
-Cambié la lámpara… para que pudieras estudiar y escribir, ya sabes…
-Si Ty… –hice una pausa, antes de que se diera cuenta-. Papá, está linda.
-Que bueno que te haya gustado –asintió-… Bueno dejo que deshagas tus maletas.
Miró el cuarto durante unos segundos, sin saber que decir, miró hacia la ventana y se marchó… Una de las cosas que me agradaba de el, era que me daba la oportunidad de tener libertad, mi espacio, mi momento a solas.
Abrí los muebles y comencé a desempacar, guardando todas las prendas en orden y dejando para el final, ordenar lo que cambiaría de lugar en mi pieza.
Sentí el ruido de un motor afuera de la casa, por lo que me asomé a mirar, la neblina era escasa, por lo que me permitió ver al coche, que en realidad era una camioneta rojiza y las dos personas que descendieron de esta.
¿Visitas?... no me lo esperaba, observé con más atención a los dos hombres, uno era alto y de pelo largo, era joven y su tez era morena, mientras que el otro, era mayor, como padre e hijo, y tenía una silla de ruedas… me pregunto que le habrá pasado.
“Carl” oí gritar alegre a Tyler que acababa de salir de la casa, eso demostraba que los conocía, entonces yo debería de conocerlos, pero no recordaba sus rostros, quizás sería por la ausencia de estos años. No recordaba ningún Carl, ni tampoco un nombre similar, quizás recordaba el nombre del chico, pero no sabía ni como se llamaba, tampoco si nos habíamos visto antes.
Tyler entro en la casa después de hablar unos minutos con ellos, y a los segundos apareció en mi pieza, le miré confundida.
-¿Recuerdas a Carl Clearwater? –preguntó sonriendo.
Nuevamente ese nombre, recorrí mi memoria durante unos segundos, nada.
-No –dije en un tono bajo.
-Hmm, solía ir de caza con él.
Con razón no recordaba su nombre, había borrado todos los recuerdos dolorosos e innecesarios.
-Bueno, el si te recuerda –pensó durante unos segundos-… y quieren verte.
-¿Les dijiste que vendría?
Asintió sin decir nada.
-¿Y quien es el que está a su lado? –dije asomándome por la ventana nuevamente.
-Su hijo, Alex Clearwater –sonrió-. Es un buen muchacho, solías juntarte con él cuando venías acá.
¿Alex? Recordaba a un Alex, no muy bien, pero tenía vagos presentimientos de que al chico que estaba parado afuera, lo había visto antes, aunque fuera mas alto y hubiera crecido mientras yo no estaba.
-¿Irás? –Enarcó una ceja-. Te están esperando.
-Claro que iré… -suspiré mientras le seguía hacia las escaleras.
-Humm… -se volteó antes de bajar-. Me preguntaba, como tú no tienes auto…
¿Un coche? Sentí un leve presentimiento de que lo que me iba a decir, no me iba a agradar. ¿El acaso me había comprado un auto sin decírmelo? Eso me preocupó, pero por una parte, iba a ser bueno
Yo estaba ahorrando para comprarme un coche, pero Tyler al parecer se podría de haber anticipado, yo quería uno obviamente, ya que me desagradaba la idea de tener que ir en el reconocido coche patrulla de Tyler.
-¿Un coche? –demandé saber.
-Si, quiero que tengas uno para que puedas ir al instituto, sin que necesites de mí para llevarte… -continuó.
¿Instituto? Bien, me acababa de inscribir a mitad de año, ahora debía de acostumbrarme a ser la nueva.
-¿Me inscribiste en un instituto? –pregunté mientras me apoyaba en la escalera.
-Si, irás ahora mismo… -miró hacia abajo-. Bueno, dejemos de hacer esperar a Carl y Alex, vamos.
-Vale
Bajé con cuidado de no caerme y al salir de la casa, vi a los dos rostros nuevamente, ambos me miraban mientras me acercaba y sonrieron a la vez.
-Que gusto me da de verte… Alice –dijo Carl Clearwater-. ¿Te acuerdas de mí?
Le sonreí incómoda mientras miraba hacia Tyler, el se rió, luego Carl asintió comprendiendo.
-Solía ir de caza con tu padre… ¿Lo recuerdas?
Estiró su mano y yo hice lo mismo mientras él la estrechó.
-Si –asentí, eso lo recordaba.
El chico sonrió mientras yo miré hacia la carretera, observando como la neblina desaparecía, y las nubes parecían demostrar que hoy día llovería, arrugué la nariz.
-Hola –dijo acercándose-. Soy Alex Clearwater…
Le miré a los ojos, eran marrones y su rostro de la misma tez morena que le había visto desde la ventana y pegada en él una agradable sonrisa, era alto y tenía buena forma, pelo largo y negro, se veía que era unos años menor que yo, recordaba la diferencia de años que teníamos, entonces debía tener como unos quince o dieciséis.
-Hola –me mordí el labio-. ¿Solíamos jugar cuando éramos pequeños? ¿Verdad?
El se rió, me uní a sus risas.
-Si –asintió.
Me fijé nuevamente en lo alto que era.
-Me sorprende lo mucho que has crecido... –levanté las cejas.
-No es nada –miró la camioneta durante unos segundos-. Sería menos notorio si vinieras más…
-Bueno, he venido para quedarme –fruncí el ceño.
Me miró sorprendido.
-¿En verdad?
-Creo que ya es hora de que alguien acompañe a Tyler…
-Tienes razón –sonrió-. ¿Por cuánto tiempo?
-Para siempre… -evadí su mirada.
-Guau… -exclamó en voz baja.
Tyler y Carl se acercaron nuevamente.
-Le acabo de contar a Carl, que irás al instituto de Forks –dijo Tyler-. Supuso que debía de decírtelo ahora mismo, espero que te guste…
-¿Qué cosa? –me sorprendí.
Todos los ojos se centraron en mí, me fijé en Tyler, que me miraba fijamente.
-Pues, la camioneta –la apuntó, me volteé a verla.
Era grande y espaciosa, tenía un buen color y partes redondeadas, se veía fuerte, como las camionetas que salen intactas después de un accidente automovilístico, si, esta era una de las resistentes camionetas. Sin darme cuenta de lo mucho que me había gustado, comencé a reír, me giré nuevamente para responderle a Tyler.
-Es… Perfecta –dije aún sorprendida.
-Me alegra de que te haya gustado –dijo.
El rostro de Alex parecía contento, de su cara apareció la misma amplia sonrisa desde que lo vi, y luego caminó hacia la puerta del copiloto.
Me subí al auto instintivamente.
-Supuse que debería de recordarte como funciona esto.
-No es necesario –dije-. Creo recordarlo, Alex.
Las comisuras de sus labios se curvaron cuando pronuncié su nombre.
-En tal caso, que tengas un buen día en el instituto… -se despidió.
-Oh, si –salí de la camioneta junto a él.
Me encaminé hacia la casa, en busca de mis cuadernos y los libros que llevaría, debía de arreglar las cosas para estar lista para irme. No demoré absolutamente nada, en lo que en cosa de segundos llegué hacia donde los demás y me despedí, Tyler se acercó a la ventana del coche mientras me daba algunas indicaciones de como llegar y a donde ir. Luego de haberlo escuchado y memorizar todo, me entregó una nota con la dirección del instituto, y se alejó luego de despedirse de mí.
Le agradecí mientras retrocedía y avanzaba por la carretera.
No podía hacerme la idea de como iba a ser el instituto, a medida que avanzaba, era más complicado. Tampoco podía creer que un instituto estuviera rodeado de tantos árboles, como si estuviera en el centro de un bosque, bueno, a pesar de todo, lo estaba. Tampoco creía que se viera muy soleado, sobre todo ahora, que las gotas caían una y mil veces en el parabrisas.
La calefacción estaba encendida, y me habría colocado un impermeable antes de salir, para no empaparme con la lluvia. La carretera seguía igual de vacía, uno que otros autos se aproximaban y se alejaban como llegaron. Las casas ahora eran más seguidas y se veían las calles, giré hacia la derecha, recorriendo a una velocidad moderada mientras conducía, miré por la ventana las formas indefinidas de las nubes, y luego hacia el frente, para continuar con el camino, no se veían los estudiantes, ni tampoco autos en aquel vacío estacionamiento. En ese momento lancé dos teorías, la primera, podrían haber estado ahora en una zona prohibida, que podría ser lo más probable o, habría llegado muy temprano, aunque era dudable, mejor, muy tarde, si eso era lo más aceptable.
Me estacioné frente a una puerta en la cual decía en letras llamativas en una puerta color marrón “Dirección”.
Me bajé de la camioneta con el propósito de entrar lo más rápido que podía, para estar bajo techo y mojarme lo menos posible. Mientras corría y me colocaba la capucha para cruzar la poca distancia entre la camioneta y la puerta, caminé despacio con cuidado de caerme, no quería que ocurriera una desgracia el primer día de clases, pero conociéndome, debía de tener cuidado.
Lo logré, me sacudí las gotas del impermeable cuando entré a una sala poco espaciosa, con sillones que abarcaban la mayoría del espacio y un escritorio, en él, una señora que con sus cabellos canosos, dejaba atrás lo pelirroja que pudo haber sido, en aquellos tiempos. Ella estaba atareada con unos papeles, llenaba unos formularios y aún no había notado mi presencia, aproveché el tiempo para ver el nombre de su escritorio… Sra. Manson.
La llamé así, ella se sobresaltó de inmediato y yo procuré no mostrarme muy apresurada para no tener que molestarla demasiado, ella me miró de pies a cabeza con una media sonrisa en su rostro.
-Soy Alice Lutz –comencé mientras me aproximaba al escritorio-. Mi padre me inscribió en este instituto…
Ella asintió comprendiendo.
-Te estábamos esperando, querida –sonrió-. Tengo que pasarte estos formularios en cuanto te los entregue tienes que ir a tu clase, todo está indicado y encontrarás todo tal cual el plano –me entregó un papel con un gráfico de la escuela junto al horario y unas fichas de mis profesores.
Claro todos debía de conocer a la hija del jefe de policía y a si extraña madre, eso me incomodó, ¿Quién más sabría de mi? ¿Muchos?... Ojala que no fuese así, pero… En este pueblo no hay secretos.
-Alguna duda –me miró a la espera-… Cuando hayas finalizado todas tus clases, debes entregarme el formulario, para asegurarme que no te saltaste ninguna.
-Está bien –fruncí mis labios mientras le agradecía y me daba la vuelta para marcharme.
Ella me miró hasta cuando salí de la puerta, y luego mientras movió la cabeza con gesto de impaciencia, continuó con su trabajo, yo entré enseguida en la camioneta, procurando no caerme, y encendí el motor, el estruendo de este llamó la atención de la Sra. Manson, que saltó nuevamente frunciendo el ceño.
Retrocedí y me alejé rápidamente en cosa de segundos. Los alumnos estaban en la parte posterior a la cual me encontraba, ahí varios autos estacionados y estudiantes caminando por el aparcamiento estaban junto a mis ojos, avancé tratando de no llamar la atención de los ojos desconocidos, pero el rugido del motor no ayudaba del todo.
No me preocupó el viejo modelo de mi camioneta, ya que todos tenían autos un poco más modernos que el mío, o incluso del mismo tipo, recorrí con la vista al salir de la camioneta, el único que relucía de entre todos ellos, era un flamante Volvo plateado.
Caminé como todos los otros hacia la entrada y busqué según el plano el lugar al cual debía de dirigirme primero “Sala número 2”, me convencí que no sería tan difícil que debía de proponérmelo ahora mismo y encontrarla en el menor tiempo posible, ahora debía encontrar la cafetería, la cual no fue difícil de distinguir, con grandes ventanales un cartel pronunciando su nombre. Ahora debía de ir a la derecha en busca de la sala nuevamente, y lo logré.
Frente a una puerta con un gran número “3”, estaba el número “2”, En una puerta blanca, el linóleo relucía y hacía la diferencia entre las paredes.
Dos estudiantes iban delante de mí, por lo que decidí imitarles y entré junto a ellos, dejando el impermeable en un perchero sin llamar la atención. Algunos rostros curiosos me miraron enseguida, otros disimulaban ignorarme mientras miraban sus libros y luego alzaban precavidamente sus ojos.
En ellos unos hermosos ojos dorados se encontraron junto a los míos, la fuerza y el odio de su mirada hizo que me sonrojara y oculté mi rostro con mis cabellos. Luego de unos segundos, volví a mirarlo, supuse que mis ojos no estaban acostumbrados a tal perfección, me sorprendí de inmediato, su piel era pálida como el mármol, mucho más pálida que la mía, lo cual me impresionó… Una fuerte mandíbula, nariz recta, labios redondeado, sus ojos oscuros, bajo un cabello color cobrizo. Me estaba mirando nuevamente, por lo que tratando de disimular, seguí caminando hacia el profesor.
“Mr. Morgan” se leí en voz alta, el iba a ser mi profesor de Biología. Él me miró sonriendo, le entregué los papeles que firmó de inmediato, luego observó el pequeño salón y buscó con la vista algún banco.
-Ahí tenemos un pupitre vacío, espero que te puedas poner al día… Alice Lutz –leyó mi nombre en el formulario, traté de localizar aquel escritorio lo más rápido que podía.
Genial… Me tocaba sentarme al lado del misterioso chico, no se qué tenia contra mí, quizás habría roto su concentración o algo similar, así que no creí que estuviera de ese modo por el resto de la hora… Eso espero.
-Bueno, como ya todos están presentes… -alzó la voz Sr. Morgan, comenzando la clase-. He de informarles que hoy veremos el comportamiento de las células raíz de cebolla...
Lo demás de la clase yo ya me lo sabía, así que no era de un gran esfuerzo poner atención, caminé hacia el banco que me esperaba, vacío junto a él. Me armé de valor, roja como un tomate, en caminar hacia mi destino, me tropecé en varios movimientos torpes, con las sillas y mesas, también cuando caminaba en una superficie lisa, en uno de todos ellos, caí sentada en el lugar correcto, me senté bien y miré hacia la pizarra, mientras el Sr. Morgan escribía.
-Hola… -pronunció él-. Mi nombre es Thomas Hardwicke
¿Es que él podía ser más perfecto de lo que era?, su voz me dejó impactada tanto como sus ojos, demoré en reaccionar ante sus palabras, lo miré confundida, el odio de su rostro estaba borrado, siendo reemplazado por una hermosa sonrisa.
¿Era acaso bipolar? ¿Sufría de personalidades múltiples? Cerré los ojos mientras ordenaba mis ideas y miraba hacia el frente. El se quedó mirándome mientras se reía entre dientes.
-¿Tú eres Alice Lutz? –dijo tranquilamente, me giré sorprendida.
Se puso serio en lo que no le respondía, fruncí el ceño confundida.
-¿Por qué sabes mi nombre? –dije, el rió.
-Bueno, supongo que el Sr. Morgan lo acaba de decir… -esperó mi reacción.
Esa podría ser una razón.
-Si, ese es mi nombre –repliqué frustrada, supuse que tendría que presentarme más de una vez, seguramente, hoy sería un día agotador.
-¿Qué ocurre?
-¿Por qué? –pregunté sin comprender.
-¿Desde cuando que te mudaste a Forks? –prosiguió sin responder a mi pregunta.
Ideé una forma de decirle que me acababa de mudar de Jacksonville, porque no quería complicar a mi madre y había dejado mucho tiempo solo a mi soltero padre, me mordí el labio.
-Bueno, mis padres se divorciaron hace tiempo… -empecé, quizás eso no fuera importante por lo que decidí continuar-… Vivía en Jacksonville con mi madre, pero mi padre estaba solo, por lo que decidí hacerle compañía.
Recordé el pequeño detalle de que no tenía ganas de quedarme acá, de que quería estar en Jacksonville, en un lugar donde no lloviera tanto, donde hubiese sol, suspiré mirando hacia la pizarra.
-¿Y eso no te agrada? –pronunció lentamente como si quisiera no molestarme con su pregunta.
¿Y eso le importaba? ¿Qué le importaba a él sobre mi felicidad? Yo quería que mi madre siguiera con su vida, dejarla tranquila. Pero por otro lado no quería que mi padre estuviera más tiempo solo, podría empezar con un tipo de depresión, sobre todo para alguien reservado como Tyler.
Hubo un momento de silencio incómodo, el me sostenía la mirada, sin rendirse ante su curiosidad.
-La verdad, quería que mi madre tuviera la oportunidad de vivir su vida tranquila, también temía que a mi padre le hubiese dado depresión, supongo que la soledad le ha de haber afectado demasiado.
-Eso es muy generoso de tu parte… ¿Lo sabías? –replicó con voz dulce.
-¿Eso importa? –dije finalizando el tema, no quería continuar con esto.
-Siento haberte incomodado.
-¿Qué? –el miró sus manos blancas, mientras movía lentamente sus dedos-. No es cierto.
-¿No fue así? –sonrió.
-No.
-Pareces molesta.
-No lo estoy –resoplé-. Es solo que no me gusta Forks…
Y era cierto.
-¿Por qué? –ahí nuevamente con su curiosidad.
-Hubiese preferido un lugar con más sol, donde no lloviera todos los días, donde al menos pudiese haber calor –suspiré.
El se rió. Me molestó tanto como su perfección, fruncí el ceño sin comprender la gracia del asunto.
-¿Qué? –demandé saber.
-No es nada… -trató de ocultar su sonrisa-. Es solo, lo irónico de todo esto.
El resto de la clase traté de poner atención, pero mientra la clase se volvía cada vez más aburrida, comencé a garabatear con el lápiz unos formas indefinidas, me sentí observada a mi lado, el continuaba mirándome, traté de disimular que no me había dado cuenta.
-¿Tu madre se quedará sola? –rompió el silencio, volviendo al tema.
-No –dije con tranquilidad-. Con mi hermano, Mathias.
-¿Mathias Lutz? –adivinó.
-Si –nuestras miradas se encontraron, sus misteriosos ojos negros, increíblemente oscuros, se cerraron.
No sé que parte de él me fascinaba más, la oscuridad atrayente de sus ojos; lo increíblemente pálido que era; su atractivo físico o su pelo color cobre desordenado.
-¿Tu siempre has vivido en Forks? –pregunté, queriendo haber adivinado.
-No –contestó, reservado, mientras trataba de formar una sonrisa, que después de todo salió forzosa-. Nos mudamos hace un tiempo.
-¿Cuánto tiempo?
-Unos cuantos años –me miró sin comprender-. ¿Por qué?
Su tono defensivo aumentó mi curiosidad.
-Solo curiosidad –murmuré.
-Mi familia y yo nos mudamos de Alaska –dijo él.
-¿Alaska? –repetí.
-Si.
-¿Por qué se vinieron a Forks?
Me miró como deseando no haberme dicho nada, frunció el ceño mientras respiraba como si se estuviera controlando, creí que habría dicho algo malo. El sostuvo mi mirada por más de un minuto, inmediatamente me puse roja y traté de ocultarme entre mi pelo.
-Bueno, Peter había recibido una oferta de trabajo, y decidimos vivir en Forks –le miré sorprendida ante ese detalle.
-¿Peter?
-Mi padre –dijo como si esto le alegrara, como si su padre fuera la imagen de orgullo de él.
-¿En que trabaja tu padre? –pregunté.
-Es doctor, trabaja en el hospital de Forks.
-Oh –asentí comprendiendo.
La hora pasó rápida, traté de concentrarme en la charla del Sr. Morgan, pero me era imposible, no podía dejar de pensar en aquella persona sentada a mi lado, que no paraba de observarme.
Luego la rabia volvió a sus ojos, ni siquiera sabía la razón, negó con la cabeza, le miré de reojo y él hizo lo mismo, el momento se puso tenso, pero gracias a un desconocido que emitió un sonido con su silla al voltearse hacia mí, rompió lo incómodo que me resultaba tener que ser prisionera de su mirada.
-Hola –dijo, aparentemente nervioso-. Me llamo Mark Richardson.
-Hola –sonreí-. Yo soy Alice Lutz
Mi voz sonó débil, se me quebró varias veces, me era imposible concentrarme, Thomas no me quitaba la vista de encima.
-¿La hija del jefe de la policía? –adivinó, Thomas miró hacia él como si se hubiese enterado de algo nuevo.
-Si –claro, todos debían de saber quien era yo.
-¿Siempre has vivido en Forks? –continuó con su cuestionario.
-No –negué con la cabeza, el sonrió-… vengo de Jacksonville.
Mark miró a Thomas como si este fuera un bicho raro, luego aturdido volvió la vista hacia mí.
-¿Hay mucho sol en Jacksonville?
-Si, es mucho más soleado que acá –respondí.
-¿Por qué te mudaste?
-Bueno, vine a acompañar a mi padre… el estaba solo.
-Oh, entiendo –asintió.
Mark era de pelo rubio pálido cuidadosamente arreglado con gel, tenía los ojos color azul claro, su rostro era similar al de un niño, o un bebé.
-¿Te quedarás en Forks?
¿Acaso había alegría en su voz? ¿Era demasiado importante si seguía acá?
-Si –respondí.
Sentí como Thomas miraba hacia Mark, como si lo odiara o algo parecido.
El Sr. Morgan interrumpió en el momento preciso un nuevo interrogatorio de él, que apenas lo escuchó llamándole la atención, se giró rojo de la vergüenza, sonreí aliviada.
Sentí suspirar a Thomas y lo miré a hurtadillas, él se dio cuenta de aquello, y me volvió a observar, esta vez no estaba furioso.
-¿Cuál es tu próxima clase? –preguntó con voz amable, como si nada hubiese pasado.
Miré en el folleto que tenía en la mesa, buscando el horario, una vez encontrado lo leí en voz alta.
-Literatura –dije rápidamente.
-¿Sabes como llegar? –dijo como si no creyera que fuera capaz de llegar a esa aula sin perderme.
-Si, eso creo… Pues, tengo un mapa.
El se rió por primera vez, su risa era atrayente, increíblemente seductora.
-¿Quieres que te?… -hizo una pausa, negando con la cabeza-. No esto no debe ocurrir.
La ira brotó de sus labios casi como un gruñido, lo miré sorprendida.
-¿Él qué?
-No es nada –dijo levantándose precipitadamente de su silla y en lo que sonó el timbre cruzó la puerta sin emitir palabra.
-Es raro –Mark se había dado cuenta de aquello.
-¿Quién? –fingí no saber nada.
-Hardwicke.
En la forma de su tono, noté que si tenía algo en contra de él.
-¿Tienes algo en contra de él?
-No, bueno nadie tiene nada en contra de ellos, claro que no, nadie tiene nada en contra de los perfectos Hardwicke.
-¿Los perfectos? –repetí.
-Si, son hermanos y todos están en el mismo liceo, son como… no lo sé. No se juntan con nadie, no hablan con nadie… –dijo casi molesto.
La curiosidad en mi abundo, ¿ahora todos lo consideraban a él perfecto? ¿tenía hermanos? ¿Cuántos? ¿Eran todos tan pálidos como él?
Sentí como si me estuviera adentrando en una especie de mundo anormal, del cual no debía, pero estaba demasiado interesada en ello, como si fuera… peligroso, ¿Qué tanto?, bueno, iba a correr el riesgo, no se porqué, pero quería saber que ocultaba detrás de su personalidad reservada y los pensamientos de Mark, que tenían los Hardwicke.
-¿Vamos? –propuso Mark mientras salíamos de la sala.
-¿Dónde?
-Hacia la cafetería –propuso con orgullo.
-Está bien.
Miré hacia el pasillo, además del resto de los estudiantes divisé una silueta que al verme se volteó hacia la dirección contraria, y se alejó de entre todos ellos.
Estaba haciendo algo que no debía, o al menos eso parecía, pero quiero saber que es lo que no debo hacer, porque razón el es tan interesante de los demás, ¿Por qué llamó tanto mi atención? 



Gracias por leer :D Sugerencias & Comentarios *-*
Javy' Pattz

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