miércoles, 17 de agosto de 2011

"La eternidad... es solo una opción"

Capítulo 3 – Invitaciones

-¿Por qué te llamó? –preguntó ansiosa mientras entrelazaba sus dedos.
-Quería hablar conmigo –dije.
-Eso ya lo sé –rió-. ¿Pero qué cosa?
Sarah no se distraería con facilidad, ella estaba dispuesta a escuchar toda la historia sin ninguna objeción o interrupción de su parte Sacaría sus conclusiones o algo particular de ella, quería saber todo, absolutamente todo, pero no debía de saberlo, no sé porque, quizás por privacidad de Thomas, por protegerlo de los rumores de los demás chicos del instituto, sabía que si Sarah se enteraba de algo, o sospechaba, todo el instituto lo sabría para el próximo día.
<<Protegerlo>>, quedé abrumada respecto a esa perspectiva del asunto, yo no lo había considerado así, pero me estaba viendo en un rollo del cual me era innecesario participar, pero por alguna razón estúpida de mí, quería hacerlo. No quería que Thomas se viera implicado en especulaciones adolescentes.
-¿Y bien? –me sostuvo la mirada por unos segundos, mientras trataba de recomponerme de mis pensamientos.
-Buenos, nos pusimos de acuerdo para hacer un trabajo de biología –mentí, lo bastante mal como para que entrecerrara los ojos desconfiada.
-Eso no te lo creo –hizo un gesto con la palma para que hablara nuevamente.
-¿Qué quieres saber? –pregunté secamente, casi fastidiada, ella se sonrojó mientras pensaba, yo miré hacia la puerta.
Unos estudiantes llegaban atrasados, se sentaron rápidamente en sus respectivas sillas y el Sr. Collins no les llamó la atención, estaba preocupado en organizar el temario del día de hoy.
-Está bien –dijo nuevamente-. ¿Qué tipo de interés tiene Thomas hacia ti?
Le miré a la espera, no estaba bromeando. Yo no sabía si él estaba realmente interesado en mí o solo le dio ganas de tener amigos.
Me desanimé ante aquello, bajé la vista y miré mis dedos. Estaba completamente segura de que algo tramaba, que no era solo un interés en hablar conmigo, sino, que también estaba segura de otra cosa… Estaba loca por él.
Me sonrojé, ella lo notó y rió en silencio, aún atenta a mi respuesta.
-No lo sé.
-¿Segura? –dudó.
-Lo acabo de conocer, Sarah.
Consideró un momento eso mientras cambiaba de estrategia, para sacarme al menos algo de información, aún no se rendía.
-¿Y tú que sientes por él? –sonrió maliciosamente.
¡Oh cielos! No se me daba muy bien mentir, pero sabía que me consideraría una loca si le contaba todo lo que pensaba, por ello no lo haría, además, eso no era propio de mí. Así que debía de improvisar alguna respuesta creíble.
-Eso ya te lo acabo de decir –me mordí el labio mientras examinaba su rostro, no había comprendido-. Lo acabo de conocer –aclaré.
-Pero debes de sentir un cierto interés hacia él, ¿no es así? Me refiero a que, ¿Te sientes atraída hacia el?
Supongo que le debería de bastar las monosílabas.
-Si.
-¿Si qué?
Al parecer no.
-Me siento atraída hacia él –bajé la vista avergonzada.
-¿Mucho? –sonrió.
-Si.
Transcurrieron unos segundos en los cuales estuvo pensando y murmurando en voz baja, iba a continuar con las preguntas, por lo que traté de disimular que colocaba atención al Sr. Collins. Sarah trataba de hablarme y este primero le interrumpía regañándola, ella roja de la vergüenza se quedaba en silencio y luego miraba su escritorio, sin moverse.
Permanecí rígida durante todo el tiempo, quería salir lo más rápido posible y evadirla, por lo que debería de correr cuando sonara el timbre
Y así fue, corrí lo más rápido que pude, sin que se diera cuenta. Con cuidado crucé los pasillos y llegué directo a la cafetería, ahí estaba Mark, John y Emily.
Busqué con la mirada a los Hardwicke, y a uno de ellos en especial, ahí estaban en sus sillas, como si nada les importara, como si estuvieran en una burbuja –de la cual nadie se atrevía a atravesar- y hablaban entre ellos, ¿podrían ellos gozar de tanta perfección?
Pero no estaba él, bajé decepcionada la cabeza y me dirigí a la mesa en la cual sabía que me esperaban.
-¿Qué tal tu clase, Alice? –Mark se dirigió a mí apenas me vio.
Le habría respondido algo como “Bien, aclaré algunas dudas” o quizás, “Tuve que responder un amplio cuestionario interior”, pero sabía que sería poco amable y sonaría malhumorada.
-Aproveché de ponerme al día –le sonreí para suavizar la tensión entre todos.
-¿Algo nuevo?
-Me senté junto a Sarah.
-Oh, genial –rió.
Me senté junto a Emily, en lo que ella observaba un boceto sobre sus horarios.
-¿Alice? –John estaba mirándome hace un buen rato, estaba ansioso.
-¿Si?
-Me preguntaba con Mark, bueno la verdad él debería de preguntarte –miró a este quien rió y se dirigió nuevamente a mí.
-¿Qué dices sobre organizar una salida? –me propuso.
-¿Salida?
-Si, una excursión… ¿Qué dices? –me animó.
-Eso sería genial –le alenté-. ¿Dónde?
-Podemos primero ir a la Push, dicen que habrá buen clima y luego podremos adentrarnos a un bosque, acamparemos.
-Yo no era una buena senderista e ir a una excursión, significarían piedras que estarían fuera de lugar, musgo, barro y raíces que me harían caer.
Me estremecí ante la idea.
-Irá Sarah, Emily, aunque Sarah invitará a unos amigos –puso los ojos en blanco-. Tú también puedes invitar a alguien –siguió, aunque lo último le desanimó por completo, lo demostró con gestos de mal gusto.
De todos modos no invitaría a nadie, no tenía a quien invitar.
-No lo creo –sonreí, había una chispa de esperanza en sus ojos-. No tengo a quien invitar.
-Oh, ya veo –se relajó.
Miré hacia mi derecha, Emily observaba sin comprender lo que decía el boceto.
-¿Ocurre algo? –le pregunté.
-No entiendo en que cambian mis horarios, parecen ser los mismos –sonrió.
-Oh, pero han de darte las clases con mayor nivel ¿no?
-Claro, por supuesto –rió cuando dejó el boceto.
Sarah cruzó la puerta de la cafetería junto a una chica y se le unió otra a su espalda, se sentaron a dos mesas de distancia, Mark y los demás notaron el cambio.
-No deberías de sorprenderte, siempre suele juntarse con amigas –dijo John mientras miraba hacia la mesa.
Observé a mi izquierda, hacia la mesa de los Hardwicke -la última de las esquina de la cafetería, la más apartada y a la cual nadie se acercaba- él seguía sin aparecer.
-¿Alice? –Emily trataba de identificar hacia donde miraba, quizás la expresión de mi rostro se notara diferente.
-¿Si, Emily?
-¿Buscas a Thomas? –preguntó en voz baja.
Mark estaba a la escucha y se giró a mirarme, dejó inconclusa la conversación con John, que instintivamente se detuvo y miró a Mark, esperándolo.
-¿Por qué?
-Es raro, no está junto a sus hermanos –parecía como si hablara consigo misma, entrecerré los ojos, captando ahora mucho más su atención.
¿Él estaba acá?
Traté de seguir el rumbo de su vista, dí en el blanco.
-Te esta mirando –dijo aparentemente nerviosa.
-¿En verdad? –sentí como la sangre se alejó de mi rostro.
-Si, mira, voltéate disimuladamente –apuntó con su dedo índice y me guió con cuidado.
Me volteé lentamente, escondida tras mi pelo y me topé con unos ojos –negros y provocadores- una sonrisa relampagueó junto a sus dientes –muy hermosa como para dejarme sin aliento-, levantó uno de sus dedos e hizo un gesto para que lo acompañara, me guiñó un ojo.
No lo podía creer, nuevamente. Me paralicé y no reaccioné por un buen lapso de tiempo.
-¿Te esta llamando? –me preguntó Emily, bastante sorprendida, su voz se quebró por la ansiedad.
-Si, me pregunto que querrá.
Me deslicé con cuidado por la silla, Mark no me quitaba la vista de encima y dirigió una fulminante mirada a Thomas. Me volteé con cuidado y examiné todo a mi paso, asegurándome esta vez, de no caerme o hacer algo vergonzoso.
Él me vio llegar.
-¿Cómo te ha ido en tu nueva clase? –preguntó cuando me indicó la silla que estaba enfrente, entre la mesa y yo.
-Hubiera sido mejor si Sarah no planease un interrogatorio para mí –dije repentinamente molesta.
-¿Interrogatorio? –rió entre dientes.
Miré mis manos que estaban apoyadas en la mesa, seguí las líneas irregulares de mi palma.
-Si, está empeñada en saber cosas, sobre mí.
-¿Qué cosas?
-Todo en realidad.
-Oh, ¿y respondiste con la verdad?
Levanté la vista y me topé con su mirada, enrojecí, el no se movió en ningún momento.
-Si.
Eso pareció agradarle, ya que sonría ampliamente.
-¿Por qué me has llamado? –pregunté confundida.
-Quería hablar contigo. ¿Esto te incomoda?
Parecía ansioso, como si deseara saber mi respuesta a pesar de todo, por lo que no comprendí esa innecesaria curiosidad.
-No –afirmé.
Frunció los labios.
-¿No tienes hambre? –dijo en voz aterciopelada.
Ahora que había vuelto a la realidad, me di cuenta de que sí tenía hambre.
-Algo –repuse en voz baja.
El me escuchó, luego asintió y se alejó a pasos sigilosos, a la fila de estudiantes. Le observé irse hasta cuando llegó.
¿Por qué esa innecesaria curiosidad? Lo que me trajo de vuelta a la conversación de Sarah, ella me habría preguntado sobre lo que sentía Thomas hacia mí, yo deseaba que se fijara en mí como yo lo había echo hacia él, pero no tenía claro sus sentimientos, ni sus gustos, ni nada parecido, eso me afligió como nunca antes creí que lo haría, me dolió la idea de que él no estuviera interesado en mí, que no fuera suficiente para él.
<<Al parecer ninguna parecer ser lo suficiente para él>> recordé, y la voz de Sarah al decir esa frase como sugerencia amenazadora, retumbó en mi cabeza, llegué a marearme con mis pensamientos, fruncí el ceño confundida, apoyándome con mis manos en la mesa, cerré los ojos, necesitaba pensar.
Thomas era alguien a quien no conocía en absoluto, pero había aprendido algo de él en estos entrecortados ratos, el era increíblemente perfecto –cabello revuelto, ojos intensos y una hermosura sobrehumana-, era como si no existiera, dudaba que en verdad hablara conmigo. Éramos completamente diferentes, por lo que imagino que debería de despertar esto la curiosidad de todos los ojos curiosos que me rodeaban. Hablaba cortésmente y siempre tenía atisbos de amabilidad y caballerosidad, algo que se había perdido con el tiempo hace más de un siglo atrás, era de otra época, aunque estuviera a la moda del siglo XXI. Era muy observador, tanto así que a pesar de estar pequeños momentos junto a mí, se daba cuando algo andaba mal o cuando me daba el tiempo para suponer algo.
-Hora de despertarse –susurró a mi oído.
Me aturdí por completo y de repente todo el esquema mental en mi cabeza se hizo pedazos, rompiendo mi concentración y dejando mi mente en blanco, sin poder reaccionar ante su llegada.
Él se rió al ver mi rostro y luego dejó una bandeja repleta de comida, levanté una ceja, entrecerrando los ojos, abrí la boca para protestar pero el sonrió y la cerré de golpe.
-No, no te comerás todo tu sola –miró hacia la ventana, sus pensamientos estaban ubicados en otro lugar al cual yo era ajena, y luego me entristeció no poder compartir un momento que no sea del instituto junto a él-. ¿Que es lo que pasa, Alice? –dijo con voz dulce, casi como un susurro, tiernamente preocupado, quizás notó mi expresión agobiada.
-No es nada –suspiré.
-¿Algo anda mal?
-Nada importante –negué con la cabeza, mirando lo que había para escoger de la bandeja.
El observó como yo decidía entre alimentos, uno a uno, hasta que me quedé con una manzana roja, que se veía tan apetecible e irresistibles que le di una mordida. Masqué con cuidado de no atragantarme, pero cuando el sostuvo me mirada, fue inevitable, tuve que tragar con rapidez para no ahogarme.
-¿Tienes algo planeado para este fin de semana? –me preguntó.
¿Qué? ¿Estaba bromeando mi mente? Si, eso debía de ser, mi pobre cerebro estaba imaginando toda esta situación y hacía que viera cosas que no eran ciertas, ahora esto era solo un espejismo más, que terriblemente se acabaría, para la agonía mía.
-¿Si o no? –prosiguió.
-No –respondí cuando me había asegurado de que no era mi mente la que me jugaba la mala pasada.
-El sábado por la mañana tengo pensado ir a Seattle, a arreglar unos asuntos ¿Me acompañarías? –me ofreció amablemente, aunque parecía divertido ante la invitación.
-¿Por qué haces esto? –pregunté aturdida.
-¿El qué?
-No lo sé –miré a la ventana sin prestar atención, luego lo miré a los ojos-, ni siquiera me conoces Thomas, me estás ofreciendo a que te acompañe a Seattle y aún así no entiendo el por qué de esto.
-¿Tienes algún inconveniente? –dijo.
-No.
-Entonces no hay problema –sonrió.
-¿Thomas? –fruncí el ceño.
-¿Si? –de repente se puso completamente serio, dudé en continuar.
-¿Por qué hablas conmigo? –pregunté, el no se sorprendió. Miró sus manos, sin mirarme cuando comenzó a hablar.
-Ni yo mismo lo sé, se que te han contado de que yo y mi familia no solíamos hablar con nadie, pero tu eres una excepción, una terrible diferencia te separa de las demás personas –dijo cuidado de lo que decía-. Si quiero invitarte a Seattle, es porque quiero que me acompañes, supongo. Me agrada la idea de estar un rato a solas en un lugar que no sea del instituto, ahora ¿Qué dices?
De repente el también estaba deseando lo mismo, y me abrumó la idea de que estaríamos a solas, en un auto, rumbo a Seattle.
Mi ser rebosaba de alegría, aunque no la demostrara.
-Bien, tendré que avisarle a Tyler –suspiré.
-Si quieres, yo mismo podría de hablar con él.
-No, eso no –palidecí-. Tyler es muy terco y no creo que le agrade la idea de irme a Seattle con un… chico desconocido.
-¿Soy un desconocido para ti?
-No, pero para él si.
-No lo creo –rió.
-¿Lo conoces? –le miré boquiabierta.
-Si, mi padre ha hablado con él, y un día tuve la oportunidad de hablar con él, al igual que Peter, es el jefe de la policía ¿no es así?
-Si, el mismo –bufé.
-¿Entonces iras? –me recordó.
-Si –murmuré roja de la vergüenza.
Él sonrió de oreja a oreja.
Le dí otro mordisco a mi manzana y noté que él no había comido absolutamente nada.
-¿No comerás?
-Este… no, no tengo hambre –vaciló.
-¿Por qué tanta comida, entonces? –fruncí el ceño.
-Para que pudiera de elegir lo que tu quisieras.
-Oh.
-¿Quieres que te acompañe a tu próxima clase? –se levantó de improviso y me puse de pie junto a él
-Debo ir a clase de Trigonometría –dije mientras revisaba el papel de los formularios.
-Se donde queda, ¿Te puedo acompañar? –sonrió.
-Oh, por supuesto –bajé la cabeza y me oculté tras mi pelo, el se fue a mi lado el resto del camino.



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Javy' Pattz

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